PortalGuarani.com
Inicio El Portal El Paraguay Contáctos Seguinos: Facebook - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani Twitter - PortalGuarani
JOSÉ MARÍA COSTA

  OPERACIÓN GEDEÓN. LOS SECRETOS DE UN GOLPE FRUSTADO - Por JOSÉ MARÍA COSTA / OSCAR AYALA BOGARÍN


OPERACIÓN GEDEÓN. LOS SECRETOS DE UN GOLPE FRUSTADO - Por JOSÉ MARÍA COSTA / OSCAR AYALA BOGARÍN

OPERACIÓN GEDEÓN

LOS SECRETOS DE UN GOLPE FRUSTADO

Por JOSÉ MARÍA COSTA/ OSCAR AYALA BOGARÍN

EDITORIAL DON BOSCO

Diseño de tapa: MIGUEL ÁNGEL SOSA

Fotos: Gentileza Diario Última Hora

Edición fotográfica: JORGE ADORNO

Infografía: OSVALDO OLIVERA

Corrección: ARNALDO NÚÑEZ

Documentación: Propia y Diario Última Hora

Asunción – Paraguay

1996 (301 páginas)

 

 

 

PRÓLOGO

 

         Los vertiginosos días que corrieron desde el 22 al 25 de abril pusieron al país en su encrucijada más delicada desde que se recuperaron las libertades públicas en febrero de 1989. Si la crisis político-militar que estalló el lunes 22 de abril se hubiera resuelto con la victoria del general Lino Oviedo, el futuro de la construcción de instituciones democráticas iba a entrar en un cono de sombra de impredecibles consecuencias. El trabajoso esfuerzo de ciudadanos y ciudadanas para abrir senderos de pluralismo, participación cívica e instituciones de la democracia representativa podría haber entrado, en el mejor de los casos, en una fase de estancamiento.

         Una variada gama de factores, tanto internos como externos, permitió la victoria del orden constitucional. Fueron días en que el tiempo se aceleró y las rutinas se alteraron como nunca en los años de la transición. En solamente cinco días la democratización del Paraguay avanzó tanto o más que en los años anteriores. Se desactivó la principal amenaza militar al proceso. La civilidad emergía fortalecida y el militarismo debilitado.

         Este fascinante texto de José María Costa y Oscar Ayala Bogarín tiene un triple mérito a la hora de desentrañar la evolución de esos acontecimientos. Por un lado, la agilidad de su redacción llevará al lector a revivir con pasión esos inolvidables días. Por otro lado, aporta datos desconocidos hasta ahora de los entretelones militares de la preparación, desarrollo y conclusión de la crisis. Y el análisis de esos datos es realizado con rigurosidad periodística que convierte al libro en un ejemplo de investigación en la materia.

         La lectura de esta obra presenta tres dimensiones claves de los sucesos de abril y que ayudarán a comprender a cabalidad el sentido de los mismos.

         a) El factor externo: A lo largo del texto se puede seguir con precisión el peso considerable que tuvo la comunidad internacional en el apoyo a la institucionalidad. Y no solamente en el plano político. Resulta muy reveladora la información de que el coronel Charles Rowcliffe, nada menos que agregado de Defensa de la Embajada de los EEUU, participó el sábado 20 de abril de una reunión en la sede de la Guardia Presidencial con militares en el marco de los preparativos ante una eventual reacción del todavía comandante del Ejército ante el anuncio de su relevo. Si una lección fundamental dejó la crisis es que el país no puede alejarse de las prioridades democráticas que en la actualidad marca la agenda internacional.

         b) Grietas militares: El texto muestra además, con los antecedentes que se remontan al período de la dictadura, las tensiones y crispaciones entre las distintas armas de las FFAA. Estas diferencias se manifestaban en la búsqueda, por parte de cada una de ellas, principalmente la Caballería   -dentro del Ejército- y la Fuerza Aérea, de contar con armamento lo suficientemente disuasivo. Después del golpe de febrero de 1989 esta situación no cambió, sino que continuó en la medida en que la meteórica carrera del general Oviedo iba construyendo bases tanto políticas como militares.

         Queda una reflexión dramática como conclusión de esta parte: una dosis importante del esfuerzo de las FFAA estaba siendo destinada a un posible enfrentamiento interno y no a la defensa nacional. Esta es otra expresión del militarismo, que constituye una deformación de las funciones específicas de una institución.

         c) Confusión de roles: El análisis de las cuatro crisis militares que antecedieron a la de abril muestra que las ambiciones políticas del general Oviedo se iban cimentando en la acumulación de su fuerza militar. En realidad, el ex comandante del Ejército era un caudillo político militar que usaba la parte que podía de las Fuerzas Armadas para sus propósitos políticos. Esta es una herencia directa de la partidización militar heredada desde 1947. La confusión de roles o, lo que es lo mismo, la extendida intervención de determinados sectores militares en política, que llegó a su máxima expresión bajo la dictadura de Alfredo Stroessner, no se había cortado en febrero de 1989. La demostración más clara del carácter esencialmente político que estaba teniendo la carrera del general Oviedo está en que el primer acto suyo el jueves 25 de abril fue un mitin político partidario en el símbolo de sus sueños megalómanos de poder, el popularmente conocido "desfilódromo".

         José María Costa y Oscar Ayala Bogarín señalan en un pasaje de este apasionante libro que esta victoria de la legalidad puede ser entendida como el inicio de un efectivo retorno a los cuarteles, expresión que remite al cumplimiento por parte de las FFAA de las funciones que con absoluta precisión establece para las mismas la Constitución Nacional en su Artículo 173. Recuerdan los autores el comienzo de la proclama insurreccional del general Andrés Rodríguez cuando anunciaba que salían de sus cuarteles para derrocar a la dictadura. ¿Marca abril de 1996 el retorno a los mismos? ¿Se inicia el cierre de una dilatada fase histórica de preponderancia del poder militar en el país, abierta en los años treinta y consolidada en los cuarenta? Se puede afirmar sin dudas, como exponen los autores, que el poder fáctico militar perdió terreno a finales de abril. Pero con precaución incorporan un interrogante cuando escriben que "el futuro dirá si esta «vacuna» contra el intervencionismo militar en la política ha prendido realmente. Por el momento, al tiempo de escribirse este libro, las esperanzas al respecto son grandes. Y la clase política ha comprendido perfectamente que no debe desperdiciar esta oportunidad de ganar terreno y desplazar definitivamente la figura de unas Fuerzas Armadas y unos militares que se creían con el derecho de «tutelar» la democracia e intervenir como árbitros en su desarrollo".

         En suma, José María Costa y Oscar Ayala Bogarín ofrecen al lector una invitación a sumergirse, a través de los detalles, las anécdotas y el análisis preciso, en los laberintos de aquellos inolvidables días de abril. Este texto ayudará no solamente a la comprensión de esos sucesos sino que de su lectura se desprende un compromiso honesto, desde su carácter de profesionales de la comunicación, con la apuesta por la libertad. A pesar de las desilusiones, las tareas pendientes y los gravísimos problemas sociales, el único medio para construir una sociedad plural, totalmente y solidaria es el democrático. Abril nos dejó esa gran lección. El futuro está abierto.

 

         Carlos Martini

         Agosto de 1996

 

 

 

 

 

 

 

 

PRESENTACIÓN

 

         La historia, se suele decir, está siempre escrita por los triunfadores.

         En los sucesos de abril de 1996, que pusieron en peligro la institucionalidad de la República del Paraguay, puede hablarse de un verdadero vencedor: el pueblo, que defendió con valentía y dignidad el proceso democrático. Y, también, de un claro derrotado: el general Oviedo y lo que él representó en esta historia de un intento frustrado por hacer valer el autoritarismo frente a los afanes populares de libertad.

         Como periodistas reivindicamos el derecho de tener nuestras opiniones, y en el análisis que hacemos de los hechos vividos exponemos claramente esta perspectiva, no hemos por ello dejado de mantener una rigurosa fidelidad a los acontecimientos tal cual se desarrollaron. Cuando enfocamos detalles poco conocidos nos hemos precavido de contrastar los testimonios de diferentes protagonistas, para mayor certitud.

         No presentamos esta historia con el lenguaje o la metodología de los cientistas, pero al hacerlo con el estilo que conocemos -el periodístico- abrigamos el afán de dar, con la mayor objetividad y criterio en el relato, nuestro aporte al esclarecimiento de los hechos y al juicio de los mismos.

         En vista de que la crisis de abril no fue tratada con la transparencia y responsabilidad que se requerían de las autoridades, en este trabajo debimos sopesar los eufóricos testimonios de quienes se alinearon a favor de la institucionalidad, y la amarga y resentida versión de aquellos que tomaron partido por un modelo perimido, arrastrados por la ambición e inescrupulosidad de un militar megalómano.

         La privilegiada posición que nos da la tarea periodística como observadores de primera línea nos permitió conocer detalles de boca de los propios protagonistas. En nuestra investigación hemos hablado con civiles y militares; conversamos con políticos, parlamentarios, diplomáticos y funcionarios públicos de diverso rango; con analistas y hasta con simples empleados domésticos.

         Hemos accedido a documentos gubernamentales, militares y políticos importantes, algunos de ellos desconocidos para la opinión pública, los cuales nos orientaron y certificaron en nuestro trabajo. Hemos podido contrastar los hechos de distintas formas, incluso a través de cuadernos de movimientos llevados por oficiales de distintas armas, verdaderas "bitácoras" de la tensionada travesía en el ámbito militar.

         La cercanía de los sucesos, en el tiempo, y la verticalidad natural del estamento militar han motivado que no tuviéramos la autorización para dar a conocer las identidades de muchas de nuestras fuentes. Sus testimonios, sin embargo, fueron en todos los casos rigurosamente contrastados para su publicación.

         Si los hechos relatados y las consideraciones que ellos nos merecen ayudan a comprender que la democracia es un sistema político irreversible en nuestro país, pese al empeño en contrario de una clase dirigente que desestima el juicio de la ciudadanía, el objetivo estará plenamente logrado.

 

         ¿Por qué Operación Gedeón?

 

         Este es el nombre que los oficiales de nivel medio dieron a los operativos desplegados por las fuerzas leales, con motivo del intento golpista del general Oviedo. El nombre recuerda a un personaje bíblico, juez hebreo, cuya fama de guerrero fue notoria en defensa de su pueblo.

         Los secretos y entretelones de esa estrategia de defensa, que aseguraba militarmente a la ciudadanía sus conquistas democráticas frente a la posible aventura golpista del general Oviedo, están contenidos en esta obra y se constituyen en nuestro sencillo homenaje a los uniformados que supieron, sin flaquezas ni dudas, optar por defender el orden constitucional y el proceso democrático.

         Nuestro homenaje es también, por supuesto, a esa ciudadanía que defendió a pecho gentil las conquistas y libertades de la democracia. Especialmente a esa juventud que mostró cómo la vocación por la dignidad puede derribar las pretensiones retardatarias por más armas de guerra que ellas tengan consigo.

         La obra contiene los antecedentes y el contexto en que se dio la decisión del relevo del general Oviedo; el relato de los hechos en esa semana de abril, desde el punto de vista de las gestiones políticas y diplomáticas; las movilizaciones y gestiones que se dieron a nivel militar, lo que constituyen hoy por hoy un elemento inédito en su conjunto; y, finalmente, algunos apuntes para analizar la situación dada y el futuro que se abre en perspectiva.

         Somos conscientes de que el tema no se agota con estas líneas. Pero también confiamos en que ellas darán mayores elementos para el juicio histórico y, sobre todo, una mejor conciencia de la necesidad de estrechar filas en defensa del proceso democrático ante cualquier amenaza de retroceso.

 

 

 

CAPÍTULO I

LOS ANTECEDENTES Y EL CONTEXTO

 

         Varios hechos se habían venido sumando desde hacía años para que en el ambiente político se haya considerado al general Lino César Oviedo como una figura "peligrosa" para la transición. En el Congreso la mayoría opositora había insistido siempre en la necesidad de que el comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas lo sancione y lo pase a retiro por entrometerse en cuestiones partidarias.

         Por todos los medios legales se había tratado de poner freno a tales incursiones. La ley, sin embargo, quedaba siempre corta para cumplir eficazmente ese objetivo, sobre todo considerando la "picardía" y la desvergüenza con que actuaba Oviedo. Desde el exterior eran frecuentes las "señales" del disgusto de países, como los EEUU por el peligro que representaba para la transición la incidencia política del militar.

         Pero era el propio presidente de la República y comandante en Jefe quien se constituía en su defensor. Así se lo veía actuar cuando rechazaba tales sugerencias de pasarlo a retiro y, en contrapartida, elogiaba al criticado general.

         En abril de 1996, sin embargo, tal situación varió. Y el presidente Wasmosy sorprendió a la ciudadanía y a los políticos con su orden de relevar a Oviedo. ¿Qué había pasado? Muchos elementos se habían sumado y llevaron finalmente a esa determinación presidencial.

 

         EL PUENTE DE LA DISCORDIA

 

         Una de las cuestiones fundamentales que se dieron para la decisión de Wasmosy fue la intervención directa y desembozada del militar para que los senadores adherentes a él votaran en contra de la Nota Reversal N° 11, elevada el 8 de mayo de 1995 por el Poder Ejecutivo al Congreso Nacional, por la cual se aprobarían integralmente los acuerdos para la construcción del segundo puente sobre el río Paraná, entre Pdte. Franco y Foz de Yguazú, y se autorizaría la conclusión de la licitación para adjudicarlas obras del mismo y de refacción del Puente de la Amistad.

         Para entender el tema hay que hacer un poco de historia. El 26 de setiembre de 1992 el Paraguay y el Brasil firmaron un acuerdo en Foz de Yguazú para la construcción de un segundo puente sobre el río Paraná, entre dicha ciudad y la de Presidente Franco. Se creó una comisión mixta para viabilizar la licitación. En 1993 tal acuerdo fue aprobado por la Ley 254. Más adelante, la comisión mixta analizó un pedido de las autoridades brasileñas de incorporar a la misma licitación el proyecto de mantenimiento y modernización del ya existente Puente de la Amistad. Esta ampliación de los términos fue sometida a los congresos de ambos países a través de notas reversales posteriores. El Congreso brasileño aprobó la totalidad del acuerdo.

         En nuestro caso el Poder Ejecutivo elevó el pedido de aprobación de la Nota Reversal N° 11 el 8 de mayo de 1995. El Senado le dio su media sanción favorable, ante lo cual las autoridades locales admitieron ya que se abran los primeros sobres de la licitación, que contienen las características legales de las empresas.

Las empresas que se presentaron fueron:

1. Cowan - Concret Mix.

2. Río Paraná-Andrade Gutierrez - Conempa-Ecomipa - Iecsa- Inepar-Tacuarucu.

3. J. Malucelli, Máximo Chávez y Esteio.

4. Cejien - Ingaer - Viviendas Paraguayas y Enrique Remmele.

 

         LOS INTERESES DE OVIEDO

 

         Las bases y condiciones establecían que cualquier empresa extranjera que deseaba presentarse debía hacerlo consorciada con al menos una brasileña y otra paraguaya. La comisión especial de licitación analizó los documentos del primer sobre y en reunión del 28 de julio de 1995 resolvió inhabilitar al consorcio Cejien - Ingaer - Viviendas Paraguayas y Enrique Remmele.

         La razón de esta inhabilitación se relaciona con la crisis financiera desatada en la primera mitad de 1995 y que, entre otras, afectó a la empresa Viviendas Paraguayas. Esta firma, como fue conocido en su oportunidad, tenía como accionista al empresario español Pedro Beneyto, cuyas principales empresas de tipo financiero y bancario habían sido intervenidas tras caer en un proceso de iliquidez agudo y haberse comprobado que hacían operaciones financieras "en negro", es decir, fuera de los parámetros legales establecidos por el Banco Central del Paraguay. Al momento de escribirse estas líneas el español Beneyto seguía sin paradero conocido y sobre el mismo pesaban numerosas acciones judiciales.

         El general Oviedo tenía una ligazón con este consorcio, habida cuenta su amistad y relación comercial con el empresario Gerardo Doll, principal hombre de la firma Enrique Remmele, que formaba parte de la sociedad que entró en la licitación pero fue finalmente inhabilitada.

         Como anécdota se recuerda que el accidente automovilístico que protagonizó uno de los hijos de Oviedo -Ariel- en 1995, y que provocó la muerte de una persona, había puesto de manifiesto aquella relación. Ariel Oviedo conducía en esa ocasión un automóvil deportivo Subaru Impreza registrado a nombre de Gerardo Doll.

