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FULGENCIO YEGROS GIROLA (+)

  BAUTISMO DE FUEGO DE LA ARTILLERÍA EN LA GUERRA DEL CHACO (FULGENCIO YEGROS GIROLA)


BAUTISMO DE FUEGO DE LA ARTILLERÍA EN LA GUERRA DEL CHACO (FULGENCIO YEGROS GIROLA)

BAUTISMO DE FUEGO DE LA ARTILLERÍA EN LA GUERRA DEL CHACO

COMANDANTE DE BATERÍA CAPITÁN FULGENCIO YEGROS GIROLA

 

UNIDAD Y OFICIALES INVOLUCRADOS EN EL PRIMER DISPARO DE CAÑON

EN LA BATALLA DE BOQUERÓN

 

GRUPO DE ARTILLERÍA Nº 2 "GENERAL ROA"

BOQUERÓN, 9 SEPTIEMBRE DE 1932 - 5:30 AM

 

Comandante de Grupo Capitán ARTILLERÍA RAIMUNDO ROLÓN

Oficial de Orientación Teniente 1º JUAN MARTINCICH

Comandante de Batería Capitán FULGENCIO YEGROS GIROLA

Comandante de Sección Teniente 1º RAÚL FERNÁNDEZ DECAMILLI

Oficial de Tiro Teniente 1º LINDOLFO GONZÁLEZ

 

 

Boquerón Chaco Paraguayo, en la noche del 8 de Setiembre, a las 11:55 horas se fijó la hora “H” para nuestra artillería a las 5:30 horas de la mañana del 9 de Septiembre de 1932. El golpe de fuego sería dado a la segunda pitada del comandante del grupo. Preferible era que el tiro fuese más bien largo; estaba descontado que el reglaje se presentaría laborioso. El contorno de la posición no estaba aún definido y menos el emplazamiento de los nidos de las ametralladoras.

 

Así, sonó la segunda pitada y se hizo oír el estampido seco del cañón Schneider, seguido de la explosión de la granada. La artillería había señalado el comienzo de la batalla. Nuestra brava infantería se lanza al ataque con “VIVA EL PARAGUAY”. Luego, el primer escalón de nuestro centro de gravedad, fue detenido por la barrera de fuego, en el campo de Boquerón.

La misión de la artillería para con la I División exigía que sus tiros inicialmente fuesen de neutralización, de los objetivos de primera línea, para luego cumplir con la segunda fase del plan de fuego, planeado por el Comandante del Grupo de profundizar sus tiros con la finalidad de destruir los puestos de abastecimiento, dificultar sus transmisiones y aislar el campo de batalla, especialmente hacia Yucra.

En base a los primeros elementos de tiro obtenidos en la fase del ajuste, con la distancia de tiro que oscilaba de 2.800 a 3.800 metros, se pasó al tiro sobre zona, con un frente de 200 metros a cada batería, cuya finalidad fue de batir el perímetro del Fortín.

Así pudimos comprobar, con la observación de nuestra propia infantería, al informarnos del resultado positivo de nuestros tiros.

El Mayor Fernández, Comandante de la 1ª División, nos dijo que según parte del RI 4: “Los tiros de la artillería son buenos”, que el Tte. Velázquez del mismo regimiento dijo: que los tiros caen en el fortín y en la isla que bordea el fortín, continué haciendo sus tiros metódicamente. Otro pedido de tiro, del propio Comandante de la División decía: “Nuestra infantería no progresa, hay que seguir batiendo posición enemiga para alentar tropa infantería que se aferra al terreno”.

El Mayor boliviano Taborga, en su diario, referente al 9 de Septiembre:

“La artillería y los morteros enemigos rompen los fuegos, iniciando su preparación de ataque. Los proyectiles 105 vienen con un ruido peculiar, como si estuvieran envueltos en papel de seda. Las explosiones son desmoralizadoras. Dan la impresión de oír caer un piano sobre el tablado”.

El ex combatiente boliviano, Antonio Arzabe Reque, escribe en su libro “Boquerón” refiriéndose a la misma fecha, 9 de Septiembre y en horas de la tarde: “Si bien ha cesado el fuego en ambas partes, no así la artillería. Cada dos minutos cae una granada. Imposible descansar. Nuestros oídos nos zumban, y nuestros nervios están destrozados después de cinco horas de continuo batallar. Han caído nueve muertos y más de veinti y tres heridos. Da horror ver los destrozos que ha ocasionado la metralla. Cráneos destrozados, vísceras, piernas y brazos hechos añicos, montones de carnes y huesos sanguinolentos, sin forma humana posible”.

