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MERCEDES JANÉ (+)

  EL PESCADOR Y SU ESPOSA - Teatro de MERCEDES JANE


EL PESCADOR Y SU ESPOSA - Teatro de MERCEDES JANE

EL PESCADOR Y SU ESPOSA

Teatro de MERCEDES JANÉ

 

PERSONAJES

 PEDRO

 JOAQUÍN

 CORAL

 ILDEGAR

 ESPUMITA

 REY DEL MAR

 ANA

 SIRENA I

SIRENA II

 PEZ

 ALGA

 SOLDADO

 

MERCEDES JANÉ

Mercedes Teresa Bobi­llo de Jané nació Bahía Blanca, Argentina, el 8 de septiembre de 1915. Se ini­ció como actriz en Santiago de Chile en 1949. Al año si­guiente, en 1950, es invita­da a participar en los espec­táculos infantiles de la com­pañía santiaguina de Patricia Morgan. Emigra al Paraguay en 1952 y se une a la Com­pañía del Ateneo Paraguayo, primer elenco estable que había sido fundado en 1941.

En el año 1952 y con la ayuda de los miembros de ese elenco crea la primera compañía de teatro infantil bajo el alero del Ateneo Pa­raguayo, que le prestaba generosamente su local. Las funciones teatrales se realizaban los domingos en horarios matinales en el Tea­tro Municipal de Asunción. Doña Mercedes traía en ese entonces el repertorio de obras en las cuales había participado en Chite; además realizó adaptaciones de cinco obras de la dramaturga brasileña María Clara Machado tales como Pluft, el Fantasmita, El Burro y el Buey camino de Belén, El Robo de las Cebo­llitas, etc. Más tarde Mercedes escribe sus propias obras tal como La Fuerza de la Tierra, Las Orquídeas .sagradas, El Pájaro Sabio, El Pescador y su Esposa, Nunca es demasiado tarde, Ensayo (homenaje al Maestro), entre otros.

Mercedes ha contado siempre con el apoyo de sus hijos: la actriz Este­la Gloria además de Juan Alfredo y Luis Alberto Jané en la parte técnica. Hoy, con sus lúcidos casi 92 años, ya se ha acogido a una merecida jubila­ción (fue funcionaria de la Escuela Municipal de Arte Dramático y también de la Escuela Municipal de Arte Infantil). Su honradez, su entrega a la labor teatral y sus virtudes personales son un ejemplo ético para los teatristas de nuestro país.

 

PRIMER ACTO

 

(Fondo de mar y rocas. A la derecha un rancho pobre. Al costado de la casa una barca y al lado dos bancos de madera y una mesa. Al iniciarse la acción, es de mañana. En los bancos están sentados el pescador y su hermano de la misma profesión, fuman sus pipas y conversan...)

 

PEDRO: Qué maldición andará por esta agua... la pesca está cada día peor...

JOAQUÍN: ¡Malos tiempos en verdad! Pero, qué le vamos a hacer... no hay más remedio que afrontarlo con valor y esperanza.

PEDRO: Eso dices tú, porque no estás casado con Ildegar, mi mujer. Se pasa la vida refunfuñando e insultándome.

JOAQUÍN: Tienes razón, mi mujer es mucho más resignada... y gracias a Dios le he enseñado a mi hija a sufrir sin quejas y a vivir cantando, con esperanza de que algún día amanecerá el sol también para nosotros.

PEDRO: Quizás sea porque Ana tiene una hija... Ildegar nunca ha querido tener hijos. Dice que estorban y que si apenas comemos dos será imposible que coman tres.

JOAQUÍN: Son modos de pensar. Otros dicen que donde comen dos, comen tres... En fin, me voy a revisar la barca para mañana. Hoy no saldré, está el mar con demasiada calma.

PEDRO: De buena gana yo haría lo mismo, pero mi mujer no me dejaría en todo el día... pero no iré lejos, estoy cansado.

JOAQUÍN: Hasta luego, Pedro, vendré a la hora de la cena para jugar una partida.

PEDRO: Trae a tu mujer y a tu hija... así descanso un rato de los rezongos de Ildegar. (Aparece corriendo Coral, hija de Joaquín).

