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PEDRO GÓMEZ SILGUEIRA

  PARAJE HEROICO - Por PEDRO GÓMEZ SILGUEIRA - Domingo, 15 de Septiembre de 2019


PARAJE HEROICO - Por PEDRO GÓMEZ SILGUEIRA - Domingo, 15 de Septiembre de 2019

PARAJE HEROICO

 

Por PEDRO GÓMEZ SILGUEIRA

 

 

pgómez@abc.com.py  

Fotos ABC Color/PEDRO GÓMEZ SILGUEIRA, Desirée Cabrera/Gentileza.


A 150 años de la gesta de los niños mártires de Acosta Ñu, el sitio donde se libró la cruenta batalla vuelve a cobrar fuerza y se convierte en un hito de la campaña de las Cordilleras en la Guerra contra la Triple Alianza. Es un punto turístico donde la historia se perpetúa en el paisaje.

“Allá en mi tierra bordeando el monte

se extiende el campo de Acosta Ñu

llano florido que en su silencio

recuerda aquella guerra guasu”.

Así comienza la canción Acosta Ñu, de Federico Riera y Emilio Biggi, obligada entonación en las escuelas de nuestra niñez. Historias y leyendas de heroísmo conjugadas en nuestra mente y sintetizadas en una sola palabra: patriotismo.

Ese sitio perdido y abandonado durante mucho tiempo ha cobrado visibilidad con la celebración del sesquicentenario. Hoy en día es fácil llegar a ese paraje donde el horizonte surcado por serranías se abre ante la mirada desde una plazoleta con una escultura inaugurada, el pasado 16 de agosto.

La ruta asfaltada que conduce de la ciudad de Eusebio Ayala hacia 1º de Marzo y Tobatí nos permite llegar fácilmente. A la vera del camino, en el valle del arroyo Pirity y la serranía del Itakyty, se abre la pradera donde apaciblemente pasta el ganado, trinan las aves y el viento silba en contacto con la vegetación. Ese fue el lugar de la cruenta batalla del 16 de agosto de 1869, y el monumento ocupa la posición de la tercera línea de combate.

Selfis van y vienen entre los visitantes con el nuevo monumento del sitio histórico, antes de llegar al antiguo mausoleo del mirador Cerro de la Gloria.

La obra tiene el sello de la Escuela de Hermann Guggiari. Mucho simbolismo, interpretación e interacción con la naturaleza. En el rojo del pabellón se hacen transparentes las siluetas de los combatientes de la primera línea en aquella batalla de la Campaña de las Cordilleras. En el blanco solo aparecen los niños y, en el azul, las mujeres y niños, constituyéndose en una síntesis de aquella pelea que duró diez horas.

Los jirones de la bandera se pierden hacia ese suelo regado por la sangre paraguaya de quienes defendieron su terruño hace 150 años. Pero la dignidad la levanta en ondas hacia el sol, que en todo momento lo baña con sus rayos.

Un profundo simbolismo encierra la obra que preside el valle. “Era una deuda que teníamos con los paraguayos de rendir un homenaje a la gente que entregó su vida por la patria en Acosta Ñu”, afirma el escultor Pedro Sebastián Guggiari, quien se encargó de la escultura.

La idea –explica– surgió con presentar una bandera en proceso de destrucción por la guerra, pero, a la vez, de construcción por la valentía de los que la defendieron; es como el ave fénix que renace de las cenizas. Tiene un estilo constructivista en el que la obra artística forma parte del entorno, el paisaje a través de siluetas que permiten leer la historia y proyectarla sobre el paisaje. “Es el campo que transmite patriotismo al espectador, y la escultura es un elemento más que ayuda a esa libre interpretación”, sostiene el artista.

El predio donde se libró la batalla está dentro de la propiedad de la familia Girett, que donó el terreno para la plaza conmemorativa. Además, existe un proyecto de ampliar el espacio con un anfiteatro incluyendo la sierra de Itakyty mediante la gestión de la Fundación Acosta Ñu.

“La obra no deja de tener un protagonismo con el campo, el cerro, el sol. Tuvimos un maestro en casa, trabajamos con él desde niño, sin goce de sueldo”, dice el escultor formado con su padre Hermann Guggiari.

El hierro cobró forma de bandera “una bandera que está herida, sufrida, golpeada, pero que está bien firme, y con fe y esperanza, elevándose hacia el cielo”.

El rescate y puesta en valor

La Asociación Cultural Yukyty, presidida por Almide Alcaraz, impulsó el monumento dentro de un proyecto para rescatar el patrimonio de la antigua Barrero Grande y sus sitios históricos, entre ellos Acosta Ñu. El trabajo arrancó en el 2011, en coincidencia con el Bicentenario de la Independencia. “Hablar del monumento es hablar de identificar el sitio histórico de la batalla dotándole desde un acceso de todo tiempo hasta la colocación de un hito, un mojón; en este caso, la plazoleta con la escultura”, afirma Alcaraz.

