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JAVIER YUBI

  GUAIKURU ÑEMONDE, 2011 - Artículo de JAVIER YUBI


GUAIKURU ÑEMONDE, 2011 - Artículo de JAVIER YUBI

GUAIKURU ÑEMONDE

Artículo de JAVIER YUBI

Revista dominical del diario ABC COLOR

 

Cada 24 de julio, en la compañía Minas de Emboscada, la fiesta patronal de San Francisco Solano revive una vieja tradición de la religiosidad popular: el guaikuru ñemonde. Y es cuando los fieles se disfrazan con creativos trajes hechos con plumas para agradecer al santo protector por los milagros recibidos.

 


La mañana del domingo 24 de julio se presenta espléndida. Cielo azul, agradable brisa y gran entusiasmo. Columnas revestidas de follajes y banderines de colores adornan las pocas cuadras empedradas que separan el centro de la compañía Minas de la ruta asfaltada que une Emboscada con Arroyos y Esteros. En los alrededores de la capilla de San Francisco Solano, que está en proceso final de ampliación, hay mucho fervor. La romería instalada en su enorme fondo y una serie de puestos de ventas aguardan un público masivo. Mientras, los vecinos situados en torno a la cancha empastada del Club 24 de Julio exhiben la pulcra limpieza de sus patios y el tatakua encendido para ofrecer chipá y sopa paraguaya a sus invitados. Uno de los que viven pegados a la entidad deportiva es Fausto Valdez. El hombre, que vio la luz primera el 3 de octubre de 1931, es ahora presidente de la Comisión Económica de San Francisco Solano. Y como todos los años, en este día, su hogar adquiere ambiente festivo. Vienen su hija Herminia (51) y su yerno Ricardo Meza (50), un taxista limpeño, que le dieron dos nietos. Bajo un frondoso mangal recién barrido, colocarán la mesa para compartir un asado a la parrilla con los familiares y amigos que llegarán al mediodía. “Es una tradición para nosotros juntarnos en el día de San Francisco Solano a compartir entre todos, porque ni en las fiestas de fin de año podemos estar todos juntos”, dice Herminia, en tanto mezcla los ingredientes de la sopa paraguaya que ofrecerá a media mañana a los que están. En un instante, se oyen palmadas en el portón. “Adelante”, invita Fausto a viva voz. Son Estanislaa Vera de Melgarejo (76) y su hijo Felipe (51) los que entran. Traen, en una bolsa “plastillera”, dos gallinas para ofrendar al santo. Hacen entrega a la autoridad con el fin de que sean destinadas al almuerzo de los guaikuru. Al sacar las gallinas de la bolsa, notan que una puso huevo. Es suficiente para generar risas y la interpretación de que San Francisco Solano produjo la gracia. Con este acto, Estanislaa salda su deuda. Hizo la promesa al momento de rogarle a San Francisco que le permita criar sus aves en paz. “Operseguieterei la che ryguasukuérape ha ajerure chupe to heja tranquilo. La hûare ndo chaeietevoi” (Las perseguía a mis gallinas y le pedí que las deje tranquilas. A las negras no las quiere...), asegura en guaraní. Madre e hijo cumplen el rito de donar las gallinas y se marchan. Van a esperar la celebración de la misa central, marcada para las diez.


A recargar energías.


Los pequeños guaikuru se deleitan con el soyo

que se les ofrece a la media mañana, antes de la misa central.

La inocencia reflejada en el rostro moreno de Víctor Manuel Sánchez, de 5 años.



A pocos metros de la casa de los Valdez, Lucía Ramírez apura el fuego de su tatakua. Temprano recibió a sus parientes que están a la expectativa de saborear delicias y de ver a Gustavo Javier Salinas, el chico de 12 años, con su disfraz de guaikuru.

En tanto Gustavo empieza a vestir su traje, por el que trabajó un mes en la tarea de pegar las plumas con engrudo, Lucía hace saber que el acto es parte de la tradición familiar. “Mi mamá, Tomasa Gómez de Ramírez (fallecida hace cinco años), solía disfrazarse en honor al santo y ahora mi hijo continúa con esto”, comenta feliz. Gustavo viste de guaikuru desde los cinco. Hoy completa los siete años de la promesa en agradecimiento por la salud recuperada. Tuvo problemas del pecho y muchas lombrices, de los que se libró por milagro del santo.

Mientras el horno consume leñas y adquiere temperatura, los primos retozan y los adultos charlan animadamente. Enseguida todos irán detrás de San Francisco Solano en procesión.


San Francisco Solano en procesión.


Los guaikuru se ingenian para diseñar atractivos trajes.

Seleccionan y pegan las plumas por tamaños y colores.