 

         EL "VOTO CASTIGO" EN EL SENADO

 

         En un primer momento el Senado aprobó la nota reversal, pero luego la Cámara de Diputados la rechazó y, al volver al Senado, éste también decidió revocar su decisión anterior en la sesión del jueves 11 de abril de 1996.

         Días antes de esta sesión Wasmosy había convocado a varios senadores colorados a una reunión en la residencia presidencial. La mayor parte de los concurrentes fue del sector ligado al "oviedismo". En el encuentro se enfocó el interés del Ejecutivo de que se apruebe dicha nota reversal para la construcción del puente. La negociación giró en torno a ciertas concesiones que haría el Ejecutivo al grupo de senadores ligado a Oviedo. Entre ellas se habló concretamente de la posibilidad de ofrecerle una cartera ministerial, la de Integración, al senador Arnaldo Rojas Sánchez y otra a Miguel Ángel González Casabianca.

         Las conversaciones culminaron positivamente para las pretensiones del Ejecutivo. Incluso había ya cierta tranquilidad y seguridad de que la votación en el Senado le favorecería. Sin embargo, fue el propio Oviedo quien, reunido con el mismo grupo de legisladores, en la casa del abogado José Francisco Appleyard, los conminó a votar contra la nota reversal.

         El proyecto, devuelto por Diputados, precisaba mayoría absoluta para ser aprobado. Sin embargo, con votos de colorados del bloque argañista, del bloque oviedista, liberales y encuentristas, se tuvo un total de 23 votos (sobre 44 senadores) para rechazar definitivamente la mentada nota reversal. Votaron por dicho rechazo los oviedistas Blas N. Riquelme, Amado Yambay, Antonia Núñez, Julio Rolando Elizeche y Pura Moreno de Decoud (los cinco votos que podrían haber marcado la aprobación de la nota reversal, según se había acordado con el Presidente días atrás), los colorados argañistas Víctor Hugo Sánchez, Susana Morínigo, Fernando Martínez y Martín Chiola; el colorado disidente Carlos Romero Pereira; los liberales César Benítez, Rodrigo Campos Cervera, Evelio Fernández Arévalos, Carlos Alberto González, Luis Guanes Gondra, Fernando Pfannl, Gonzalo Quintana, Nilda Estigarribia, Tadeo Zarratea, Víctor Rodríguez y Juan Carlos Zaldívar; y los encuentristas Diego Abente Brun y Juan Manuel Peralta.

         Los únicos colorados oviedistas que no votaron en contra de la nota reversal fueron Arnaldo Rojas Sánchez (que se abstuvo) y Miguel Ángel González Casabianca (que votó a favor). Ambos habían sido los que recibieron la promesa de un nombramiento ministerial. No conseguido el objetivo, por supuesto, no hubo ministerio alguno para ellos.

         Tres fueron las principales argumentaciones para el voto en contra. La primera, que señalaba que el Ejecutivo actúa fuera de la ley al autorizar la apertura de los primeros sobres de la licitación sin que se tuviera aún la sanción total para la nota reversal que autorizaba el mantenimiento del Puente de la Amistad. La segunda, que se percibía la posibilidad de que Conempa y Ecomipa, empresas ligadas al Jefe de Estado, fueran favorecidas con la adjudicación de las obras. La tercera, que los costos previstos, la cantidad de años estipulados para la concesión y el cobro de peaje en los dos únicos puentes con el Brasil en la región generarían ganancias desmedidas en una suerte de monopolio comercial para el cruce de la frontera hacia el vecino país y de éste hacia el nuestro.

         Las autoridades del Ministerio de Obras Públicas estimaron que el costo global de las obras licitadas rondaría los 50 millones de dólares. El semanario Nexo, de tendencia izquierdista, presentó un análisis que avaló otra denuncia de parte del ingeniero Ricardo Canese -su director y tradicional enemigo político de Wasmosy- sobre la supuesta autocontratación que habría con la cuestión del puente por parte del jefe del Ejecutivo. En sus estimaciones la publicación señalaba que de los peajes cobrados en los dos primeros años (a razón de unos 22.000 vehículos por día, y entre 2 y 12 dólares de tasa por cada uno) se estaría recuperando totalmente la inversión y los restantes 28 años de la concesión generarían una ganancia multimillonaria a las firmas adjudicadas. Aunque estas estimaciones fueron consideradas exageradas -el volumen de 22.000 vehículos diarios por el puente es desmesurado- lo cierto es que se creó un clima de sospecha sobre el tema.

 

         ¿EN CUÁNTO INCIDIÓ?

 

         A la hora de evaluar la incidencia de este hecho en la decisión definitiva del presidente Wasmosy de relevarlo a Oviedo, sin duda debe destacárselo en un lugar de importancia. El hecho mostró claramente a Wasmosy la forma en que el general podía meterse en todo, incluso en cuestiones que deberían ser de exclusiva competencia de los Poderes del Estado.

         "A mí no me consultó nadie", había dicho el propio general a Wasmosy cuando éste le reclamó, luego del hecho, el porqué había "ordenado" a los legisladores de su entorno que votasen en contra del proyecto. Esto demostraba el abierto y desvergonzado propósito del militar de interferir en cuanto acto de gobierno de los Poderes del Estado pudiera. Y más aún, en este caso, cuando había un interés económico de por medio o incluso la solapada intención quizás de "chantajear" al Presidente respecto a otro objetivo político que Oviedo perseguía en lo inmediato pero Wasmosy no compartía, esto es, la suspensión de las elecciones coloradas para evitar una derrota frente a Argaña.

         Con esta gota que colmó el vaso presidencial, Oviedo terminaba quizás de convertirse -desde la óptica de Wasmosy- en un peligro real y agudo para su gobierno, luego de haber sido considerado una especie de "garantía" frente a los factores desequilibrantes que enfrentaba el Ejecutivo, entre los que destacaban un Parlamento de mayoría opositora, las crecientes demandas sociales en el campo y la crónica crisis económica.

         Por otro lado, no es menos importante la situación incómoda en que dejaba al Gobierno paraguayo este revés frente a su similar del Brasil que estaba particularmente interesado en la obra. "El Gobierno brasileño lamenta esta decisión, porque el puente es necesario, pero la respetamos. Es una decisión soberana del Congreso paraguayo que podemos lamentar o aplaudir -en este caso la lamentamos-, pero no nos corresponde para nada tratar de influenciar", declaró el embajador brasileño, Marcio D'Oliveira Dias, al respecto.

         El mismo, empero, consideró como "algo absolutamente secundario" el hecho en cuanto a si fue una causa principal del relevo de Oviedo. "Sí parecen haber sido determinantes las actitudes políticas del general Oviedo, las que constitucionalmente le estaban vedadas. El general, quizás por su personalidad activa, estaba tomando actitudes que eran consideradas de fondo político y eso estaba creando problemas al Presidente", manifestó también el diplomático que tuvo una participación cercana y activa en la resolución de la crisis.

 

         UNA ADJUDICACIÓN "RARA"

 

         En la óptica de muchos la intromisión de Oviedo en cuestiones que guardaban relación con un interés económico concreto llevó a desencadenar su relevo del Ejército.

         En el mismo ámbito económico para los observadores agudos no habrá pasado desapercibido un hecho que tuvo su raíz en setiembre de 1995.

         Por aquella época el Congreso estaba estudiando y estaba a punto de sancionar un proyecto de ley para constituir el Consejo Nacional de Telecomunicaciones (Conatel), entidad que tendría a su cargo, entre otras cosas, la concesión de frecuencias para todo tipo de comunicación en el espectro radioeléctrico.

         Sin embargo, antes de que tal ley saliera el Poder Ejecutivo, por Decreto 10.553, del 13 de setiembre de 1995, concedió -sin licitación alguna- licencia a la firma Comunicaciones Personales SA para la instalación, funcionamiento y explotación del servicio de comunicaciones personales para redes privadas y/o públicas en las bandas de frecuencias de 900 MHZ y 1.8 - 1.9 GHZ.

         Según otro decreto, el 9.892, de julio del mismo año, dichas "comunicaciones personales" abarcan desde sistemas de distribución de TV por cable, servicio de TV UHF codificado, servicios de radiobuscapersonas (beepers), hasta servicios de radiodifusión, la comunicación satelital y de telefonía celular.

         El caso saltó a la luz el 14 de abril de 1996, una semana antes de la crisis institucional. En la Comisión Bicameral de Investigación del Parlamento se recibió la denuncia de que tal adjudicación, por cierto bastante "rara" y apresurada, había abierto las puertas a un negociado de gran porte, considerando que los cánones establecidos eran exiguos.

         La CBI remitió en abril un cuestionario a la Administración Nacional de Telecomunicaciones (Antelco) sobre el caso. Las preguntas, al momento de editarse esta obra, no fueron contestadas.

         Se supo, sin embargo, que la empresa adjudicada está preparándose para iniciar un nuevo servicio de telefonía celular vía satélite, que entrará a competir con el servicio ya existente de otra firma, Telecel SA, que hasta ahora tenía el monopolio en este campo.

         Al respecto es pertinente señalar que las conexiones del general Oviedo en el campo económico también llegaron hasta esta última firma. Esto amerita, dentro del contexto de la nueva adjudicación y "competencia" abierta mediante el Decreto 10.553, a suponer que este pudo haber sido otro campo para el roce de intereses económicos con grupos o personas que deben tener vínculos cercanos al entorno presidencial para haber obtenido tan "rara" y ventajosa adjudicación.

 

         LAS ELECCIONES COLORADAS

 

         Otro aspecto que se sumó a la escena previa a la determinación de Wasmosy de relevarlo a Oviedo fue la proximidad de las elecciones internas de la Asociación Nacional Republicana, Partido Colorado.

         El 28 de abril se debían realizar tales comicios que llevarían a renovar el cuadro directivo principal de la Junta de Gobierno del Partido, además de las dirigencias de todas las bases seccionales del país y elegir a los convencionales partidarios.

         En competencia había cuatro movimientos: el de Reconciliación Colorada, liderado por Luis María Argaña; el Coloradismo Unido, que postulaba a Ángel Roberto Seifart a la presidencia del partido; el Coloradismo Democrático, con Blas N. Riquelme a la cabeza; y la Fuerza Colorada Unida, bajo el liderazgo de Atilio R. Fernández.

         El de Argaña era para todas las encuestas el movimiento que mejor performance electoral podría tener. Y se trataba precisamente de la corriente más agresiva y firmemente opositora al gobierno de Wasmosy. Este y su entorno se embarcaron en el apoyo al Coloradismo Unido, liderado por el vicepresidente Seifart, pero nunca tal respaldo fue tan convincente ni convencido. Oviedo, por su parte, apoyaba al movimiento de Riquelme, y el de Atilio R. Fernández era apenas un convidado sin muchas expectativas electorales.

         Desde agosto de 1995 se habían venido postergando las elecciones internas del coloradismo. Finalmente, en marzo de 1996, Seifart y Argaña acordaron dar un cierre a las disputas por los padrones y decidieron llevar adelante, como sea, los comicios. La fecha fijada fue el 28 de abril.

         Pero a Oviedo no le simpatizó mucho tal determinación, apoyada finalmente a su vez por Wasmosy y su entorno. Es que el movimiento de su operador político cada vez descendía más en las encuestas y todo apuntaba a que el ganador sería Argaña, de quien Oviedo prefería no fiarse e incluso temía como un virtual y muy difícil competidor para sus aspiraciones presidenciales para el 98.

         Por ello el general empezó a oponerse de todas las formas posibles a la realización de las internas. A través de sus operadores daba a conocer su postura. El 24 de febrero el seccionalero Mario Benítez Escobar admitió ante la prensa el objetivo de aplazar las internas coloradas hasta 1997. En su razonamiento, el dirigente de base manifestaba textualmente: "El general Oviedo cumple su período dentro de las FFAA en mayo de 1997. Está claro que el cronograma nacional unificará las elecciones municipales y las presidenciales. Por lo tanto, pensamos que el general podría ser primero presidente de la Junta de Gobierno de la ANR y después presidente de la República", señalaba al Diario Ultima Hora1.

         En medio del pesado ambiente preelectoral, el candidato del oviedismo, Blas N. Riquelme, también se ocupaba de lanzar advertencias graves. En una concentración política en la Seccional Colorada 24, del barrio San Pablo, manifestó que él tenía detrás suyo "a quien tiene los cañones", lo cual fue interpretado como una clara amenaza a los que apuntaban a realizar los comicios. Para el senador liberal Gonzalo Quintana tal afirmación debía interpretarse como una advertencia del propio Oviedo: "Es Oviedo quien envía la amenaza contra el proceso democrático a través de Riquelme"2. Un poco más de un mes después, se podía comprobar tal verdad.

         El movimiento liderado por Riquelme, bajo patrocinio del abogado Appleyard, amigo personal de Oviedo, planteó acciones judiciales tendientes a una nueva suspensión de los comicios. Estas acciones, sin embargo, no prosperaron. Se acercaba la fecha de comicios. El Tribunal Electoral de la Capital y luego el Tribunal Superior de Justicia Electoral rechazaron, ya esa última semana previa, sendas acciones planteadas por los oviedistas para tratar de bloquear la realización de los comicios. Las encuestas seguían dando como fácil ganador a Argaña. Los del Coloradismo Unido buscaban algún elemento que volcara el voto hacia ellos. Y allí se presentó la oportunidad de la determinación de Wasmosy de sacárselo del medio a Oviedo.

         Era la ocasión precisa, la medida oportuna. Con esa disposición el Presidente no sólo se estaría sacando de encima un molestoso militar que dificultaba su tarea de gobierno, sino que podría causar un efecto de "shock" en el electorado para mostrar dónde estaba realmente el "poder".

         Operadores del Coloradismo Unido, como los senadores Juan Carlos Galaverna y Carlos Podestá y el diputado Juan Ernesto Villamayor, estaban entusiasmados. Pensaban que esta muestra de poder de parte del Presidente y del oficialismo partidario daría un vuelco en las encuestas que se extendería hasta la compulsa en las urnas del 28.

         El cálculo de probabilidades, sin embargo, pareció haberse excedido en optimismo, y sobre todo fue contrarrestado estrepitosamente por el desarrollo de los acontecimientos en los que el propio Jefe de Estado debió frenar en ciertos momentos su impulso para negociar con el militar sublevado salidas poco simpáticas para la ciudadanía.

         La crisis dejó un resultado magnífico para el proceso: se logró el retiro de un polémico militar que entorpecía la marcha democrática y se avanzó significativamente en la sujeción de los militares al poder civil. Sin embargo, debido a los vaivenes de tal proceso en el que se desarrolló la crisis, tales conquistas quedaron casi opacadas a la vista del ciudadano común y finalmente no tuvieron el efecto de impacto que precisaba el oficialismo colorado para dar un golpe que revierta las tendencias electorales desfavorables.

         Los resultados de los comicios del 28 demostraron que se mantuvo el porcentaje netamente mayoritario de votos de Argaña. Tal vez se podría pensar que el movimiento oficialista haya sumado algunos puntos a raíz de la destitución de Oviedo, pero ello fue insuficiente para el objetivo de conquistar la plana principal del partido. De todos modos, para la ciudadanía quedó el beneficio de haberse librado, aunque sea "de rebote", de un militar molestoso y peligroso para la transición.

 

 

1. Diario Última hora, 24-02-96, Pág. 3.

2. Diario Última hora, 19-03-96 y 20-03-96, Págs. 2/3.

 

 

         RECORTES EN EL PRESUPUESTO Y DESCONTENTO ENTRE COMANDANTES

 

         OVIEDO QUIERE SU PROPIA AVIACIÓN

 

         Para la elaboración del Presupuesto General de Gastos de la Nación correspondiente al ejercicio 1996 los distintos ministerios, entes autárquicos y dependencias estatales habían recibido, como en otros años, sugerencias del Ministerio de Hacienda para reducir sus correspondientes presupuestos. En las Fuerzas Armadas todas las armas y unidades habían atendido tales sugerencias. El Ejército, en cambio, incrementó su pedido de presupuesto.

         La intención de Oviedo era crear la Aviación del Ejército. Confiaba en desviar para el Ejército los 8 aviones F-5 Tiger y los helicópteros que China Nacionalista (Taiwan) donaría a nuestro país.

         En el Congreso el estudio del presupuesto se realiza de octubre a diciembre.

         La Comisión Bicameral de Presupuesto, integrada mayoritariamente por parlamentarios de la oposición, recortó en nueve mil millones de guaraníes (4,5 millones de dólares) el presupuesto planteado por el Ejército. El recorte se circunscribió especialmente en los rubros correspondientes a combustible y compra de armamentos (estaba presupuestada la compra de vehículos).