Según estas vividas descripciones, a pesar de todos los defectos técnicos ha sido eficaz nuestra artillería en Boquerón, desde el primer día de su actuación. Hay autores que critican a las fuerzas de Marzana, por no haberse lanzado en persecución de nuestras tropas, luego del asalto rechazado, el 9 de setiembre. Empero, hay que concordar que nuestros cañones ejercían un poderoso efecto disuasivo.

En la noche del 9 de setiembre, nuestra artillería puede decirse, estuvo confundida en la línea de la infantería, cuando agobiados por la sed, los bravos infantes buscaban en la retaguardia un jarro de agua, para volver a su puesto.

Sigamos exponiendo el testimonio de los bolivianos en Boquerón, referente a la noche del 9 al 10 de setiembre. Escribe Arzabe Reque:

“En toda la noche no ha cesado los disparos de la artillería y los morteros. Los árboles del fortín han ido cayendo uno a uno o desgajándose sus ramas. Parece que una manada de elefantes hubiesen pasado por el bosque, dejando árboles tronchados. Hay decenas de hoyos, dejados por las explosiones de los proyectiles 105”.

En la mañana siguiente, del 10 de setiembre, escribió el Mayor Taborga, en su diario de guerra; “Toda la noche ha hostigado la artillería enemiga, Apenas clarea, se reinicia la batalla”. La única pieza de artillería 75 con que contábamos ha sido batida. Seis de sus sirvientes han volado junto a ella. Su Comandante, el Tte. Jorge Caloro, se ha salvado milagrosamente.

Arzabe Reque describe, con más detalles este éxito de nuestra artillería:

El Tte. Calero que comandaba dicha pieza se encontraba más o menos a veinte pasos de un momento a otro se oye en el espacio un ruido como el silbar de un ave y pronto se escucha una explosión. Fragmentos metálicos y un rayo de luz, rasga el espacio y con ellos, seis sirvientes de la pieza volaron. El Tte. Calero, se había salvado milagrosamente. Pálido como una cera se incorporó y buscó refugio en un hoyo.

“Los restos de aquellos muchachos, fueron recogidos trabajosamente y luego depositados en una fosa, que los camilleros ya tenían lista para posibles bajas de aquel día”.

El TCnel. Marzana apuntó en su diario de guerra, la misma fecha:

“Desde el mediodía concentran (los paraguayos) todo su fuego sobre el fortín y sobre las posiciones; muchos de los proyectiles caen en las mismas posiciones y zanjas, ocasionando 7 muertos y 10 heridos entre las tropas”.

Pero, los estragos que nuestros cañones causaren aquel día 10, tal objetivo, fueron aún más serios. Dice Arzabe Reque: “De improviso se escuchan veinte cañonazos seguidos como una pieza de ametralladora. Veinte hoyos dentro del fortín. Ha volado hecho trizas todo el puesto donde se guardaban los pocos víveres que teníamos, El arroz, el azúcar y todo lo demás, se hallaban desparramados en un radio de treinta metros. Ya nada se puede hacer, la suerte nos abandona. Sin víveres, sin municiones, sin drogas. “Oh, es algo que nos enloquecen”.

Y sigue la destrucción por los proyectiles de cañón y morteros. Esta última arma, sobre todo sorprende a los bolivianos. Su golpe de fuego no es más fuerte que el fusil y el proyectil cae verticalmente sobre el blanco, produciéndose una explosión desbaratadora. Anota el Mayor Taborga, el día 11 de setiembre:

“Apenas clarea truenan artillería y morteros”.

El 12, escribe: “Los morteros nos enloquecen. Su sonoridad, al explotar, es desmoralizadora. No conocíamos esa arma mortífera”.

Arzabe Reque amplía descripción: “Fuertes cañonazos resuenan en el espacio. Ahora disparan y los hacen explotar” a tiempo; gran cantidad de fragmentos de acero candente caen como lluvia dentro del fortín. Estos fragmentos se esparcen en el aire como cientos de proyectiles, cuya trayectoria va acompañada por cientos de silbidos a varios tonos. Muchas de estas caen dentro de las trincheras; las esquirlas de las granadas de cañón siembran la muerte dentro de las trincheras bolivianas”.