CORAL: ¡Papá!... dice mamá que por favor vayas un . momentito... quiere que le acompañes a la aldea a vender esas labores que hicimos durante los días de lluvia.

JOAQUÍN: Vamos, hija. Dios me ha premiado con una mujer y una hija tan consecuentes...

PEDRO: Así debe ser la verdadera esposa y madre... colaboradora del hombre, magnífica compañera... te felicito, hombre... ojalá mi mujer lo entendiera así...

JOAQUÍN: No desesperes hombre... vamos, Coral. Hasta luego, Pedro.

CORAL: Hasta luego, tío... al volver a la aldea, le traeré tabaco.

 PEDRO: Gracias, hija... hasta luego... (hacia la casa) ¡Ildegar! ¡Ildegar!

ILDEGAR: (Apareciendo) ¿Se puede saber a qué se deben esos gritos? ¿Te crees mi patrón acaso, para llamarme a los gritos? Me compraste todo lo que necesito... ¿verdad? ¡Ah!

Seguramente el hambre que me haces pasar y la miseria en que vivimos es lo que hace que tengas derecho a llamarme a los gritos como si yo fuera tu sierva... ¿no?

PEDRO: Escucha, mujer... no exageres. No te he llamado a los gritos, simplemente te he llamado... eso es todo ...

ILDEGAR: Eso es todo. Y.. ¿se puede saber para qué me has molestado? ¿Qué es lo que se te ocurre ahora? Seguro que será para pedirme que me vaya yo al mar, así tú holgazaneas mejor... ¿no? Por qué no has salido al mar todavía... heredaste alguna fortuna... ¡eh! ¿Piensas que vamos a vivir del aire? O ya estuvo tu venerable hermano y la joya de tu cuñada dándote consejos. (El suspira). Ea, basta ya... toma tu barca y al mar... a ver si hoy sirves para algo...

PEDRO: Sí mujer, sí... ya me voy... ya me voy (toma la red y sale caminado lentamente. A medida que camina se va apagando la luz, para dar tiempo a que se quite el rancho y el pescador se siente atrás de labarca con su caña de pescar... de pronto se escucha una suave musiquita y aparece Espumita). ¿Quién eres tú? ¿No estaré soñando?

ESPUMITA: No... no sueñas…yo soy Espumita del Mar que salta de cumbre a cumbre de las olas y se esconde en sus vueltas verdi-azules o se queda lánguidamente tendida en la arena, cuando las aguas se vuelven al mar...

PEDRO: Perdona mi sopresa... pero es la primera vez que oigo hablar a la espuma de mar...

ESPUMITA: He querido hablarte porque te he visto desesperado y como tienes un corazón generoso y bueno... mereces que te ayude...

PEDRO: Pero, dime, ¿en qué forma me podrías ayudar tú ...? La época es mala, nadie tiene la culpa... pero mi mujer no entiende eso...

ESPUMITA: ¿Y por qué no la dejas?

PEDRO: No puedo... qué sería de ella... nadie la quiere, además nunca ha querido estudiar, es muy ignorante... no sabe hacer nada...

ESPUMITA: Me alegra tener una prueba más de tu corazón... ahora, yo te diré cómo voy a ayudarte... te haré hablar con el Rey del Mar... con toda seguridad que él va a encontrar la solución a tu problema... espera... ya vuelve...

PEDRO: (Tirando nuevamente su caña de pescar y sacando prendido a tan enorme pez.) ¡Eh!, ¿qué es esto?... ¡qué enorme pez! ¿Será el Rey del Mar?

PEZ: "No, por favor suéltame... yo soy un príncipe. Buen pescador, déjame, te lo ruego. Aunque no lo parezca, yo no soy un pez. Soy un príncipe embrujado... ¡déjame ir!

PEDRO: (Pequeña pausa) Si es como tú dices, de nada has de servirme. ¿Qué haría con un pez que habla? De modo que no tengo ninguna intención de hacerte daño, vuelve al mar y sigue viviendo. (Lo suelta y el pez se va corriendo.)