         La intención de los parlamentarios de la oposición era equilibrar el plan de gastos de las tres fuerzas y restar capacidad de movilidad al Ejército, teniendo en cuenta la actitud hegemónica de su comandante, el general Lino Oviedo.

         Ante esta situación, a partir de febrero de 1996 Oviedo presionó en el seno de las FFAA para que se proceda a una reprogramación del presupuesto del Ministerio de Defensa, de manera que el recorte de nueve mil millones de guaraníes en el presupuesto correspondiente al Ejército sea también absorbido por la Armada y la Fuerza Aérea, y no afecte en demasía a las fuerzas terrestres.

         La pretensión de Oviedo generó la inmediata reacción adversa de las demás fuerzas, fundamentalmente de la Fuerza Aérea.

         Como una manera de justificar su posición, Oviedo mandó preparar estudios presupuestarios a su jefe de Estado Mayor, general de División Víctor Segovia Ríos, y un equipo de coroneles de Administración.

 

         UNA REUNIÓN "CALIENTE"

 

         A solicitud de Oviedo, a mediados de marzo se llevó a cabo una reunión para plantear la problemática en el despacho del general de Ejército, Silvio Rafael Noguera, en el edificio del Comando en Jefe. Estuvieron presentes todos los comandantes de grandes unidades, a excepción del vicealmirante Carlos Guillermo López Moreira, comandante de la Armada, quien se encontraba de visita en Venezuela. Tampoco estuvo el presidente Wasmosy.

         En cierto momento uno de los coroneles manifestó que se justificaba plenamente la derivación a las demás fuerzas de parte del recorte presupuestario hecho al Ejército, teniendo en cuenta que el propio comandante de las Fuerzas Militares, general Noguera, y oficiales de la Fuerza Aérea y la Armada percibían una doble asignación.

         Muy molesto, Noguera exigió una explicación al expositor, quien volvió a ratificarse en la doble asignación que supuestamente percibía el comandante de las FF.MM. Ya irritado, Noguera consideró la intervención como una falta de respeto y, abruptamente, levantó la sesión, alegando que no podía tratarse un tema tan delicado en ausencia de uno de los afectados, el vicealmirante López Moreira. Hasta las cuestiones más nimias fueron cuestionadas en la ocasión, como el "cocido del segundo turno" que se servía en la Armada, para aquellos efectivos que cumplían un servicio nocturno.

         La reunión montada por Oviedo también causó indignación en el comandante de la Fuerza Aérea, general César Cramer. Este inclusive comentó a algunos oficiales que se encontraban cerca suyo que golpearía a Oviedo, pero fue persuadido por sus allegados, para que desista de tal intento.

         La reunión nunca prosiguió. Noguera, quien siempre había tratado de ser diplomático, quedó resentido contra Oviedo y desde ese día cambió de actitud con el comandante del Ejército.

 

 

 

 

EL BASTÓN DE MANDO, COMPARTIDO

 

Todas estas cosas llevaron a Oviedo a sentirse no sólo ya "dueòo" de aquel golpe que instituyó la transición sino ahora también de la victo-ria electoral de Wasmosy. En esas condiciones se creyó siempre con el derecho de decidir e imponer sus posturas en diversos aspectos de la gestión gubernamental.

Para los observadores agudos no habrá pasado desapercibido que el propio presidente Wasmosy, el día de su asunción al mando, el 15 de agosto de 1993, tuvo un saludo muy particular para el general Oviedo en el momento en que éste comandaba la parada militar en honor al nuevo mandatario. Al paso de Oviedo, Wasmosy se paró por única vez durante el desfile y alzó en alto el bastón de mando mostrándoselo al general con un gesto sonriente que éste retribuyó con uno similar su-mado al clásico saludo castrense. ^Era el presagio de la decisión con-junta de "cogobernar" el país, como había dicho Oviedo durante la campaòa electoral? ^Admitía el Presidente con este gesto que el bas-tón de mando también "pertenecía" en parte a aquel oficial pequeòo pero de grandes e inocultas aspiraciones de poder?

Por cierto, la realidad que se tradujo luego en el gobierno de la nación dio siempre para los analistas políticos la apariencia de una dualidad de mando. Y si sobre los "favores" que debía el Presidente al general pudiera haber quedado espacio para la duda de algunos, Wasmosy, tres días después de asumir el mando, convertía a Oviedo en flamante co-mandante del Ejército. Era el pago concreto por la campaòa hecha por el general.

 

 

 

 

 CAPÍTULO 3

LOS DÍAS PREVIOS 

 

"EL ÚNICO QUE PUEDE 99

DAR UN GOLPE...

 

         El presidente Wasmosy había tomado finalmente la decisión de relevarlo de su cargo a Oviedo. Ese lunes 15 de abril daba inicio a una semana que sería bastante frenética para ultimar los detalles políticos, diplomáticos y militares con que enfrentaría las consecuencias de su determinación. Todavía tenía la esperanza de que no habría problemas con Oviedo y quizás éste decida salir "por la puerta grande" para lanzarse posteriormente sin inconveniente alguno a la arena política. Si el general era tan inteligente y astuto como muchos lo pintaban, tal vez entendería que lo que más le convenía era aceptar pacíficamente su sustitución como comandante del Ejército y luego ir proyectando su carrera en el Partido Colorado.

         No podía, sin embargo, Wasmosy dejar de prevenir "lo peor", es decir, la hipótesis no deseable de que la noticia de su relevo y subsiguiente retiro provoque en Oviedo una reacción que lo lleve a intentar un golpe de Estado. En otras ocasiones el polémico militar ya había implementado sus "juegos de guerra" en medio de tensiones con el poder civil, y esa presión psicológica, fundamentada en el poder de fuego de sus unidades y su falta de escrúpulos para hacer valer su voluntad, había conseguido su objetivo: mantener su hegemonía en las Fuerzas Armadas y sobreponer sus propósitos frente a las autoridades civiles.

         Días atrás Wasmosy había mantenido una reunión con periodistas de diferentes medios en Mburuvicha Róga. En esa oportunidad algunos de los convidados habían -como en muchas otras ocasiones- preguntado al jefe de Estado el motivo por el cual no lo pasaba a retiro al general, a lo que Wasmosy contestó, casi como en broma, que lo haría "en su momento". Luego de dicha reunión había comentado a los periodistas que cubren las informaciones del Palacio de Gobierno que el único que podía hacer un golpe era él mismo. Así respondió cuando se le preguntó, una vez más, si no temía que pudiera darse un golpe de Estado por las tensiones que provocaba en los adherentes de Oviedo la proximidad de las internas coloradas, que el militar y su grupo no querían que se llevasen a cabo.

 

         UN SECRETO BIEN GUARDADO

 

         Desde días atrás Wasmosy y su entorno más cercano empezaron a implementar una especie de "guerra fría" con relación a Oviedo. No había más encuentros entre ambos; los contactos telefónicos habían mermado considerablemente. Por ese tiempo solamente cuatro personas, además del propio Presidente, sabían del propósito ya firme y concreto de relevarlo a Oviedo. Ellas eran el comandante de las Fuerzas Militares, general de Ejército Silvio Rafael Noguera; el secretario privado de la Presidencia, doctor Rubén Melgarejo Lanzoni; el secretario general de la Presidencia, doctor Miguel Ángel Maidana; y el asesor político del Presidente, doctor Miguel Ángel Ramírez. Todos ellos mantuvieron un estricto silencio sobre los planes que se avecinaban, y cada uno tenía encomendada una misión especial que realizar en los días previos.

         El vicepresidente Seifart fue uno de los primeros en ser puestos en conocimiento de la determinación. Cuando le informaron manifestó que más valía que se pusiera pronto en práctica la resolución, porque iba a ser imposible mantener por mucho tiempo el secreto de la estrategia.

         Originalmente, la decisión de Wasmosy debía ser cumplida el viernes 19, pero sus allegados le recomendaron que dejara para la siguiente semana la puesta en marcha del plan, debido a que ese día 19 el general debía recibir una condecoración de parte del Gobierno brasileño en la Embajada de ese país en Asunción.

 

         LÓPEZ MOREIRA Y CRAMER TOMAN CONOCIMIENTO

 

         El miércoles 17 de abril la usual reunión de altos mandos castrenses en el Comando en Jefe no se llevó a cabo. Wasmosy determinó no convocar a tal reunión precisamente para no tener que verse con Oviedo. A la tarde el doctor Melgarejo Lanzoni avisó al comandante de la Armada, vicealmirante Guillermo López Moreira, que el Presidente y él le irían a visitar a su casa. El marino se recuperaba en su domicilio de una intervención quirúrgica reciente.

         En esa ocasión Wasmosy le comunicó a López Moreira su decisión y le encomendó la puesta en marcha de todas las estrategias que habían sido previstas para tal contingencia, en el ámbito militar.

         A la noche hizo lo propio con el comandante de la Fuerza Aérea, general de División César Cramer.

         El doctor Melgarejo Lanzoni se ocupó en esos días de comunicar la determinación presidencial a los embajadores de distintos países, empezando con los del Mercosur. El representante brasileño, Marcio D'Oliveira Dias, fue informado el jueves, un día antes de la ceremonia prevista en su propia legación para prender al general Oviedo la condecoración instituídale por el Ejército de su país.

         Por supuesto, tal ceremonia hecha en la Embajada brasileña no tuvo el realce que pudiera haber tenido en otra ocasión. El propio diplomático no pronunció discurso alguno, como se estila en estas ocasiones, y apenas cumplido el acto de condecoración invitó a los presentes al brindis de honor.

 

         LOS AMERICANOS, AL TANTO DE TODO

 

         El sábado Melgarejo Lanzoni hizo la correspondiente comunicación oficial al embajador americano, Robert Service, quien, sin embargo, ya estaba al tanto de la intención previa de Wasmosy. De hecho, la participación de asesores norteamericanos en el diseño de la estrategia de defensa ante un posible intento de golpe (como se leerá más adelante) y otros detalles hablan del conocimiento previo que tenían los EE.UU. sobre el particular.

         La Embajada paraguaya en Washington había venido teniendo fluido contacto con representantes del Departamento de Estado, que ya manejaba informaciones acerca de la intención del Presidente. Ese viernes 19 el embajador paraguayo Jorge Prieto Conti se encontraba en la ciudad de Reno, Nevada, adonde había concurrido para participar de una conferencia. Allí recibió la comunicación oficial de la determinación presidencial así como la instrucción de tomar contacto con el Departamento de Estado para transmitir la buena nueva.

         Regresado esa tarde del viernes a la capital federal, Prieto Conti se reunió luego con tres representantes del Departamento de Estado. Uno de ellos era Edward Casey, asistente del Departamento de Estado, otro fue Robert Benson, quien oficia como encargado de la mesa para Paraguay en el Departamento. El nombre del tercer funcionario no pudo ser confirmado, pero se trataría de Donald Planty, director del Departamento del Cono Sur, quien había frecuentado la legación paraguaya en los últimos días muy a menudo.

         En la ocasión los representantes del Gobierno federal consultaron por qué se había "adelantado" la decisión, lo que da una idea de que, dentro de los planes originales a nivel oficial, el relevo y el pase a retiro de Oviedo estaban "programados" para más adelante. De hecho, diferentes detalles y testimonios abonan la idea de que el paso al costado del general probablemente sería dado recién hacia el mes de julio o agosto de 1996.

 

         WASMOSY PIDE APOYO A CARDOSO EN BRASILIA

 

         Ese sábado 20 Wasmosy se hallaba en su estancia "Santa Teresa", en el Departamento de Amambay. Allí se iría a concentrar la mayor parte de los aviones de la Fuerza Aérea, además de tropas de la Guardia Presidencial y de la Brigada Aerotransportada, para actuar de acuerdo a como se desarrollen los acontecimientos.

         A las 15 de ese sábado Wasmosy partió en su avión, acompañado de su piloto privado, rumbo a Brasilia, donde tenía marcada una entrevista con el presidente brasileño, Fernando Henrique Cardoso. De este viaje se supo recién casi dos meses después de la crisis, por revelaciones de una revista brasileña.

         El encuentro sirvió para que Wasmosy le ponga al tanto a Cardoso sobre su intención de reemplazar a Oviedo, y aprovechó el presidente paraguayo tanto para pedir el apoyo de Cardoso como para pedirle que "sujete" al general Zenildo de Lucena, ministro de Ejército y amigo personal de Oviedo. El resto de la entrevista fue absorbido por temas de interés común de ambos países en el contexto internacional, entre ellos algunos que son de estricta confidencialidad y no tenían nada que ver con el caso Oviedo.

         Como respuesta a esta gestión, Brasil hizo saber, ya cuando la crisis estuvo en pleno proceso, que estaría dispuesto, junto con Argentina y Uruguay, a ejercer presiones de tipos económico y político en el caso de que un gobierno de facto se instaure en el Paraguay. Y en el caso de Zenildo, su intervención en la crisis fue gravitante para "convencer" a Oviedo de la inutilidad de su intención golpista.

         El Presidente volvió a la estancia a las 2 de la madrugada del día domingo. Era un domingo que serviría para tomar el aire suficiente a fin de enfrentar un hecho histórico que podría tener derivaciones violentas. En las siguientes horas la tensión iría ganando terreno y aumentando, al punto de convertir a nuestro país en foco de atención internacional por la posibilidad de un quiebre de nuestra frágil democracia.

 

        

 INTENTO FRUSTRADO DE LOS EMBAJADORES 

Alrededor de las 20.30 los embajadores de EEUU (Robert Service), Brasil (Marcio D'Oliveira Dias) y Argentina (Néstor Enrique Ahuad) llegaron hasta el Primer Cuerpo de Ejército, donde estaba Lino Oviedo. Los tres consiguieron la venia correspondiente para entrar a la unidad militar. Sin embargo, no pudieron entrevistarse con el general rebelde. La intención de los diplomáticos era dialogar con el militar para señalarle el rechazo total de parte de la comunidad internacional a cualquier intento de quiebre institucional en Paraguay, y también tratar de conseguir que deponga su actitud sediciosa, para lograr una salida pacífica al problema.

Los embajadores salieron de la Caballería sin haber podido cumplir con su objetivo. A la salida dialogaron con los periodistas apostados allí. El embajador brasileño señaló a la prensa la incompatibilidad del proceso integracionista del Mercosur con un posible quiebre de la democracia en Paraguay. Expresó que un Gobierno instalado por métodos no democráticos no tendría cabida en dicho marco de integración. Por su parte, el embajador Service, a una consulta de los reporteros, admitió que todavía había un peligro de ruptura debido a la intransigencia del general Oviedo. El embajador Ahuad manifestó asimismo la postura de rechazo de su Gobierno a cualquier intento de golpe contra el proceso democrático paraguayo. Los diplomáticos también señalaron que tenían la misión de acercar al general la postura de la OEA de total rechazo a cualquier acción antidemocrática.

Los embajadores puntualizaron que la gestión la emprendieron exclusivamente por instrucción de sus respectivos gobiernos y no por un pedido del presidente Wasmosy.

 

LO BUSCAN Y PERSIGUEN A SEIFART

Oviedo, en realidad, deseaba apresurar las cosas y ubicar al vicepresidente para forzar también su dimisión. Tiempo después se supo que comandos armados -denominados "torpedos"- fueron enviados para ubicar e interceptar a Seifart. Este, luego de haber salido de Mburuvicha Róga, había ido a la sede de la Vicepresidencia, en las calles Alberdi y Gral. Díaz, donde permaneció por un tiempo, mientras era reforzada su guardia personal. Alrededor de las 02:00 recibió una llamada del comandante de la Policía Nacional, quien le señaló que Oviedo lo estaba buscando. Abandonó, entonces, Seifart su sede y se dirigió hacia el local de la Infantería de Marina. En el trayecto el vice-presidente y su conductor notaron que eran seguidos por un vehículo de color blanco, con varios hombres dentro. Tuvieron que hacer una maniobra y tomar una calle de contramano para poder esquivar la persecución, y llegar finalmente a su destino. Seifart, que ya pasada la medianoche había mandado sacar a su familia de su domicilio, pasó la noche en la Armada, en la sede de la Infantería de Marina.

En esa misma unidad también pasaron la noche el propio comandante de la Armada, vicealmirante Guillermo López Moreira, además de otros oficiales, e incluso algunos parlamentarios que acertaron a pasar por la sede para ponerse al tanto de los acontecimientos.

Cuando el comandante de la Armada recibió una comunicación del general Oviedo para enviarle un fax con la "renuncia" de Wasmosy, el militar rebelde le señaló a su colega que su unidad no sería atacada porque lo sucedido "es un problema del Ejército y que el Ejército solucionará ". El comandante Noguera también estuvo en la Infantería de Marina. Se mantuvieron en contacto telefónico (vía teléfono celular) con el presidente Wasmosy, quien, según aseveró luego el comandante López Moreira, estuvo por las sedes de la Flota de Guerra y la Escuela de Suboficiales de Marina, en Sajonia, durante esa madrugada.

