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PERIÓDICOS DEL PARAGUAY 1842 - 1900

  CABICHUÍ 1867 - 1868 (PERIÓDICO DE GUERRA)


CABICHUÍ 1867 - 1868  (PERIÓDICO DE GUERRA)

CABICHUÍ 1867 - 1868

Periódico Paraguayo

 

 

 

 

 

 

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Colección de la BIBLIOTECA NACIONAL

Biblioteca Virtual del PORTALGUARANI.COM

 

 

 

 

 

 

CABICHUÍ (PERIODICO DE GUERRA)

Por BERNARDO NERI FARINA)

El lunes 13 de mayo, los Talleres Gráficos del Ejército instalados en Paso Pucú, hoy departamento de Ñeembucú, imprimió el primer número de CABICHUÍ, tal vez el periódico de trinchera más emblemático y más conocido.

CABICHUÍ fue fundado y redactado por Juan Crisóstomo Centurión y Natalicio de María Talavera. Colaboraban en este periódico, entre otros, el deán Eugenio Bogado, el padre

Francisco Solano Espinoza, el padre Fidel Maíz y Víctor Silvero. La sección del padre Maíz se titulaba Popĩa.

CABICHUÍ era un semanario bilingüe, con caricaturas. Ilustraba sus páginas Saturio Ríos, educado en París, de brillante actuación posterior en la política, y, muerto luego de la guerra, en la mayor pobreza, en una choza de San Lorenzo del Campo Grande. También lo ilustraban otros jóvenes como Inocencio Aquino, Gregorio Cáceres, Juan Bargas, Francisco Velasco y Francisco Ocampos.

Recordaba el coronel Juan Crisóstomo Centurión que la discusión sobre el título del periódico y sobre el dibujo que debía servirle de portada duró unos tres días. Finalmente fue aceptada su propuesta para el título, que transmite la idea de aguijonear y zaherir al enemigo (cabichuí es una especie nativa de avispa), lo mismo que el dibujo de la portada, que representa, según Centurión, "un negro acosado por una multitud de esas avispas". Cada ejemplar tenía cuatro páginas a tres columnas.

El padre Fidel Maíz apuntaba que Cabichuí era un periodiquín hebdomadario, ilustrado con grabados en madera, "cuyo objeto era distraer y alentar el espíritu de la tropa, haciendo lo posible para que no se apercibiese de que estábamos ya circunvalados por el enemigo con la toma de Villa del Pilar".

Maíz, en su libro ETAPAS DE MI VIDA, refiere una anécdota que pinta enteramente cuánto dependía el contenido del periódico de lo que el Mariscal Francisco Solano López ordenaba. En una oportunidad, el obispo Palacios juzgó "blasfema” una afirmación de Maíz en el periódico y le mandó que no volviera a escribir, bajo amenaza de un castigo eclesial. Tras de que desapareciera la firma de Maíz (en realidad su seudónimo, Popĩa) en el periódico, el propio López le requirió al respecto. Enterado de lo sucedido, llamó a Palacios y le dijo: “En adelante, su Ilustrísima, no censure ningún escrito de Maíz". Y a este le impuso: "Escriba usted cuanto quiera; solo queda responsable ante mí".

Ya en su primera edición, CABICHUÍ marcaba su fuerte ligazón con el Mariscal, al manifestar que al presentar "saluda al primer soldado de la América meridional, al infatigable campeón de los derechos de la Nación Paraguaya, al defensor esclarecido de la autonomía de los pueblos libres que baña con sus cristalinas aguas el magnífico Plata". Este lenguaje excesivamente alabancioso hacia López perdurará durante toda la existencia del periódico.

El lenguaje de CABICHUÍ, así como el de El CENTINELA, era despectivo en la alusión al enemigo y utilizaba términos da calificadores: macaco, negro, rabilargos. Abundaban las imágenes zoomorfas. Pero hay que tener en cuenta que del otro lado tampoco andaban con remilgos a la hora de tratar a los paraguayos.

El lenguaje empleado por CABICHUÍ no era del agrado de todos los paraguayos, que lo consideraban "vulgar", pero entendiendo que si López no se oponía, tal estilo contaba con su complacencia, los redactores siguieron con tal lenguaje.

