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Asociación Internacional de Críticos de Arte AICA-PY

  HOMENAJE A HERMANN GUGGIARI (1924-2012) - AICA PARAGUAY


HOMENAJE A HERMANN GUGGIARI (1924-2012) - AICA PARAGUAY

HOMENAJE A HERMANN GUGGIARI (1924-2012)

AICA PARAGUAY

 

 

Pasado el primer momento de conmoción, tras su partida el 1 de enero pasado, la AICA Paraguay recuerda y destaca la obra de Hermann Guggiari, figura clave de la modernidad en el Paraguay. Textos de Adriana Almada, Luly Codas, Ticio Escobar y Javier Rodríguez Alcalá.

 

 YouTube - Canal externo al Portalguarani.com (Activo a Noviembre 2012)

 

SUMAR LIBERTADES/ ADRIANA ALMADA

Sólo dos palabras podrían resumir el pensamiento y la praxis de Hermann Guggiari: sumar libertades. La palabra libertad aparecía una y otra vez en sus discursos. Con esa palabra nombró una de sus obras más significativas, aquella con la que obtuvo Medalla de Plata en la V Bienal de Sao Paulo en 1959. Su pasión por el concepto de libertad se equiparaba a su confesa predilección por el hierro. Con ese metal privilegiado, que combina ductilidad y fortaleza -casi una metáfora de su personalidad-, fue capaz de crear enormes y macizos volúmenes al tiempo que dibujar burbujas aéreas y filigranas laberínticas.

Al margen de las muchas obras que realizó por encargo (bustos, máscaras, memoriales), los contenidos de su creación personal se desplazaban entre el desgarramiento y la celebración gozosa de la vida, dos polos que convergen en su célebre obra “Parto”. Este parto es ciertamente una partida, un abandono del seno materno, comienzo de vida y promesa de libertad. Pero ese fragmento desprendido, liberado, es también la expulsión, destierro, extrañamiento.

“Nuestra naturaleza es la libertad” decía con frecuencia. “Por eso el hombre es todavía un niño en la historia, pues no se puede llamar civilizado a quien no superó todavía la guerra. Pero lo positivo de él, en esa misma historia, es su lucha por la libertad. Hay que sumar libertades. Una filosofía que las anule, llámese fascismo, marxismo o nazismo, está súper atrasada. La democracia es el mejor sistema, los otros son reaccionarios, no permiten el libre juego de las ideas. En el mundo los dirigentes tendrían que ser artistas”. Hermann era optimista pero no era ingenuo. En sus obras persistía la utopía del hombre libre, de una sociedad justa, pero también se exponían la aspereza, la fragilidad y la corruptibilidad de la condición humana. “Ícaro” es, en este sentido, una de sus piezas emblemáticas: un ala caída, lacerada.

En muchos aspectos es posible decir que su personalidad ha llegado a superar su obra. Y esto no va en desmedro de ella, sino todo lo contrario. Siempre había algo más en él que no acababa de manifestarse, o cuya concreción podría haber sido diferente. Ya se preguntaba Michaux: “¿Quién no es mejor que su vida?” Sus reflexiones estaban teñidas de una cierta pasión por lo inalcanzable. La conocida anécdota de que su carrera comenzó cuando rompió el niño Jesús del pesebre familiar y se vio obligado a modelar de urgencia uno nuevo para reponerlo, no hace más que nutrir el mito: el arte era su destino. Como también lo fue la ecología. En su imaginario personal su ser de artista se gestó entre la música del piano de su madre y la arborización de Asunción que realizó su padre cuando era intendente municipal.

En una ciudad cuya arquitectura se definía por casonas abiertas a los jardines tropicales y el ornato de paredes y cornisas, Hermann prefirió experimentar (y hacer experimentar a su familia) las cualidades de un nuevo tipo de vivienda, esférica, semienterrada, con módulos dispuestos e intercomunicados en medio de la vegetación. Sus construcciones, así diseminadas, con estructura de metal y recubrimiento de cemento y/o botellas de recicladas, prefiguraban ya propuestas habitacionales aplicables hoy en día a zonas de desastre. No llegó a realizar la “ciudad ecológica” que pretendía, como tampoco llegó a instalar su gran arpa eólica en el Lago Ypacaraí o en la Bahía de Asunción.

