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FULGENCIO YEGROS GIROLA (+)

  BATALLAS DE SAAVEDRA, 10 DE NOVIEMBRE DE 1932 (Artículo de EL DIARIO, 1932)


BATALLAS DE SAAVEDRA, 10 DE NOVIEMBRE DE 1932 (Artículo de EL DIARIO, 1932)

BATALLAS DE SAAVEDRA

LA BATALLA DEL 10 DE NOVIEMBRE DE 1932

 

 

 

TRANSCRIPCIÓN DE UN ARTÍCULO ESCRITO POR

 

UN CORRESPONSAL DE GUERRA DE “EL DIARIO”, 1932 [1]

 

 

Desde el mes de Agosto, los periódicos del Altiplano iniciaron una tenaz campaña destinada a crear la convicción de que la batalla del 10 de Noviembre de 1932, librada en el campo que en aquel entonces se llamaba todavía de Saavedra fue una gran victoria boliviana.

 

Empezaron afirmando que un puñado de valientes —130 bolivianos en total—habían detenido para siempre el avance de todo el Ejército Paraguayo, de 12.000 combatientes, señalando la épica resistencia, el comienzo de la reacción heroica, que los conduciría a la victoria final sobre los "pilas" insolentes. Poco a poco y a medida que la propaganda ganaba intensidad, el efectivo boliviano y el número de bajas paraguayas fueron aumentando, resultando para el mes de Noviembre, se habían distinguido en la acción varios jefes y oficiales que merecían ser condecorados juntamente con los 700 sobrevivientes por haber matado 4.000 "pilas".

En primer lugar, los bolivianos no pudieron matar, herir, ni siquiera ver 4.000 paraguayos ese día, por la sencilla razón de que frente a ellos tuvieron solamente a nuestro Regimiento "Corrales" incompleto y reforzado con una fracción del "2 de Mayo", con un efectivo total que apenas alcanzaba a 1.000 hombres.

En "La Razón" de La Paz del 10 de Noviembre, se lee que en la "Jornada heroica" se distinguieron los Regimientos "Campero", "Loa", "Abaroa", "Campos", 25 y 50, etc. Nosotros agregamos que en el etcétera, estaban incluidos los 2.000 hombres salvados de las "heroicas" batallas de Yucra - Castillo y Arce o sean los restos de los Regimiento "Pérez", 14, 15, 20, 35 y 45, ''Lanza'', ''Loa'', "Campero'' y 6 de Caballería que fueron disueltos para reorganizar el "Campero", "Loa", "Campos", "Pérez" y "Lanza", por ser unidades de tiempo de paz. También intervino en la acción el "Azurduy".

Y en estas condiciones, francamente, no pudo haber inferioridad numérica para los bolivianos ya que lanzaron al combate más de 4.000 hombres contra 1.000 paraguayos escasos.

En cuanto a los jefes que sobresalieron, afirma el diario citado, que fueron los Tenientes Coroneles Julio Quiroga, Genaro Blacut, José Capriles, Julio Bretel y José Rivera, los Mayores Florián Montan (que si no estamos equivocados se llama Froilán y descansa desde la desaparición del Regimiento 43 que comandaba últimamente) y Germán Jordán (muerto por una bala perdida) y el Capitán Sinforiano Bilbao (único que tuvo buena actuación y cayó prisionero, herido, en Campo Vía). El Coronel Bernardino Bilbao, que comandaba un Destacamento tuvo también buen comportamiento.

Sostiene que el triunfo correspondió a los bolivianos y que con sus bajas fueron escasas, citando entre los muertos al Teniente Medina y a los Subtenientes Antelo, Camacho, y Luis Gutiérrez Vera y entre los heridos al Capitán Sinforiano Bilbao, al Teniente Eguigorri y al Subteniente Julio Ocampo. Olvida algunos oficiales muertos, desaparecidos y otros caídos prisioneros en nuestro poder pero, no obstante ese olvido resulta fácil calcular las pérdidas, puesto que de los 4.000 hombres que participaron en el combate, serán condecorados 700 sobrevivientes.

Por nuestra parte daremos algunos detalles que parecen haber olvidado los bolivianos. El 10 de Noviembre de 1932 se produjo el único combate de encuentro de toda la guerra. Ambos contendores lucharon en campo abierto, sin trincheras lo que permitió poner de resalto la enorme superioridad del soldado paraguayo y al final quedamos dueños del campo, cayendo en nuestro poder un enorme botín de guerra, inclusive camiones y más de 100 prisioneros. Conste que los bolivianos fueron los atacantes.

