TU OLVIDO , VATICINIO , IMAGINANDO A NORMA
y A TI, MAESTRA
Poesías de ALCIDES ANTONIO ORTIGOZA MADELAIRE
TU OLVIDO
1.
Tu olvido, lo lamento
la fe por él perdí
era falso juramento
tu cariño hacia mí.
2.
Tu olvido y mi lamento,
son contraste entre sí.
Por tu olvido, mi tormento ...
la fe por él perdí.
3.
Y mi fe en tu cariño,
era inmenso como el mar
y en él como un niño,
yo soñaba navegar.
4.
Tu olvidó mi martirio,
mi derrota en el amor-,
era yo un blanco lirio,
hoy, morado por dolor.
VATICINIO
¡Cuán cierto ... al decir del santo vaticinio
de aquel ínclito mártir defensor,
de aquel constituido de la patria por designio,
paradigma del heroísmo, tórnase por su honor!
¡Cuán certero ... al decir de todo aquello:
escarnio, vilipendio ... rayano al horror,
cual sol apareciendo con lúcido destello,
a ojos seducidos por la sierpe del horror!
¡Cuán certero. . . al decir de la posible existencia
de una justa venidera generación,
la que, de su hombro polvoriento de ignominia e inclemencia,
con la pluma sacudiendo, vista fuese radiación!
Fuera entonces más de cerca conocer al paladín.
Fuera hora de mirar bien de frente al inmortal.
Y esa hora sentenciosa ha llegado ya por fin:
en lo alto una antorcha, una luz ascencional.
De la sombra tenebrosa, a un feliz amanecer;
con la nívea claridad, puédese justo apreciar.
Lo que no... en la oscuridad del silente anochecer,
que tiznada hacía ver la faz augusta del invicto Mariscal.
1º/III/75
IMAGINANDO A NORMA
Verte no puedo, mas te imagino:
rosa encarnada primaveral
de ojos celeste, azul divino;
cabello rubio, cual un trigal.
Grácil alondra en lontananza,
amenizando fiesta auroral.
Llegarte hago voz de alianza
desde mi patria: el Paraguay.
Blanca, trigueña, rubia o morena,
panel de luz, panal de miel ...
Constancia queda no en la arena,
sino en un albo fino papel.
A TI, MAESTRA
A ti, maestra, mi lírica canción.
Porque eres la estrella guiadora de mi ser.
A ti mi alma desgrana su fe, su oración
y su más noble espiga del querer.
Mi segunda madre eres para mí.
En el mundo, ¿quién como ella o como tú...
ávida de encausar mi vida, mi juventud,
por la senda de gloria del vivir.
Por eso, en este día de exaltación...
¡Oh, primera! ¡Oh, segunda madre mía!
Os brindo mi eterna admiración.
Recibidla, hijas santas de María.
Recibidla cual recibieseis de Dios la salvación.
Fuente:
EL PARMASO GUAIREÑO
Obra de ROMUALDO ALARCÓN MARTÍNEZ
Ediciones INTENTO.
Asunción – Paraguay
1987 (1ª edición – 407 páginas)
*****************
ENLACE A DOCUMENTO RELACIONADO:
ANTOLOGÍA DE LA
LITERATURA PARAGUAYA
Editorial El Lector,
Asunción-Paraguay 2004
Edición digital:
.
IMÁGENES DE NUESTRO HERMOSO PARAGUAY
Fotografía de FERNANDO ALLEN