La figura de Hermann Guggiari aparece en la escena de la modernidad paraguaya, casi solitaria, no vinculada a ningún movimiento particular, y en paralelo a otros afanes rupturistas. Sin pretensiones intelectuales, su práctica artística –marcada por un fuerte individualismo- se fundamentaba en la intuición, en la certeza de lo vivido y la fuerza de lo soñado. Fue una de esas raras personalidades que, sin instalar preceptos o desarrollar, generan ambiente, tienen la cualidad de abrir espacios y crear momentos propicios para el acontecimiento. Éste ha sido el espíritu de “El bosque de los artistas” la feria que organizó ininterrumpidamente durante 25 años, de la que emergieron nombres clave de la plástica paraguaya.

Asunción, enero 2012

(Publicado en el Correo Semanal, diario Última Hora, 07.01.12)

 

 

HERMANN GUGGIARI/ LULY CODAS

La obra de Hermann Guggiari persevera entre el dramatismo y la poesía para plasmar los conflictos y esperanzas de su tiempo, participando así del espíritu de la época.

Escultor-ecologista, sus esculturas parecen muchas veces creaciones de la propia naturaleza por la manera como invaden el espacio y se funden con ella; Guggiari es un artista que exalta en su vida y en su trabajo un sentimiento humanista y religioso que orienta sus formas. Éstas se presentan como metáforas formales, metáforas de la libertad que nos revelan lo temporal; en ellas el hierro y el acero aligeran su peso con estructuras que se fracturan en disoluciones, desplazamientos y formas en constante movimiento con el ansia permanente de salirse de sí mismas. En este devenir, se exaltan los valores esenciales del ser humano, del espíritu humano en su búsqueda incesante de libertad.

Hermann Guggiari es un artista moderno, no sólo por la manera como activa los volúmenes en el espacio, sino porque los contenidos que nos transmite refieren una desgarrada experiencia de vida, donde la dignidad del hombre ocupa un lugar principal.

[…] Obra que se mueve en el tiempo cíclico del nacer y morir al mismo tiempo y se nos revela como apasionada creación donde la materia libera su gravedad y abstrae sus formas en una sucesión atormentada y cambiante de exclusiones y heridas que suenan como un auténtico canto a la libertad.

Presentación del libro-catálogo Hermann Guggiari,

editado por Javier Rodríguez Alcalá y Gabriela Zuccolillo,

Centro Cultural Cabildo, Asunción, 2008.

 

 

BREVE REFLEXIÓN SOBRE LA OBRA DE HERMANN GUGGIARI/ TICIO ESCOBAR

La singular modernidad del arte paraguayo se desarrolla a trancos, a lo largo de caminos entrecortados y mediante procesos no siempre secuenciales. Esta característica hace que el arte moderno del Paraguay, surgido tardíamente a comienzos de los años 50, adquiera notas propias: su dependencia, duplicada por las mediaciones regionales; su secular aislamiento y las notas propias de la sensibilidad local, van diseñando una modernidad peculiar, aislada en sus orígenes de los grandes movimientos latinoamericanos. Sobre esta escena emergente, extraña, cada artista cumple un papel en el guión de las artes: más allá de los pocos movimientos existentes (como Arte Nuevo, Los Novísimos), cada individualidad representa una etapa, un movimiento o un género. Sin dudas, Hermann Guggiari es no sólo el gran exponente de la escultura paraguaya, sino el pionero de su modernidad.

En el naciente diagrama de lo moderno artístico paraguayo, Hermann también ocupa un lugar central como mediador de tendencias opuestas generadas en el bosquejo mismo de ese diagrama. En primer lugar, el escultor trabaja el conflicto entre la figuración y la abstracción, problema central de la bisoña plástica paraguaya; en segundo, encara la tensión entre, por un lado, la vehemencia de la expresión, empujada por fuerzas existenciales y políticas, y, por otro, la limpieza de las formas, el orden estético. Por último, Hermann Guggiari asume la oposición entre las narrativas locales y la vocación universal de toda forma de arte. Durante los años 60, desarrolla una dirección fundamentalmente abstracta en piezas como Kennedy, Ára rupi´a, Parto, Kansas, etc.; en todas ellas trabaja el litigio que opone la verdad despojada del puro metal al dramatismo de los contenidos expresivos: la materia entera y la composición exacta se ven sometidas a desgarramientos y desazones que interfieren el ideal de forma pura, aunque no logren derrotarlo.

Toda la obra posterior de Hermann desarrolla esta tensión entre contingencia histórica e ideal sublime. La potencia de su escultura asume las posibilidades matéricas y formales del metal: el hierro o el acero, elementos duros, formas que aspiran a lo incorruptible y la trascendencia, son lacerados y abiertos en su interior mediante un movimiento preocupado siempre por mentar la condición concreta de la existencia humana, y obsesionado por aquella irrenunciable utopía que asume las condiciones del tiempo y la destrucción para sostener empecinadamente los valores éticos de la libertad.