Hasta hace poco, el campo de batalla en sí pasaba desapercibido y se tenía como única referencia el Cerro de la Gloria con el mausoleo inaugurado el 16 de agosto de 1969, gracias a las gestiones del historiador barrereño, Andrés Aguirre, quien realizó las investigaciones y habló con excombatientes y sus descendientes para rescatar la memoria de los niños mártires de Acosta Ñu. Él logró identificar las tres líneas de defensa entre el arroyo Ytú y la sierra de Itakyty. “No queremos agregar el condimento del lopismo ni del antilopismo en este proceso. No queremos crear divisiones, sino escuchar las posiciones de cada uno y respetarlas. Que la gente visite el lugar y piense en Acosta Ñu”, dice Almide Alcaraz.

El nombre de la asociación, Yukyty, precisamente corresponde a uno de los antiguos nombres de la ciudad de Eusebio Ayala, que también fue conocida como Yukytyguasu o Yukyresava, Capilla San Roque, El Barrero y Barrero Grande hasta llegar a la denominación actual.

Con la idea del rescate de Acosta Ñu, la asociación comenzó a pulmón una verdadera cruzada con varios proyectos, como el Mitã Rape, la bandera viajera, la noche de las luces y las mil banderas; todos enfocados a hacer conocer el sitio y denunciar el estado de dejadez en que estuvo por décadas. “Logramos despertar el interés de la ciudadanía, de las autoridades, limpiando, resguardando y manteniendo el sitio histórico para contar su realidad desde el lugar mismo de los hechos”.

En el 2014, el proyecto Mitã Rape logró hacer recorrer tres mil banderas a lo largo de 17 km con estudiantes y toda la sociedad barrereña. “Tuvimos 3.027 banderas y repartimos esa cantidad. Fue la primera gran actividad por el camino de todo tiempo para Acosta Ñu e hizo escuchar su voz desde el Festival del Chipá”.

El entusiasmo aumentó con la noche de las luces, que es el encendido de antorchas en la víspera del aniversario de Eusebio Ayala, el 14 de agosto. Se suma la bandera viajera en recordación a que el presidente Eusebio Ayala tenía una bandera que llevaba a todos lados como símbolo para representar al Paraguay. Tomando esta idea, las 17 banderas recorrieron todos los departamentos y la capital para contar la historia de Acosta Ñu.

Otro aspecto importante fue el rescate de más de 800 nombres de los niños con sus edades que pelearon en la batalla provenientes de 52 pueblos del país que fueron visitados con la bandera viajera. En cada pueblo llegaba la bandera con el nombre del mártir local.

Se crea también el primer Centro Cultural el Chipá Literario, donde se rescataron objetos bélicos con miras a la creación de un museo municipal o departamental en el futuro.

Después de la inauguración de la ruta asfaltada hasta el Cerro de la Gloria vino la declaración del sitio de la batalla como patrimonio histórico nacional y ahora se proyecta un estudio arqueológico para la zona, a partir de los restos y vestigios hallados.

Con todas estas actividades se logró llegar finalmente al nuevo monumento de Acosta Ñu impulsado por la Asociación Cultural Yukyty, la municipalidad de Eusebio Ayala, la Gobernación de Cordillera y el apoyo de la Secretaría Nacional de Cultura.

Anteriormente, el campo que se extiende a los pies del cerro Itakyty era un arrozal de donde se extrajo una impresionante cantidad de restos de fusiles, lanzas, vestigios de la artillería aliada. También, se encontraron los restos óseos que fueron colocados en una urna en el mausoleo del Cerro de la Gloria, por recomendación del profesor Andrés Aguirre.

Con la concurrencia de arqueólogos de la región se está tratando de determinar el proceso que ha pasado uno de los cráneos rescatados. Correspondería a un menor de 14 años y habría sido partido por un golpe de mazo. Almide Alcaraz se muestra optimista: “Con esto se cierra la historia de que la batalla de Acosta Ñu con la participación de niños y adolescentes de esa edad existió realmente y ahora lo tenemos bien identificado y valorizado con un hito que lo perpetúa”.

Así fue la batalla

La batalla de Acosta Ñu se libró el 16 de agosto de 1869 cerca del arroyo Ytú. La división paraguaya estaba al mando del general Bernardino Caballero con 4.500 efectivos entre veteranos, niños y 500 mujeres. El ejército aliado tenía 20.000 hombres.

El historiador Fabián Chamorro nos relata que al terminar la batalla de Piribebuy, el mariscal López decidió salir de su Cuartel General de las Cordilleras, en Azcurra, y dividió en dos cuerpos su ejército. El primero, el de los combatientes, lo acompañaba a él con la idea de alcanzar Caraguatay, donde hoy está Vapor Cue. La otra columna era la retaguardia que llevaba toda la logística, en su mayoría civiles, mujeres, niños y ancianos.

