ESTE TEMA DE LA PLATA

Por LUIS BAREIRO

lbareiro@uhora.com.py

Suponga que usted es el único que trabaja en su familia y que quien se encarga de dibujar el presupuesto de la casa es su pareja. Obviamente, solo usted puede saber con exactitud de cuánto dinero dispondrá cada fin de mes, y le pedirá a su media naranja que establezca un orden de prioridad en los gastos, según el grado de necesidad y de acuerdo con sus ingresos.

Indudablemente, primero habrá que garantizar la comida y el techo, luego la salud y la educación de los chicos, luego la luz y el agua, y lo demás de acuerdo con lo que sobre, si es que sobra algo.

Usted le anuncia a su pareja que su disponibilidad será de dos millones por mes. Y su pareja arma un presupuesto de dos millones.

En plena confección del presupuesto, sin embargo, se produce un incidente inesperado. Los chicos comunican que no volverán a clases hasta que no les cambien los uniformes que vienen remendando desde hace tres años. A su pareja le parece que el reclamo es justo y agrega el gasto.

En la tarde, la mujer que ayuda con la limpieza de la casa se cruza de brazos y anuncia que permanecerá así hasta que no le aumenten el sueldo, congelado desde su contratación un lustro atrás.

Otra vez, su pareja considera justa la exigencia y la añade a su lista de gastos. Viendo los buenos resultados de la doméstica, el jardinero, que aparece cada quince días, también hace su rabieta y obtiene alguna mejora en el cobro por sus servicios.

Tras una media hora de llanto desconsolado, la hija mayor recibe autorización para participar de la excursión escolar al Brasil y la menor obtiene un dinerillo adicional para reemplazar por otros nuevos un par de gastados zapatos deportivos.

Ante la satisfacción que ha generado en la casa con solo apuntar los números en el presupuesto, su pareja se siente generosa y satisfecha de sí misma y le añade un par de gastos adicionales más al proyecto.

Cuando usted llega a la casa, se encuentra con que para sus ingresos de dos millones hay un presupuesto de cuatro.

A partir de entonces toma préstamos para pagar créditos anteriores, con frecuencia la doméstica está de huelga porque cobra con atrasos, el jardinero le inició una demanda por falta de pago, la despensera amenaza con cancelarle la libreta por la mora y su pareja quiere el divorcio.

Eso mismo le pasa al Estado. El Ejecutivo, que es el único que puede estimar cuánta plata tendremos, quiere una ley que le impida a quien dibuja el presupuesto, el Congreso, ser generoso con un dinero que no existe. El Congreso dice que esa ley sería inconstitucional.

Ahora mismo están ya medio peleados. Ojalá encuentren una salida negociada. Por el bien de la economía y de la estabilidad política.

El último divorcio nos salió muy caro.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

Sección OPINIÓN

Domingo, 01 de Septiembre de 2013, 03:00

ENLACE INTERNO A ESPACIO DE VISITA RECOMENDADA

(Hacer click sobre la imagen)