Sin embargo, este efecto mortífero de nuestra artillería, en el fortín y en las trincheras bolivianas no podía ser valorada de inmediato. Entre tanto, se juzgaba que nuestros tiros eran, o cortos o largos, a la derecha o a la izquierda.

Cooperar con la infantería, no es tarea fácil, pero la razón de ser de la artillería es el apoyo de fuego a las armas de primera línea. En ese deseo, la batería Rovira, se trasladó hasta la línea de fuego a fin de ofrecer apoyo directo. El RI 4 obtuvo el apoyo dé la batería Yegros (ambas baterías del Grupo 2), sería arriesgado exponer las baterías Schneider, normalmente, en semejante posición. Para eso, hay artillería de acompañamiento de otras características.

La artillería Schneider, como lo demuestran post testimonio bolivianos, referentes a Boquerón, actuó con mucha eficacia, pero no todas las baterías estuvieron en primera línea, especialmente las de 105.

Después del día 17, también la batería Pampliega, del GA 1, prestó apoyo moral semejante desde la primera línea, al RI 6 (a 800 metros de distancia), igualmente la batería Godoy Cáceres, desde otro sector. El cañón Schneider 75, con tiro rasante, no se puede disparar a menos de 159 de alza, de lo contrarío, se obtiene tiro con rebote, en vez de explotar.

El 12 de setiembre, llega a Boquerón la batería 105 de Pampliega, del GA 1. Fue emplazada sobre la recta a la derecha del GA 2. El Grupo “Gral. Bruguez”, era una unidad que había sido creada en julio de 1928. Inicialmente, con asiento en Tacumbú, en los cuarteles que hoy son del RI 14. Había estado en su primera etapa, armado con cañones Vickers, y recibió en 1928, los nuevos cañones Schneider los cuales llegaron a Asunción acompañados por el técnico de la fábrica Monsieur Durand. Después fue trasladado al cuartel que fuera del antiguo Escuadrón de Seguridad, al final de la calle Yegros, y de aquí fue trasladado a Paraguarí y de allí, como artillería divisionaria de la D. 2, al Km. 160 del FC Casado, al mando del Mayor José Luis Vera. Se constituía de dos batería 75 y una de obuses 105, y tenía una dotación de aproximadamente 430 hombres. En vista de las dificultades encontradas en Boquerón, el TCnel. Estigarribia ordenó su traslado al frente el 11 de setiembre; la batería 105 llegó a pesar de grandes dificultades de transporte, el 12, y las otras poco después. A partir de esta reunión, los dos grupos actuaron en conjunto en el asedio del fortín Boquerón, sembrando desazón y ruina, entre las huestes de Marzana.

Hasta el 16 de Septiembre, la acción de nuestra artillería sobre el fortín consistía en preparar el cerco, y ejercer presión progresiva sobre los sitiados. Empero, infligió relativamente pocas bajas al destacamento Marzana, propiamente; hecho fácilmente comprensible, si se tiene presente la extraordinaria fortificación de las posiciones. Infligió, en cambio graves pérdidas a las fuerzas bolivianas, que desde fuera de Boquerón procuraban liberar a sus defensores y entre las cuales hay que citar, particularmente la destrucción del destacamento Lairana y del grupo Ustárez. Un tiro certero del Cabo Patricio Colman, (luego General ), mató al Capitán Ustárez, considerable pérdida para los bolivianos. Murió el as de los patrulleros. Entre tanto, la artillería y los morteros continuaban causando daños irreparables al reducto boliviano, con sus tiros de hostigamiento y destrucción.

El 13 de setiembre, el TCnel. Marzana anotó en su diario lacónicamente:

“Los efectos del bombardeo de artillería nos hacen estragos”.

Arzabe Reque detalla estos estragos:

“La cocina ha sido volada por otro disparo de artillería”.

“Los cañones parecían que llevaban el control de nuestro sueño. Cada treinta minutos, matemáticamente disparaban un cañonazo, a cuya explosión despertábamos sobresaltados, los morteros y los disparos de artillería no dejan de dirigir sus proyectiles cada media hora”.

Marzana escribió en su diario:

“La artillería bombardea con verdadero ensañamiento nuestras posiciones, tratando de barrerlas y después romperlas fácilmente”.

Así, nuestros cañones y morteros, seguían causando bajas y zozobras en el sitiado fortín Boquerón, sin dejar al enemigo un momento de descanso.