El blanco favorito de la mordacidad de CABICHUÍ fueron los brasileños, tratados siempre de cobardes y ridiculizados permanentemente. "Tales explosiones se comprenden en medio de la exaltación de una guerra sanguinaria, que causó un verdadera genocidio en la población paraguaya, sin necesidad de pretender que toda obra que posea algún mérito deba ser un pulcro ejemplo de corrección política", de acuerdo con lo que consigna Roberto Goiriz en un análisis del contenido gráfico del periódico.

De CABICHUÍ se publicaron 95 números. El último apareció en San Fernando, el 20 de agosto de 1868. Cabichuí también fue víctima de la ira de López, que ocasionó una tragedia en ese paraje de leyenda donde tantos paraguayos fueron ejecutados por sus propios compatriotas tras un juicio sumarísimo por una supuesta conspiración contra la vida del Mariscal.

Fueron fusilados Carlos Riveros, periodista de Cabichuí y considerado el redactor de la declaración de guerra a la Argentina; el boliviano Tristán Roca, quien había sido director de El Centinela y protegido de Francisco Solano López, y Julian Aquino, el director de la Imprenta, quien había ido a estudiar a Europa junto con Saturio Ríos.

Lo más patético de esta historia infausta es que el padre Fidel Maíz ofició de fiscal de sangre de sus propios compañeros de causa de tantas legendarias jornadas periodísticas.

 

 

 

 

Documento fuente:

EL PERIODISMO DE GUERRA (TRIPLE ALIANZA)

Por BERNARDO NERI FARINA

Colección 150 AÑOS DE LA GUERRA GRANDE - N° 09

© El Lector (de esta edición)

Noviembre, 2013. (127 páginas)

 

 

 

 

 CABICHUI - EL ARTE DE LA GUERRA DEL PARAGUAY
 
INVESTIGACIÓN de TICIO ESCOBAR y OSVALDO SALERNO
 
COLECCIÓN DEL MUSEO DE BARRO
 
 
 
Texto: Los macacos mangrulleros:
 
-Meu Almirante, o que se ve é muita gente, e muitos canhoés.
 
Xilograbado de Ygnacio Aquino, 1867
 
 
 
CABICHUI
 
EL ARTE DE LA GUERRA DEL PARAGUAY
 
La historia cultural del Paraguay, anclada en la memoria indígena y crecida con la historia colonial, sufre un trauma brutal durante la segunda mitad del S. XIX.
 
El 14 de Mayo de 1865 se firma el "Tratado de la Triple Alianza" entre el Brasil, la Argentina y el Uruguay en contra del Paraguay. Durante los siguientes cinco años se desarrolla la guerra más desigual y dramática de la historia americana: la "Guerra del Paraguay", como se la llama en América del Sur, es el resultado de la convulsa crisis del Río de la Plata, de los problemas de libre navegación y de límites que tenía el Paraguay con sus vecinos y, muy especialmente, de su proyecto independentista que se insertaba conflictivamente en la escena geopolítica del Cono Sur.
 
Desarrollada a lo largo de un lustro oscuro, la Guerra significó para la población paraguaya una verdadera masacre, que exterminó al ochenta por ciento de la población masculina adulta, e implicó el saqueo y el despojo económico y, sobre todo, su forzado acceso a la dependencia al capital extranjero y el endeudamiento de sus restos.
 
Durante el desarrollo de esta tragedia, la alta tasa de alfabetización entre el ejército paraguayo fue aprovechada con inteligencia por el Mariscal Francisco Solano López, presidente del Paraguay. La prensa combativa fue usada, por lo tanto, como instrumento de moralización, propaganda y adoctrinamiento y un eficaz medio de información que llegó a constituir un arma más de lucha. En este contexto surgen los periódicos guerreros: "EL CENTINELA", "CABICHUÍ" (que significa "avispa", en alusión a su agresiva mordacidad) y, posteriormente, "CACIQUE LAMBARÉ", escrito totalmente en idioma guaraní, y "LA ESTRELLA". A pesar de las adversidades que marcaron la producción del periodismo combativo, este llegó a producir uno de los puntos más altos del grabado popular de América del Sur; tallados sobre madera en pleno frente de batalla, los grabados de "CABICHUÍ" y algunos de "EL CENTINELA", constituyen, en efecto, el fenómeno más importante de la práctica visual paraguaya hasta el S. XIX y el caso más peculiar en la historia del arte gráfico latinoamericano de la época.
 