Es cierto que el número de "La Razón" del cual obtenemos los datos, pretende que los bolivianos capturaron 76 ametralladoras, 693 fusiles, 3 oficiales cuyos nombres callan y 54 soldados, pero han olvidado ya que ni el Comunicado oficial de su Comando Superior afirmó nunca semejante disparate. Los fusiles que tomaron son los de los heridos y su número no excede de 50.

En lo que a los prisioneros respecta, tomaron un sólo oficial herido, el Tte. Rolón López y 41 soldados, casi todos heridos también. Esta fue la única vez en todo el curso de la guerra, que capturaron una cantidad algo apreciable de prisioneros, porque, dada la clase de lucha entablada, lograron aislar parte de una compañía nuestra cuyos componentes se defendieron valerosamente y cayeron prisioneros los sobrevivientes heridos.

 

LA BATALLA DE LA PRIMERA QUINCENA

DEL MES DE DICIEMBRE DE 1932

 

El día primero de Diciembre el ejército paraguayo inició una ofensiva contra Saavedra, después de haber acumulado más fuerzas en ese lugar, puesto que con un Regimiento reforzado, no era posible pensar en la ejecución de ninguna operación contra un ejército boliviano 4 veces superior.

El sólo hecho de que empleáramos 20 días en reunir los contingentes necesarios, está diciendo las dificultades que debíamos vencer. Nuestros ataques duraron 8 días y si bien obtuvimos éxitos parciales importantes, la victoria no fue nuestra porque no alcanzamos el objetivo perseguido. Saavedra no cayó en nuestro poder. Lo declaramos con franqueza.

Si dejamos de persistir en nuestra ofensiva, fue porque nuestros soldados se hallaban materialmente extenuados. Desde Boquerón habían combatido sin descanso, hicieron todas las marchas a pié, conduciendo sus armas y proyectiles y en Saavedra volvieron a luchar, sin una queja. Su moral era robusta, pero su cuerpo careció de fuerzas para sostenerlo.

Cuando se conozca el número de agotados que produjo la marcha de la unidad nuestra, que desde Platanillos llegó a pié frente a Saavedra, y el número total de agotados que tuvimos en 8 días de combate, nadie podrá negar que fueron el hambre y el cansancio los que nos vencieron y no los bolivianos.

Por si los periodistas bolivianos lo han olvidado, les recomendamos que lean los partes oficiales del General Lanza de aquella época y en ellos, en la mofa que hacen del famélico Ejército Paraguayo, encontrarán expresada la verdadera causa de nuestra falta de éxito.

Debe tenerse en cuenta que el Paraguay fue arrastrado a la guerra sin estar preparado. Las primeras necesidades de nuestras tropas, durante el asedio de Boquerón, fueron satisfechas con unos cuantos camiones requisados de veinte marcas diferentes. Nuestros continuos triunfos y avances duplicaron la distancia, mientras el número de vehículos había disminuido, por el trabajo excesivo realizado. En estas condiciones ¿puede hablarse de victoria boliviana? A Saavedra nos llevó nuestro entusiasmo sin pensar que nuestro cuerpo no podía ya mantenerse en pié.

Esta batalla nos hizo ver la necesidad de suplir todas las deficiencias provocadas por la improvisación, única manera de vencer a un adversario, superior en número, en calidad y cantidad de armamentos, en elementos de transportes y en una palabra, con todas las ventajas que una larga y persistente organización previa proporciona.

Gracias al gran despliegue de fuerzas y elementos hecho por los bolivianos en Saavedra, ante nuestros hambrientos soldados, nos percatamos de la necesidad de ponernos en condiciones de competir con ellos y pasamos a la defensiva. Durante 8 meses descansamos y nos organizamos, haciendo en plena guerra lo que nuestro pacifismo y fe en el derecho no nos permitieron hacer en tiempo de paz. Durante esos 8 meses castigamos dura y sangrientamente al adversario, rechazando sus brutales ofensivas. Y cuando ya estuvimos listos, triunfamos en Gondra, Pampa Grande, Pozo Favorito, Nanawa y resolvimos a nuestro favor la guerra con la decisiva gran batalla de Gondra - Zenteno.