Para el ataque del día 17 de setiembre, a la artillería fue asignada por el Comandante del Cuerpo de Ejército, la siguiente misión:

“La artillería cooperará desde la hora “H” menos dos horas, teniendo como objetivo principal la destrucción de los nidos de ametralladoras bolivianas del recinto del Fortín”.

“A la hora “H”, las artillerías divisionarias desplazarán sus tiros sobre las posiciones bolivianas del Sur del recinto de Boquerón, por espacio de quince minutos”.

“Las artillerías de las dos Divisiones, tendrán preparados tiros de protección hacia la boca de la picada del camino Boquerón - Yucra, fuego que se desencadenará a pedido del Comandante de la D 2”.

El fuego de nuestra artillería, en la mañana del día 17, mereció el siguiente comentario del TCnel. Marzana:

“Hora 6:15 empieza un cañoneo intenso como en ningún otro día, emplean todas sus piezas”.

El ataque de la infantería del día 17, fue organizada con el esfuerzo principal por la derecha; después de haber avanzado promisoriamente, se desorganizó, debido a la llegada del destacamento boliviano Montalvo, el cual tomó por sorpresa la retaguardia desguarnecida del RI 6, comandada por el Mayor Arturo Bray, con la dotación de los cadetes de la Escuela Militar encuadrando una excelente tropa. En su dotación de arma tenía dos cañones de acompañamiento. Constituía un refuerzo extraordinario.

En esta circunstancia, la artillería paraguaya, continuaba manteniendo a los bolivianos en jaque, durante el resto de aquella jornada y los días subsiguientes.

El Tte. Boliviano José Daza, describió esta actuación en los siguientes términos:

“Día 18 a las 8, una de las bombas cae en la posición del sub Tte. Aguirre, hiere a éste y a varios soldados. Es la maldita artillería paraguaya que sigue haciéndonos estragos; llegan poco a poco unos heridos. Oh! que maldita artillería”.

El TCnel. Marzana elevó aquel día el siguiente parte al Comandante de la 4ª División Boliviana. Marzana todavía mantenía una vaga esperanza de salvar Boquerón y decía:

“Hasta mientras no quede garantizada la vía de comunicación, no podré comunicar a Ud. la realidad de nuestra situación. Exige desde luego dotarnos de potencia de fuego de artillería, capaz de contrarrestar la del enemigo que aniquila y diezma nuestras filas en forma alarmante, pues cuenta con batería de obuses 105 y Schneider 75, piezas de acompañamiento y Stokes, que naturalmente, en tantos días de combate han podido descubrir las trincheras y nidos de ametralladoras, reglando su tiro a su antojo”.

Los documentos bolivianos continúan enumerando las bajas y los estragos causados por la artillería en el fortín y sus trincheras de defensa. Entre las mismas, el más impresionante sea quizá, la muerte del Capitán Manchego ocurrida a consecuencia de la herida infligida por un casco de granada.

El 19, el Tte. Heriberto Florentín, fue designado para efectuar tres vuelos y rectificar los datos para nuestro croquis, así como para cooperar con la artillería observando los tiros.

El 20 de Septiembre, el TCnel. Estigarribia emitió una orden a la D 1 y la D 2, referente a la artillería.

“A fin de facilitar la observación de tiros de la artillería, tanto por las tropas de primera línea como por la aviación, ese Comando se servirá ordenar a sus Artillerías Divisionarias, procedan a la numeración de los objetivos y zonas sobre las cuales puedan hacer tiros de eficacia. Esta medida es también importante desde el punto de vista del Comando, a fin de poder ordenar la iniciación o cese del tiro de artillería sobre tal o cual objetivo, según las necesidades de las operaciones”.

El GA 2, comunicó el mismo día que su batería 105 tenía los siguientes objetivos: Nº 1, “Punta Brava”, Nº 2, el recinto del fortín. La batería Yegros, 75 recibió misión táctica directamente del RI 4, y la batería Rovira del RI 2. Esta última batería había perdido un cañón en los primeros días del combate, debido a la explosión del tubo accidente que causó algunos heridos.

Es oportuno resaltar que la infantería aprobaba calurosamente la presencia de los artilleros, cuya cooperación directa, estimulaba la moral e infundía bríos a los combatientes. Constataron que el bombardeo de la artillería hacía disminuir la intensidad del fuego enemigo.

La artillería no actuaba solamente sobre el recinto del fortín y sus fortificaciones, sino reglaba también disparos sobre las posiciones bolivianas de Yucra. Se destacaron observaciones de sus tiros, sobre esta zona.