Esa madrugada también López Moreira recibió una comunicación telefónica internacional, proveniente de España. Era nada menos que el presidente Aznar, quien estaba deseoso de comunicarse con el presidente Wasmosy y había recurrido a esa unidad de la Armada en el entendimiento -como se creía a esas horas- de que estaría refugiado allí.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CAPÍTULO 5

LOS SECRETOS MILITARES DE LA CRISIS

 

         ANTECEDENTES DE LOS PREPARATIVOS MILITARES

 

         La ambición de poder descontroló y obnubiló al general Lino Oviedo. Su afán de subaltemizar el Poder Ejecutivo a sus intereses políticos y hegemónicos dentro de las Fuerzas Armadas, y la incapacidad o la indecisión del presidente Wasmosy para poner freno al poder que fue acumulando el comandante del Ejército, obligaron al Mandatario y a sus allegados a preparar el terreno y esperar el momento adecuado para pasarlo a retiro.

         El influjo de Oviedo iba más allá de las mismas atribuciones que la propia Constitución Nacional confería al comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas. La ascendencia del jefe del Ejército en las decisiones castrenses convirtió a Wasmosy en un actor secundario de una obra que por momentos adquiría ribetes de tragedia y en otros de comedia.

         Su falta de carácter y las ínfulas del mesiánico militar convencieron muy pronto al presidente Wasmosy de que el retiro forzado de Oviedo tendría consecuencias traumáticas. Esos motivos, más el poder de fuego1 que poseía el comandante del Ejército, hicieron que la salida del militar que se había convertido en la piedra en el zapato de la transición se planificara a niveles político y militar con bastante antelación.

         El presidente Wasmosy -en su mensaje pronunciado el 12 de junio de 1996 en el Palacio de Gobierno, a los efectos de "aclarar" cuestiones referentes a la crisis- reconoció que "se tenía la certeza de una reacción violenta e insurrecta" de Oviedo en caso de ser pasado a retiro, por lo que la dilación para relevarlo o sacarlo de los cuadros activos de la milicia requería el momento político-militar más adecuado "a fin de evitar que aquél pudiera llevar a la República a un baño de sangre y producir la quiebra del proceso de democratización del país ".

         La vacilación del presidente Wasmosy había permitido que el general extendiera su permanencia en el servicio activo y fomentara su proyección política al amparo del prestigio que aún otorga el uniforme militar ante gran parte de la ciudadanía, y especialmente ante la gente del campo.

         El general Oviedo dejó de constituirse en un aliado del Poder Ejecutivo y del sector oficialista del Partido Colorado desde el momento en que se produjo una abierta dualidad de mando, que nubló el centro de poder y quebró la frágil lealtad de muchos funcionarios dependientes del Poder Administrador. No sólo las Fuerzas Armadas sino también la Administración Pública se dividieron en pequeños feudos que tornaron cada día más ingobernable el país. El comandante del Ejército dejó de erigirse en garantía de estabilidad para el Gobierno y en un factor de presión para la oposición. Se transformó en un verdadero dolor de cabeza para el Gobierno de Wasmosy, quien no podía controlar sus pretensiones, cada vez más agrandadas. Las facturas que pasaba Oviedo a Wasmosy cada vez tenían un costo más oneroso para el jefe del Ejecutivo. Era inevitable buscar su salida.

        

         FALTA DE COHESIÓN EN LAS FUERZAS ARMADAS

 

         Durante el régimen stronista las distintas armas componentes de las Fuerzas Armadas mostraban cierta cohesión, o al menos las diferencias coyunturales que surgían entre sus comandantes no eran perceptibles -o lo eran muy poco- hacia el exterior.

         Pese a la aparente calma, se mantenía latente un recelo hacia la Caballería, la unidad más poderosa del país y génesis de cuanto levantamiento militar se produjo a lo largo de nuestra historia en los últimos 50 años. Esta fuerza adquirida -que no pudo ser desbaratada por Stroessner y que finalmente determinó su caída- permitió al arma acceder a mayores comodidades y privilegios, lo que acrecentaba el resquemor en los demás componentes de las Fuerzas Armadas.

         Las diferencias que permanecían ocultas afloraron y se incrementaron tras el golpe militar que derrocó al anciano dictador. El desmesurado crecimiento de la influencia de la Caballería en todo el territorio de la República, en desmedro de las demás armas, que se produjo a partir de 1989 ayudó a enervar aún más el resentimiento hacia la Caballería.

         Los distintos jefes post-stronistas del arma tampoco contribuyeron a allanar las diferencias y limar las asperezas que se acentuaban con el tiempo. Un hecho anecdótico servía en las tertulias castrenses para evidenciar la petulancia de los integrantes de la Caballería, especialmente luego del golpe militar del 89: en el museo de historia militar del Regimiento de Caballería Mecanizado N° 3 -RCM3- "Cnel. Vicente Mongelós", en Campo Grande, se guarda como trofeo de guerra uno de los blindados livianos Carrier que pertenecieron al Regimiento Escolta Presidencial y que fuera capturado en la noche de la Candelaria1.

         Mientras en plena transición trofeos de guerra de la contienda con Bolivia fueron devueltos al país trasandino en un gesto de amistad y reconciliación -entre ellos el tanque boliviano que orgullosamente se exhibía en la Plaza de Armas, en las inmediaciones del Congreso-, una prenda de un conflicto interno era pomposamente ostentado en el Primer Cuerpo de Ejército. Para los integrantes de otras armas era el símbolo del afán de superioridad y dominación que pretendía ejercer el arma de Caballería dentro de las Fuerzas Armadas.

         Otras situaciones aparentemente inconexas pero que dejaron laceraciones nunca bien cicatrizadas, especialmente en los componentes de la Infantería y la Fuerza Aérea, fueron el bombardeo, la muerte de conscriptos y el pase a retiro masivo de oficiales del entonces Regimiento Escolta Presidencial en la noche y la madrugada del 2 y 3 de febrero de 1989. Los oficiales que prestaban servicio en esa unidad tampoco olvidan el pillaje al que fueron sometidas la sede así como la pequeña villa enclavada en el lugar.

         Igual situación se presentaba en la Fuerza Aérea Paraguaya (FAP). El orgullo del arma había sido golpeado en la noche del golpe cuando uno de los tanques Cascavel de la Caballería, al mando del entonces coronel Regis Romero, había bombardeado y destruido parcialmente la entrada ubicada sobre la autopista y su comandante de entonces, general de Brigada Alcibíades Ramón Soto Valleau -quien había asumido sólo 22 días antes, el 11 de enero de 1989-, fue apresado en su propio despacho. Estos casos constituían una afrenta al honor de estas instituciones y a la dignidad y el orgullo de sus integrantes, según el código manejado por los militares.

         Si bien los actores estratégicos y el escenario político habían cambiado sustancialmente, aquellos sucesos de la noche de la Candelaria también marcaron a fuego las diferencias que tenían estas armas, en particular, con la Caballería.

         Las continuas rencillas entre altos jefes castrenses se proyectaban a los oficiales de menor graduación. Las diferencias salían a relucir principalmente como consecuencia de la ambición y la apetencia de Oviedo, cada vez más encumbrado y afanoso en su carrera por la hegemonía de mando. Estos hechos, junto a otros, mostraban la falta de cohesión y profesionalismo en las Fuerzas Armadas.

         Desde el golpe militar de 1989, internamente se manejó el concepto amigo/enemigo dentro de un marco de confrontación inminente. Es por ello que el plan militar preparado para enfrentar una eventual sublevación de la Caballería se realizó dentro de la más absoluta reserva y con el pleno convencimiento por parte de los actores militares que apoyaban la institucionalidad.

 

 

1. Nombre con el que se conoce al golpe que derrocó a la dictadura stronista en 1989.

 

 

         XAVANTES Y CASCAVELES EVIDENCIAN LA DIVISIÓN

 

         Un hecho anecdótico pero que evidencia la falta de cohesión que se arrastra desde hace años en las Fuerzas Armadas es la historia de la compra de los aviones Xavantes y los blindados Cascavel y Urutú.

         El dictador Stroessner nunca había tenido confianza en el general Andrés Rodríguez. Esa desconfianza fue aprovechada por los militares de Aeronáutica para influir en el entonces joven oficial Gustavo Stroessner Mora para la compra de aviones de combate, como un reaseguro contra el poderío de la Caballería. Las negociaciones con el Brasil para la adquisición de aeronaves de guerra se iniciaron en 1975.

         En 1978, luego de 3 años de gestiones y pese a la oposición del arma de Caballería, fueron adquiridos 12 cazas Xavante. Además, fueron compradas 650 bombas de empleo general (BAFG), 800 bombas napalm y misiles aire-tierra, por valor de 7 millones de dólares americanos. En caso de un conflicto bélico convencional a nivel internacional, el parque de guerra conseguido sería totalmente absorbido en 20 días.

         Semanas antes de concretarse la operación, en octubre de 1978, se llevó a cabo una demostración del poder de fuego del Xavante en el campo de tiro que la Artillería posee en Paraguarí. El efecto fue devastador. Una honda preocupación se adueñó del general Rodríguez. La tradicional supremacía y poderío de la Caballería corrían el riesgo de verse afectados.

         Para contrarrestar la hábil maniobra del Comando de Aeronáutica, inmediatamente Rodríguez se puso en campaña para la adquisición de vehículos blindados, también del Brasil. La operación se concretó en 1979 con la compra de los tanques de reconocimiento Cascavel y los vehículos blindados de transporte de personal Urutú.

         Asimismo, en la Caballería se procedió a la construcción de puestos de observación a lo largo de la línea divisoria de la DC1 y la Aeronáutica. Las casamatas se construyeron en dirección a los polvorines1, tanques de combustible y aviones del entonces Comando de Aeronáutica.

         Un caso comparable a ese incidente se produjo entre 1995 y 1996 a raíz del ofrecimiento de China Nacionalista para donar 8 unidades de aviones caza F-5 Tiger. Los aviones iban a ser destinados a la FAP, pero Oviedo se disgustó y mediante sus buenas relaciones con los taiwaneses inició gestiones paralelas para desviar esa donación hacia el Ejército, contrariando la doctrina militar. Hasta la edición de este libro no existía definición sobre el ofrecimiento chino nacionalista.

         La paz de los sepulcros impuesta por la dictadura no sepultó la desconfianza entre las distintas unidades castrenses. Esta se fue aplacando o acentuando de acuerdo a las circunstancias. Un ejemplo: tras el golpe militar de 1989 cada vuelo de aviones de la Fuerza Aérea debía ser reportado a la Caballería.

         Las diferencias entre la FAP y la DC1 se incrementaron luego de la asunción del general César Cramer como comandante de la Fuerza Aérea. Cramer, mejor alumno de su promoción, no toleraba que un oficial que había sido un mediocre y oscuro cadete -dos años menos antiguo- en el Colegio Militar ocupara un rango más alto en el escalafón castrense. Esa animosidad se transmitía a su unidad.

         Un chiste que corría con frecuencia entre la oficialidad se interrogaba por qué un oficial de Caballería tenía un cerebro de 2 centímetros. "Porque lo tiene inflamado", surgía rápidamente la respuesta. Tal la "camaradería" existente en las Fuerzas Armadas.

 

 

1 Almacenes de municiones.

 

 

         EL COMIENZO DEL FIN

 

         El acontecimiento que marca el comienzo del fin del general Oviedo es la crisis militar del domingo 18 de diciembre de 1994. Sin embargo, tras los sucesos del 22 de abril de 1996 aún es prematuro vaticinar si la caída de Oviedo marcará el ocaso definitivo del militarismo en el Gobierno y la influencia castrense en el Partido Colorado o si en realidad es la aurora de la real institucionalización de las Fuerzas Armadas, para la cual hay ahora extraordinarias posibilidades de concreción, toda vez que el poder civil sepa administrar esta inmejorable ocasión histórica para poner las cosas en su lugar.

         También de la pericia de la clase política dependerá que ningún jefe militar o unidad castrense siga erigiéndose en árbitro de nuestro proceso político.

         Antes de los sucesos del Día de San Jorge, patrono de la Caballería, existieron hechos militares aislados que buscaron persuadir al ambicioso militar de su afán hegemónico, pero esos esfuerzos no fueron suficientes.

         Uno de ellos fue la maniobra militar de fin de instrucción preparada por la Fuerza Aérea (FAP) en diciembre de 1994. Esta debió llevarse a cabo inicialmente el 10 de diciembre. Debido a las malas condiciones climáticas la demostración se postergó para el miércoles 21 de diciembre. En ese ínterin se produjo la primera gran crisis militar del mandato del presidente Wasmosy, que puso en jaque al proceso de transición.

         Lo que en principio iba a ser una simple maniobra militar se convirtió en una demostración de fuerza y una clara advertencia al general Oviedo. Este, en varias oportunidades, había amenazado con atacar la FAP, a raíz del posicionamiento institucional de esa fuerza a favor del presidente Wasmosy.

         El miércoles 21 de diciembre, a las 9.30, los aviones de caza del Grupo Aerotáctico (GAT) y tropas de la Brigada Aerotransportada (BAT) hicieron una demostración de asalto y fuego aeroterrestre en el predio de la FAP, en Ñu Guazú. Se utilizó fuego real de bombas incendiarias, cohetes y ametralladoras. Estuvieron presentes el presidente de la República, Juan Carlos Wasmosy; el ministro de Defensa, Hugo Estigarribia; el entonces comandante de Fuerzas Militares, vicealmirante Eduardo González Petit; el anfitrión, comandante de la FAP, general César Crámer; y el vicealmirante Carlos Guillermo López Moreira, comandante de la Armada. Oviedo, quien sólo tres días antes -el 18 de diciembre- había provocado un serio incidente entre la Caballería y la Fuerza Aérea, llegó a la sede de la FAP a bordo del vehículo presidencial. Pese a sus dotes histriónicas, se notaban en su rostro signos de malestar. Corrieron rumores de que sería arrestado, pero ello no ocurrió.

         La demostración fue todo un éxito. Los pilotos demostraron gran efectividad y precisión en sus maniobras. Las bombas y los cohetes lanzados por los Xavantes en sus vuelos rasantes impactaron en las mismas cabinas de los viejos Douglas DC-3 inservibles que habían sido desplegados en la pista para simular blancos.

         La maniobra sirvió para ratificar el poder de fuego de la Fuerza Aérea y revelar la preparación de los pilotos de caza pero, a juzgar por los acontecimientos posteriores, no sirvió de mucho para persuadir al general de Caballería de sus afanes de supremacía. Este acontecimiento, sin embargo, sirvió para aumentar la distancia entre las dos armas y ayudó a posicionarlos definitivamente en el tablero político, que ya empezaba a sacudirse por las molestosas ambiciones de Oviedo.

 

         LAS CUATRO CRISIS MILITARES

 

         Los tres primeros años de mandato del presidente Juan Carlos Wasmosy se vieron sacudidos por cuatro crisis militares importantes que antecedieron a la del 22 de abril de 1996. Todas ellas fueron generadas por el general Oviedo. Estos incidentes se manejaron con absoluta reserva aunque los juegos de guerra trascendieron a la opinión pública y fueron informados parcialmente por la prensa.

         Un hecho llamativo constituye la inexistencia de órdenes explícitas de acuartelamiento que prueben la preparación y el desplazamiento de tropas en las diferentes crisis desatadas entre 1994 y 1996. Solapadamente, y cada cierto tiempo, se desarrollaba una especie de juegos de guerra.

         Como en un tablero de ajedrez se movilizaban disimuladamente tanques, aviones, armamentos y tropas.

         En las crisis militares que se produjeron el 18 de diciembre de 1994, el 11 de marzo de 1995, el 14 de julio de 1995, el 25 de agosto de 1995 y el 22 de abril de 1996 primó la guerra política, la guerra psicológica, aunque movilizaciones de tropas y armamentos se hicieron evidentes, amparadas muchas veces por supuestas maniobras administrativas.

         La táctica de Oviedo consistía fundamentalmente en resaltar su poder de fuego para infundir temor, estrategia que causaba efectos devastadores no sólo hacia el interior de las Fuerzas Armadas sino también en la clase política en general.