Ved si tenemos razón en afirmar que la "victoria boliviana de Saavedra", según ellos, les resultó contraproducente. Esa "victoria" los condujo al desastre final y completo.

 

 

EL GRAN COMBATE DEL 27 DE DICIEMBRE DE 1932

FRENTE A SAAVEDRA

 

 

PRIMERA OFENSIVA DEL GENERAL KUNDT

 

Sabemos que el General Hans Kundt, se convirtió en Comandante en jefe del Ejército Boliviano, cargo del cual tomó posesión el día 8 de Diciembre de 1932, fecha en que la ofensiva paraguaya en el sector da Saavedra había cesado. Por lo tanto, si algún mérito tiene para los bolivianos la paralización de nuestra ofensiva, debe ser atribuido a cualquier jefe.

Sabemos también, por lo dicho en que en la retoma de Platanillos tampoco intervino el General Kundt, pues todos los trabajos preparatorios se le deben al General Lanza y la ejecución, corrió a cargo del General Sanjinés.

Por eso, el combate del 27 da Diciembre de 1932 cobra especial relieve, fue la primera ofensiva elaborada por el estratega importado y también fue el primer fracaso suyo. Todo un símbolo para él. Con un descalabro empezó, otros muchos le siguieron, menudeando y aumentando de proporciones a medida que el tiempo transcurría, para terminar con algunos que no tendrán igual en la historia de la América del Sur.

 

 

ALGUNOS ANTECEDENTES

 

Cuando en la segunda mitad de la primera quincena del mes de Diciembre pasamos a la defensiva frente a Saavedra y retiramos gran parte de las tropas allí agrupadas creyó el Generalísimo llegado el momento de dar un golpe, en el cual cifraba grandes esperanzas.

Se había percatado de la disminución de nuestros efectivos, lo que unido a la retirada de nuestra unidad que allí quedara para ocupar nuevas y más convenientes posiciones, 3 kilómetros más atrás de las que hasta entonces ocupara, fue suficiente para entusiasmarlo y decidirlo a intentar lo que nunca ha conseguido, ni conseguirá derrotarnos.

Como acto preparatorio y con el objeto de desorientarnos, en la mañana del día 24 de Diciembre lanzó un recio ataque contra el fortín Corrales que duró desde las 7 hasta las 11 y 30 horas y fue sangrientamente rechazado.

El día 25 cesaron las hostilidades, de acuerdo a un pedido del Vaticano, aceptado por ambos combatientes, como tregua de Navidad. Entre el 26 y 27 rechazamos dos serios ataques contra nuestras posiciones avanzadas cerca de Platanillos y General Duarte, los cuales tenían también por objeto distraernos.

 

 

EL LUGAR DE LA ACCIÓN

 

EL famoso kilómetro 7 se halla situado sobre el camino da autos de Zenteno a Saavedra, contando el kilometraje desde este fortín. Hay en ese lugar un extenso cañadón de 3 a 4 kilómetros de ancho cuyos bordes cortan el camino indicado a la altura de los kilómetros 7 y 11 aproximadamente.

Durante nuestra ofensiva de los primeros días del mes de Diciembre logramos llegar y hasta rebasar el Kilómetro 7, o sea el borde más próximo a Saavedra pero, habiendo resuelto nuestro Comando pasar a la defensiva tal situación se convirtió en desventajosa para nuestras tropas, tres veces inferior en número a las que hasta entonces allí permanecieran, dada la gran extensión de las posiciones con el enorme cañadón a sus espaldas, lo que hubiera permitido a los bolivianos flanquearnos con facilidad.

El abandono de nuestra actitud ofensiva hacía innecesaria y peligrosa la conservación, de la línea descrita y en consecuencia, construimos nuevas posiciones en la orilla opuesta del cañadón, o sea la más próxima a Zenteno, para obtener con el cambio apreciables ventajas, asegurando nuestros flancos y retaguardia, haciendo invisible nuestra línea ocultando su extensión y profundidad y adquiriendo un campo de tiro admirable, vale decir, que acaparamos todas las ventajas, obligando al adversario a desenvolverse en un terreno desabrigado, cuyos puntos principales estaban perfectamente reglados por nuestra artillería y morteros. Las nuevas posiciones en vez de quedar a 7 kilómetros de Saavedra, distaban de 10 a 11, lo que significaba un retroceso de 3 a 4 kilómetros.

