AUNQUE SEA PARECIDO

Por LUIS BAREIRO

lbareiro@uhora.com.py

Un ejercicio básico para elegir acertadamente a una persona para ocupar un determinado cargo es recordar qué cosas deberá hacer esa persona en el ejercicio del cargo que pretendemos asignarle.

Por ejemplo, si el designado deberá empuñar un bisturí, cortar la piel, extraer un riñón de un cuerpo y trasplantarlo en otro, cae de maduro que el elegido deberá tener acabados conocimientos de cirugía.

Si el ungido para ocupar el puesto deberá reparar motores, cambiar autopartes y determinar por qué no se enciende la luz del señalero, resulta obvio que ese hombre o mujer requerirá de generosos conocimientos y experiencia sobre mecánica de autos, además de cierta fama de honradez que permita al cliente de turno tener alguna garantía de que no será timado.

¿Y si el designado deberá gobernar un país? Allí parece que el perfil del candidato ideal ya no resulta tan claro.

Repasemos lo que cualquier presidente electo deberá hacer si pretende una gestión exitosa y veamos si eso nos permite determinar a quién necesitamos para el cargo. Por supuesto, no es lo mismo buscar un presidente para Holanda que uno para el Paraguay.

En este país, lo primero que un presidente deberá hacer es encontrar la fórmula que le permita controlar las apetencias insaciables de su propio partido. En Paraguay, los partidos son enormes estructuras electorales que se alimentan del dinero público.

El malón de operadores que las hacen funcionar y que hoy otorga apoyo incondicional al candidato, mañana, si se alcanza el poder, reclamará su porción de la cosa pública.

Una vez domesticada la fiera propia, el presidente deberá sentarse a una mesa con los representantes de las otras fieras y concertar con ellos cuestiones tan básicas como la elaboración de un presupuesto razonable, y otras tan complejas, como la depuración del Poder Judicial y la despolitización de la educación.

Nótese que todos los puntos suponen que las fieras deberán renunciar a privilegios que hoy les permiten tener bajo control a sus correligionarios y a los que no lo son. Estamos hablando de desmantelar un sistema de dominación.

Conseguida esa proeza, el presidente deberá tener la capacidad política de convencer a la sociedad civil de la oportunidad y certidumbre de las acciones acordadas, y el tino suficiente como para elegir a las personas adecuadas para emprenderlas.

Todo esto lo tendrá que hacer el presidente en medio de las tensiones propias de un país horrorosamente desigual, y con un marco constitucional que deja al antojo del Congreso la posibilidad de su destitución.

Madurez, cintura política, capacidad de concertar, tolerancia, firmeza y flexibilidad a la vez, inmunidad contra la soberbia y profundas convicciones democráticas.

Son ejemplares rarísimos. Les dicen estadistas. Paraguay tuvo uno o dos a lo largo de toda su historia. Hoy debemos encontrar uno.

O al menos uno que se le parezca.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

Sección OPINIÓN

Domingo, 21 de Abril de 2013, 00:00

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