ESPUMITA: (Apareciendo) Ya viene el Rey del Mar...

PEDRO: Escucha... acaba de pasarme algo excepcional...

ESPUMITA: Luego me contarás... ya está aquí el Rey...

REY DEL MAR: Me ha contado Espumita de tus sinsabores y de tu buen corazón y estoy dispuesto a ayudarte... toma, en esta red tienes peces para una semana y dime qué te gustaría alcanzar...

PEDRO: Me gustaría poder ayudar a mi hermano, él es muy bueno y su familia también...

REY DEL MAR: Mándalo mañana al mar y recibirá ayuda... Hasta pronto, Pedro.

PEDRO: Gracias... muchas gracias...

ESPUMITA: ¿Te pones contento? Hasta pronto, Pedro... (Se va oscureciendo la escena para levantar el fondo del mar y que quede a la vista el biombo que forma la casa nueva y el fondo de jardín.)

PEDRO: (llegando)¡ Ildegar!... ¡Ildegar!... Mira... ven...

ILDEGAR: ¿Qué?, ¿has cazado una ballena, para tanto ruido...?

PEDRO: Mira... mira, cuántos peces... además me ha sucedido algo maravilloso: pesqué un pez que hablaba, me dijo que era un príncipe embrujado y me pidió que lo dejara vivir... entonces lo volví a echar al mar...

ILDEGAR: Siempre serás el mismo tonto... ¿no pensaste en lo que sacaríamos vendiendo un pez tan grande...? Y si es un Príncipe y tú le salvaste la vida, ¿no se te ocurrió pedirle una recompensa?

PEDRO: Pero mujer, ¿cómo voy a pedir recompensa por salvarle la vida? Nunca lo hubiera hecho... además, ¿qué podía pedirle...?

ILDEGAR: Casi nada... mira esta cabaña miserable en que vivimos. Tú no sabes cómo deseo vivir en una casita blanca con un jardín y una fuente. ¡Eso solo!

PEDRO: Pero mujer... ¿Cómo voy a pedirle eso...?

ILDEGAR: ¡¡¡Pídeselo!!!

PEDRO: Está bien... mañana iré al mar con mi hermano y se lo pediré. Por otra parte, Espumita me dijo que el Rey del Mar...

ILDEGAR: Déjate de cuentos... y si viene ahora tu hermano con su familia... ni una sola palabra... mañana tú te vas solo al mar ...y le pides lo que te he dicho...

PEDRO: Pero si ya quedamos con mi hermano...

ILDEGAR: Ni una sola palabra más... tú irás solo... ¡¡Solo!!

CORAL: Tío, tu tabaco... Tía... un moño nuevo para las fiestas...

ILDEGAR: Siempre gastando en estupideces... ¿de dónde sacaste el dinero, eh?

ANA: (llegando con su marido.) El dinero lo sacamos de unas labores que hicimos la semana pasada. Mientras llovió y no pudimos salir afuera, tejimos unas carpetas que hoy nos pagaron muy bien.

ILDEGAR: Pues yo esos días de lluvia descansé, que bastante trabajo siempre... por otra parte el que tiene que ganar y traer dinero a casa es el hombre... pero, qué van a traer estos inútiles...

JOAQUÍN: La época es mala... mañana saldremos y seguro que hemos de tener suerte.

PEDRO: Este... mañana...

ILDEGAR: Tú te callas... mañana tú tendrás que salir solo... porque Pedro tiene algo que hacer y saldrá antes que tú.

JOAQUÍN: Hombre, no me habías dicho nada... ¿qué tienes que hacer?... ¿te puedo ayudar?

CORAL: Si es en la aldea... yo puedo ir por ti... a mí no me cuesta nada.

ANA: O si prefieres ir tú, Ildegar, yo puedo venir a atenderte la casa y la comida.

ILDEGAR: Ustedes siempre se están ofreciendo, nada más que para venir a espiar mis cosas... no, tiene que ir él solo y yo no me moveré de aquí hasta que él vuelva...

PEDRO: lldegar... escúchame...

ILDEGAR: Se terminó la conversación... si quieren jueguen a las cartas pero de esto no se habla más... Me voy a lavar los platos...