Enero 2012

CITA

“Aunque recibiera algunas lecciones anteriores de Pollarolo, que le había enseñado la técnica del modelado en yeso, Hermann Guggiari comienza su trabajo entre los años 1938 y 1939, esencialmente como autodidacta. En 1942 expone ya bustos en las vidrieras de la calle Palma (casa Rius y Jorba) y un año después recibe una beca de la Embajada Argentina para la Escuela Superior “Ernesto de la Cárcova” de Buenos Aires, donde estudia durante casi tres años bajo la enseñanza de profesores como Soto Avendaño y Carlos de la Cárcova y tiene como condiscípulos a Libero Badii, Lucio Fontana, Alicia Penalba, Luis Tomasello y otros. En este ambiente influenciado por Picasso y el expresionismo de posguerra y preocupado por el estudio de la estructura de la obra, Guggiari aprende los fundamentos de la escultura contemporánea. Cuando vuelve en 1946 trae ya una formación básica e inquietudes renovadoras que irá desarrollando luego. Es significativo que ese mismo año, en el concurso del Salón de Primavera realizado en la Casa Argentina –en el que Héctor Ruiz obtuvo el primer premio oficial– su obra Beethoven recibiera una distinción anónima, otorgada marginalmente por algunos escritores que apoyaban las nuevas tendencias (como Herib Campos Cervera, Molinari Laurin e Hipólito Sánchez Quell). Por esa época desarrolló algunas piezas influenciado por temas políticos: El exiliado, El mensú (1946). Después de varios años de exilio, en 1954 comenzó a producir retratos referidos a temas locales (Mitã rusú, Mitã kuña, etc). De manera progresiva, su figuración se simplifica centrándose en las propiedades significantes del material y las posibilidades escultóricas de la forma hasta concluir en una abstracción fuertemente expresiva […]

Extraído de Ticio Escobar, Una interpretación de las artes visuales en el Paraguay,

2da edición, Servilibro, Asunción, pp. 492-494.

 

 

NOTA RELACIONADA:

 

HERMANN GUGGIARI: EL ESCULTOR QUE CREE EN LA VIDA

Sintonizó con nuevos movimientos artísticos, potenciando la modernidad en nuestro ambiente. Un libro editado este año repasa su trabajo más destacado y facetas inéditas, desarrollados en siete décadas. Por Fernando Moure.

Este catálogo certifica lo que ya se sabía: Hermann Guggiari es uno de nuestros brillantes artistas, quien aportó a la renovación plástica del país, y fue y es fértil transmisor de la escultura a nuevas generaciones. Una estrella humilde, una semilla fértil en la nada fácil selva del arte, esparciendo creatividad desde los años 40 del siglo pasado.

En la foto que abre el libro, Guggiari viste ropa de trabajo; vemos sus manos curtidas, esas manos que le han dado tanto placer. Es una imagen reciente y de una coherente sinceridad, sobre todo al contrastarla con el archivo visual de su pasado.

 

Las declaraciones del artista, el estudio contextualizador e histórico de su hacer, y el correcto diseño gráfico, convierten a esta edición en una iniciativa de divulgación y archivo, necesaria por su utilidad. El registro fotográfico cataloga las obras dispersas en colecciones privadas y en el espacio público.

 

 

De esta manera, la obra de Guggiari, principal en el arte moderno paraguayo y latinoamericano, se explica desde su fase inicial y académica hacia sendas actualizadoras, sus oscilaciones entre la figuración y la abstracción, erigidas desde su preocupación humanista, ecológica, política y mística.

 

 

El catálogo explora también el rol de promoción cultural encarado por el escultor con el Bosque de los Artistas, el espacio-jardín de utopías y realidades sobre la avenida España, con su original paisajismo y arquitectura orgánica, donde tiene su taller, casa en la tierra y otra en un eucalipto gigante. También hay espacio para el diseño, con mesas o rejas inspiradas en el diseño textil del ñandutí, o la inolvidable Silla Popó.

 

 

GUGGIARI CATALOGADO

 

 

El proyecto editorial Hermann Guggiari fue concebido por la fotógrafa Gabriela Zuccolillo y el crítico Javier Rodríguez Alcalá, con la colaboración del artista Carlo Spatuzza y la museóloga Alejandra Peña, y de Tania Godoy, encargada del archivo del artista. Fue solventado con fondos del Centro Cultural de la República, el Fondec y la Asociación Comuneros.