Estamos seguros que el General Kundt, puesto en nuestro lugar, no habría tomado tal determinación. Está visto y comprobado por su larga y algo más que estéril dirección, que él da más importancia a la conquista o conservación del terreno y trata de asegurarlo por todos los medios, antes que perseguir el objetivo primordial de todo combate: la destrucción del enemigo. Todos sus contratiempos tienen su origen en el defecto que señalamos.

Como a nosotros sólo nos interesan los procedimientos de Kundt y los estudiamos, para sacar de ellos todo el rendimiento posible, en la segunda quincena del mes de Diciembre de 1932, nos retiramos del kilómetro 7 y ocupamos las nuevas posiciones referidas. El repliegue se efectuó en perfecto orden, sin que los bolivianos los notara.

En realidad, la retirada no fue completa, pues mantuvimos en nuestro poder los bosquecillos o islas del gran cañadón, donde quedaron establecidos puestos avanzados y retenes. Con ello evitamos que los bolivianos conocieran nuestra verdadera línea de defensa y les hicimos presumir que defenderíamos las islas.

Para la fecha en que tuvo lugar el repliegue mencionado, se hallaba el alto mando boliviano empeñado en reorganizar su 7ª División, hasta entonces absorbida por su compañera la IV División. La reorganización tenía por objeto colocar a la 7ª División en condiciones de llevar una enérgica ofensiva contra Nanawa.

Resulta difícil encontrar los motivos que tuvo en cuenta el General Kundt para modificar y postergar varias semanas su idea primera, o sea el golpe contra Nanawa, fortín que consideraba aislado y desguarnecido. Quizás la lentitud con que iban llegando los refuerzos que le enviaban del Altiplano, unido a la mayor facilidad que para accionar le ofrecía la 4ª División, ya organizada en Saavedra, sirvan para ensayar una justificación. No fueron ajenas a su determinación nuestra retirada y la enorme disminución de nuestros efectivos delante de Saavedra. Todo parece indicar que se creyó capaz de producir dos ofensivas, con poca diferencia de tiempo, casi simultáneas.

Bajo cualquier aspecto que se estudien sus cálculos, maniobras y resultados obtenidos se llega a la conclusión de que hubo falsa apreciación de la capacidad combativa y posibilidades de los paraguayos, acompañada de una ligereza y precipitación imperdonables. Solamente quien haya leído y comprendido bien las contundentes verdades que del temperamento del General Kundt, nos dice el Teniente General alemán don Ernesto Kabisch.

 

 

EL PRIMER ATAQUE

 

Día caluroso y despejado. Desde las primeras horas de la mañana una intensa preparación de artillería nos anunció que los bolivianos se lanzarían al ataque y adoptamos las medidas de precaución y engaño, que tan excelentes resultarlos nos darán, tendientes a producir en su ánimo la impresión de nuestra debilidad, a fin de entusiasmarlos y provocar un ataque desordenado.

Después de 600 cañonazos que sólo hirieron una mula, empezó la infantería boliviana su avance por el cañadón, encontrando una pequeña resistencia delante de las islas donde teníamos establecidos nuestros puestos avanzados y retenes. A medida que su ataque progresaba, fueron enardeciéndose y dando muestras de un loco entusiasmo, exteriorizando con prolongados hurras y vivas a Bolivia pero al mismo tiempo la desarticulación de su línea e incoherencia del ataque se acentuaban cada vez más.

Ocupados todos los puestos y retenes se encontraron a distancias variadas, delante del gran monte, en cuya orilla habíamos construido nuestra primera línea de defensa de la cual sólo partían algunos disparos aislados de fusilería, como si estuviera poco menos que desguarnecida.

La fácil ocupación de las islas y el muy escaso fuego que partía del bosque les hicieron perder la poca precaución que aún observaban y el resto de cohesión y se lanzaron al último y desordenado ataque. Los bolivianos ya no se tendían en el suelo; avanzaban parados por el desabrigado cañadón, seguros de la victoria y de la debilidad de nuestras fuerzas. Ignoraban que más de 120 ametralladoras, de las cuales por lo menos 80 les habían pertenecido a ellos, los estaban apuntando, a la espera del momento oportuno de entrar en acción, sin contar la fusilería, morteros y artillería.