CORAL: Déjame tía, yo te los lavaré...

ANA: ¿Puedo hacerte algo mientras...?

ILDEGAR: En realidad, sí... necesito zurcir unas redes, que necesita mañana Pedro. No tienen que tener ningún agujero, para que no se le escape un pez gordo...

ANA: Por fin te veo optimista ... veo que esperas que Pedro traiga un pez gordo.

ILDEGAR: Emmm... sí... sí ... algo de eso. (Siguen hablando en voz baja en el rincón donde se han sentado a zurcir la red)

PEDRO: Mira, Joaquín: mañana rema hacia el lado izquierdo del cabo... recuerdas dónde se hundió la nave del Rey París...?

Bueno, al llegar ahí... te detienes y llama: ¡Espumita!... ¡Espumita!

JOAQUÍN: Espumita?... ¿y qué es eso...? Dime, ¿tú te sientes bien...?

PEDRO: Prométeme que lo harás... cuando ella se asome le dirás que eres mi hermano...y...

ILDEGAR: ¿Qué están murmurando ustedes?... con cuidado, Pedro... ¡con cuidado!

PEDRO: Nada mujer. .. cosas del juego ... (dirigiéndose a su hermano) ¿De acuerdo?...

JOAQUÍN:Francamente no te entiendo...

PEDRO: N o importa que no me entiendas ... Haz lo que te digo... y ahora vete, que yo tengo que salir muy temprano...

ILDEGAR: Otra vez, tramando algo...

JOAQUÍN: No, Ildegar, sólo le decía que nos vamos ya; tenemos que madrugar y ya es tarde... pronto se habrá cerrado la noche... Ana, llama a Coral.

ANA: Coral... ¡vamos!

CORAL: ¡Qué lindos peces, tío!... ¿los trajiste hoy?

ILDEGAR: No son tan lindos... además son pocos... y nosotros necesitamos vender algunos para comprar otras cosas...

JOAQUÍN: Sí, ya comprendemos... Vámonos, Ana, ya es la hora de cenar...

TODOS: Hasta mañana... Hasta mañana... (mutis).

 

SEGUNDO ACTO

(SE VE EL FONDO DEL MAR Y LA BARCA)

 

PEDRO: ¡Huy! ¡Qué cansado estoy!... no veo ni el menor indicio del Príncipe. Descansaré un momento hasta que el sol se ponga más fuerte. (El pescador se recuesta a dormir y aparece Espumita, acompañada de las dos sirenas. Se acercan en puntas de pie... y contemplan al pescador.)

ESPUMITA: Vamos a darle un sueño reparador... alegraremos susueño

SIRENA PRIMERA: Y ¿qué podemos hacer...?

SIRENA SEGUNDA: ¿Y si le cantamos...?

ESPUMITA: Eso es. Le cantaremos y mientras danzaremos sobrelas olas. (Cantan y bailan. A poco se va despertando Pedro y se queda contemplándolas.)

PEDRO: Espumita... han bailado maravillosamente... y estas niñas, ¿quiénes son?

ESPUMITA: Son las dos sirenas que siempre acompañan al Rey del Mar... esta es Estrella (saluda graciosamente) y esta es Alga (saluda).

PEDRO: (Les saluda con la cabeza). El otro día te fuiste sin que te contara que me había encontrado en tu ausencia con un pez que dijo ser el Príncipe embrujado...

ESPUMITA: ¿Y te lo llevaste...?

PEDRO: No... me pidió la libertad y se la di... pero ahora necesito hablar con él urgentemente...

ESPUMITA: Sí... es el Príncipe Guillermo, a quien una bruja le convirtió en pez; si necesitas hablarle te dejaremos solo, pues él no puede salir si estamos nosotras cerca... es parte del embrujo... hasta pronto... (Dicen adiós y luego cantando y bailando se alejan las tres niñas...)

PEDRO: Pero... ¿cómo le llamo..? Príncipe del Mar... acércate a mí, mi esposa Ildegar... pide una gracia de ti...

PEZ: (Después de una leve musiquita.) Aquí me tienes, buen hombre... ¿qué necesitas?