         A partir del golpe militar de 1989 y, fundamentalmente, durante la comandancia de Oviedo en el Ejército existía una disposición tácita para los hombres de Caballería que habla a las claras de la inescrupulosidad y la mentalidad beligerante del general que en la víspera del Día de San Jorge intentó romper el orden constitucional: ningún oficial podía abandonar un radio superior a 100 kilómetros de la capital sin informar su posición y el modo de contacto en caso de ser necesitado. Los oficiales de esta arma también vivían en un estado de tensión con cada viaje del presidente Wasmosy al exterior. Esa alerta cuasi permanente fue desactivada -también implícitamente- luego de la crisis del 22 de abril.

 

         1. LA CRISIS DEL 18 DE DICIEMBRE DE 1994:

 

         OVIEDO VERSUS AYALA

        

         EL MANDO EN LAS FUERZAS ARMADAS SE POLARIZA

 

         El primer conflicto serio se produjo el 18 de diciembre de 1994. Si bien la influencia de Oviedo se fue imponiendo desde 1989, para el traslado o retiro del personal militar, esa fecha marca como un hito la polarización de mando en el estamento castrense.

         El incidente que prendió la mecha tuvo una relación tangencial con el caso del asesinato del general (SR) Ramón Rosa Rodríguez, secretario ejecutivo de la Secretaría Nacional Antidrogas (Sendd), producido el 10 de octubre de ese año.

         El capitán de Infantería Juan Emiliano Ruiz Díaz, sindicado como principal responsable del asesinato de Rodríguez, por disposición judicial había sido trasladado en carácter de detenido a la Primera División de Infantería, con asiento en Tacumbú. La unidad estaba a cargo del general de Brigada Carlos Alberto Ayala González, un militar temperamental que no estaba de acuerdo con la actitud de Oviedo en la milicia1.

         Ayala, de menor jerarquía que Oviedo pero de mayor antigüedad, inclusive habría tenido fuertes roces con el comandante del Ejército en las reuniones de la cúpula castrense.

         De acuerdo a las versiones que se manejaron en la oportunidad, el general Ayala quiso utilizar la presencia de Ruiz Díaz en la DI 1 para manipularlo, de manera a desprestigiar a Oviedo y a sus generales leales. La Infantería era el arma que se sentía más relegada y perjudicada por la preeminencia de la Caballería en la estructura castrense, pese a ser "la reina de las armas ", tal como se acostumbra a denominarla en la jerga castrense.

         Pocos días después de su ingreso a la Infantería, Ruiz Díaz declaró que el maletín que portaba el general Rosa Rodríguez en el momento de su muerte contenía documentos que comprometían la participación en el narcotráfico de los generales de Caballería Roosevelt Benítez, jefe de Estado Mayor Conjunto; Oscar Rodrigo Díaz Delmás, comandante del Primer Cuerpo de Ejército; y Santiago Zaracho, comandante de la Primera División de Caballería.

         Llamativamente, Ruiz Díaz también solicitó la presencia en su lugar de reclusión del entonces teniente 1° de Caballería Alfredo Florenciáñez, oficial cercano a Oviedo, quien cumplía una función de ayudante, gestor y guardaespaldas del comandante del Ejército. Sin embargo, no recibió la autorización para entrevistarse con Ruiz Díaz.

         Oviedo, persuadido de que las acusaciones y la extraña petición de Ruiz Díaz obedecerían a una maniobra de Ayala, envió a un oficial de inteligencia de la Caballería, el coronel DEM Armando Roux, para hablar con el acusado de la muerte del general Rosa Rodríguez.

         El coronel Roux logró grabar lo conversado con el detenido. El capitán reconoció que las acusaciones contra los generales Díaz Delmás, Benítez y Zaracho fueron hechas por presión del general Carlos Ayala. La cinta posteriormente fue entregada a Lino Oviedo y éste montó en cólera. Se avecinaban días tensos y nubarrones para el proceso de transición.

 

 

1. Ayala había actuado en la época de Stroessner al mando de tropas militares que intervinieron en la represión en el conocido Caso Caaguazú. Siendo Mayor de Infantería fue herido en el enfrentamiento con los campesinos, según sostenía el comunicado del Ministerio del Interior del 15 de marzo de 1980. Luego de la crisis de abril de 1996, fue nombrado titular de la Secretaría Nacional Antidrogas.

 

 

         OVIEDO EXIGE EL RETIRO DEL COMANDANTE DE LA DI 1

 

         El viernes 16 de diciembre, ofuscado, el general Oviedo concurrió a Palacio de Gobierno e hizo escuchar la grabación de Ruiz Díaz al presidente Wasmosy. Exigió el inmediato retiro del general Ayala y que en su reemplazo sea nombrado el general Pedro Hugo Cañete, hombre leal al comandante del Ejército. El Presidente en un principio aceptó la petición del militar, inclusive llegó a firmar una orden de traslado que retuvo posteriormente. El Jefe de Estado fue persuadido por el comandante de la DI 1, quien manifestaba una lealtad irrestricta al Presidente de la República.

         La actitud fluctuante de Wasmosy provocó la ira de Oviedo. Este se encerró en su unidad de Campo Grande y desde allí amenazó con atacar la Fuerza Aérea, cuyo comandante, en ese entonces el general de Brigada César Cramer, no respondía a la influencia que pretendía ejercer en toda la milicia el general de Caballería y estaba firmemente posicionado a favor del presidente Wasmosy.

 

         Sábado 17 de diciembre: Tensiones en Campo Grande

 

         11.00 horas: En una reunión con dirigentes colorados, en Mburuvicha Róga, el presidente Wasmosy informó que el general Oviedo se atrincheró en Campo Grande, disgustado con el Mandatario, y anunció que lo pasaría a retiro.

         A la tarde, Wasmosy viajó a la cumbre de presidentes del Mercosur en Ouro Preto, Brasil.

         La Fuerza Aérea quedó acuartelada y los aviones artillados. Los pilotos permanecieron en estado de alerta roja amarrados1 desde el día anterior. Cada dos horas eran relevados para mitigar la tensión.

         Los tanques Cascavel y Urutú del regimiento de Caballería de Cerrito habían sido traídos hasta Campo Grande.

 

1. Posicionados en los controles de los cazas y con los cinturones y arneses ajustados, listos para decolar.

 

         Domingo 18 de diciembre: Díaz Delmás porta una advertencia de Oviedo

 

         10.00 horas: Oviedo proseguía con su guerra psicológica para atemorizar a Wasmosy y principalmente a la Fuerza Aérea, consciente de que era su principal adversario militar. La amenaza de ataque a la FAP seguía latente, cuyas unidades de combate se encontraban regladas1 por los morteros de la Caballería, distantes tan sólo unos 1.500 metros en línea recta. La distancia y la ubicación de ambas sedes favorecían el tiro directo de los cañones de 90 mm. de los tanques Cascavel desde las posiciones cercanas al actual "desfilódromo". También facilitaban el bombardeo con morteros.

         El posicionamiento de la Aeronáutica a favor del presidente Wasmosy incrementó la rivalidad personal existente entre Oviedo y el general Cramer, antagonismo que se proyectaba a los oficiales, suboficiales y sargentos de ambas unidades.

         El Presidente de la República se vio obligado a adelantar su regreso para el mediodía de ese domingo. La única autoridad militar que lo recibió fue el general Cramer. Era el día más caliente de la crisis.

         Desde la DI 1 los acontecimientos eran seguidos con atención. La guardia principal fue reforzada y existía un estado de acuartelamiento implícito. La mayoría de los oficiales respondían al general Ayala. Sin embargo, Oviedo había captado la adhesión de importantes jefes del arma; entre ellos el general Pedro Hugo Cañete y el entonces coronel Cirilo Velázquez Steger, polémico militar que había querellado al coronel Luis Catalino González Rojas, luego de la denuncia que éste había hecho sobre la participación de generales en el tráfico de vehículos robados con destino a Bolivia.

 

         18.00 horas: El general Oscar Rodrigo Díaz Delmás, comandante del Primer Cuerpo de Ejército, concurrió a Mburuvicha Róga. Allí lo esperaban Wasmosy, el vicepresidente Seifart, el vicealmirante González Petit, el ministro de Defensa, Hugo Estigarribia; el ministro del Interior, Carlos Podestá; y el general Roosevelt Benítez, jefe de Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas. Oviedo para no concurrir simuló estar enfermo. Díaz Delmás fue portador de una advertencia clara: si el general Ayala no era relevado de la DI 1, Wasmosy debería atenerse a las consecuencias.

         La actitud vacilante de Roosevelt Benítez en las negociaciones le costó el retiro de la confianza de Oviedo y, poco tiempo después, el cargo. En la Caballería corrió el rumor de que Benítez pretendía la comandancia del 1er. CE y ello lo indujo a volcarse hacia Wasmosy. Fue considerado "traidor al arma" de Caballería.

 

         20.00 horas: Luego de la reunión de la cúpula castrense en Mburuvicha Róga, el vicepresidente Ángel Roberto Seifart concurrió a la Caballería para dialogar con Oviedo, a quien encontró vestido con traje de combate (para-para'i). Entretanto, miembros del Gabinete ministerial y dirigentes políticos oficialistas se reunían con Wasmosy y presionaban para pasar a retiro al impertinente general.

 

         20.05 horas: Ínterin se desarrollaban las negociaciones políticas, los mandos militares leales a Wasmosy se movilizaban para afrontar un posible conflicto.

         La villa de oficiales y sargentos de la Fuerza Aérea había sido evacuada. Más de 200 civiles que residían en las 35 casas para oficiales y 13 viviendas para suboficiales y sargentos abandonaron el lugar. Se adoptaron medidas especiales de seguridad, como el acuartelamiento selectivo de tropas, debido a la existencia de oficiales simpatizantes de Oviedo.

         Esa mañana oficiales de Aeronáutica habían retirado del Regimiento Guardia Presidencial 8 antitanques LAW (Light Antitank Weapon) - bazucas desechables-, de 66 mm., de menos de 5 kilogramos de peso, capaces de atravesar sin mayores inconvenientes los blindajes de los tanques de la Caballería.

         Fueron reforzadas las guardias de la entrada principal, ubicada sobre la autopista, a la altura del Parque Ñu Guazú, y también los puestos de vigilancia situados en Curva Romero, Km 12, y la entrada al Grupo Aerotáctico (GAT), en la rotonda camino a Luque. Patrullas empezaron a recorrer el amplio predio del cuartel. Tropas de la Brigada Aerotransportada, unidad de élite de la FAP, comandadas por el coronel DEM José González, permanecieron armadas y equipadas listas para entrar en acción. La unidad se mantenía a oscuras.

 

         20.15 horas: El presidente Wasmosy se comunicó telefónicamente con el general Cramer para preguntar si esa fuerza estaba en condiciones de defender la institucionalidad y a su comandante en Jefe. Recibió una respuesta afirmativa de parte del comandante de la Fuerza Aérea. Esta institución era la única que podía contrarrestar cualquier acción bélica de los blindados de la Caballería, toda vez que tuviera la iniciativa y no se dejara sorprender por esa fuerza vecina.

 

         20.30 horas: El ministro de Defensa, Hugo Estigarribia, concurrió a la sede de la Fuerza Aérea, en Ñu Guazú. Cramer ratificó que su unidad apoyaba la institucionalidad y que estaban prestos para repeler un levantamiento armado.

 

         22.30 horas: Sigilosamente, los aviones Xavante, T-33 y Tucano, que habían sido arcillados2, fueron desplazados de sus hangares a distintos lugares de la pista, inclusive al predio del Aeropuerto Internacional, en puntos en donde sería fácil el rápido despegue para proceder a un eventual contraataque y para evitar el fuego enemigo. Los aviones, con sus pilotos amarrados a los controles, cada tanto eran movidos por tractores con sus luces apagadas para evitar ser detectados en su ubicación e impedir ser blanco fácil de los morteros de la Caballería.

 

         23.10 horas: Los pilotos de caza del Grupo Aerotáctico -unidad comandada por el coronel Francisco Zarza- sugirieron anticiparse a un eventual ataque de la Caballería. Aunque la sugerencia era el deseo de la mayoría de los oficiales del arma, la proposición se desestimó. El general de Brigada Héctor Ocampos Díaz, nada menos que jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea, pero allegado a Oviedo, desapareció de la unidad. Luego tomaron conocimiento de que el alto jefe aeronáutico, desde el viernes anterior, después de cerciorarse de todos los preparativos en la FAP, se dirigió a la Caballería para informar de los aprestos que se llevaban a cabo en su propia arma.

 

         Lunes 19 de diciembre: Las guirnaldas se apagan

 

         00.00 hora: Las luces de la Caballería se apagaron, lo que hizo subir la tensión a su punto máximo. También las luces del árbol navideño que pendía de la punta de la torre de 30 metros que se halla en el centro de la unidad dejaron de enviar su mensaje de paz y amor. Las guirnaldas multicolores fueron reemplazadas por el negro manto de la noche, como un presagio de luto y quebranto. No era para menos; la transición política corría el riesgo de perderse en el abismo, empujado por la ambición de un inescrupuloso general.

         00.30 hora: La pista de pasto de la base de Ñu Guazú fue iluminada con improvisadas lámparas mbopí3. El teniente coronel René Ferreira, piloto presidencial, decoló a oscuras con destino a la estancia "Kororo'i", en San Pedro, propiedad del presidente Wasmosy, aterrizando también a oscuras. Su objetivo era preparar esa pista –asfaltada- para recibir a los cazas que se hallaban estacionados en Ñu Guazú, en el caso de que en la capital se iniciasen acciones bélicas. De esta manera se buscaría resguardar a las aeronaves del poder de fuego de la Caballería.

         Paralelamente, patrullas de la FAP confirmaron el emplazamiento de vehículos y armamentos en la granja que el 1er. CE posee en las inmediaciones del actual "desfilódromo", a escasos metros de la Aeronáutica. La conformación del terreno desde esa posición favorecía el tiro directo sin obstáculos.

 

         05:00 horas: Con el transcurrir de las horas y con la llegada de las primeras claridades de la mañana se disipan los temores de un conflicto armado. En consecuencia, la Fuerza Aérea desactivó parcialmente el dispositivo táctico y estratégico montado desde el viernes anterior. En Tacumbú, en la DI 1, sucedió lo mismo, pero la guardia permaneció reforzada. En las demás unidades militares, especialmente de la capital, los acontecimientos eran seguidos con atención, aunque no fueron tomadas disposiciones especiales.

         Las negociaciones emprendidas por Seifart tuvieron fin en la mañana del lunes 19 de diciembre. Para sorpresa de los miembros del Gabinete ministerial, el vicepresidente de la República sostuvo la tesis de que no era el momento oportuno para pasar a retiro a Oviedo. Admitió, empero, que se debía iniciar el diseño de un plan político-militar para desplazar al ambicioso y belicoso militar.

         La actitud irracional evidenciada por el jefe de la Caballería, la minoría parlamentaria con que contaba el Gobierno, la crisis social en ciernes, los desaciertos en la conducción del Gobierno, la división del Partido Colorado, el posicionamiento oviedista en la Administración Pública y la falta de una estrategia militar para enfrentar un eventual alzamiento fueron los elementos desventajosos tenidos en cuenta en ese momento para postergar el retiro del comandante del Ejército.

         En consecuencia, se pactó el traslado de Ayala de la DI 1 a la Sexta División de Infantería, con asiento en el Chaco. La medida adoptada por el Mandatario fue severamente criticada por parlamentarios, pero la presión política no fue obstáculo para impedir que Oviedo de nuevo se salga con la suya e incremente su preeminencia y arrogancia.

 

 

1. Tener ubicada la posición de los objetivos militares y bajo la dirección de fuego de las propias armas.

2. Armados con bombas y cohetes.

3. Lámparas rústicas, en este caso fabricadas con latitas de cerveza, querosén y estopa que servía de mecha.

 

 

         PLAN ESTRATÉGICO DE CONTROL DE LA CAPITAL

 

         La coyuntura política obligó a tolerar las pretensiones de Oviedo y por lo tanto se pactó la salida de Ayala de la DI 1. Pero a partir de ese momento se empezó a analizar seriamente la necesidad de contar con un plan estratégico para el control militar de la capital, a través de la acción de la Fuerza Aérea, Armada y el Regimiento Guardia Presidencial, principalmente, en el caso de tener que enfrentar militarmente al comandante del Ejército.

         El plan militar se basaría en estas tres armas en razón de que sus comandantes se habían posicionado firmemente a favor de Wasmosy. Las relaciones entre Wasmosy y Oviedo sufrieron un ostensible deterioro.

         Otra derivación de la crisis fue el vaciamiento de armamentos de la DI 1, tras el traslado del general Ayala, producido a fines de enero de 1995. Por orden de Oviedo, los morteros pesados de 120 mm. -e1 milimetraje de un arma está dado por el diámetro de su tubo cañón-, armas antitanques de 106 mm. y fusiles sin retroceso de 75 mm. con que contaba la Infantería fueron trasladados a distintas unidades de Infantería en el Chaco y Misiones.