Las órdenes de ¡Al asalto! ¡A la carrera mar! pronunciadas por los oficiales y repetidas por la tropa atacante se oían claramente, mientras la desordenada carga proseguía y el torbellino se aproximaba a nuestra línea. Sin el menor anuncio y en forma brusca e inesperada los nuestros rompieron el fuego, cuando ya los bolivianos se encontraban casi al borde del bosque, convertido de pronto en el cráter de un volcán. El avance que parecía incontenible, se detuvo bruscamente.

La indecisión hizo que los adversarios empezaran arremolinarse, buscando en vano protección y refugios que no existían, momento y situación que fueron muy bien aprovechados por nuestros fusileros y servidores de armas automáticas, mientras nuestros morteros y artillería formaban detrás de los atacantes una verdadera cortina de fuego para impedir la retirada y la llegada de refuerzos.

Los que lograron huir de aquel infierno se reunieron, en las islas donde estaban concentrados sus compañeros encargados de proteger el avance y que no debían abandonar su refugio, al percatarse de los estragos que estaban sufriendo los Regimientos que formaban el primer escalón. Sólo quedaron en el campo los muertos y los heridos, oyéndose los desgarradores gemidos de éstos. Y sus llamados a los camilleros.

Bruscamente cesó el fuego, especialmente de artillería y morteros y cuando todos los bolivianos se hubieron amontonando en las islas, consecutivas andanadas empezaron a batir esos lugares de concentración, tan bien conocidos y reglados por los nuestros, causando grandes bajas y provocando el debande completo de les contrarios.

 

 

EL SEGUNDO ATAQUE

 

Casi tres horas emplearon los oficiales bolivianos en reunir y reorganizar sus tropas dispersas, con el objeto de intentar un segundo asalto. El nuevo ataque difería enormemente del primero; no hubo durante su desarrollo arrebatos ni carreras alocadas. Se extremaron las precauciones y evitaron los peligrosos hacinamientos. El avance era lento y metódico.

También nosotros variamos de procedimiento. Nuestra línea, ubicación y potencia de fuego y de efectivos habían sido puestas de manifiesto. Una segunda sorpresa ya no era posible. En consecuencia los disparos de las armas de grueso calibre se hicieron menos frecuentes y sólo aumentaban de intensidad cada vez que nuestros observadores conseguían localizar alguna línea de asalto. Al ininterrumpido funcionar de la fusilería reemplazaron disparos sueltos, precisos, casi aislados, hechos sobre blancos determinados. Al tableteo constante de las ametralladoras, que consumía cintas y cargadores completos, sucedieron las cortas ráfagas, hachas previo cálculo de distancia y afinamiento de puntería.

La actividad de fuego boliviano era casi nula, porque su artillería, por temor a causar bajas propias, dejó de funcionar antes de tiempo y la infantería se preocupaba más de buscar refugios que de utilizar sus armas. Por otra parte, sus disparos habrían resultado estériles, dada la perfección y acabada mimetización de nuestras trincheras.

Paulatinamente y a medida que los bolivianos se iban aproximando a las posiciones nuestro fuego fue en aumento, hasta detener el avance, Allí quedaron los atacantes largo tiempo pegados al suelo, sin poder moverse, viendo como las bajas seguían produciéndose, sin poder intentar siquiera un ademán para defenderse, ya que todo movimiento significaba la muerte. De pronto la desmoralización se apoderó de ellos y trataron de salvarse apelando a la fuga pero, como para huir era necesario ponerse de pié y éstas determinaciones son siempre irreflexivas y los oficiales no puedan contenerlas, dieron oportunidad a los nuestros de aumentar considerablemente las proporcionas del triunfo.

La precipitada y desordenada fuga quedó señalada sobre el terreno por cientos de muertos y heridos y enorme cantidad de útiles y armas abandonadas, pues nuestras armas automáticas y morteros trabajaron con rápida y eficiencia, abriendo terribles claros en las filas de los fugitivos.

Ocho horas duró el intermitente combate y tan escarmentados quedaron los bolivianos que no se atrevieron a recoger sus armas y pertrechos abandonados a menos de 1.000 metros de nuestra línea y dejaron morir a sus heridos. Eso explica la enorme cantidad de material caída en nuestro poder, sin haber contraatacado.

El General Kundt elaboró su plan con desconocimiento absoluto de nuestros efectivos, valor y potencia da fuego, con injustificado desprecio al enemigo y sin haber estudiado previamente las modalidades y características de la Guerra del Chaco.