PEDRO: Yo... este, nada. Es mi esposa Ildegar que quiere que te pida una casa blanca con un jardín..

PEZ: Vuélvete a tu casa que ya está cumplido tu deseo.

PEDRO: ¡Oh!, Príncipe... gracias... gracias... Volveré a mi casa a contarle todo a mi gente... (Espumita aparece con Estrella.)

ESPUMITA: ¿Ya le has visto...? ¿Estás contento...?

PEDRO: Sí, quisiera saber cómo puedo recompensarle esto al Príncipe...

ESTRELLA: Mira, si consigues una red finita, tejida con hilos que parezcan oro... quizás puedas quebrar el hechizo que mantiene, así recobrará su estado normal...

PEDRO: Haré todo lo que me sea posible...

ESPUMITA: ¡Adiós amigo, adiós!

ESTRELLA: Adiós .... y ¡buena suerte!

PEDRO: ¡Hasta pronto!... ¡Adiós!

ALGA: (Apareciendo de golpe.) Oye.. no le cuentes esto a tu mujer... es tan mala que malograría tu empresa.

PEDRO: Descuida ... adiós ... adiós ... (Se vuelve a oscurecer la escena. Se ve el mar y una casita blanca; jardín y fuente; en la puerta está Ildegar, con un vestido mucho mejor, esperando. Por el costado aparece Pedro llamándola.) Ildegar...Ildegar„,

ILDEGAR: Mira... ¿has visto? No has tenido más que pedir y se produjo el milagro... Mira qué hermosa casa... mira el jardín... y la fuente... Adentro está tu hermano con su mujery su hija recorriendo la casa... han quedado con la boca abierta...

PEDRO: Joaquín... Ana...

ILDEGAR: Con cuidado con contarle lo del pez...

JOAQUÍN: (Apareciendo con Ana y Coral.) Maravilloso... esto sí que es un milagro pero, ¿se puede saber cómo lo han hecho...?

ILDEGAR: Por el momento no. De modo que les ruego que no hagan más preguntas... Ana... si quieres puedo llevarte todos esos trastos míos... de antes... a ti te vendrán muy bien... los zurces un poco...

ANA: Gracias... los llevaré...

PEDRO: Pero, si son poco menos que andrajos...

ANA: No importa... para algo debe servir. Gracias.

CORAL: ¿Me puedo quedar contigo, tía? Ahora tendrás mucho más trabajo, la casa es muy grande.

ILDEGAR: No... ya me arreglaré... porque la verdad es que no hay mucho sitio... estarías mal...

CORAL: Pero puedes hacerme una cama en el comedor...

JOAQUÍN: Basta, Coral, ¿no has entendido a tu tía...? No hay lugar.

ILDEGAR: Viste Ana el jardín de atrás de la casa... claro que tú nunca tendrás uno igual... pero, ven, míralo... (Se apartan conversando y las sigue la niña, momento en que aprovechan las dos hermanos para conversar)

PEDRO: Y... ¿fuiste...?

JOAQUÍN: Sí ... apareció la simpática Espumita... le dije que era tu hermano y me hizo esperar un momento... luego apareció con el Rey del Mar... me hizo llenar la barca de peces. Gracias hermano, esto nos dará un poco de dinero para esperar épocas mejores.

PEDRO: Ahora necesito un favor de ustedes... pero que no lo sepa Ildegar. Tú tienes que conseguir un hilito finito que parezca oro y Ana con Coral tienen que tejer una red..

JOAQUÍN: ¿Para qué quieres una red tan finita..., y que parezca oro...? Por momentos me asustas... ¿no estarás perdiendo el juicio...?

PEDRO: Te dí una información... y salió como yo dije... ¿no fue así? Bueno ahora necesito eso, sin que me preguntes para qué...

JOAQUÍN: Está bien. Siempre has sido un buen hermano y un cariñoso camarada. Estoy dispuesto a hacer lo que me pides.

 PEDRO: ¿Podremos contar con Ana y Coral...?