         Con el retiro de los armamentos de la DI 1 se debilitaba el poder de fuego de un eventual enemigo para la Caballería.

         Una de las primeras medidas adoptadas por el presidente Wasmosy, dentro del plan estratégico en ciernes, fue el traslado de los aviones de combate de la Fuerza Aérea, no así los de entrenamiento militar, a las bases de Ayolas y Ciudad del Este, para sacarlos del área de influencia y alcance de tiro de la Caballería al decir del mismo presidente Wasmosy, en su discurso del 12 de junio de 1996.

         También se dispusieron la captación de más personal y la capacitación intensiva de los efectivos del Regimiento Guardia Presidencial (RGP).

 

         EL "DESRILODROMO", IDEA DE WASMOSY APROVECHADA POR OVIEDO

 

         Enterado de la existencia de un incipiente proyecto para neutralizar su poderío militar, el general Oviedo astutamente sacó provecho de un hecho fortuito para tratar de contrarrestar la estrategia gubernamental y fundamentalmente para ejercer una mayor presión sobre la Fuerza Aérea.

         Tras una visita oficial a Chile, producida el 13 y 14 de febrero de 1995, el presidente Wasmosy había concebido la idea de un campo de desfiles militares similar al que se encuentra en Santiago, en el Parque O'Higgins. A su regreso, expuso su idea a los comandantes de las tres fuerzas (Ejército, Armada y Fuerza Aérea) y les instó a presentar sus respectivos proyectos para erigir un centro de actividades militares.

         Días después, en una reunión del Comando en Jefe, el comandante de la Armada presentó un proyecto verbal para convertir las calles adyacentes de la Infantería de Marina -en las inmediaciones del Hospital de Clínicas, frente a la plaza "Doctor Gaspar Rodríguez de Francia"- en un campo de desfiles. La Fuerza Aérea no presentó proyecto alguno. Y el general Oviedo, comandante del Ejército, en un alarde de iniciativa y diligencia propios de su carácter megalómano, desplegó una serie de planos y detalles técnicos y presupuestarios para construir un imponente centro de actividades cívico-militares, al que denominó "Parque de la República". El sitio sería el "escenario de glorias y tradiciones del pueblo paraguayo", según sostuvo en declaraciones periodísticas posteriores.

         El lugar elegido por Oviedo fue una parcela del predio perteneciente a la Primera División de Caballería -DC 1-, adyacente al parque Ñu Guazú.

         La finalidad otorgada a la obra, de servir de sitio para la realización de desfiles, empero, no permitía avizorar lo que había por debajo.

         El trazado de la obra permitiría el rápido y directo desplazamiento de las unidades blindadas de la Caballería hasta la Fuerza Aérea, específicamente al Grupo Aerotáctico, sede de los cazas Xavantes. De esa manera se evitaría hacer un rodeo por el eucaliptal de la avenida Madame Lynch y la autopista.

         Ese era el objetivo oculto de la construcción, además de satisfacer la manía presuntuosa del comandante del Ejército.

         La inauguración del "desfilódromo" o "linódromo" -que algunos lo bautizaron "deliródromo"- se llevó a cabo el 24 de julio de 1995, Día del Ejército, en medio de un derroche de recursos estatales y un despliegue inusitado de material bélico. (La construcción e inauguración de la obra provocaron la tercera crisis militar de importancia en el gobierno del presidente Wasmosy, la cual se detalla más adelante).

         Pese a la presencia de importantes invitados extranjeros, entre ellos del prestigioso comandante del Ejército argentino, teniente general Martín Balza, el acto tuvo un marcado tinte político-partidario. Policías y militares habían reprimido con saña a manifestantes que en las inmediaciones del 1er. CE se pronunciaron en contra de la obra. El diario ULTIMA HORA informó que el acto estuvo rodeado de un ambiente marcado por veleidades y reminiscencias imperiales y fascistoides.

         Los cadetes de la Academia Militar, por orden del entonces comandante del Ejército, estrenaron ese día unos gorros que en nada contribuían al recato y la seriedad que exige la carrera militar. Los extravagantes y coloridos penachos semejaban vestimentas carnavalescas. Oviedo era muy afecto a este tipo de frivolidad. Apenas pasó a retiro, tras los sucesos del 22 de abril de 1996, dicha indumentaria de los cadetes de nuevo fue sacada de circulación.

 

         2. CRISIS DEL 11 DE MARZO DE 1995:

 

         DISPUTA POR LA CORTE SUPREMA

        

         OVIEDO PRESIONA PARA PONER A SUS "AMIGOS" EN LA CORTE

 

         En los primeros días de marzo de 1995 el Consejo de la Magistratura, organismo encargado de seleccionar los candidatos a ministros de la Corte Suprema de Justicia, jueces y fiscales, atravesó por una grave crisis. Sus miembros amenazaron con renunciar debido a las presiones de orden político-militar. El sector colorado se polarizó y especialmente el bloque manejado por Oviedo impuso trabas que impedían elegir las ternas de candidatos a miembros de la Corte Suprema de Justicia, Tribunal Superior de Justicia Electoral y fiscal general del Estado.

         El general Oviedo presionó por la inclusión del abogado Francisco José Appleyard -un allegado muy ligado políticamente a él- en las ternas para la Corte, pero encontró resistencia en el mismo sector oficialista, en la facción liderada por el vicepresidente de la República, Ángel Roberto Seifart, y en algunos exponentes de la oposición. También el presidente Wasmosy buscó sacar ventajas políticas en la integración de la futura Corte Suprema.

         El miércoles 8 de marzo de 1995, en declaraciones periodísticas, Appleyard manifestó que era amigo personal de Oviedo y llamativamente señaló que sus detractores no eran de la oposición sino más bien hombres del Partido Colorado, del que dijo ser un ferviente afiliado. En ese momento era un magistrado en funciones. Se desempeñaba como miembro del Tribunal de Apelación en lo Criminal.

         El lunes 6 de marzo, el senador Juan Carlos Galaverna, quien prácticamente actuaba como vocero del seifarismo, denunció la existencia de un "fato"1 entre el vicepresidente y líder del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), Domingo Laíno, y Oviedo. "Hay un «fato» que se está cocinando entre esos dos señores", sostuvo con insistencia.

         En el ambiente político se hablaba de la existencia de negociaciones entre Oviedo y Laíno para conseguir una transacción política que permitiera la elección de Appleyard por los oviedistas y del doctor Luis Lezcano Claude por los lainistas.

         Los rumores fueron desmentidos por Laíno, pero la sugestiva reunión llevada a cabo entre el líder liberal y el comandante del Ejército en Montevideo, Uruguay, el 1 de marzo -cuando ambos integraron la comitiva del presidente Wasmosy para la asunción presidencial del doctor Julio María Sanguinetti-, acentuó la sospecha de la existencia de negociaciones. El coqueteo, sin embargo, no contaba con la complacencia del entonces presidente liberal, Juan Manuel Benítez Florentín.

         En la noche del miércoles 8 de marzo de 1995 los integrantes del Consejo de la Magistratura aprovecharon la ausencia del miembro Florentín López Cáceres, activo operador político de Oviedo, y eligieron las 9 ternas que debían ser elevadas al Senado. El doctor Juan Carlos Ramírez Montalbetti, del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) y representante de la Cámara de Diputados en el organismo selector de magistrados, reconoció que la oposición tuvo que hacer concesiones para destrabar la crisis. "Hubo concesiones", admitió al día siguiente del acuerdo.

         De los candidatos colorados fueron excluidos Appleyard y Carlos González Alfonso, ambos considerados oviedistas, pero en la nómina de 27 nombres que debía remitirse a la Cámara de Senadores se incluyó a los cuestionados Oscar Paciello -finalmente primer presidente de la llamada "Corte de la democracia"- y Hugo Estigarribia. Este último, en ese entonces, era firme candidato del estamento militar y del presidente Wasmosy.

         De la oposición fueron marginados dos reconocidos juristas y hombres en los que la ciudadanía cifraba sus esperanzas de una Justicia confiable y por ello no fiable para los poderes fácticos: Hugo Alen y Horacio Gabriel Lebrón.

         En el doble juego político utilizado hábilmente por los lainistas para negociar la integración de la máxima instancia judicial del país, primó el acuerdo entre liberales, seifaristas y wasmosistas. Tuvieron un papel trascendental en las negociaciones el senador Carlos Alberto González y el doctor Luis Alberto Real Riera, representantes del PLRA y el Poder Ejecutivo, respectivamente, en el Consejo de la Magistratura.

         El desenlace del conflicto motivó una agria discusión esa noche en la residencia presidencial de Mburuvicha Róga, lugar al que concurrieron parlamentarios colorados y dirigentes partidarios. Entre ellos estaba el senador Blas N. Riquelme, quien ya se perfilaba como brazo político del entonces comandante del Ejército.

         Las discusiones en Mburuvicha Róga derivaron en forcejeos entre seifaristas, riquelmistas y oviedistas y el presidente Wasmosy se vio obligado a desalojar su residencia ante el bochornoso incidente. El suceso fue conocido posteriormente como "la noche de los tallarines".

1. Componenda, contubernio.

 

         DESPLAZAMIENTO DE TANQUES Y AVIONES

 

         El sábado 11 de marzo de 1995 Wasmosy salió del país para iniciar una gira que empezó en Copenhague, Dinamarca, en la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo, y luego se extendió a Rumania y Hungría. Estos viajes generalmente eran aprovechados por Oviedo para demostrar su ascendencia dentro del Gobierno.

         Wasmosy partió a Europa en medio del creciente malestar de Oviedo por su derrota política en la integración de la Corte. Asumió la presidencia provisoria el vicepresidente Ángel Roberto Seifart.

         El ambiente creado por Oviedo para presionar a la clase política hizo que el Ejecutivo presidido por Seifart tomara medidas especiales de seguridad ante la posibilidad de que se presentara una situación similar a la vivida el 18 de diciembre de 1994. Oviedo ordenó la movilización de los blindados de Cerrito hacia Asunción, lo que provocó que el presidente en ejercicio, Ángel Roberto Seifart, tras ponerse en contacto telefónico con Wasmosy, dispusiera la vigilancia del movimiento de la Caballería por parte de efectivos de la Fuerza Aérea. Tras el regreso de Wasmosy, Oviedo utilizó el conflicto para acusar a Seifart y al general César Cramer de conspirar para derrocarlo.

         El revés político sufrido por el ambicioso militar en el Consejo de la Magistratura y el inusitado y atípico movimiento de aviones de la Fuerza Aérea que se desplazaron de Ñu Guazú a la base militar de Ayolas, enervaron aún más al díscolo militar. Este último hecho, más la caída de un aparato de entrenamiento Tucano el domingo 5 de marzo en Ayolas, movió a Oviedo a solicitar al presidente Wasmosy la destitución del general Cramer, comandante de la Fuerza Aérea. El pedido se realizó luego del retorno del Mandatario de Europa. El requerimiento fue denegado.

         En el accidente de marras fallecieron el capitán PAM William Sánchez y el joven César Cramer, civil, hijo del comandante de la fuerza. Estos incidentes, acentuados por las diferencias personales existentes entre Oviedo y Cramer, hicieron subir la tensión en las Fuerzas Armadas en esos días de marzo.

         En aquella oportunidad la movilización de blindados se llevó a cabo bajo el ropaje de ejercicios de instrucción y marchas administrativas. El jueves 9 de marzo, la Dirección de Comunicación Social de las Fuerzas Militares anunció recién esa mañana que ese día, así como el siguiente, viernes 10, y el lunes 13 de marzo se producirían desplazamiento de unidades blindadas desde el Regimiento de Caballería Blindada N° 2 -RCB2- "Coronel Felipe Toledo", con asiento en Cerrito, Chaco -a 48 kilómetros de Asunción-, y del Regimiento de Caballería Moto Mecanizada N° 3 -RCMM3- "Coronel Vicente Mongelós", asentado en Campo Grande, hasta el Regimiento de Caballería Hipo N° 4 -RCH4- "Acá Carayá", en Loma Pytá. Habitualmente, el desplazamiento de tropas y armamentos era informado con varios días de antelación.

         Paralelamente, el estado de acuartelamiento latente en que vivían los oficiales de Caballería fue activado. Se aguardaba un fin de semana tensionado. Los juegos de guerra política y amenaza de guerra convencional de los que era muy afecto el problemático general de nuevo estuvieron en marcha.

         La presión sobre la Fuerza Aérea, principal obstáculo de los afanes hegemónicos de Oviedo, hizo que esta unidad permaneciera en estado de alerta desde el momento de la movilización de tanques en Cerrito, el jueves 9 de marzo, hasta el lunes 13 de marzo, día en que los blindados se trasladaron de nuevo al Chaco.

         Así como de manera inesperada surgían los conflictos, de igual modo se volvían a desactivar. La tensión continuó, aunque con menor intensidad, hasta el regreso de Wasmosy, adelantado para el sábado 18 de marzo.

 

 

 

         3. LA CRISIS DEL 14 DE JULIO DE 1995:

 

         EL "DESFILODROMO" EN EL OJO DE LA TORMENTA

 

         EL MINISTRO DUARTE FRUTOS SE ENFRENTA A OVIEDO

 

         El Congreso ejercía una fuerte presión para frenar la construcción del "desfilódromo", cuya inauguración estaba prevista para el 24 de julio. El general Oviedo respondió con la movilización de sus blindados de Cerrito. Automáticamente en la Fuerza Aérea se activó el dispositivo de alerta para contrarrestar la presión ejercida por el inescrupuloso general. La construcción de la mencionada obra generaba una gran polémica, a raíz de sus objetivos poco claros para la ciudadanía en general y por el manejo administrativo arbitrario de bienes y recursos estatales.

 

         Viernes 14 de julio: Xavantes en alerta

 

         08.30 horas: El ministro de Educación, Nicanor Duarte Frutos, enemigo declarado de Oviedo, advirtió que los directores de colegios oficiales que participen de los actos en recordación del Día del Ejército -que se preparaba para el viernes 24 de julio- y marchen en la inauguración del polémico "desfilódromo" serían sumariados administrativamente y sancionados. Este hecho enfadó aún más al militar.

 

         12.00 horas: Los Xavantes que habían sido enviados a la base aérea de Ayolas, en el Departamento de Misiones -a unos 270 kilómetros de Asunción al sur del país-, para resguardar del alcance de tiro de la Caballería, fueron puestos en alerta.

         En Ñu Guazú confirmaron que el Batallón de Fronteras de Ayolas fue reforzado con tropas del Segundo Cuerpo de Ejército -2do. CE-, con asiento en San Juan Bautista (Misiones), a 196 kilómetros de Asunción camino a Encarnación. La unidad estaba comandada por el general de División Magno Candia Flores, allegado a Oviedo.

         El 14 de julio se inició la presión directa de Oviedo sobre la base aérea de Ayolas, a través de las unidades cercanas del Ejército que respondían a su mando. El comandante del Ejército se había opuesto tenazmente desde un principio al traslado de los aviones de Ñu Guazú. Pretendía controlar el movimiento de las máquinas y mantenerlos a tiro de sus morteros.

 

         Sábado 15 de julio: Rumores y más rumores.

 

         08.00 horas: La prensa informaba sobre los rumores de acuartelamiento en la Fuerza Aérea. La denuncia la hizo el propio presidente de la Cámara de Diputados, Juan Carlos Ramírez Montalbetti. La versión no fue desmentida ni confirmada por los voceros castrenses.

         El presidente Wasmosy, quien guardaba reposo médico en Mburuvicha Róga a raíz de un principio de pulmonía, desmintió las versiones golpistas. Contrariamente a sus expresiones, se mantenían el estado de acuartelamiento en la Caballería y la FAP y el de alerta en la base aérea de Ayolas.

         Los frecuentes choques entre la Caballería y la Fuerza Aérea eran observados con atención por las demás unidades, pero sin adoptar medidas especiales de seguridad.

         12.00 horas: Se reunieron con Wasmosy en Mburuvicha Róga el comandante de las Fuerzas Militares, Silvio Rafael Noguera, y los comandantes de las tres fuerzas: Lino Oviedo, César Cramer y Carlos Guillermo López Moreira. El objetivo era calmar los ánimos. En estas reuniones la batuta la tenía Oviedo, quien haciendo gala de un gran cinismo y verborragia negaba totalmente la existencia de malestar entre camaradas. Algunos de los comandantes de fuerzas ya se resistían a participar de estos encuentros, ante la hipocresía que primaba en este tipo de reuniones.

         Tras la reunión la tensión se disipó, no así la rivalidad que continuó especialmente entre Oviedo y Cramer.