Es cierto que el último defecto apuntado puede serle disculpado en parte, dado el corto tiempo de su actuación, pero no es menos cierto que 11 meses después de aquel desastre persiste en sus errores, con una terquedad digna de mejor suerte. Creo haberlo aprendido todo en Alemania y en la guerra europea y que ya nada le falta aprender. Ha sido profesor durante tantos años, que no concibe versé convertido en alumno.

Los Comandos inferiores encargados de poner en práctica el plan del superior, quizás influenciados por la precipitación de éste, ordenaron el ataque sin reconocer previamente el terreno ni las posiciones paraguayas, medida ésta tan indispensable y elemental, que la conoce y practica cualquier Cabo o Sargento nuestro. Si alguna duda nos remitimos al resultado.

 

 

LAS BAJAS Y MATERIAL RECOGIDO

 

Los bolivianos tuvieron algo más de 400 hombres de tropa y 12 Oficiales muertos, lo que unido a los heridos, aún calculando una proporción mínima, hace elevar el número total de bajas a más de 1.000. De entre los oficiales muertos fueron identificados en el lugar de la acción, el Subteniente Víctor Richman, Teniente Adriano Murgia, Teniente A. Lanza, Subteniente Constantino Movía, Subteniente Víctor R. Chumacedo, Subteniente M. Mendizábal, Teniente Vargas, Teniente Mendoza y Teniente López.

Posteriormente se constató que también habían muerto en el mismo combate el Capitán Walter Kon, austriaco, presidiario, el Capitán Mariano Arria Gutiérrez, del RI 2 "Sucre", Teniente Castillo del RI 50 "Murgia" y el Sub-Teniente Collazos. Entre los muertos se halló también al Sub-Oficial Hugo Sandoval hijo del Presidente de la Suprema Corte de Justicia de La Paz.

Entre los numerosos heridos figuran el Teniente Garnica, Comandante de Compañía del RI 18 ''Junín'' actualmente inválido, Teniente Jorge Vila, de RI 3 "Pérez", que murió en Nanawa el 4 de Julio y el Teniente Arias, Comandante de Compañía del RI 18.

Nuestras bajas fueren increíblemente reducidas: 1 muerto y dos heridos de tropas.

Pocas veces se habrá obtenido a tan bajo costo un resultado de las proporciones descriptas debido a las fallas de dirección y ejecución anotadas y a la circunstancia de haber combatido los nuestros desde trincheras bien, seguras e ignoradas, con excelente campo de tiro.

Recogimos el siguiente material 1 ametralladora pesada, 5 livianas, 1 trípode de ametralladora pesada, más de 450 fusiles, un camión en buen estado, 2 carpas grandes y 20 chicas, 25 tubos de repuesto de ametralladora, 23 cajas de bandas, 140 cargadores de ametralladoras liviana, 9 cajas da herramientas para ametralladoras y enorme cantidad de proyectiles y otros elementos de menor importancia.

 

 

LAS UNIDADES BOLIVIANAS QUE PARTICIPARON EN LA ACCIÓN

 

Tuvo a su cargo el ataque la 4ª División enemiga, que en aquel entonces se hallaba muy reforzada, al mando del Coronel Enrique Peñaranda. Actuaron en primer escalón los Regimientos Nº 3 "Pérez", Nº18 "Junín", Nº 38, Nº 2 "Sucre" y Nº 50 "Murgia", todos de Infantería. En segunda línea los Regimientos Nº 6 "Campos", Nº 27 "Chacaltaya", Nº 25 y Nº 4 "Loa", de Infantería, más el Nº 1 "Abaroa" de Caballería. Total 10 Regimientos, con un efectivo aproximado de 5.000 hombres, sin contar la Artillería y servicios auxiliares, contra 3 Regimientos paraguayos, escasos.

No estarán de más algunos datos relativos a las unidades que sufrieron más bajas.

 

RI 50 "Murgia"

350 plazas, 4 ametralladoras pesadas y 6 ametralladoras livianas, con 4 Compañías, la 4ª de ametralladoras.
Comandante: Teniente Coronel General Blacut.
2do. Comandante: Mayor Valdivia.
Oficiales: Subte
nientes Marañón, Clavijo, Troche, Aliaga, Sapana y González.

 

RI 18 "Junín"


Comandante: Teniente Coronel Sanjinés.
350 plazas, 4 ametralladoras pasadas y 4 livianas con 4 Compañías.
Oficialas: Capitán César Condarco, Subtenientes Nogales y Guzmán, siendo Sub-oficiales los otros Comandantes de Compañía y de Sección.