JOAQUÍN: Por supuesto. Tu sabes como te quieren y además bastará que le diga a Ana que no debe preguntar y no preguntará. En cuanto a Coral es una buena hija. Obediente y trabajadora.

PEDRO: Entonces, convenido... finita y que parezca oro...

JOAQUÍN: Hasta mañana, Pedro... Vamos gente... ¿Irás mañana al mar...? (Ana y Coral se acercan y sigue la conversación, mientras Ildegar se ha quedado pensativa en un rincón) Si quieres podemos ir juntos... la buena pesca de hoy, me ha infundido nuevos ánimos...

PEDRO: Pues yo aún no sé... si es que me voy, pasaré a buscarte temprano. (Aparte.) ¡Ocúpate de la red, por favor!

TODOS: Hasta mañana! (Saludos de despedida de todos menos de Ildegar que sigue desanimada).

PEDRO: (Mirándola extrañado) Ildegar... qué te ocurre... ¿qué te preocupa? ... ahora tienes la casa que deseabas...

ILDEGAR: Sí ... es cierto... pero...

PEDRO: Pero.. ¿qué...?

ILDEGAR: Es tan fácil pedir... ¿Sabes qué quisiera tener...? Un castillo... esta casa es demasiado pequeña.

PEDRO: Pero, mujer. Siento vergüenza de ir a pedir un castillo al pez... no lo necesitamos...

ILDEGAR: A él no le costará nada dártelo; además si le salvaste la vida y eso no tiene precio... Ya verás que lo conseguiremos.

PEDRO: Ildegar... recapacita mujer, ¿para qué quieres un castillo?

ILDEGAR: Pídeselo ... te ordeno que vayas a pedírselo... ¡¡¡¡Pídeselo!!!!

 

TERCER ACTO

(NUEVAMENTE EL FONDO DEL MAR Y EL PESCADOR EN SU BARCA)

 

PEDRO: ¡Oh! ¡Dios mío... cómo hacer! Príncipe del Mar... acércate a mí... mi esposa Ildegar... pide una gracia de ti.

PEZ: ¿Qué es lo que desea ahora...?

PEDRO: (Con voz trémula.) Un castillo.

PEZ: Vuélvete enseguida que ya lo tienes.

PEDRO: Pero no te alejes, Príncipe... escucha...

REY DEL MAR: (Apareciendo.) Es inútil que lo llames, Pedro. Él sólo puede hablar pocas palabras... pero, dime... ¿no se conforma tu mujer con nada?

PEDRO: Es cada día más exigente... me tiene desesperado.

ESTRELLA: Trata de explicarle que no hay que abusar de la mano que da...

ALGA: La bondad y el agradecimiento también tienen límite.

PEDRO: Lo sé... lo sé...

REY DEL MAR: ¿Te has ocupado de la red finita que parezca oro? Con ella podrás pagarle los favores al Príncipe, dándole su libertad...

PEDRO: Eso también me tiene desesperado... al pasar por la casa de mi hermano, supe que no han podido encontrar en la aldea ningún hilo finito que parezca oro.

REY DEL MAR: Sigue buscando... no tiene que tener más grosor que un cabello...

PEDRO: Mi hermano y mi cuñada iban a ir hoy a dos aldeas vecinas a buscarlo... Dios quiera que lo encuentren...

REY DEL MAR: Ahora vete a ver a tu mujer en su castillo...

PEDRO: Hasta pronto... ¡amigos! (Se oscurece la escena y se levantael fondo del mar, quedando a la vista un palacio. En el trono, Ildegar, con traje de reina, capa y corona, a su lado hay soldados y lacayos... y el cocinero está tomando órdenes... el pescador se queda aterrado y sorprendido.)

PEDRO: Ildegar.. ahora serás tan feliz... que ya estarás satisfecha y que nada más volverás a pedir... ¿Verdad?

ILDEGAR: Puede ser... ya lo veremos...

SOLDADO: El señor Joaquín... cuñado de su Majestad... con su señora esposa y su adorable niña...

ILDEGAR: Puedes decir solamente a Joaquín, Ana y Coral... no hay que darles tanta importancia... son tan poca cosa... además son mis súbditos.