La imagen de "CABICHUÍ" está esencialmente concebida como ilustración de los artículos y comentarios escritos. Habría que considerar, en primer lugar, esa relación imagen-texto. Los contenidos del periódico suponen, opuesto al lenguaje suelto y expresivo de las ilustraciones. El texto expresa la cultura oficial gestada bajo la época del gobierno (1841-1870) de Carlos Antonio López y su hijo, el Mariscal Francisco Solano López. Los artículos usan una retórica grandilocuente, una terminología rebuscada que hace alusión constante a los grandes temas de la literatura clásica y suponen un refinamiento de signo europeo.
 
Por otra parte, el hecho de que el texto estuviera directamente orientado a la elevación del espíritu combativo y a la difusión de la propaganda oficial impidió que mucha información real apareciese en estas páginas: los escritos del "CABICHUÍ" hacen hincapié en las victorias nacionales y minimizan el poder del enemigo. A partir de una posición voluntarista y desde continuos mecanismos de mistificación dirigidos a la moralización de la tropa, sus artículos no reflejan la verdadera situación de las fuerzas históricas de entonces: la desigual y dramática posición de un sólo país enfrentado a la poderosa coalición de la Triple Alianza.
 
Casi autónomamente, la imagen se desarrolla en un sentido diferente, opuesto muchas veces. Las limitaciones derivadas de la falta de formación académica de los grabadores y la consecuente ausencia de artistas cultos en las filas combativas abrieron la posibilidad de una figuración enlazada con la cultura popular y alimentada de sus símbolos y sus formas. Y una vez más se abre el camino de la expresión popular al margen de los proyectos oficiales.
 
La estética visual propuesta por los López se basaba en la importación de modelos neoclásicos; es indudable que de haberse podido contar sistemáticamente con artistas que siguieran tales modelos, sus diseños se habrían impuesto sobre los de aquellos anónimos soldados aficionados que carecían de otra formación que la adquirida día a día en su improvisada práctica de grabar ilustraciones.
 
Lo mismo había sucedido en la imaginería popular gestada a partir de la Colonia, fundamentalmente desde el S. XVIII, en el espacio libre dejado por las Misiones Jesuíticas que sirvió para que el pueblo inventase sus propios creadores: anónimos artistas capaces de reinterpretar los modelos impuestos y expresar su propio mundo.
 
Es cierto que las oposiciones no son tan tajantes: a veces también la figuración se pone al servicio de conceptos abstractos (alegorías sobre la libertad, el poder, la patria, etc.) y el texto utiliza el idioma guaraní o narra hechos más inmediatos, anécdotas conectadas con las vivencias cotidianas del soldado. Pero, aún así, por un lado, casi siempre la representación alegórica de los grabadores logra salvarse de caer en el estereotipo académico reformulando los arquetipos de manera particular (p.e., la representación de una mujer, símbolo de la libertad, asume soluciones naifs y adquiere rasgos campesinos); y, por otra, aunque el texto utilice el idioma guaraní y se refiera a circunstancias más concretas, no logra desprenderse de su tono declamatorio ni de sus recursos de oratoria culta.
 
A diferencia, pues, de los contenidos literarios, los grabados de "CABICHUÍ" son capaces de conectarse con la tradición popular, de desarrollar formas ágiles de comunicación referidas a su propio tiempo y de constituirse en una alternativa de expresión propia: ellos significan un gran nexo que conecta aspectos de la imaginería mestiza gestados durante la Colonia con una imagen concebida según un sentido moderno de la comunicación gráfica. Por eso, las xilografías de "CABICHUÍ" podrían equipararse al grabado de la "literatura de cordel" del Brasil, que perdura hasta hoy, y al de la "hojas volanderas" mexicanas, cuyo punto más alto estuvo representado por José Guadalupe Posada.
 

 
 
Texto: Los soldados paraguayos arreándonos del campo macacuno
 
a nuestro campo bueyes, mulas ...
 