Media hora antes de la misa central, que será oficiada por el padre Modesto Martínez, la gente suma presencia y recorre la romería. Hay ventas de chorizos, asaditos, chipá y otros comestibles. Una serie de estands ofrecen desde dulces caseros hasta artesanía hecha en piedras. En el puesto habilitado por el Comité de Artesanos Sombrero Porã de la compañía Guayaibity, de Emboscada, hay turistas que compran recuerdos: sombreros de karanda’y adornados con plumas, desde 15.000 a 25.000 guaraníes; carpetitas bordadas, pantallas y bolsones artesanales. Felicita González de Cantero y Genoveva Agüero de Duarte atienden con deferencia a los clientes. Claudio de la Cruz Servín (50) es el anfitrión del estand del Centro de Recursos para la Educación Permanente Nº 3 y de Referencia en Piedras San Agustín de la Emboscada de los Pardos Libres. Llega por primera vez a la fiesta patronal con un lote de objetos tallados en piedra arenisca: morteritos, portalápices, esculturas decorativas y un cenicero que vende en 30.000 guaraníes. “Hacemos mesa sobre pedido, todo lo que la gente nos pide”, avisa el hombre con amabilidad.


Infaltable. ANDRESA AGÜERO,


fiel devota de San Francisco Solano.

En 74 años de vida apenas faltó una vez a su cita con la fe y gratitud.



También de la compañía Guayaibity es Josefina Méndez de Silva. Ella representa a la Comisión Divina Providencia, que oferta dulces de guayaba, de limón, de leche y de mamón. “Estamos por primera vez y queremos que la gente pruebe la pastafrola, medialunas y tortas muy ricas que hacemos. Nuestra organización tiene diez años y contamos con tres máquinas para elaborar estos productos”, indica con una agradable sonrisa.




Al otro extremo, cubierto con plástico negro, hojas de palmas y follajes está el improvisado Rancho de los guaikuru. Es el comedor donde sirven a todos los disfrazados un suculento so’o josopy (soyo), como desayuno, a las nueve. Aquí, la que comanda la cocina es Ramona Gayoso de Balbuena. Lleva 19 de sus 54 años en la misma tarea. En tanto salen los platos humeantes, ella corta verduras en cantidad: ajo, cebolla, locote, tomate y papa. Son los ingredientes básicos del tallarín que prepara en una enorme olla con fuego de leñas. Su menú, acompañado de mandioca, debe estar listo para las 13.00, hora marcada para el almuerzo de los guaikuru. “Nunca falta hoja de laurel en mi comida”, revela, sin detallar más secretos de su receta.

De garantizar la alimentación de los disfrazados se encarga otra comisión que, por segundo año, preside Félix García (63), con la estrecha colaboración de Pedro Claudelino Balbuena (63), el cacique de los guaikuru. Balbuena lleva 32 años involucrado en la organización de la asistencia a los devotos. Realizan actividades con la finalidad de juntar dinero para cubrir los gastos de alimentación, pues también en la madrugada del 22 de julio sirven café a los promeseros que participan de la serenata al santo patrón. “Juntamos entre 500.000 y 600.000 guaraníes, pero es poco. Por suerte, este año, el intendente de Emboscada, Raúl Jacinto Peña Silva, contribuyó bastante con nosotros”, señala García.

Minutos antes de las diez, la multitud se agolpa frente a la capilla donde, en anda adornada con flores, está la pequeña talla en madera de San Francisco Solano con un indígena arrodillado mirándolo.

Los que llevan horas en espera de la ceremonia, con sus máscaras de tela y trajes emplumados, son los hermanos Darío (20) y Ángel Ferreira (23). Darío viene desde los 14, pero ahora le acompaña María Karina Sánchez, su pareja de 18. Todavía no tienen hijos; mientras, aprovechan el tiempo para compartir juntos. Con ellos, Limpia Concepción Ferreira, en brazos trae a Andrea Antonella Busto, su beba de dos añitos.

 



Los Ferreira son doce hermanos, residen en el barrio San Francisco de Emboscada y la mayoría acostumbra participar del guaikuru ñemonde. Ángel completa once años de presencia. “Ya cumplí mi promesa, pero me gusta y siempre me preparo para estar acá”, dice con la característica voz impostada de los guaikuru. Otra hermana, Nicasia Ferreira (31), ama de casa, junto con su marido, Pastor Sánchez, un agricultor de 37, está sentada entre los devotos, lista para oír la misa. Los tres niños de la pareja, Víctor Manuel (5), Jessica Macarena (2) y Francisco Javier, de dos meses, lucen gorros emplumados porque vienen a pedir salud.