 

         SE INICIA PRESIÓN A LA BASE DE AYOLAS

 

         El 14 de julio había marcado el inicio de la presión directa de Oviedo sobre la base de Ayolas, para tratar de que las aeronaves regresen a la base de Ñu Guazú.

         Un incidente más directo se produjo el 30 de agosto de 1995. El suceso fue documentado por el comandante del Escuadrón de Reconocimiento y Ataque, mayor PAM Heriberto Insaurralde, quien en el parte entregado al comandante del Grupo Aerotáctico, coronel DEM Francisco Zarza Benítez, relata lo siguiente:

         "Tengo el honor de dirigirme al Sr. Cmdte., con el objeto de elevar informe sobre el hecho ocurrido en la base aérea de Ayolas el día miércoles 30 de agosto de 1995.

         "Una vez recibida la orden de efectuar el relevo de instructores y alumnos del Escuadrón de Reconocimiento y Ataque, me dirigí al local de alojamiento con otros señores oficiales, quedándose en el aeropuerto, corno más antiguo, el capitán PAM Edgar Ramos.

         "Siendo aproximadamente las 11.00 horas regresé al aeropuerto para posterior retorno a Asunción, en ese momento el capitán PAM Edgar Ramos se me presenta y notifica que los tenientes coroneles Bisconte (S-3 del 2° Cuerpo) y Benítez (comandante de Batallón) y dos tenientes de Infantería llegaron abruptamente atropellando el local en donde estaba operando el Escuadrón (aeropuerto de Ayolas). Sin mediar palabras, el teniente coronel Bisconte, mencionando al general Candia Flores, ordenó que se abandone el local inmediatamente con todas las aeronaves y que en caso de no hacerlo sitiarían el lugar. El capitán Ramos le contesta que ellos estaban cumpliendo una orden del señor comandante de la Fuerza Aérea y que no abandonarían el lugar porque la prioridad era cumplir el programa de instrucción de vuelo. Nuevamente el teniente coronel Bisconte le ordena y dice que a él no le interesan los otros jefes, «porque de cualquier manera voy a imponer las instrucciones de mi jefe»".

         Candia Flores respondía plenamente al general Oviedo.

         Continúa señalando el informe redactado por el mayor PAM Heriberto Insaurralde: "Una vez compenetrado con la situación, llamé inmediatamente al Batallón para comunicarme con el mencionado teniente coronel al teléfono 2236. Me atendió él mismo oficial (Bisconte) y le dije que el acto de atropello a mi unidad era una ofensa para mi institución y que notificaría al Sr. comandante de la Fuerza Aérea en forma inmediata porque no se puede concebir que Ud., teniente coronel, cometa este tipo de delito militar, porque no creo que el general Candia Flores le haya ordenado semejante acto que no se encuadra dentro de la ética militar".

         "También le avisé que nosotros no nos moveríamos de ahí y que si quiere sitiar la base puede hacerlo, pero que se atenga a las consecuencias del caso, porque lo que Ud. hizo fue una agresión y que nosotros nos reservamos el derecho de la legítima defensa.

         "Posteriormente le mencioné que estábamos cumpliendo con el programa de instrucción y que eso está autorizado hasta por el propio Comandante en Jefe y que el hecho de atropellar esta base estaba incurriendo en una transgresión a la ley militar, ignorando hasta a su propio Comandante en Jefe y que eso era grave y más grave aún para su comandante (general Candia Flores).

         "Nuevamente le llamé la atención que solamente el Comandante en Jefe y de la Fuerza Aérea pueden ordenarme abandonar este lugar, y que si Uds. continúan con este hostigamiento, nosotros podíamos reaccionar en forma más severa para respaldar las decisiones y ordenes de nuestros superiores.

         "Luego de todo lo expresado, negó rotundamente todo lo que dijo e intentó hacer, y le dije que lamentaba que un Teniente Coronel tenga que negar ante sus subalternos este tamaño acto de irresponsabilidad, y me ratifiqué que yo confiaba en los oficiales que estaban a mi cargo y que no mentirían sobre los hechos ocurridos, dándose por terminada la comunicación.

         "En horas de la tarde ordené que un elemento de T-27 realice un vuelo de reconocimiento sobre el Batallón para medir el grado de amenaza que estábamos teniendo y a la vez para hacerle entender al mencionado Teniente Coronel que no abandonaría la base.

         "Luego le reuní a todo el personal y les expliqué lo que le dije al Teniente Coronel y que estaríamos notificando sobre todo lo ocurrido al Sr Comandante del Grupo Aerotáctico.

         "Sobre lo acontecido pueden dar sus testimonios el capitán PAM Edgar Ramos, el Teniente 1° PAM Roberto Hermosilla, el Teniente 1° PAM Jorge Salinas, el Teniente 1° PAM Ramón Leguizamón y el Sr. Ibarrola (encargado del aeropuerto)", concluye el informe del comandante del Escuadrón de Reconocimiento y Ataque, Mayor PAM Heriberto Insaurralde.

         Este incidente fue relatado parcialmente por el presidente Wasmosy el 12 de junio en el Palacio de Gobierno, en la oportunidad en que por primera vez dio detalles de los antecedentes y pormenores de la crisis institucional del 22 de abril.

 

         AVIONES A "SANTA TERESA"

 

         La base aérea de Ayolas dejó de ser segura y por lo tanto se debió buscar un nuevo sitio más protegido y operable para resguardar a las aeronaves del alcance del mesiánico militar, que cada día se volvía más pretencioso y beligerante.

         En consecuencia, se pensó en las estancias que el presidente Juan Carlos Wasmosy posee, una -la "Santa Teresa", de 40.000 hectáreas- en las inmediaciones de Bella Vista, Departamento de Amambay, cercana a la frontera con Brasil, y otra -conocida por "Kororo'i"- en el Departamento de San Pedro. Se necesitaban infraestructura y seguridad y los establecimientos del Presidente reunían esos requisitos.

         A los efectos de legalizar la utilización de infraestructuras no orgánicas de las Fuerzas Armadas, el comandante de la Fuerza Aérea, general de División César Cramer, el 13 de octubre de 1995 remitió una nota al comandante de las Fuerzas Militares, general de División Silvio Rafael Noguera.

         La nota enviada a Noguera señalaba:

         "Tengo el honor de dirigirme al Señor Comandante, con el objeto de expresarle cuanto sigue:

         1- La Fuerza Aérea afronta la necesidad de implementar un programa de entrenamiento destinado a mantener, desarrollar o incrementar la capacidad de movilización de los recursos e infraestructuras no orgánicas de la Fuerza.

         2- Con la implementación del mencionado programa evaluaríamos nuestra capacidad de movilizar todas las expresiones de la Aeronáutica Nacional que pueden ser aprovechadas para fines militares.

         3- Dentro de este contexto conceptual, se sitúa la utilización de infraestructuras no orgánicas de la Fuerza Aérea, previo cumplimiento de los requisitos de rigor.

         4- La utilización de las pistas privadas ayuda a potenciar una de las características más notables de la Fuerza, que es la movilidad, o sea, la capacidad de trasladarse de un lugar a otro y estar en condiciones de operar.

         5- Actualmente la Fuerza Aérea está utilizando como stand de tiro (aire-tierra) un terreno (ex Copacar) lindante con la propiedad del señor Jorge Vargas Zavala, con los siguientes inconvenientes:

         - El stand se encuentra dentro del área de control terminal de tráfico aéreo nacional e internacional del Aeropuerto "Silvio Pettirossi" (10 millas náuticas), conllevando este hecho riesgos potenciales para las operaciones del mencionado aeropuerto.

         - Como los ejercicios implican el uso de armas inertes y activas, se encuentra siempre presente la posibilidad de dañar los intereses del propietario de la zona colindante al stand de tiro.  

         6- Esta situación puede ser superada mediante la aceptación de los ofrecimientos efectuados por los propietarios de las siguientes pistas e infraestructuras privadas:

         - Estancia "Laguna Ciervo".

         - Estancia "Arroyo 1°".

         - Estancia "Santa Teresa".

         Todas ellas ubicadas en la Región Oriental y aptas para la práctica del concepto de movilidad, así como para el entrenamiento operacional con empleo real.

         7- La utilización de las mencionadas infraestructuras nos permitiría efectuar las prácticas sin dañar intereses de terceros y sin crear interferencias riesgosas al tráfico aéreo del Aeropuerto Internacional.

         8- Basado en las consideraciones más arriba expuestas, solicito al Señor Comandante la autorización pertinente para proceder a la utilización de las citadas instalaciones".

         Tales las razones formales expuestas para utilizar las estancias particulares del presidente Wasmosy. En la nota de referencia en ningún momento se menciona que los establecimientos ganaderos "ofrecidos" pertenecían al Presidente de la República.

         La razón real era mantener lejos del alcance de Oviedo los aviones de guerra. A partir de esa fecha, la estancia "Santa Teresa" inició un proceso de acondicionamiento para hacer posible la maniobrabilidad de los cazas.

         La pista fue cementada y luego cubierta con una pequeña capa de asfalto. Se construyeron una torre de control y dependencias para pilotos y tropas. Los equipos de radiocomunicación costaron 80.000 dólares americanos, que fueron pagados por el presidente Wasmosy. La adquisición corrió a cargo del mismo hijo de Wasmosy que reside en Orlando, Estados Unidos -Edgardo "Pimpo" Wasmosy-. Además, se instalaron tanques subterráneos de almacenamiento de combustible de alta definición que requieren los aviones de combate.

 

 

         4. CRISIS DEL 25 DE AGOSTO DE 1995:

 

         PROCESAMIENTO JUDICIAL ENERVA A OVIEDO

 

         LA PRESIÓN SOBRE LOS COMICIOS COLORADOS

 

         Los viajes al exterior del presidente Wasmosy eran propicios para que el arrogante general pusiera en práctica sus juegos de guerra y generara la reacción de los demás miembros de la cúpula castrense, principalmente del general de División César Cramer, comandante de la FAP. El 25 de agosto de 1995 el Presidente se encontraba de visita oficial en la República de Taiwan, la clase política presionaba con insistencia por el procesamiento judicial de Oviedo, por la permanente intromisión de éste en política partidaria.

         En esos días la presión de Oviedo sobre las internas del Partido Colorado eran insostenibles.

 

         Viernes 25 de agosto: Nuevos roces entre Oviedo y Cramer.

 

         07.00 horas: En la Fuerza Aérea se procede al licenciamiento de conscriptos. La tropa estaba formada para el acto.

 

         07.45 horas: Se informaron la existencia de un nuevo roce entre Oviedo y Cramer y la movilización de blindados en Cerrito. Inmediatamente se procedió a la suspensión del acto de licenciamiento en la Fuerza Aérea y la tropa, que ansiosa aguardaba recibir sus respectivas libretas de baja, quedó en estado de acuartelamiento.

 

         17.30 horas: La base aérea de Ayolas fue alertada sobre una actitud hostil de Oviedo. Hubo aprestos para eventuales misiones aéreas.

 

         20.10 horas: Los coroneles José González y Domingo Gaona, comandantes de la Brigada Aerotransportada y del Regimiento Guardia Presidencial, respectivamente, se reunieron con el entonces ministro de Justicia y Trabajo, Juan Manuel Morales, para evaluar la situación.

 

         22.30 horas: Una patrulla de la Fuerza Aérea detectó un camión civil escarpado estacionado en la rotonda ubicada sobre la Autopista, en el desvío a Luque, frente al Grupo Aerotáctico (GAT), base de los Xavantes. En su interior permanecen en silencio efectivos del 1er. CE. De nuevo se aguarda un fin de semana caliente.

 

         Sábado 26 de agosto: "No desatender al soldado"

 

         Ese día las Fuerzas Armadas recordaron el 150° aniversario de su creación. En un acto desarrollado frente al Panteón de los Héroes, a las 8, presidido por el presidente en ejercicio, Ángel Roberto Seifart, el vicealmirante Carlos Guillermo López Moreira, comandante de la Armada, pronunció un discurso que para muchos pasó inadvertido. "Así como las FFAA no deben superar el ámbito institucional para presionar al poder político constitucionalmente organizado, esta instancia no debe desatender las inquietudes de los soldados", sostuvo el marino.

         Oviedo, haciendo gala de su cinismo, colmó de honores a Seifart, en ese entonces ya acérrimos rivales en las internas del Partido Colorado, en las cuales Oviedo cifraba sus expectativas de proyección política.

 

         Martes 29 de agosto: Proceso contra Oviedo.

 

         08.00 horas: El juez Jorge González Riobóo asumió la investigación sobre la denuncia contra el general Oviedo, por una nueva participación en política, presentada por los diputados liberales Francisco José de Vargas y Sergio López.

         Los parlamentarios acusaron al general de protagonizar una reunión política partidaria con un grupo de presidentes de seccionales del Departamento de Itapúa, encabezados por el capitán (SR) Abdón Zarza, en una quinta que Oviedo posee en Mariano Roque Alonso. El encuentro fue admitido posteriormente por Oviedo, pero señaló que en la oportunidad sólo hablaron "de caballos". Esa reunión se había extendido por más de 10 horas.

 

         Miércoles 30 de agosto: Cambios "no violentos".

 

         08.00 horas: El acuartelamiento en la Fuerza Aérea continuó desde el viernes anterior mientras que en la Caballería las actividades continuaron normales. Los juegos de guerra se habían tornado habituales en los cuarteles de Campo Grande. La guerra psicológica emprendida por Oviedo surte sus efectos a niveles político y militar. Los temibles tanques de Cerrito de nuevo se habían encabritado y el sobrevuelo en Ñu Guazú no surtía su efecto disuasorio.

         La prensa se hizo eco de la situación crítica que, como en anteriores ocasiones, no fue confirmada ni desmentida por el Gobierno inmediatamente.

         El procesamiento judicial de Oviedo y el llamado de Wasmosy -tras su regreso de Taiwan- a presentarse esa mañana en el Comando en Jefe intranquilizaron a los oficiales de Caballería.

         El ministro del Interior, Carlos Podestá, anunció que habría cambios "no violentos" en el Gobierno, como consecuencia de la influencia de factores externos al mismo, según dio a entender. El secretario de Estado desmintió los rumores de golpe de Estado, pero señaló que "lo que sí puede darse es el sacrificio personal de algunas personas que estamos «molestando». Usen la cabeza, analicen lo que dije", sostuvo el ministro del Interior a la prensa.

         La presión de Oviedo para el cambio de los ministros Nicanor Duarte Frutos, Juan Manuel Morales y Carlos Podestá era insostenible. Todos ellos apoyaban políticamente al vicepresidente Seifart.

         Ya en esa oportunidad se analizó seriamente la posibilidad del pase a retiro de Oviedo y su nombramiento como ministro de Defensa, pero la idea no era del agrado del comandante del Ejército. El quiebre institucional parecía inminente.

 

         08.30 horas: Wasmosy analizó la posibilidad del retiro del comandante del Ejército, pero de nuevo desistió de su intento. El temor a ocasionar un enfrentamiento con costo de vidas le hizo desistir de su deseo. Se reunió con la cúpula castrense en el Comando en Jefe y posteriormente desvirtuó los rumores de pase a retiro de Oviedo. La crisis militar se apaciguó. Wasmosy ordenó que todos los comandantes de fuerzas se dirigieran a sus cuarteles y reunieran a sus efectivos para llevar la calma. El general Noguera realizó un peregrinaje por todas las unidades militares durante toda la mañana. La cuarta crisis militar estaba camino a disiparse.

         11.45 horas: El presidente Wasmosy convocó al Palacio de Gobierno a los presidentes de las Cámaras de Senadores y Diputados, Rafael Casabianca y Juan Carlos Ramírez Montalbetti, respectivamente, para hablar de una "agenda abierta". Sin embargo, en la oportunidad les informó que Oviedo seguiría en su cargo.

 

         12.10 horas: El ministro de Defensa, Hugo Estigarribia, informó oficialmente que Oviedo no fue pasado a retiro y que no existía peligro de golpe de Estado. Indicó que el comandante del Ejército así como el presidente Wasmosy acatarían lo que dispusiera la Justicia en torno al proceso abierto a Oviedo a raíz de una actividad política cumplida el 20 de agosto en una quinta de Puente Remanso, que era el motivo del malestar del militar. La calma volvió a los cuarteles.

 

 

         LA OPERACIÓN GEDEÓN

 

         LA CRISIS DEL 22 DE ABRIL DE 1996

 

         La planificación militar para enfrentar un eventual alzamiento del comandante del Ejército no tuvo un marco orgánico ni institucional, como era de esperarse. El planeamiento se realizó en medio de un ambiente conspiraticio, pero, paradójicamente, en esta oportunidad para beneficio de la democracia.

