Portal Guaraní - MULTIPLICACIONES COMPLICADAS - Por GUSTAVO LATERZA RIVAROLA

Hay gente a la que de pronto le aparecen órganos sexuales y no sabe qué hacer con ellos ni cómo manejarlos; generalmente acaban por adaptarse o prescindir de alguno, porque no hay oficina adonde ir a devolver o canjear. A otra, los pares les vienen cambiados, por ejemplo un ovario acompañado de un testículo; o bien, tres o cuatro juntos.

Hay también quien nace con mayor número de dedos en la mano o en el pie, como a veces sucede con otros mamíferos. Heminway apreciaba gatos que tuvieran seis dedos. Lo notable es que el exceso de partes no mejora. Extremidades de seis dedos podrían hacernos más hábiles para el piano o para el fútbol, pero no.

Entre las curiosidades que Montaigne cuenta figura esta: “Aunque no sea cosa desusada ver que le salen cuernos por la noche a quien al acostarse no los tenía, el sucedido de Cipo, rey de Italia, es por demás memorable. Había éste asistido la noche anterior, con interés grande, a una lucha de toros, y toda la noche soñó que tenía cuernos en la cabeza; y efectivamente, el calor de su fantasía hizo que le salieran”. Lo probable, aunque el excelso ensayista no lo dice, es que alguien más que Morfeo tuviese que ver en la extraordinaria metamorfosis de Cipo.

La tecnología y la Medicina actuales ofrecen ayuda a quienes no se sienten felices con lo recibido de sus progenitores. Hoy en día, son muchas las piezas que puede uno sacarse o ponerse, subirse o bajarse, endurecer o ablandar, estirar o contraer, dividir o multiplicar; aunque no todo. Resta todavía una buena cantidad de órganos, partes y funciones naturales inmutables. Afortunadamente, continúa siendo relativamente fácil determinar a simple vista quién es varón y quién mujer, por ejemplo, mas esta ventaja no durará mucho más. Se anuncian tiempos difíciles en esta materia.

Hasta hace poco, el patrón de posibles emparejamientos entre ambos sexos daba tres: varón-mujer, varón-varón, mujer-mujer. Mas, las combinaciones se multiplicaron y complicaron bastante; ahora intervienen cuatro variables para cada constante. Si bien la cantidad de sexos sigue siendo dos (por ahora), cada individuo puede formar pareja, alternativamente, con cada una de las cuatro variedades oficialmente agremiadas: hetero, homo, bi y trans.

Veamos: en el presente un varón puede unirse a una mujer, o a otro varón, de cada una de las ocho ofertas del mercado; la mujer tiene idénticas opciones. Vale decir, treinta y seis combinaciones de ambos sexos con las cuatro variedades que se ofrecen. La fórmula es pues N=62, donde el exponente es la potencia sexual propiamente dicha, aunque sólo en estricto sentido matemático.

Se escuchó de mujeres con tres senos y de varones de tres testículos, mas nunca, hasta hace poco, de varones con más de un órgano viril. Fue el profeta caribeño Nicolás Maduro quien vaticinó la multiplicación de los penes, generando entusiasmo en vastos sectores, aunque en vano, porque no aparecen señales de que el prodigio vaya a ocurrir. En Venezuela, al menos, no se multiplicaron los penes. Ni los panes ni los peces, en realidad; solo los problemas y los tiros. Pero, si solo fue trabazón de lengua, no se le podrá criticar, como no se le reprocha al papa Francisco que, en su última homilía, haya dejado escapar un furcio importante: en vez de expresar “in questo caso” le salió “in questo cazzo”, o sea “en esta verga”. Pero, en fin, igual que en Caracas, nadie se desmayó en la Piazza di San Pietro al oírlo.

En la antigüedad clásica se trataba con más cariño a estos órganos y se sentía respeto por la libertad artística. En el Museo Secreto de Nápoles se exhibe un falo tallado en piedra debajo del cual está escrito: “hic habitas felicitas” (aquí reside la felicidad). El artista debió expresar así, grosso modo, sus más íntimos sentimientos. A nadie se le permitiría exhibir una obra así en una plaza pública, hoy día.

Con la multiplicación de opciones sexuales todavía podemos lidiar; pero con la multiplicación de penes sería complicado. In questo cazzo, habría que re calcular toda la fórmula matemática con, vaya uno a saber, cuántas novedosas combinaciones.

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