LA MÚSICA, COMO PASAPORTE

Un Homenaje Póstumo Para El Poeta Y Músico Justo Ramón Colmán

Por PEDRO GÓMEZ SILGUEIRA

pgomez@abc.com.py

El paraje de Alfonso Tranquera y el nombre de Justo Ramón Colmán se funden en la música y echa por tierra la arcaica creencia de que la guitarra era “profesión de vagos”. El éxito arrancó con la “Misa Guaraní” con ritmos folclóricos en 1969. Hizo de su destreza un pasaporte para el mundo y llevó nuestro idioma y melodía por varios países. De sus nueve hijos, cinco cultivan su arte. ¡Bien vale el homenaje que en vida no recibió!

Todo comenzó en 1969 cuando un agricultor de la localidad de Alfonso Tranquera (Cordillera), aficionado al arpa, compuso la “Misa Guaraní” con ritmos folclóricos de polcas y guaranias, a pedido de monseñor Ismael Rolón. Se grabó con el asesoramiento musical de Neneco Norton en el Seminario de la Diócesis de Caacupé, bajo dirección y arreglos del padre canadiense Lucas Vachon, y colaboración de Jorge Urdapilleta. El coro lo integraron 28 personas y el objetivo era “favorecer la mayor participación de los fieles en la misa”.

Justo Ramón Colmán nació el 6 de agosto de 1930 y falleció el pasado 14 de setiembre de 2015 a los 85 años. Pese a sus méritos, nunca recibió homenaje alguno y mantuvo bajo perfil y humildad en su pueblo natal.

“Él tenía la voz tan potente, que cuando cantaba en casa las veces que estábamos todos juntos, yo tenía miedo de que le estallara el corazón”, recuerda su hija Rosa María Colmán, quien conformó junto a su padre y su hermano Gabino un trío que actuó en varios países.

Tiene registrados en Autores Paraguayos Asociados (APA) 105 letras y hay otros 80 manuscritos no registrados. Seis discos grabó con Andrés Cuenca Saldívar y con el grupo “La Calandria del Sur” en 1972.

“La más conocida de sus composiciones es “Ñongatupy mi” y “Primero de Marzo”. “Tiene muchísimas letras, casi desconocidas, porque él no quería entregarlas para que se grabaran con cambios en las letras o las tonadas. Era muy celoso de sus obras”, añade.

Siestas bajo el mango

Justo Colmán era aficionado al arpa y no tenía más formación musical que la de oído. “A mi abuelo no le gustaba que papá fuera músico porque decía que era una profesión de vagos. Con su vecino y amigo Quemil Yambay siempre se juntaban a practicar y aprender durante las siestas, a escondidas. Todos estaban en Alfonso Tranquera; el Dúo Vargas Saldívar y Andrés Cuenca, que era tío de mi mamá. Era un pueblo lleno de artistas”, dice Rosa Colmán.

Don Justo Colmán hizo que cinco de sus nueve hijos tomaran el gusto por la música: Claudio, Eulalio, Gabino, Rosa María y Pablo Colmán Caballero. Los demás son Tomasa, Felicia, Gloria Inocencia y Justo Ramón Colmán Caballero.

“Mi hermano Gavino y yo apenas teníamos entre seis y siete años cuando mi papá nos enseñó a cantar y a bailar bajo un mango. Formamos un trío para actuar en la fiesta patronal de San Miguel. Íbamos por todos lados. Además en esa época se usaban mucho las serenatas y nos íbamos a los cumpleaños”, relata Rosa.

Poco después llegaron a Asunción para que los hijos puedan estudiar y se dedicaban a la música de lleno en época de vacaciones.

“Papá siempre decía que en Paraguay entonces no se valoraba mucho la música y que la gente no prestaba mucha atención. Entonces decidió ir al Brasil, en la zona de las Sete Quedas. En Guaíra actuábamos en un restaurante llamado Gaucha y allí empezamos a cobrar notoriedad y a ser apreciados por los turistas”, añade Claudio Colmán Caballero, quien es poeta y también canta.

Rosa coincide: “Nos contrataron para un crucero que venía una vez por semana en Asunción. Allí cantaba y bailaba. Papá me pedía que tuviera especial cuidado con la botella para que no le tirara a la gente encima en el barco. Creo que nuestro pasaporte fue la música porque empezamos a viajar mucho por Brasil. Canté con él hasta los 19 años. Después mi hermano Gabino se fue solo a trabajar a Dubái y papá iba a cantar con él en temporadas. Ahora vive en Austria”.

En esta familia la música es genética. Una prueba es Pablo, quien no cantaba para nada hasta los 17 años, pero de repente, en Argentina, quiso hacerlo y lo logró estupendamente. “Fue con un profesor a estudiar guitarra y actualmente canta mejor que todos por la voz muy potente”, dice la hermana. Pablo reside en Alemania y conforma con Gabino “Los Típicos Paraguayos” que actúa en Austria y otros países. Se abrió paso en Europa en 1999 con el Negro Gayoso, pero en sus inicios actuaba con La Calandria del Sur.

En la Asunción de los 60 y 70 Justo Colmán y sus hijos actuaban en el “Panuncio” con Vargas Saldívar y Quemil Yambay.

Muy emocionado Pablo Colmán menciona que su padre siempre le decía: “Ejúna che ra’y... torombo’e” (Vení mi hijo, te voy a enseñar): “Entonces yo no le daba mucha importancia y cuando fui a la Argentina y viví allá 15 años empecé a valorar”.

Doña Florentina Caballero dice que su casa es un museo donde se guardan todos los objetos de don Justo Colmán. Solo aguardan un reencuentro familiar y de amigos para el gran homenaje póstumo a uno de los cultores de la Misa Guaraní.

Fuente:  ABC Color - Domingo, 28 de Febrero de 2016

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