La primera columna logró llegar a Caraguaty por Tobatí, pues no tenían la carga del segundo contingente.

Caballero quiso tomar el mismo camino de López, pero los aliados ya habían tomado el lugar y debieron elegir otro camino por las afueras de Barrero Grande. Allí fue alcanzando por el ejército brasileño y sus más de 20.000 hombres encabezados por el Conde de Eu, explica Chamorro.

Caballero tuvo que improvisar una defensa. “Tenía un cuerpo de combatientes en la primera línea y fueron defendiendo tres puentes sobre diferentes arroyos a lo largo de seis o siete kilómetros hasta la serranía de Itakyty. Querían alcanzar porque atrás había unos bosques que facilitarían huir hacia Caraguatay”.

En el primer puente del arroyo Ytú combatieron los veteranos, prácticamente aniquilados. En el segundo puente del Yukyry lucharon los que habían sobrevivido a ese primer embate y ya participaron menores. En el tercer puente del arroyo Piribebuy, con la unión del Pirity, ya estaban solamente niños. “Allí es donde se dan las peores escenas, los niños son asesinados en mayor cantidad y después de la batalla hay versiones de que el campo fue quemado por los aliados con todos los heridos. Esto se condice totalmente con la realidad, pues los aliados se quedaron más días allí por si hubiera algún rezagado, que en su mayoría terminó asesinado. Hubo premeditación con respecto a quemar el campo y no se sabe exactamente cuánta era la cantidad de personas”.

En la columna de Caballero –relata Chamorro– algunos dicen que había 3.000 y otros 6.000 personas, y al bosque llegaron los que pudieron huir de entre 1.000 y 1.500, lo que representa un contingente importante que logró salir de ese infierno, donde peleó gente de todas las edades y muchos niños que habían sido llevados por sus madres.

¿Por qué los niños? “El Paraguay comenzó una leva de niños a partir del año 1867 y era una práctica tradicional en la época. Brasil hizo lo mismo, en el 67, cuando hubo una epidemia muy grande de cólera y disentería en Ñeembucú, donde murieron miles en ambos bandos. En esa época, los menores cumplían funciones en la retaguardia, traslados y logística.

Desde el momento en que se habla de una proporción grande de púberes en el ejército paraguayo, habrá tenido algún entrenamiento, porque esa batalla duró casi diez horas; después, los brasileños empezaron a practicar tiro al blanco con los paraguayos.

Las diferencias eran enormes no solo en hombres. Las armas brasileñas tenían un alcance de 400 m y el sistema paraguayo tenía proporción de 50 m. “Imaginate la diferencia, tanto en Artillería como en Infantería, tenían cañones mucho más modernos que los nuestros. No hubo riesgos para los combatientes brasileños ese día”.

¿Qué hay de cierto en que los niños se pintaron barbas? No hubo tiempo para eso porque fueron alcanzados. Lo primero que atinó Bernardino Caballero fue darles de comer a todos, dice uno de los relatos de los excombatientes, un puño en el que cabía coco, maíz tostado y maní, que es lo que consumieron antes de ser alcanzados por los brasileños. Qué tiempo van a tener de pintarse las barbas. Eso es parte de uno de los mitos que se tejió sobre Acosta Ñu.

“Para entender la presencia de niños en el ejército, ello obedecía a la época y nadie habló de la batalla de Acosta Ñu hasta 30 años después. Comenzó a ser parte de los relatos de Juan E. O’Leary con Recuerdos de Gloria, donde habló de la campaña de las Cordilleras y Acosta Ñu”, precisa el historiador.

El tema de Acosta Ñu también se relaciona con el hecho de que se empiezan a debatir los conceptos de la infancia y el derecho de los niños. Todavía faltaba un corpus legal para plasmar lo dispuesto por la Sociedad de Naciones en 1919, pero ya en 1900 comenzaron movimientos en contra de la explotación de menores de 12 a 15 años en los Estados Unidos y contra el trabajo insalubre en Francia. Todo eso coincidió en el tiempo y, luego, aquella batalla se convirtió en un escándalo e incluso pasó a formar parte de los discursos del nacionalismo paraguayo, para mostrar la crueldad del enemigo y del discurso de los aliados, que hablaron de la barbarie de López para hacer pelear a niños.

Cada bando aprovechó para su discurso, sin tener en cuenta que en la época no eran mal vistos los niños en los ejércitos. Por tanto, lo importante es no cegarse con fanatismos ni caer en fundamentalismos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: Revista Dominical de ABC Color - Páginas 26 al 31

Domingo, 15 de Septiembre de 2019

www.abc.com.py


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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