Xilograbado de Ygnacio Aquino, 1868
 
 
 
En principio, la imagen visual del periódico guerrero sirve para ilustrar los artículos utilizando un lenguaje más directo para estimular al soldado acompañándolo en el mismo frente de batalla. Pero es indudable que, sobre esta primera función, progresivamente se va ensanchando un espacio expresivo en la medida en que los grabadores van adquiriendo mayor destreza técnica y seguridad formal. (Es significativo que recién a partir del ejemplar Nº 44 aparecido el 23 de mayo de 1867 en Paso Pucú, aparezcan las primeras firmas, esto supone cierta autoconciencia de profesionalidad que se va desarrollando con el mejor manejo de los medios gráficos).
 
Este hecho tiene varias implicancias. En primer lugar, sostiene la idea de que los xilógrafos fueron autodidactos. En segundo, el aprendizaje común promueve la gestación de soluciones comunes, recursos formales colectivos e, incluso, la fuerte codificación de muchas imágenes (por ejemplo, la tortuga, el globo, el león, el río, el bote, etc. presentan una gran similitud de técnicas y diseños). Pero acá entra a tallar, además, otro factor importante: a partir de la concentración en los campamentos, de la convivencia obligada del cuartel, los grabadores soldados tienden a uniformar sus experiencias y elaborar respuestas comunes ante una circunstancia compartida reforzada por la urgencia de la situación: juntos, los soldados-artistas aprenden y juntos desarrollan imágenes en una dirección tan convergente que, sin forzar demasiado los términos, permite hablar de un estilo de "CABICHUÍ".
 
Esta unidad formal se fundamenta sobre algunos caracteres generales de la cultura popular: falta de formación académica, socialización de los recursos formales, probable origen social popular de los grabadores, sentido narrativo y minucioso, tendencia a la simplificación, espontaneidad en el manejo de los medios, concepción ingenua y llana de la representación, etc.
 
A partir de esa base común se definen algunos caracteres específicos de la xilografía de CABICHUÍ: concepción particular del espacio (simultaneidad de diferentes puntos de vistas: sentido frontal y perspéctico, vista de planta y perfil; peculiar percepción de los espacios geográficos: llanura, ciudad, interiores, etc.), planteamiento del motivo como desarrollo sucesivo de un acontecer, detallismo descriptivo, soluciones dibujísticas y xilográficas integradas, tendencia a una aguda autorrepresentación caricaturesca, posibilidad de captar con rapidez aspectos propios del humor popular paraguayo, utilización de diferentes pautas figurativas según se desee estigmatizar al enemigo o idealizar al camarada.
 
Esta capacidad de ir creando lenguajes expresivos a partir de desafíos concretos, así como este gran intento de enfrentar la historia, de exorcizar la tragedia a través del símbolo; esta eclosión repentina de formas inventadas o tomadas de otros sistemas de la cultura popular, hacen de la imagen de "CABICHUÍ" un documento fundamental en el desarrollo de la expresividad popular en el Paraguay. Traer a colación las imágenes de una guerra entablada entre los países que hoy integran el Mercosur no busca remover las llagas de la memoria: quiere nombrar el itinerario oscuro de un proyecto que necesita ajustar el fondo oscuro de su propia historia para asumir el peso de las utopías nuevas.
 
Osvaldo Salerno,
 
Ticio Escobar
 
Asunción, febrero de 1997
 
 

Fuente: CABICHUI - EL ARTE DE LA GUERRA DEL PARAGUAY.
 
COLECCIÓN DEL MUSEO DEL BARRO.
 
Editado por la HONORABLE CÁMARA DE SENADORES DE LA REPÚBLICA DEL PARAGUAY y
 
CENTRO DE ARTES VISUALES/ MUSEO DEL BARRO.
 
Asunción - Paraguay 1997.

 
 
del periódico CABICHUI en www.portalguarani.com

 

 

 

 

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  Fuente de la imagen: PERIODISMO DE GUERRA (GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA)

Por BERNARDO NERI FARINA

Colección 150 AÑOS DE LA GUERRA GRANDE - N° 09

© El Lector (de esta edición)

Asunción – Paraguay. Noviembre 2013 (128 páginas)

 

 

 

 





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