BRASIL, LA OPORTUNIDAD ES AHORA

 Por ALBERTO ACOSTA GARBARINO

En este momento existe un amplio consenso en nuestra sociedad de que el Paraguay solamente podrá desarrollarse integrándose al mundo.   Porque en el mundo están los capitales y la tecnología que necesitamos para producir y los grandes mercados a quienes vender.   Y en el mundo, el país más importante para nosotros es el Brasil, por ser vecino y por tener la mayor economía de América Latina.   Además, Brasil es hoy la sexta economía del mundo y una de las vedettes para los inversores internacionales.    En el año 2011 las inversiones extranjeras directas (IED) recibidas por el Brasil fueron las mayores de toda su historia, superando los 60.000 millones de dólares, cifra que aumentaría en los próximos años, debido principalmente a sus grandes necesidades de infraestructura y a las exigencias que eventos mundiales, como la Copa del Mundo del 2014 y las Olimpiadas del 2016, van a demandar.   Pero no todo es color de rosas. Ese mismo flujo de dinero que trae bonanza, también está generando graves problemas para el Brasil.   El primer problema es la caída del dólar y la consecuente apreciación del real, lo que ha hecho que el Brasil sea un país cada vez más caro para los compradores de sus productos y menos competitivo para producir.   Esa pérdida de competitividad afecta fuertemente a muchas industrias brasileñas, ante las asiáticas en general y las chinas en particular.    En el 2011 las compras de productos industriales en el Brasil tuvieron un crecimiento del 14%, mientras que la industria brasileña tuvo un crecimiento de 0%, lo que implica que la diferencia fue cubierta con productos importados.   Numerosas empresas, como, por ejemplo, las de confecciones, muebles y zapatos, se encuentran con graves problemas para competir con los productos que vienen de Asia.   El segundo problema, consecuencia del primero, es que el Brasil se encuentra ante un grave riesgo de desindustrialización. Esto significaría convertirse en un país productor de commodities como soja y carne e importador de productos industrializados.   Pero ese escenario es absolutamente inaceptable para toda la clase dirigente, política, empresarial y social del Brasil.   Primero, porque saben que un país jamás podría desarrollarse si no tiene una industria pujante y competitiva. Segundo, porque el sector industrial es el que les genera la mayor cantidad de empleos, en un país eminentemente urbano y además representa más del 30% de su PIB, frente a menos del 10% del sector agropecuario.   Esta situación, de un dólar barato y un real caro, va a permanecer durante un largo tiempo, por lo menos durante esta década, y representa una amenaza de muerte para varios sectores de la industria brasileña.   Una de las alternativas ante este problema es transferir parte del proceso industrial a países vecinos donde los costos de producción sean menores.   Esa es la visión de varios grandes dirigentes brasileños y esa es ahora la gran oportunidad para el Paraguay.   Esta nueva situación debería impulsarnos a salir de la habitual "agenda negativa" que tenemos con Brasil, donde los temas que tratamos son siempre conflictivos, como la triple frontera, los royalties de Itaipú o los problemas de tierra de los brasiguayos y pasarnos a una nueva "agenda positiva", donde negociemos y acordemos la integración de nuestras cadenas productivas, que permitan competitividad a la industria brasileña y al Paraguay, inversiones, empleo y desarrollo.   Pero para eso, nosotros, los paraguayos, tenemos que consensuar primero lo que queremos y lo que no queremos para nuestro país, pero urge que lo hagamos ahora, porque el tren de las oportunidades está pasando y no nos va a esperar.   

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

www.ultimahora.com

Sección OPINIÓN

Domingo, 04 de Marzo de 2012

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