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JAVIER YUBI

  MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES - MNBA, ETAPA DE RECUPERACIÓN - Por JAVIER YUBI, ABC COLOR


MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES - MNBA, ETAPA DE RECUPERACIÓN - Por JAVIER YUBI, ABC COLOR

MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES - MNBA

ETAPA DE RECUPERACIÓN

Por JAVIER YUBI, ABC COLOR.

Diversidad de estilos.

Pinturas de todas las técnicas se pueden apreciar en las salas del artístico edificio

provisorio del Museo Nacional de Bellas Artes.

Si bien el Museo Nacional de Bellas Artes perdió en un robo de película dos de sus más valiosas pinturas: un Tintoretto y un Murillo, hoy sigue siendo un fantástico mundo que conduce al conocimiento y al deleite estético. Pasen y vean.

El Museo Nacional de Bellas Artes es un tesoro poco visitado y desconocido para la mayoría de los paraguayos. Su valioso acervo pictórico y escultórico reúne obras europeas y nacionales que permiten una aproximación a importantes referentes del arte universal, como Moreno Carbonero, Rusiñol, Favretto, Bocuchard, Guillermo Da Re, Da Ponte, Samudio, Alborno y Campos Cervera.

Con una rica colección formada por Juan Silvano Godoy, consistente en cuadros, esculturas en piedras y bronces, trofeos y libros, se inauguró el 28 de marzo de 1909 el Museo de Bellas Artes y Biblioteca Americana que el filántropo puso a disposición del Estado paraguayo.

Rostro renovado.

Bajo la dirección general de Carlos Colombino,

el MNBA recupera protagonismo en el ámbito de la cultura.

Con buen criterio y orden guionado están expuestas las obras en las salas del museo,

que tiene por encargada a Regina Duarte.

Vale la pena darse un paseo por este complejo que otorga conocimientos

y deleite estético a los visitantes./ ABC Color.

Entre las más encumbradas obras colectadas por Juan Silvano Godoy se encontraban dos pinturas de incalculable valor: La Virgen con el Niño Jesús, de Esteban Murillo, y un autorretrato de Jacobo Robusti, el célebre Tintoretto. Junto con otras tres obras, las mismas desaparecieron el 29 de julio de 2002, tras un robo considerado de película, porque los delincuentes cavaron un túnel de 25 m bajo la calle para ingresar al edificio situado en Mariscal Estigarribia esquina Iturbe. Hasta la fecha, solo los cuadros San Gerónimo, de autor anónimo, y Tete de femme, del francés Adolphe Piot, fueron recuperados. No así las obras de Murillo y Tintoretto y un paisaje del francés Gustavo Coubert.

A raíz del deleznable hecho, mucha gente se dio por enterada de que en Asunción existe un Museo de Bellas Artes. Y sin embargo, desde su creación, esta atractiva pinacoteca fue parada obligada de ilustres visitantes que llegaban a la capital paraguaya y quedaban gratamente sorprendidos con las piezas expuestas. “Lo visité, y me asombró. Me asombró por dos razones: primera, por la cantidad y la calidad de las obras allí reunidas, y segunda, porque supe que todo aquello era labor de un solo hombre. Ese hombre, inolvidable para todos los paraguayos, fue Juansilvano Godoi. Todo su tiempo, fuera del que empleaba en escribir y en hacer política, lo dedicó a formar un museo que fuese honor de su patria”, escribió Avelino Rodríguez Elías, en su libro El Museo de Bellas Artes de Asunción y la Biblioteca Americana “Juansilvano Godoi”, publicado por la Imprenta Nacional en 1940.