 

RI 38 "Socabaya"

Comandante: Teniente Coronel Tejada.
400 plazas, 4 ametralladoras pesadas y 9 livianas con 4 Compañías la 4ª de ametralladoras.
Oficiales: Subtenientes Galván, Ancíbar y Murillo, siendo Suboficiales y Sargentos los otros Comandantes de Compañía y Sección.

 

RI 2 "Sucre"

Comandante: Teniente Coronel Menacho.
2do. Comandante: Mayor Ibáñez.
400 plazas, 4 ametralladoras pesadas y 6 livianas, con 4 Compañías.
Oficiales: Capitán Arrín, Tenientes Bueno y Villarroel y Subtenientes Lanza, Rocha, Velasco y Quintana.

 

RC 3 "Abaroa"


Comandante: Teniente Coronel Julio Quiroga.
400 plazas, 4 ametralladoras pesadas y 12 livianas, con 4 Compañías.
Oficiales: Teniente Cañedo, Subteniente Rioja y Suboficiales.

RI 25, que había salido de Oruro con 380 hombres, 4 ametralladoras pesadas y 12 livianas y se hallaba a las órdenes del Teniente Coronel Julio Bretel, estaba muy mermado por las deserciones y enfermedades.

De todos los Regimientos citados, el que más sufrió fue el RI 50 "Murgia". Quedó casi aniquilado.

 

 

 

CONSECUENCIAS

 

 

La descabellada ofensiva ordenada por el General Kundt, contra nuestras posiciones frente a Saavedra, tuvo graves consecuencias. No solo dejó de obtener el éxito esperado, sino que el estéril sacrificio de tantas vidas lo obligó a postergar el gran primer ataque contra Nanawa, proyectado para los primeros días del mes de Enero del corriente año, hasta el 20 del mismo mes. Esta postergación nos permitió enterarnos de los planes bolivianos, hasta sus más mínimos detalles y la guarnición de Nanawa fue triplicada.

Si en Bolivia no pueden explicarse la causa de la soberbia resistencia que hallaron en ese fortín, aquí les damos la explicación, que nada tiene de milagrosa. Gracias al error de Kundt, cuando la postergada ofensiva se produjo, nuestro efectivo era 4 veces superior al calculado por ellos. El valor y heroísmo paraguayo hicieron el resto.

 

 

EL COMBATE DEL 11 Y 12 DE DICIEMBRE DE 1933

 

Un año después y cuando ya los bolivianos al decir de su prensa había logrado habituarse al Chaco, venciendo a sus peores enemigos que eran la distancia y la naturaleza, volvimos a marchar sobre Saavedra, a raíz del estupendo triunfo de Gondra - Zenteno.

Esta vez el adversario hizo su resistencia en el kilómetro 5, pues carecía de fuerzas suficientes para intentarla en el Kilómetro 7. Algo más de un día se sostuvo, siempre retrocediendo ante el empuje arrollador de nuestros soldados. La aparición en su retaguardia de otras fuerzas paraguayas procedentes de Murgia, lo obligaron a huir precipitadamente en dirección a Muñoz, pero la casi totalidad de los fugitivos, en número de 1.000, aproximadamente tuvo que internarse en los montes, porque encontraron los caminos ocupados. A muchos de ellos pudieron socorrer nuestros soldados. El resto murió de hambre y sed en los montes hostiles y secos de ese Chaco, en todo extraño al invasor y que por eso lo rechaza.

Hágase el balance desapasionado de todas las acciones de Saavedra y se verá que no puede ser más terrorífico su resultado para los bolivianos y que todos sus cuentos, leyendas heroicas, están destinados a desaparecer definitivamente de la parte del Chaco, barridos por el empuje, el valor y el coraje nunca igualado del soldado paraguayo, sin parangón en la historia.

 

Fuente:

[1] Transcripción de un artículo escrito por un Corresponsal de Guerra de “El Diario” - Ediciones Dominicales, del 26 de Noviembre de 1933 y del 31 de Diciembre de 1933, sic.

Observación:
Son diarios de la época, en plena guerra y por seguridad omitían los nombres de los oficiales y utilizaban siglas tales como C.C., N.N., Z.Z. o Y.Y.

 

Fuente digital: http://generalyegros.com (Registro: Agosto 2011)






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