Con la cooperación, principalmente de la D 2, finalmente, la artillería consiguió instalar algunos teléfonos los cuales facilitaron la tarea de observación. En cambio surgieron crecientes dificultades de transporte, la falta crítica del agua, había obligado al GA 2, despachar casi todas sus mulas hacia Villa Militar, reteniendo solamente el número de animales estrictamente necesario para poder efectuar desplazamientos locales. El GA 1, aprovechando la lección recibida en los primeros días de la batalla, había venido al frente con un mínimo de mulas.

El Comandante en Jefe del I Cuerpo de Ejército ordenó al Cuartel Maestre de Villa Militar, la siguiente orden de urgencia en los transportes: 1) Agua, 2) Proyectiles de artillería, 3) Carne, ganado en pie o en conserva.

A las 20 horas del 23 de setiembre, por Orden Nº 80 del I CE, fue nombrado Comandante de la Artillería del Cuerpo, el TCnel. Camilo Recalde. Esta Artillería del Cuerpo, abarcaba al GA 1 y GA 2. Recién el 23 de setiembre el cerco de Boquerón estuvo cerrado, pero los estragos causados por nuestra artillería en el fortín seguían en aumento. Los describió el TCnel. Marzana con impresionantes palabras:

“Nada que se parezca a batalla, sino los horribles y desesperantes cuadros que presentan los heridos en su mayor parte por cascos de granadas y proyectiles de artillería, mal curados por falta de drogas, gasa, algodón y desinfectantes, mal atendidos en alimentación, por falta de agua y víveres y finalmente agrupados en un solo galpón por ser el único capaz de resistir algo, el efecto demoledor del obús 105, que tiene reglado sus tiros al fortín y a nuestras posiciones”.

El creciente efecto destructivo de nuestra artillería se evidencia a través de las observaciones sucesivas del TCnel. Marzana. Escribe el 21 de setiembre:

“El día más funesto para nuestros defensores, pues caen más de veinte entre muertos y heridos, ocasionados por las granadas lanzadas por la artillería en un bombardeo incesante de toda la noche y todo el día”.

(22) “Amanece como los anteriores, amenazado el fortín por el constante bombardeo de la artillería paraguaya y de sus grupos de combate que no cesan en distraernos minuto a minuto y en todas direcciones”.

(23) “En la madrugada de hoy, ha dejado de existir el Capitán Manchego. Hoy el número de heridos alcanza a más de 90, para mañana tendremos más de cien y la situación es mucho más peligrosa”.

Para el 26 de setiembre el Comandante del I CE ordenó un nuevo asalto sobre el fortín ya cercado. A la artillería fue asignada la misión de preparar el ataque, 15 minutos antes, de la hora “H” y además las balerías 75 debían actuar como artillería de acompañamiento, en coordinación directa con los regimientos de infantería. No se logró conquistar el fortín, empero, nuestra artillería causó severos daños a los bolivianos. Lo atestigua Marzana:

“Hora 5:15: toda la artillería enemiga concentra su fuego al fortín y a nuestras posiciones; se producen muchas bajas, el cañoneo dura por el espacio de una hora, terminado lo cual su infantería nos ataca con ímpetu del primer día del ataque (el memorable día 9, 14 horas de combate) prolongados dos horas más o menos y continuado con el tiroteo de costumbre”.

El Tte. José Daza se refiere a la acción de nuestra artillería en aquella ocasión:

“El día de ayer, a las 16 horas ha muerto el Tte. Guzmán a consecuencia de una explosión, también resultó herido el Tte. Dávila. Maldito cañoneo nos causa muchas bajas”.

En los días subsiguientes, el empleo de la artillería resultaba peligroso puesto que nuestras líneas alrededor del fortín se había estrechado considerablemente; en algunos sectores, a distancia de bayoneta. Fue la progresión por milímetros.

El 28 de setiembre surgió en diversos sectores de la infantería la idea de que sería imposible tomar las posiciones bolivianas de Boquerón, sin empleo decisivo de la artillería. Como esto era muy arriesgado, dada la estrechez del cerco, el TCnel. Camilo Recalde propuso una retirada de nuestras fuerzas de infantería en 700 a 900 metros, a fin de dar un espacio para que todas las bocas de fuego (artillería y morteros) se concentraran para destruir las alambradas y trincheras bolivianas, frente a nuestra D 1.