El hombre, cónsul general del Paraguay en Vigo (España), calificó de “santuario del arte” al museo que visitó y recorrió guiado por Rolando Godoi, hijo del fundador. “Tiene el Museo de Bellas Artes de la capital del Paraguay un álbum donde algunos de los visitantes consignan sus impresiones o dejan simplemente su firma. Uno de los visitantes que allí dejaron algo escrito fue Don Ramón del Valle Inclán, el de ‘las barbas de chivo’, como le retrata Rubén Darío en un conocido soneto. Porque el llorado Don Ramón, en sus andanzas por América, estuvo también en el Paraguay. Y después de visitar detenidamente el Museo, escribió en el álbum ya dicho lo que copiamos a continuación: ‘Quiero dejar aquí el testimonio de la profunda impresión artística de mi visita al Museo, donde resaltan dos joyas del arte antiguo: el maestro de Venecia, el rudo Tintoretto; y del seráfico sevillano Bartolomé Esteban Murillo. Valle Inclán, Asunción, septiembre 18-1910’”.

Rodríguez Elías reitera que “en efecto, allí están dos joyas. Hablemos primero de Murillo, el príncipe de los pintores españoles. Al fondo de la tercera sala, sobre un caballete, está el valiosísimo cuadro de Murillo. ¿Y por qué está sobre un caballete? Por dos razones: primera, para mayor y justo honor; segunda, porque en las paredes de las tres salas ya no cabe nada más. Juansilvano Godoi reunió muchos cuadros; pero el local es harto escaso para ellos. Están amontonados y no lucen como debieran”.

En relación con la autenticidad del óleo, pues no estaba firmado por el autor, el cronista español hizo el siguiente análisis: “¿Es realmente —obra— del gran Bartolomé Esteban? Lo afirmó también otro visitante del Museo. Este visitante fue nada menos que el renombrado crítico Mr. Frank M. Bristol, obispo evangelista norteamericano, que se había pasado catorce años compartiendo los cuidados de su diócesis con el estudio de las obras de los grandes pintores, especialmente de Murillo. Una verdadera autoridad. Pues, Mr. Bristol visitó este Museo el 25 de mayo de 1909, y afirmó bajo su palabra que aquel lienzo era un auténtico Murillo”.

¿Pero se trata, efectivamente, de un auténtico Murillo?, vuelve a cuestionar Avelino Rodríguez Elías, para concluir: “Hemos citado a dos autoridades, ante las cuales nos descubrimos. Pero por nuestra cuenta hemos de añadir a lo dicho por los señores Valle Inclán y Bristol: se trata, en primer término, de un cuadro antiguo, no de una simulación (que bien sabemos cómo se fabrican) y eso puede verlo cualquiera, con solo observar la evolución de los colores, que no puede ser sino obra del tiempo. Que ese cuadro tiene más de dos siglos se advierte a simple vista. Y hacia ese tiempo, ¿quién sino Murillo pudo haber pintado una virgen como aquella?

Otro de los notables personajes que sintieron interés por conocer el cuadro de la Virgen con el Niño Jesús en sus brazos fue el expresidente de los Estados Unidos de América, Mr. Theodore Roosevelt. Su firma estampada en el álbum de visitas indica que estuvo parado frente al óleo el 8 de diciembre de 1913. “Ahora bien —continúa Rodríguez Elías—, ¿cómo y cuándo adquirió Godoi el (Murillo) que ostenta en su Museo? ¿Cuánto pagó por él? No lo sabemos. El caso es que, gracias a aquel hombre único, que gastó su caudal en esta labor, la ciudad de Asunción, Capital del Paraguay, cuenta con un Museo que, con solo ese cuadro de Murillo, tendría ya lo suficiente para ser digno de atención general! ¡Un Murillo, nada menos!... ¡Cuántos Museos se enorgullecerían de poseerlo!”.

Sobre el autorretrato del célebre Jocobo Robusti —conocido por el sobrenombre de Tintoretto, por la profesión de su padre, tintorero de Venecia— Avelino Rodríguez Elías consignó que el mismo se distinguió, entre otras cualidades de sus pinturas, por el buen colorido y el dominio del claroscuro. “El autorretrato que posee el Museo de Bellas Artes de Asunción muestra bien claramente esa cualidad del Tintoretto. El rudo rostro del artista, al que unas barbas canosas dan cierto carácter apostólico, se muestra allí con una naturalidad tal, que a no ser por la pátina del tiempo, se creería hallarse en presencia del original, no de su retrato”. Y, finalmente, llegó a la conclusión de que “con un Murillo y un Tintoretto, bien podría el Museo de Bellas Artes de Asunción codearse con cualquier otro, si no tuviera, además, otros motivos para ser considerado como una pinacoteca digna de la atención de técnicos y profanos”.

