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DELFINA ACOSTA

  VERSOS PARA ESTE PLANETA - Autora: DELFINA ACOSTA - Año 2012


VERSOS PARA ESTE PLANETA - Autora: DELFINA ACOSTA - Año 2012

VERSOS PARA ESTE PLANETA

 

Autora: DELFINA ACOSTA

 

Editorial: ATLAS

ISBN: 978-99967-24-91-6

Descripción: 70 páginas; 22 cm

 Año: 2012

 

Nuevo poemario de la reconocida escritora, cuyos versos ofrecen una constante evocación de la esperanza como sustentáculo de la vida humana y una concepción panteísta de un mundo en que la naturaleza es la manifestación de Dios. Poeta, narradora y periodista, Acosta ha ganado numerosos premios literarios por sus obras.

La poesía de Delfina fluye como un canto espiritual que rinde homenaje a la naturaleza y la ve como el rostro terrenal de Dios. Los jardines y selvas de este mundo, con su fauna compuesta del lobo y el colibrí ancestral, también hacen su aparición a la manera  de los amigos y hermanos de San Francisco. Hay también, a lo largo  de estos sentidos poemas una constante búsqueda del amado, según la manera de Fray Luis y el Cantar de los cantares.

Pero no nos engañemos, no todo es idílico, tras la rosa y el jazmín, festejados por la poetisa, está agazapada la muerte y el cuervo, siempre presentes en estos versos. La soledad es también un tema recurrente, y el paso de los años y la huida de la juventud dorada.

La belleza se marchitará, lo paradisíaco y lo bucólico se transformarán en epitafios. Como dice un verso terrible: La maravilla es parte de la náusea. El asco y la belleza son las caras de la moneda que Jesús dio al César. Ella, para reinvidicarse, entrega su corazón a un cometa errante que cruza el universo, y escudriña el cielo “tomando notas de los luceros y la vía láctea”.

Delfina, consciente de lo efímero de la existencia, no solo invoca a Dios, también Jesucristo aparece pleno de gloria y majestad imponiéndose al trueno y al llanto: “la escritora habla  con su Señor y pide le sea dada la palabra pura para cantar loas”. En realidad estos versos se quejan del silencio de Dios, que se experimenta  como un castigo al alma del poeta, que permanece en orfandad. Finalmente la poetisa clama a Dios y le pide que acuda pronto para que le ayude a comprender su amor.

Estamos ante una poesía casi religiosa, de tinte místico que se plantea el amor divino y la complicidad de la naturaleza caída, el paraíso perdido que resucitará un día de sus cenizas. Es una obra de gran lirismo y profunda espiritualidad.

OSVALDO GONZÁLEZ REAL

 

 

 

 

 

 

LA ESPERA

Alguna vez el tiempo de las rosas

será también tu tiempo y notarás

que tus mejillas caen. En tu pelo

la araña luna blanca tejerá.

Mujer, no dejes que el amor se vaya

de tu ventana, y canta una vez más,

y calla y luego quédate muy triste.

¿Escuchas al rosal aletear?

Se quejan las palabras en tu boca.

Ya son las ocho y prometió llegar.

La soledad se junta en el aljibe

y el agua tiene gusto a llanto y sal.

Entre los grillos tú la reina. El viento

algún silbido lleva a pasear.

No es tarde todavía. Las estrellas

tus ojos comen. Ah..., mirar, mirar...

 

 

CUERVO

No son los años, no; los abejorros

se llevan de mi néctar lo que queda.

Hambrientos noche a noche  en mis mejillas

que ayer tenían luces se presentan.

Y la paloma en quien yo confiaba

mi rostro come y sólo fruta vieja

es el lunar que me hizo vanidosa

en una tarde azul de primavera.

No son los años, no; los lobos pasan

encima de mi cuerpo y de sus huellas

que son quebradas ramas se levanta

el viento desangrando mi corteza.

¡Y el cuervo que el viñedo desatiende

para escarbar sin pausa en mi cabeza!

Por culpa suya es mi mirada extraña

y cubre a mis cabellos la tristeza.

 

 

MAÑANA ES OTRO DÍA

Los lirios que se caen y las hojas

girando circulares hacen triste

aún el agua limpia que yo bebo.

Imaginé un venado en la ventana

y ahora estoy mejor y sin embargo

me sé ya de memoria aquel inútil

piar del avecilla abandonada.

Y luego al mediodía las hormigas

querrán venir por ella, y tantas rosas

que se abrirán en vano pues no sabe,

el hombre no sabrá alabar su garbo,

y sólo por la paga el jardinero

podando está el rosal, no fue su padre

poeta, y él se encuentra casi ciego.