La idea encontró oposición de algunos jefes, quienes opinaban que semejante retirada deprimiría la moral de nuestras tropas y alentaría la de los bolivianos. Fue, finalmente, rechazada y nuestra infantería se aprestó para ejecutar el asalto final al día siguiente.

Este esfuerzo heroico final, resultó a la postre innecesario, porque en la mañana del 29 de setiembre el fortín amaneció adornado con banderas blancas, la resistencia del destacamento Marzana se había agotado, después de veinte días da denodados combates. Boquerón había vuelto al Poder Paraguayo.

Fue una victoria de repercusión decisiva sobre el curso de la guerra. Abatió de modo irreversible la moral de los bolivianos y electrizó al pueblo paraguayo, confiriéndole fe inquebrantable en su ejército y en su conductor, el TCnel. José Félix Estigarribia.

Simultáneamente, fue la gran batalla escuela, que enseñó a muestro ejército la realidad del Chaco y plasmó la doctrina cuyo empleo consecuente nos condujo a la reconquista de nuestra heredad patria.

En esta victoria decisiva, nuestra artillería había recibido su bautismo de fuego, desempeñando función principalísima. Nuestra artillería acompañada por los morteros, causó el 90% de las bajas de las fuerzas bolivianas, emplazadas en el fortín y en sus trincheras

Mucho contribuyó para destruir las instalaciones de los bolivianos y para descomponer su organización. Fue su incesante actuación devastadora de día y de noche, factor fundamental para minar la moral del ocacional adversario, hasta producir su colapso final.

La victoria de Boquerón, por tanto, es un Día de Gloria para la Artillería Paraguaya, por el apoyo prestado a las demás armas hermanas.

 

9 DE SEPTIEMBRE DE 1932

GRUPO 2 DE ARTILLERÍA “GENERAL ROA”

Comandante Capitán Raimundo Rolón
Oficial de Ordenes Teniente 1º Guillermo Gatti
Oficial Orientador Teniente Juan Martincich
Ayudante Capitán Atanasio Sosa

 

1ra. Batería “75”

Comandante Capitán Juan Rovira
Oficial de Tiro Teniente 1º Oscar Echeguren
1a. Sección Teniente 1º Rogelio Vázquez
2a. Sección Teniente 2º Luis González

 

2da. Batería “75”

Comandante Capitán Fulgencio Yegros
Oficial de Tiro Teniente 1º Lindolfo González
1a. Sección Teniente 1º Raúl Fernández Decamilli
2a. Sección Teniente 1º Julio R. Cartes

 

3ra. Batería “105”

Comandante Capitán Francisco Arrón
Oficial de Tiro Teniente 1º Carlos A. Vittone
1a. Sección Teniente 1º Oscar Mora
2a.. Sección Teniente 2º Mauricio José Troche

 

 

12 DE SEPTIEMBRE DE 1932

GRUPO 1 DE ARTILLERÍA “GENERAL BRUGUEZ”

Comandante de Grupo Mayor José Luis Vera
Ayudante Teniente 1º Alberto Gústale
Intendente Capitán Administración Manuel Achucarro
Médico Teniente 1º Dr. Eliseo Sánchez
Veterinario Teniente 2º Vet. Victoriano Arámbulo
Farmacéutico Teniente 2º Benito González
Armero Teniente 2º Mario Perito

 

1ra. Batería “75”

Comandante Capitán Amancio Pampliega
Oficial de Tiro Teniente 2º Alberto Sánchez
Oficial de Ordenes Teniente 2º Herminio Morínigo
Oficial Orientador Teniente 2º Reserva Julio César Pompa

 

2da. Batería “75”

Comandante Capitán Enrique Godoy Cáceres
Oficial de Tiro Teniente 2º Manuel Toranzos
Oficial de Ordenes Teniente 2º Carlos Montanaro
Oficial Orientador Teniente 2º Alfredo Stroessner

 

3ra. Batería “105”

Comandante Teniente 1º Julián Espínola
Oficial de Tiro Teniente 2º Anastasio Martínez
Oficial de Ordenes Teniente 2º Zenón Morínigo

 

Fuente:

Libro Bautismo de Fuego de la Artillería Paraguaya en Boquerón - General de Brigada Raimundo Rolón Ex-Presidente de la República del Paraguay.

Observación: Fue el único Oficial de Artillería que escribió sobre la actuación del Arma en la Guerra del Chaco.

 

 

Fuente digital: http://generalyegros.com (Registro: Agosto 2011)






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