FINAL DE UNA DESPEDIDA
Cuento de STELLA BLANCO SÁNCHEZ DE SAGUIER
Había llovido, todo el lugar estaba lleno de charcos. Un hombre y un niño, tomados de la mano, regresaban muy tensos y apurados.
Aún no amanecía, serían las cuatro. La oscuridad como segura protectora se resistía a dejarlos, desde luego, ella era amiga y también cómplice de ellos.
Un chirriar de puerta vieja y maltratada fue el único ruido en la profundidad de ese desvalido mundo. Una señora robusta se asomó y dijo desdentadamente, dirigiéndose al niño en voz muy baja: Vení Kui, aquí tenés cocido caliente.
El chico dudando apretó más fuerte la mano del hombre y éste la fue aflojando poco a poco extendiendo el brazo todo lo más que podía para acercarlo a la puerta. Entonces fue cuando se estremeció, presentía que ya no volvería a verlo, se le iba y era una tortura feroz, la peor, la más cruel de las torturas, la despedida final.
Ahora, desde el horizonte hacia el este empezaba a alumbrar, y así se dejaron ver las improvisadas viviendas, diseminadas desordenadamente y los caminos serpenteándolas como marcas dejadas por animales voraces de manera sigilosa para despistar y esconder mejor sus presas de otros que las querían.
En esas primeras horas llegó una camioneta con hombres bien armados.
- Emigdio -dijo la mujer de pocos dientes-, levantate y revisa que todo esté bien cerrado, va ha haber la balacera, buscan a Buzón.
- Otra vez -dijo desperezándose el hombre-; a la pucha, este tipo nunca luego va a aprender, la semana pasada nomás y ya oicoma de nuevo y avei con su hijo ¡qué bárbaro! - y despacio y a oscuras Magda tapó al chico, que, acurrucado y tembloroso, escuchaba todo.
Afuera se sintieron golpes y gritos de los policías, también culatazos en las puertas de los vecinos, disparos y corridas por todo el laberinto de calles. La persecución duró apenas quince minutos, la calma volvió, la policía se retiraba, ¿qué había ocurrido?
El chico estremecido sacó fuerzas y valor para levantarse y mirar a través de las rendijas de la pieza; una quietud trágica envolvía el entorno y entonces gritó:
- ¡Dónde está mi papá!
Nadie respondió, no hacía falta; el largo y profundo silencio que fue siempre su mejor consuelo y su más querido compañero, se lo dijo todo.
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Y SIGUEN LOS CUENTOS, 2012
HOMENAJE A SU FUNDADOR
Profesor Dr. HUGO RODRÍGUEZ-ALCALÁ
TALLER CUENTO BREVE
Coordinación: DIRMA PARDO CARUGATI y STELLA BLANCO DE SAGUIER
Editorial Arandurã
Asunción – Paraguay. Noviembre 2012 (132 páginas)