PEDRO: Por favor, mujer...

ILDEGAR: Tú te callas que al fin no eres más que un miserable pescador de ordinaria condición... y mejor me voy a mis habitaciones... no quiero tratar con gente de baja alcurnia... pobretones... (mutis, seguida de sus lacayos.)

PEDRO: ¡Ay! Joaquín... estoy desesperado... mi mujer ya no se contenta con nada... cómo extraño mi choza... pobre, pero llena de recuerdos y sueños...

JOAQUÍN: Tenemos malas noticias para ti... no hemos podido conseguir el hilo para la red...

ANA: Yo recorrí tres aldeas al sur y Joaquín tres al norte... todo inútilmente.

JOAQUÍN: Lo difícil es que coincida en que sea finito y que parezca oro.

CORAL: Yo quiero hacerles una proposición... ¿no han dicho ustedes siempre que los cabellos parecen de oro...?

ANA: Es cierto...

JOAQUÍN: ¿Y sacrificarías tus trenzas...?

PEDRO: ¿Aún sin saber para qué voy a emplear la red...?

CORAL: Mis padres me han enseñado que hay que hacer el bien sin mirar a quién y si tú dices que es para hacer un bien pues...

PEDRO: ¿Cómo he de recompensártelo...?

CORAL: Nadie habló de recompensas... las precisas y basta con eso.

JOAQUÍN: No te preocupes, Pedro. Coral es bondadosa y desinteresada.

ANA: Será un placer para nosotros tres poder ayudarte en algo.

PEDRO: Está bien... acepto, pero tú me acompañarás a cumplir la misión que me he propuesto... Tejan esta noche la red y mañana a primera hora vendrás conmigo en la barca... convenido.

CORAL: Encantada tío. (Los padres también se congratulan.)

ILDEGAR: (Entrando a los gritos.) ¿Todavía están ustedes, aquí...? Ya es hora de irse a la limosna que se da los sábados de mañana en este regio Palacio... con que a volar...

JOAQUÍN: No te preocupes, Ildegar. No te pediremos nada. Vamos.

ILDEGAR: Desde luego que no les daría nada tampoco... cada uno tiene lo que tiene y nada más. Todos no somos iguales...

ANA: Tienes razón... todos no somos iguales... Buenas noches...

PEDRO: Les acompaño hasta el camino...

ILDEGAR: Tú te quedas, que yo he venido de mi trono nada más para hablar de algo...importante. Déjalos que se vayan... conocen el camino a esa sucia aldea de pescadoreshumildes.

TODOS: (Se despiden.) Hasta mañana... buenas noches... adiós, etc.

ILDEGAR: (Se sienta en el trono.) Arrodíllate para escucharme, vasallo. Ahora mismo irás a pedirle al pez, que quiero ser Emperatriz. El reino que me has dado es muy insignificante,  yo, necesito un inmenso Imperio. Quiero reinar aquí y hasta más allá de los mares.

PEDRO: Piénsalo bien, mujer... acabarás con su paciencia... no le pidas más nada.

ILDEGAR: De nada me sirve tampoco un gran Imperio, si no puedo utilizar a mis antojos, el sol y la luna... ve a la orilla del mar y dile al pez que quiero gobernar el mundo, el sol y la luna...

PEDRO: Pero ya pides un imposible... yo no puedo ir a pedirle eso...

ILDEGAR: O vas inmediatamente o te haré azotar en el patio del palacio.

PEDRO: Está bien... iré... veremos qué se te ocurre pedir después...

ILDEGAR: A ti no te interesa... ve a pedirle eso y retira tu presencia miserable de mi soberana vista.

 

CUARTO ACTO

 (LA MISMA SITUACIÓN DE LOS ACTOS ANTERIORES)

 

ESPUMITA: ¿Qué tal Pedro...? ¿Y quién es esa hermosa niña que traes contigo...?

PEDRO: Coral... es mi sobrina, Coral, que me ha dado sus hermosas trenzas rubias, para tejer una red, con que he de devolverle la libertad al Príncipe.

ESPUMITA: Iré a avisarle al Rey que traes la red, para romper el hechizo. No le pesques aún... espera.

