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SERGIO CÁCERES MERCADO

  SOLZHENITSYN Y SUS PEQUEÑOS CUENTOS - Por SERGIO CÁCERES MERCADO - Sábado, 15 de Diciembre de 2018


SOLZHENITSYN Y SUS PEQUEÑOS CUENTOS - Por SERGIO CÁCERES MERCADO - Sábado, 15 de Diciembre de 2018

SOLZHENITSYN Y SUS PEQUEÑOS CUENTOS

 

Por SERGIO CÁCERES MERCADO

 

caceres.sergio@gmail.com

Actualmente a nadie le extraña que el hombre sirva cada día a su cuerpo con paciencia y atención. Pero qué ofendidos estarían todos si sirviera de esta manera a su espíritu”. Esta es una de las ideas recurrentes en la obra de Aleksandr Solzhenitsyn (1918-2008). Ya exiliado de su natal Rusia (en ese momento parte de la Unión Soviética), en la década del 70, el escritor se desencantó del materialismo exasperante de Occidente, de la falta de valores que el confort tecnológico sembraba en las personas, de la futilidad de esa libertad de la cual todos gozaban y que él buscó con desesperación cuando sufrió los rigores del régimen soviético. Sus libros escritos y publicados en el exilio occidental siguieron siendo críticos al régimen soviético, pero no callaban tampoco el desencanto que le produjo la superficial cultura occidental. Sin embargo, las líneas con que empiezo este artículo no corresponden a tales obras, sino a sus Cuentos en miniatura (1964, Emecé), obra de su estadía soviética en la que ya encontramos los mismos principios aludidos.

Los Cuentos en miniatura contienen un total de dieciséis textos; al menos la edición original, pues hoy día circula otra a la que le agregaron dos cuentos más. Hay que empezar diciendo que el término “cuento” es usado acá muy flexiblemente, como corresponde a los géneros literarios, en el sentido de que solo unos pocos responden a los clásicos relatos donde se narra una historia con cierta mínima estructura, tal como lo hiciera en su momento otro ruso como Chéjov. Solzhenitsyn más bien apela a la minicrónica, a esa fotografía literaria de un hecho, un lugar, una persona, un pueblo, un animal.

Son microcuentos que por momentos van recorriendo rincones de una Rusia que se resiste a morir ante el cambio que se impone férreamente. Tal el caso de Viajando a lo largo del río Oca, El lago Segden, En la patria de Esenin, La ciudad sobre el río Neva y La tumba del poeta. Solzhenitzyn añora esa patria cuyas tradiciones y lugares se van derruyendo ante la indiferencia, la ignorancia y el dogmatismo. Le asusta lo que el olvido puede hacer con nosotros: “Es horroroso pensar que también las desdichadas vidas nuestras, los gemidos de los fusilados, las lágrimas de las mujeres, todo va a ser olvidado por completo. ¿O esto será necesario para llegar a una belleza tan perfecta, tan consumada?”.

Por otro lado, tenemos cuentos que hablan de situaciones casuales que la naturaleza nos entrega en su inocencia. Así leemos El patito, Reflejos en el agua, La fogata y las hormigas, Tormenta en las montañas, La respiración y El tronco del olmo. En Sharik tenemos, por ejemplo, la conmovedora y alegórica historia de un perrito que desde cachorro estuvo atado, hasta que llega un momento en que conoce la libertad, y disfruta tanto en su retozar y disfrute que ni siquiera le interesa comer sino solo correr y conocer el amplio patrio donde vive.

Hay una tercera clasificación que podemos hacer. Empezando el día, La mochila koljoziana y Nosotros no moriremos son aquellos en donde se habla de personas y su tradición cultural. En este último se desliza el miedo a la muerte que acusamos hoy día y que se refleja en la indiferencia con que memoramos a los que murieron por nosotros. El miedo a la muerte la gestionamos por medio de la negación expresada con ironía: “En cuanto a nosotros, nunca moriremos. Esta es la cumbre de la filosofía del siglo XX”.

El libro se cierra con un cuento largo, uno que supera en extensión a todos los otros juntos y que sí es el único donde la ficción es completa y se crean personajes que interactúan. El extraño de Krechetovka se mantiene en el crudo realismo. El protagonista es un oficial militar que está a cargo de un puesto de trenes en medio de la Segunda Guerra Mundial. Alemania es el principal enemigo, pero todos también deben combatir el pasado que los agobia, así como las incertidumbres de un futuro incierto. El contexto sociopolítico se deja entrever a través de los diálogos y otras pistas que el narrador va soltando esporádicamente. Cuando hasta el protagonista llega un extraño soldado, sus sentimientos pasan de la euforia de su amor por el teatro al total desengaño producido por su fe en los valores de unos dogmas patrióticos que no quiere ver traicionados. El desenlace es, por supuesto, de una injusticia que ya nos acostumbró Solzhenitzyn en su creación literaria que nunca calló atrocidades e iniquidades. Valga esta breve mención de un olvidado escritor y un olvidado libro suyo, en esta semana del centenario de su nacimiento.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

Sección CORREO SEMANAL

Sábado, 15 de Diciembre de 2018

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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