¡ Pero mañana el viento traerá

en cada arbusto aroma a nuevo día !

 

 

CANTABA LA PALOMA

Cantaba la paloma y el felino

oía su cantar y se quedaba

herido de tristeza y de ternura.

Mi rostro frente al cielo oscurecido

buscaba alguna estrella mas los vientos

con el horrible aliento de no sé

qué malas flores me obligaban

a ver el fondo mismo de mis ojos.

Si hubiera conseguido detener

el tiempo en que las cosas eran bellas.

¡Ay la aspereza del rocío! En vano

el fuego de las almas se enrojece.

No hay nadie a quien querer. Y en la distancia

el cuervo está al acecho, y yo también.

Llegada es ya la hora. Se despierta

mi corazón y sueña todavía.

 

 

UN MUNDO PERFECTO

Fumaba yo caída ya la noche

en el pequeño cementerio y daban

las doce y los jazmines se entreabrían

entonces y unas leves mariposas

salían de los huesos de una tumba.

Los muertos al silencio complacían.

El último  ciprés movía el viento.

A veces  un felino enamorado

de la rojiza Luna me acechaba.

No sé por qué razón recuerdo ahora

mis citas con los muertos. Crece el día

y llegan a mis ojos los colores

alegres que a mi vida le faltaron.

En paz estoy con todos. Silba un ave

un canto sin error. Por un instante

el mundo pareciera ser perfecto.

 

 

JARDIN MISTERIOSO

Se trata de una mantis religiosa

llevada por insectos himenópteros

a oscuro  nido estando aún con vida.

Un niño entretenido la contempla.

También se trata de un gusano verde

de un género por mí desconocido

subiendo por la rama de un rosal.

La maravilla es parte de la náusea.

El asco y la belleza son las caras

de la moneda que Jesús dio al César.

En mi jardín las voces se confunden.

Solloza el sauce y el piar quebrado

de unos pichones cruza cierta brisa.

Pero las flores pujan por abrirse.

Y alguna primavera está llamando.

¡Y vientos de alegría son mis ojos!

 

 

PENSAMIENTO

Hay un lejano llanto y un suspiro

por tantas cosas, es decir la vida

que sobre el hombre sin cesar gotea.

Pero también se escucha una oración

de un alma buena que es igual al agua

bebida por el hombre atormentado.

Los astros nos observan silenciosos.

Sellada está la suerte de la mosca

que aquella araña cazará. La flor

de los geranios se ha de abrir entonces.

Un lobo de ciudad aúlla y sube

su triste aullido y otras veces baja

a los difuntos de color de polvo.

Con gracia una amarilla mariposa

se posa sobre un solo pensamiento:

“No teman porque yo he vencido al mundo”.

 

 

EL BOSQUE DE LA VIDA

Busqué la guía de los hombres. Fui

por el carril del mundo pero igual

salieron a mi encuentro fogonazos

y lámparas portadas por personas

que erraron el camino y me pedían

la vía exacta de la Cruz del Sur.

Volviéronse en mi contra las señales.

Las puertas que buscaba se ausentaron.

Enfermas de silencio las aldabas

no respondían nunca a mis urgencias.

Pero las garzas me indicaron tibias

pisadas en las playas y los búhos

caída ya la noche con chistidos

al bosque de la vida me llevaron.

Allí sentí el aliento del lucero.

Y el beso de una estrella abrió mi boca.

 

 

EL SECRETO

No sé por qué pero el silencio estuvo

metiéndose en mis ojos y caía

igual a alguna herida la llovizna,

la que muy lejos cae, en mis pestañas.

Extraña forma de morir aquella.

En el jardín los lirios se contaban

con voz de viento y hierba las historias

de aquellas muertes mías. Los espectros

de rosas insepultas consultaban

en torno a mis insomnios. No sabían

que yo busqué el secreto de la vida

y a Dios en su belleza noche a noche.

Aquel perfume suyo fue la infame

respuesta a mis preguntas dolorosas.

¡Señor, hoy brotan rosas sin embargo

de la fangosa tierra de mis dudas!

 

 

ENAMORARSE

Erase una mujer que fue rosal

y los garfios o espinas de su cuerpo

más que doler a su nocturno amante

a ella le dolían y por eso

perder su aroma prefirió una noche,

y sus rosados pétalos abiertos

como una cabellera cuando el pino

bajaba el viento de los astros rojos.