La tradición de San Francisco Solano anima a niños, jóvenes y adultos por igual. Infaltable es Andresa Agüero, una morena de 74 años que se convirtió en una especie de símbolo de la fiesta. Sentada en primera fila, frente al improvisado altar, cuenta a los que le prestan oídos su increíble historia. Con convicción relata que a los tres meses de nacer, murió y que, gracias al poder de San Francisco Solano, resucitó. “Ya estaba con las manitos y el mentón atados; en eso llegó a casa un señor que le dijo a mi mamá (Carmen Valdez, murió hace 10 años) que me encomiende al santo como abogado. Ella vino aquí a pedir por mi vida y reviví. Momentos antes de su muerte, mi mamá me recalcó: ‘Aníkena che memby nderesarái la ñande promésagui’ (mi hija nunca te olvides de cumplir nuestra promesa). Una vez no pude venir, porque estaba trabajando en Asunción y el santo me castigó, me pegó mucho y tuve la peor pesadilla de mi vida. Desde entonces nunca falto”, comenta Andresa, iluminada por los flashes de fotógrafos que la retratan.


Para el álbum de los recuerdos.

Un grupo de guaikuru posa para las cámaras de los turistas

que llegan a la compañía Minas a fin de observar la tradición

que gira en torno a San Francisco Solano




A LA HORA MARCADA, SE REZA LA MISA. En la intimidad del espíritu, los feligreses piden salud, trabajo y encomiendan algún viaje previsto. Termina el momento de oración y un equipo de jóvenes servidores ayudan a organizar la procesión del patrono, que da una vuelta por la cancha del 24 de Julio Foot Ball Club, entidad fundada en el año 1934. Petardos y bombas 3X3 estallan estruendosos en el aire, al paso de la muchedumbre. Al completar la ceremonia, los disfrazados de guaikuru danzan para rendir su tributo de fe a la sagrada imagen. Termina el acto religioso y empieza otra tradición pagana: la romería con la calesita, que gira para el delirio de los niños. Y la fiesta patronal se extiende hasta la noche, porque hoy es un día que no figura en el calendario de 364 días de sacrificios y postergaciones.  

Fachada del Club 24 de Julio, fundado en 1934.




SANTO ESPAÑOL. San Francisco Solano nació en Montilla, Andalucía, España, en el año 1549. Se incorporó a la Orden Franciscana, a los 21 años, en 1570. Se embarcó rumbo a América a los 40 y llegó al Perú. Aprendió la lengua quechua con el propósito de evangelizar a los indígenas. En 1590 se trasladó a Santiago del Estero, capital de Tucumán, para ejercer la evangelización. En 1595 fue designado Custodio de Tucumán, Río de la Plata y Asunción. Se cree que llegó a visitar el Chaco paraguayo, aunque no existen pruebas concretas. En 1603 recibió la orden de volver a Lima para dirigir el Colegio de Recolección Santa María de los Ángeles. En esa etapa de su vida sucedieron los hechos prodigiosos que motivaron su veneración por parte de la gente. En estado de santidad, murió en julio de 1610, a la edad de 61 años. Fue beatificado en 1675 y canonizado en 1726.



COMUNIDAD SENCILLA. La compañía Minas se ubica a cinco kilómetros del centro de Emboscada. Es un pequeño núcleo urbano alrededor de la capilla de San Francisco Solano, que tuvo su inicio en 1932. Enfrente, la cancha del Club 24 de Julio está rodeada de casas sencillas, repletas de gallinas y otros animales domésticos. A unos 200 metros se localiza la cárcel de Emboscada (de “máxima seguridad”). Viven en la compañía unas 250 familias. La mayoría son personas de piel morena que se dedican a explotar las canteras de piedras, abundantes en la zona. Su producción característica se basa en mesa, asientos y morteritos hechos en piedra arenisca.



EN COMPETENCIA. El guaikuru ñemonde, tradición que identifica a la compañía Minas de Emboscada, participa del concurso Fiestas Populares Pypore Mimbi. El mismo es organizado por la Fundación Tierra Nuestra y la Red Cooperativa de Emprendedores Turísticos (Cotur), con el objetivo de fortalecer las diversas expresiones de la cultura paraguaya y valorar, rescatar y difundir las auténticas celebraciones tradicionales y populares. “También promover la implementación de buenas prácticas ambientales en las celebraciones populares y en las comunidades”, manifiesta Katty Guillén, responsable del área de comunicación del concurso.

En caso de ganar el primer premio, consistente en 20 millones de guaraníes, los minenses tienen previsto destinar el dinero a la construcción de la Casa de los guaikuru.

 

 

Artículo de JAVIER YUBI

Revista dominical del diario ABC COLOR

FOTOS: ABC Color/CELSO RIOS

31 de Julio de 2011

 

 

 

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