 

 

Desde la periferia que es Paraguay, nuestro escultor ha venido construyendo, cual espejo de su vida, una obra original, repleta de fuerza y poesía. Atento a su tiempo, esta conexión lo llevó a pensar plásticamente formas con que celebrar vitalmente o protestar contra el tiempo infame, "cuando uno era feliz y no se sabía".

 

 

Con estas urgencias de expresión, el arte de Guggiari recibió atención internacional: su escultura Hungría o la libertad, en la Bienal de São Paulo, de 1959; o el homenaje al presidente Kennedy en 1965. Piezas inconfundibles del imaginario guggiariano son sus Cristos, de las que tiene versiones ecológicas, "de cuyas heridas, en lugar de fluir sangre, fluyen flores". Y también características son sus Cruces, con versiones como las que realizó en homenaje a los campesinos de las Ligas Agrarias Paraguayas.

 

 

En el libro-catálogo cabe el Guggiari más experimental, registrándose la instalación y performance Alunizaje, hecha el día del descenso del hombre en la Luna, en 1969, un ejemplo de práctica artística expandida. Otras obras hechas con fotomontajes o acribilladas por balas reales, nos muestran sus proyectos más críticos y de firme voluntad conceptualista, es decir, con ideas tan poderosas como sus formas.

 

 

Guggiari ha realizado escultura pública en diversos lugares del mundo y que han corrido diversa suerte. En Alemania, en la ciudad de Dachau, se yergue su obra NN.UU. a la entrada de un antiguo campo de concentración; en Estados Unidos está su Homenaje a Kansas. Instalada en la Playa Brava de Punta del Este, Gaviota se encuentra en delicado estado de conservación; y de los jardines de la Bienal de São Paulo, en Ibirapuera, ha desaparecido su Escultura sonora. En Paraguay aún debemos proteger varias: las realizadas a José Asunción Flores, con sonidos de la guarania Mburicaó; o el memorial Boquerón, en el Chaco, entre varias otras.

 

 

En la volumetría firme y etérea de sus obras se percibe la intención de animar, de dotar de acción, cuando no de desintegrar la materia. Esto se verifica en las formas de huevos que se abren mostrando sus entrañas, las semillas-brotes que germinan, las aves que levantan vuelo o escapan de jaulas, o en las posturas anatómicas activas de los cuerpos.

 

 

Guggiari es una persona que basa su grandeza en la modestia, un artista reconocido por colegas, críticos y público. Es un hombre que hasta hoy continúa fiel a su libertad, que se permite ser tierno bajo esa apariencia de guerrero; pasional y a la vez relajado, como las plantas salvajes que invaden su casa y hermoso jardín... y que ojalá nunca, nunca se corten.

 

Edición impresa del diario ULTIMA HORA

Correo Semanal, Sábado, 6 de Junio del 2009

 

Fuente digital: www.ultimahora.com

 

 

HERMANN GUGGIARI DIXIT

“El último refugio de la personalidad humana está en el arte […] Nuestra naturaleza es la libertad. Por eso el hombre es todavía un niño en la historia, pues no se puede llamar civilizado a quien no superó todavía la guerra. Pero lo positivo de él, en esa misma historia, es su lucha por la libertad. Hay que sumar libertades. Una filosofía que las anule, llámese fascismo, marxismo o nazismo, está súper atrasada. La democracia es el mejor sistema, los otros son reaccionarios, no permiten el libre juego de las ideas. En el mundo los dirigentes tendrían que ser artistas”.

“Estamos llenos de presiones, de grupos, de ideologías. Si no sos de derecha, de centro o de izquierda, sos malo. Y el hombre nació sin bando, condicionado solo para la libertad. En estos momentos de esclavitud mental todo el mundo está poluido”.

“El arte es un vínculo; la naturaleza y la ecología también. Es amor a nuestras plantas, a nuestras flores, al pájaro y a la música, y a nuestra propia naturaleza humana”.

(Diario Noticias, Revista del Domingo, 15 julio 1984.

Entrevista de Adriana Almada).

 

 

 

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Enlace interno a documento relacionado:

 

APROXIMACIÓN DE LA OBRA DE GUGGIARI

EN ARTICULACIÓN CON PROBLEMÁTICAS LOCALES E INTERNACIONALES,

QUE LE DAN ESPESOR A LA SIGNIFICACIÓN

DE LA PRODUCCIÓN DE ESTE ESCULTOR.

Por: JAVIER RODRÍGUEZ ALCALÁ

 

 

Fuente: AICA PARAGUAY

Registro al Portalguarani.com: Noviembre 2012






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