Lamentablemente, tan alabados cuadros ya no pueden ser vistos en el Museo Nacional de Bellas Artes. Sin embargo, quedan otras obras pictóricas y escultóricas dignas de ser conocidas. Parte de la gran colección que Juan Silvano Godoy había formado durante su destierro en Buenos Aires, entre 1877 y 1900, está expuesta en el local provisorio del MNBA, en la calle Eligio Ayala 1345 casi Curupayty. El acceso al público es libre y gratuito, de martes a viernes, de 7:00 a 18:00, y los sábados, de 8:00 a 14:00. Hay estacionamiento para vehículos de visitantes.

Tesoros perdidos.

Pinturas robadas del Museo Nacional de Bellas Artes:

el autorretrato de Tintoretto

TINTORETTO

Había nacido en Venecia el 29 de setiembre de 1518 y falleció en la misma ciudad de Italia, el 31 de mayo de 1594. Es considerado como uno de los grandes pintores de la escuela veneciana y maestro del renacimiento italiano. Fue conocido con el apodo de Jacobo Robusti. En el 2007 salió a luz su verdadera identidad: Jacobo Comin. También fue apodado “Il furioso”, por su fenomenal energía y ahínco a la hora de pintar, con dramático uso de la perspectiva y efectos de luz, que hicieron que fuera catalogado como un precursor del arte barroco. Su serie de pinturas sobre la vida de Jesús y la Virgen María, en la Scuola Grande di San Rocco, de Venecia, son obra de fama mundial.

Tesoros perdidos.

Pinturas robadas del Museo Nacional de Bellas Artes: 

la Virgen y el Niño, de Murillo.

Obras de incalculable valor cultural y económico,

perteneciente al pueblo paraguayo, que han desaparecido./ ABC Color.

MURILLO

Bartolomé Esteban había nacido en Sevilla en 1617 y falleció en la misma ciudad española el 3 de abril de 1682. Es uno de los renombrados pintores del barroco español. Se formó en el naturalismo tardío, pero evolucionó hacia las fórmulas propias del barroco pleno. Inclusive, su gran sensibilidad artística hizo que anticipara el rococó en sus más afamadas creaciones iconográficas, como la Inmaculada Concepción o el Buen Pastor. Es considerado figura central de la escuela sevillana, porque tuvo muchos discípulos y seguidores que continuaron su influencia hasta el siglo XVIII. La mayoría de las obras de Murillo son de carácter religioso, dado que su clientela era mayoritariamente eclesiástica.

Padre del museo.

Juan Silvano Godoy,

retrato hecho por el pintor peruano Teófilo Castillo (1857-1922).

El óleo mide 80 X 110 centímetros y data de 1901./ ABC Color.

JUAN SILVANO GODOY

Nació en Asunción el 12 de noviembre de 1850. Estudió en un colegio de los jesuitas en Santa Fe (Argentina). Regresó al Paraguay después de finalizada la Guerra del 70. Siendo convencional, fue protagonista de la Asamblea Nacional Constituyente. Se le atribuyó la autoría intelectual del asesinato del presidente Juan Bautista Gill, en 1877. Fue exiliado a Buenos Aires y ahí empezó a formar su gran colección de pinturas, asesorado por Eduardo Schiffino (luego fundador del Museo de Bellas Artes de la Argentina) y por el coleccionista Aristóbulo del Valle. En 1901, el presidente Emilio Aceval lo nombró director general de Biblioteca, Museo y Archivo de la Nación, cargo que ejerció hasta su muerte en Asunción, el 27 de enero de 1926.

Fuente: REVISTA DOMINICAL DE ABC COLOR

Artículo de JAVIER YUBI

Domingo, 6 de Mayo del 2012

Fuente digital:

http://www.abc.com.py

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