PEDRO: Mientras trataré de hablar con él, para pedirle un nuevo favor, que quiere mi mujer...

ESPUMITA: Pero la ambición de tu mujer no tiene límites... eso la perderá...

CORAL: Tío, qué cosas maravillosas tiene el mar... no me había imaginado...

ESPUMITA: Pero estas cosas, sólo las ven las almas buenas y generosas. Enseguida vuelvo...

PEDRO: Te esperaremos ... Príncipe del Mar ... acércate a mí ... mi esposa Ildegar...pide una gracia de ti ...

PEZ: ¿Qué quiere ahora tu maldita mujer...?

PEDRO: Quiere ser dueña del mundo... del sol y la luna...

PEZ: Buen amigo Pedro ... te devolveré la paz y la tranquilidad, castigando la desmedida ambición de tu mujer... vuélvete y la encontrarás donde se merece.

PEDRO: Príncipe... no te vayas... escucha...

CORAL: Tío... estoy tan sorprendida que casi no puedo respirar... qué pez más raro... parece un apuesto galán...

ESPUMITA: (Llegan cantando y bailando con Estrella yAlga..., dan unas vueltas y luego aparece el Rey, con lo que dejan de bailar.)

REY DEL MAR: Y bien, Pedro... ¿has conseguido la red?

PEDRO: Aquí la tienes.

REY DEL MAR: Finita como un cabello y parece oro... pesca ahora al Príncipe y podrás devolverle la libertad y su estado normal.

PEDRO: Esperemos la ayuda de Dios... ahí va... (Tira la red y recoge al Príncipe que al levantarse ya tiene su estado natural...).

PRÍNCIPE: Gracias, Pedro. ¿Y quién es esta hermosa niña...?

PEDRO: Ella es la que sin conocerte regaló sus trenzas para ,tejer la red.

PRINCIPE: Lástima que no tenga un título de nobleza... le hubiera llevado al palacio y sería la Reina.

REY DEL MAR: Ese no es un obstáculo, en premio a sus virtudes y a su buen corazón la declaro mi hija preferida, por lo que pasa a ser la princesa Coral del Reino del Mar.

PRÍNCIPE: Adiós, Rey del Mar... Gracias por todas tus bondades... Adiós Espumita... Adiós Estrella... Adiós Alga...

REY DEL MAR:Que sean muy felices... y recuerden siempre que la bondad y la caridad siempre encuentran la recompensa en la tierra... Hasta siempre. (Se va oscureciendo... Mientras se levanta el telón del mar y queda en escena otra vez el bosque y la choza del primer cuadro.)

ILDEGAR: Perdóname, Pedro... ahora comprendo que merezco este castigo. Te prometo ser una buena esposa y dedicarme en adelante a hacerte la vida grata, cuidándote con mi cariño y dedicación...

PRÍNCIPE: Me alegro sinceramente de su arrepentimiento, señora... como sé que es sincero... les invito a mis bodas con Coral en mi Palacio.

ILDEGAR: Iremos para la boda... pero luego volveremos a nuestra choza, aquí trataré de devolverle la felicidad que nunca supe darle a Pedro, pues tenía mi alma llena de maldad y egoísmo.

PEDRO: Ildegar... ¡querida! .

JOAQUÍN: ¡¡Vivan los novios...!!

PRÍNCIPE: ¡¡Viva la bondad y la generosidad que siempre trae la felicidad...!!

(Música palaciega alegre.)

FIN

 

 

 

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(Hacer clic sobre la tapa)

 

 

HISTORIA Y ANTOLOGÍA DEL TEATRO

PARA LA INFANCIA EN EL PARAGUAY (TOMO I)

Autor: VÍCTOR JULIÁN BOGADO AYALA

Municipalidad de Asunción,

Fondo Municipal de Investigación de las Artes y la Cultura

E-mail: victtorbogado@yahoo.com

@ Editorial Arandurã

Asunción- Paraguay

Telefax (595 21) 214 295

e-mail: arandura@telesurf.com.py ,

 www.arandura.pyglobal.com

Asunción, marzo de 2007






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