         No existió orden escrita de operación y tampoco el plan estratégico de defensa y ataque para enfrentar a Oviedo fue documentado oficialmente, por la necesidad de mantener el operativo dentro de la más absoluta reserva.

         Pese a que la estrategia militar para enfrentar una eventual sublevación de la Caballería estaba lista para ser puesta en marcha en cualquier momento, la decisión del presidente Wasmosy de sustituir a Oviedo no pasó por un relevamiento previo de la capacidad de reacción de las fuerzas leales. Aunque se estima que el presidente Wasmosy haya recibido un informe periódico sobre la marcha de los preparativos por parte del comandante de las Fuerzas Militares, general de Ejército Silvio Rafael Noguera, no existió una reunión de los comandantes leales en donde se haya evaluado exclusiva y estrictamente la coyuntura militar para tomar la decisión de pasar a retiro al díscolo comandante del Ejército. La medida simplemente fue comunicada a los comandantes de fuerzas en la mañana del jueves 17 de abril.

         La proximidad de la nueva fecha marcada para realizar las elecciones internas del Partido Colorado -28 de abril-, que una vez más sería trabada por los partidarios de Oviedo, sumada al reciente incidente del rechazo de los senadores oviedorriquelmistas a la Ley de Bonos -que según el Gobierno de Wasmosy haría posible la captación del dinero necesario para superar la crisis económica- y a la construcción del puente en la ciudad de Presidente Franco, convergieron para la toma de decisiones.

         Pese a la falta de evaluación militar, todo estaba preparado. Inclusive el momento se presentaba propicio, debido a que la concentración de tropas y armamentos que se produciría en esos días en la Caballería con motivo del Día del Jinete (23 de abril), facilitaría el cercamiento y control de movimiento de esa unidad ante su eventual insurrección.

         Los mandos medios castrenses que estaban al tanto del plan bautizaron al operativo: "Gedeón"1.

         En la improvisada y extraoficial matriz de sincronización de eventos2, que manejaban los mandos medios, las unidades leales fueron identificadas de la siguiente manera:

         - Halcón: Fuerza Aérea (en su conjunto).

         - Cóndor: Grupo Aerotáctico (operadores de los Xavantes).

         - Aguila: Brigada Aerotransportada.

         - Cuervo: Regimiento Guardia Presidencial.

         - Tiburón: Armada.

         - Ñabatí: Aviación Naval (helicópteros).

         - Gallo: Policía Nacional.

         Sobre estas unidades descansaba básicamente la defensa de la institucionalidad.

         Los conceptos estratégicos y tácticos básicos manejados por las fuerzas leales se basaban en las enseñanzas de Sun Tzu -estratega chino que vivió 500 años antes de Cristo-, que forman parte del currículum de las academias militares de casi todo el mundo y, paradójicamente, uno de los autores al que recurría frecuentemente el general Lino Oviedo en sus discursos y declaraciones a la prensa, para hacer alarde de erudición.

         Algunas de sus enseñanzas señalan que "todo el arte militar se basa en el engaño. En consecuencia, cuando estemos en condiciones de atacar, debemos parecer que no lo estamos; cuando usemos las tropas, debemos parecer inactivos; cuando estemos próximos, debemos hacer creer al enemigo que estamos lejos; cuando estemos lejos, debemos hacerle creer que estamos cerca". En efecto, los efectivos del Primer Cuerpo de Ejército desconocían por completo la envergadura de los preparativos contragolpista.

         Sun Tzu también sostiene que "en todo combate pueden emplearse métodos directos para librar la acción, pero los métodos indirectos serán necesarios para asegurar la victoria".

 

 

 

         Confirmada la insurrección -que se daba como un hecho por las fuerzas leales-, el objetivo era desplazarse rápida e inadvertidamente a ocupar posiciones defensivas, pero de naturaleza ofensiva, en los alrededores de la Caballería y en puntos estratégicos de la ciudad, para impedir el avance de los tanques. El rápido despliegue de las fuerzas leales se basaría en el principio que establece que el medio urbano es un factor multiplicador de combate. Confiaban en que las posibilidades de éxito se inclinarían hacia los institucionalistas, teniendo en cuenta que los blindados del Primer Cuerpo de Ejército -principal armamento de los posibles sublevados- no son los más aptos para combate en ciudad. Son eminentemente para lucha a campo traviesa. En el golpe militar de 1989 estos medios habían sido fundamentales para la rápida victoria debido a que se utilizó el factor sorpresa, factor que en esta oportunidad no se daba.

         El relevo o retiro de Oviedo era un acontecimiento que ya se manejaba inclusive un mes antes de los sucesos del 22 de abril. Eso lo prueban los preparativos en la Fuerza Aérea. El general César Cramer, comandante de la FAP, en fecha 18 de marzo de 1996, remitió la nota N° 132 al comandante de las Fuerzas Militares, general de Ejército Silvio Rafael Noguera, por la cual solicitó autorización para utilizar las pistas pertenecientes a las estancias "Santa Teresa", "Arroyo 1°" y "Laguna Ciervo", ubicadas en los departamentos de Amambay y Concepción, "con fines operativos, entrenamiento de tiro y bombardeo de las unidades de combate de la Fuerza Aérea". Se estaban llevando a cabo los últimos aprestos para un eventual enfrentamiento bélico.

         El plan se activó el jueves 18 de abril, a las 12, en el Comando en Jefe. El presidente Wasmosy convocó a los generales Noguera y Cramer y al vicealmirante López Moreira, para comunicarles oficialmente la decisión de relevar al general Oviedo.

         La estrategia militar trazada siempre fue manejada en forma teórica, nunca pudo ser puesta en práctica, porque ello implicaría alertar a los considerados potenciales rebeldes sobre el alcance y la magnitud del operativo. Pocas personas estaban al tanto del procedimiento castrense. En un primer nivel se encontraban Wasmosy, Noguera, López Moreira y Cramer. Ni el vicepresidente Seifart ni el ministro de Defensa, Hugo Estigarribia, ni mucho menos el entorno civil del presidente Wasmosy estaban al tanto de los pormenores de la estrategia militar.

         Si bien el presidente Wasmosy en esta oportunidad estaba decidido a extirpar el molesto tumor qué iba minando sus fuerzas, tenía la clara consigna que de producirse una insurrección no estaba dispuesto a hacer derramar "una gota de sangre". Confiaba en una salida pacífica del ensoberbecido general.

         El control operativo del plan militar estaba en manos del general Noguera, pero eran los mandos medios de la Fuerza Aérea y el Regimiento Guardia Presidencial, principalmente, los que manejaban perfectamente los más mínimos detalles de la operación. Estas unidades tomarían la iniciativa para anticiparse a un eventual desplazamiento de las fuerzas del Primer Cuerpo de Ejército. Las unidades de la Armada permanecerían en sus sedes para movilizarse en caso de requerirse un contraataque.

         El ministro Estigarribia no había tenido participación en estas estrategias. Por algo, en la noche del lunes 22 de abril, con un rostro que denotaba preocupación y absoluto desconocimiento de los preparativos militares leales, manifestó a medios radiales que el bando institucional se encontraba "militarmente débil".

         Los militares, preparados y educados para la guerra, no concebían la insistencia del presidente Wasmosy de evitar el mínimo enfrentamiento, pese a que algunos civiles allegados a él sostenían que la defensa de la democracia, si era preciso, debía implicar inclusive el sacrificio de vidas.

         En el segundo escalón de responsabilidad militar se encontraban quienes tenían mando efectivo de tropa y armamentos. En este nivel las reuniones eran más frecuentes y había un exacto conocimiento del plan. Los que integraron este escalón son:

         - Coronel Domingo de Guzmán Gaona, comandante del Regimiento Guardia Presidencial (RGP).

         - Coronel José González, comandante de la Brigada Aerotransportada (BA) de la Fuerza Aérea.

         - Coronel Francisco Zarza y teniente coronel Carlos Jara, comandante y subcomandante, respectivamente, del Grupo Aerotáctico (GA), operadores de los Xavantes.

         - Coronel Blas Ramírez, comandante del Grupo de Helicópteros (GH) de la Fuerza Aérea.

         - Coronel Serafín Candia, comandante del Transporte Aéreo Militar (TAM).

         - Teniente coronel Víctor Groselle, comandante de batallón del RGP.

         - Teniente coronel Ramón Benítez Liseras, comandante del Batallón de Paracaidistas (Bn.PCD).

         - Teniente coronel Andrés Duarte, comandante del Grupo de Transporte Aéreo Especial (GATE).

         - Teniente coronel Humberto Gregor, comandante del Grupo de Instrucción de la Fuerza Aérea.

         - Contraalmirante José Ramón Ocampos Alfaro, comandante accidental de la Aviación Naval.

         - Capitán de navío Miguel Ángel Candia, comandante de la Infantería de Marina.

         - Teniente coronel René Ferreira, piloto presidencial.

 

         A partir del mediodía del jueves 18 de abril los comandantes de fuerzas se reunieron con los comandantes de sus respectivas unidades para poner en marcha el operativo.

         Como ayudado por designios bíblicos, todo se presentaba favorable para las fuerzas institucionalistas: el pronóstico del tiempo garantizaba cielo despejado para los próximos días, lo que avalaba la plena maniobrabilidad de los aviones de guerra, que serían las principales armas disuasivas en caso de un inminente enfrentamiento. Las aeronaves de combate también podían operar con un techo mínimo de 100 metros, aunque con cierta restricción.

         Con cielo despejado existe, mayor precisión porque se facilita el ataque en picada, mientras que con cielo nublado la descarga de bombas debe hacerse por medio de vuelos rasantes, que requieren un alto grado de entrenamiento y exactitud.

         Además, modernos equipos de radiocomunicación que habían sido comprados meses atrás de Estados Unidos, y cuya recepción aún no se tenía previsto, llegaron una semana antes de la crisis. Todo estaba preparado para "cortar cabezas".

 

         INTERVENCIÓN NORTEAMERICANA

 

         Una importante reunión dentro del marco de los preparativos de defensa también se llevó a cabo al mediodía del sábado 20 de abril en la sede de la Guardia Presidencial. Participaron del planeamiento el coronel Domingo de Guzmán Gaona, comandante del RGP; coronel José González, comandante de la Brigada Aerotransportada; el capitán de Corbeta (ingeniero electrónico) Carlos Figueredo, comandante de comunicaciones de la Armada; dos civiles, y el coronel Charles Rowcliffe, agregado de Defensa de la Embajada norteamericana. La reunión se realizó para ajustar los sistemas de comunicación y los planes operativos.

         De hecho, asesores militares norteamericanos de las Fuerzas Especiales impartían cursos de instrucción a efectivos del Regimiento Guardia Presidencial desde hacía más de 2 años.

         Una posible intervención militar estadounidense fue utilizada como una medida de presión en la noche del 22 de abril. El primer comunicado de la Embajada norteamericana, hecho público a las 18.30 de ese lunes, señalaba que EEUU revisaría "la gama completa de acciones necesarias" para evitar la ruptura institucional en nuestro país. Aunque no se analizó seriamente la intervención militar abierta de los EEUU -unilateralmente o como integrante de una fuerza multinacional-, había contacto radial directo y permanente con las Fuerzas Especiales norteamericanas acantonadas en Bolivia y también con la base ubicada en Panamá. Los norteamericanos seguían de cerca los acontecimientos, no sólo diplomáticamente sino también militarmente. Los comandantes leales a la institucionalidad confiaban en que tenían capacidad de respuesta para hacer desistir una sublevación. Asesores militares estadounidenses en nuestro país siguieron de cerca los acontecimientos durante los 4 días que duró el conflicto y estaban al tanto de todos los movimientos castrenses.

 

 

 

 

 

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

1. Fuerzas Armadas y Democracia. Lezcano, Carlos María y Martini, Carlos. Centro de documentación y Estudios. Grupo de Ciencias Sociales. Asunción, 1994.

2. Código Penal del Paraguay y leyes complementarias. Instituto de Ciencias Penales del Paraguay. Asunción, 1993.

3. Código Penal Militar y Código de Procedimiento Penal Militar. Escuela de Comando y Estado Mayor. Comando en Jefe de las FFAA de la Nación. Asunción, 1981.

4. Análisis del Mes. Revista de BASE-ECTA. Asunción. Varias ediciones.

5. Revista Centauro. Órgano del Ejército Paraguayo. Varias ediciones.

6. Revista Ejército Guaraní. Departamento de Comunicación Social del Ejército. Asunción, 1994.

7. Stronismo, golpe militar y apertura tutelada. Riquelme, Marcial Antonio. Centro de Documentación y Estudios-RP Ediciones. Asunción, 1992.

8. Diarios ULTIMA HORA, ABC Color, Noticias, La Nación, El Día. Varias ediciones.

9. Manual de Psiquiatría. Betta, Juan C. Edición de Jorge Rito Savino. Buenos Aires, 1981.

10. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. DSM-IIIR. Varios autores. Masson SA, USA, 1988.

11. El arte de la guerra. Tzu, Sun. Buenos Aires, Editorial Fraterna.

12. Revista española de Defensa. Varias ediciones.

 

 

 

ÍNDICE

 

PROLOGO

PRESENTACION

CAPITULO 1:

LOS ANTECEDENTES Y EL CONTEXTO

- El puente de la discordia

- Las elecciones coloradas

- Recorte en el presupuesto y descontento entre comandantes

CAPITULO 2:

EL PODER MILITAR Y EL AVANCE HEGEMONICO DE OVIEDO

- Un factor de amedrentamiento interno

- El ascenso meteórico de Oviedo en las FFAA

- El bastón de mando compartido

- Las amenazas a la Primera Dama

- Una personalidad con rasgos llamativos

CAPITULO 3:

LOS DIAS PREVIOS

- "El único que puede dar un golpe..."

- Los americanos al tanto de todo

- Wasmosy pide apoyo a Cardoso en Brasilia

CAPITULO 4:

LA CAIDA DEL JINETE CON PIES DE BARRO

- Lunes 22: El jinete se rebela

- Martes 23: De la tensión a la alegría y luego al desencanto

- Miércoles 24: El retiro de Oviedo

- Jueves 25: La voz del pueblo

- Algunas derivaciones y hechos posteriores

CAPITULO 5:

LOS SECRETOS MILITARES DE LA CRISIS

- Antecedentes de los preparativos militares

- Las cuatro crisis militares

1. La crisis del 18 de diciembre de 1994: Oviedo vs. Ayala

2. La crisis del 11 de marzo de 1995: Disputa por la Corte Suprema

3. La crisis del 14 de julio de 1995: El "desfilódromo" en el ojo de la tormenta

4. La crisis del 25 de agosto de 1995: Procesamiento judicial enerva a Oviedo

- La operación "Gedeón"

La crisis del 22 de abril

La intervención norteamericana

- El último salto del jinete

El "Halcón" inicia su vuelo

El papel de la Fuerza Aérea

El "Cuervo" también despliega sus alas

El papel del R. G. P.

"Tiburones" al acecho

Los preparativos en la Armada

"Gallos" se reivindican con la democracia

La movilización de la Policía Nacional

- La Caballería y su poderío

Un historial de golpes y asonadas

La sublevación en la Caballería

Ordenes escritas y verbales tienen el mismo valor.

CAPITULO 6:

"SERAN NUESTROS PECHOS LAS MURALLAS..." 

- "Ni vencedores ni vencidos"

- Los chicos de la democracia

- Los "carapintadas"

CAPITULO 7:

DESDE LAS TRINCHERAS DE LA PRENSA

- Una tarea fundamental

- Así nos vio la prensa extranjera

CAPITULO 8:

APUNTES PARA EL ANALISIS

1. El poder fáctico militar pierde terreno

2. Necesidad de reestructurar y modernizar las FFAA

3. La solidaridad internacional rinde sus frutos

4. Los EEUU mostraron su gravitación

5. El futuro de la transición

APENDICE:       

BIBLIOGRAFIA

 





Bibliotecas Virtuales donde se incluyó el Documento:
EDITORIAL
EDITORIAL DON BOSCO



Leyenda:
Solo en exposición en museos y galerías
Solo en exposición en la web
Colección privada o del Artista
Catalogado en artes visuales o exposiciones realizadas
Venta directa
Obra Robada




Buscador PortalGuarani.com de Artistas y Autores Paraguayos

 

 

Portal Guarani © 2024
Todos los derechos reservados, Asunción - Paraguay
CEO Eduardo Pratt, Desarollador Ing. Gustavo Lezcano, Contenidos Lic.Rosanna López Vera

Logros y Reconocimientos del Portal
- Declarado de Interés Cultural Nacional
- Declarado de Interés Cultural Municipal
- Doble Ganador del WSA