Y se deshizo del capullo último.

Y de sus ramas y el deforme tallo

por el que trajinaban las hormigas.

Era un rosal que se creyó mujer

enamorada y terminó pagando

el precio de un amor que no era suyo,

se cuenta sin embargo. Sólo sé

que amar es dar las hojas a los vientos.

 

 

AMOR EXTRAÑO

Entonces me miraste y titilaron

los ojos todos que yo amé en silencio

por mi memoria. Así también pasaron

las noches en que el alma presentía

los pasos acercándose a mi alcoba.

Furiosos los trigales golpeaban

mi pecho cuando tú las manos tibias

bajabas sobre mi hombro. ¿Acaso puede

la caracola remontar el mar

para alcanzar la boca del lucero?

Y en tanto que me hablabas dulcemente

pensaba triste en las negadas bodas

de alguna errante ola y un grumete,

o de una oscura uva y el tonel

en que se guarda el vino. ¿Acaso existe

amor así de extraño como el mío?

 

 

MUCHACHA DE CINCUENTA

Pero tus ojos tienen todavía

la luz de las pupilas de las gatas

que salen al encuentro de la calle.

Y aquel plateado hilo de tu pelo

es delicada joya, acaso sueño

de la tiara aquella que tu amante

te puso porque reina reclinada

sobre su pecho fuiste en dulce tarde.

Y hay en tu voz un nido de jazmines

que sueltan cuando el viento las sacude

un beso de rencor y de ternura.

Y sí, estás enamorada y abres

tus brazos, y esta noche, estando fija

la estrella en el lejano firmamento,

y atentos a un cantar los marineros,

un largo beso morderá tu boca.

 

 

INSECTOS ENAMORADOS

Era un gusano que en las altas noches

de mí se enamoraba por creer

que yo tendría el fruto de su amor

en mis entrañas y no pudo amarme

pues yo mi corazón confuso di

al viento que entreabría mi ventana.

Tal vez era un murciélago colgado

del techo de mi alcoba que me amaba

por perdonar su vida y nunca supo

que no le tuve asco. Son los hombres

que cortan la cabeza de su prójimo

en esa causa que se llama guerra

los padres del horror y el asco mío.

Y fueron los insectos y un batracio

que en el jardín mi nombre repetían.

Mi corazón entonces di a un cometa.

 

 

LOS POETAS

Somos legión, legión, y nos confunden

con los dementes que sin paz deambulan

por los abandonados parques públicos.

A los poetas nos consume un sueño

de estrellas. Y un rumor de viejas hojas

que el viento de la tarde zarandea

se eleva cada noche de los versos

que en el papel dejamos por si a alguno

le importa todavía nuestro oficio.

Ayer estando el firmamento calmo,

más calmo aún que en otras madrugadas,

me he puesto por ejemplo a transcribir

las  últimas noticias de los astros.

Me ocurre el universo. Me sucede

que el cielo yo escudriño y tomo notas

de los luceros y la vía láctea.

¡Señor, Señor, se va mi extraña vida

detrás de versos que la lluvia lee!

 

 

MI MEJOR POEMA

De alguna forma el ciervo moteado

escribe la poesía que yo ansío

al descansar su lomo sobre el pasto,

o herido de belleza y de relámpagos

al refugiarse dentro de mi sueño.

Ay de vosotros que os llamais poetas

y en vuestros versos vais juntando vómito.

Yo ya no escribo. El agua que gotea

de las frondosas copas de los pinos

es mi mejor poema y esta tarde

en que recuerdo el río de mi pueblo.

Un niño nace y ya la leche tibia

de un seno vuelto luz  le saca el hambre.

Y así saciada observo las costillas

del viento que sacude el campanario.

Y gracias doy. Y mi alegría es verso.

 

 

CAMPANAS DE BELÉN

Está al acecho el lobo. Las palomas

intentan darme fe de su presencia.

Así como las urbes se levantan

con sus cansadas gentes que en los ojos

revelan un dolor de Dios Altísimo,

así también las olas se levantan

del fondo de la mar con la señal

de un triste adiós por siempre y para siempre.

Pesada vida es ésta y sin embargo

es todo cuanto el pobre hombre tiene.

Pero tu voz se yergue Jesucristo,

por sobre todo trueno y todo llanto,

y es el planeta un campanario grande

entonces que sacude el alma herida.

¿Escuchas cómo suenan, cómo llaman,

sin pausa las campanas, a lo lejos?

 

 

LAS GARZAS

Ayer llegaron garzas a un gran árbol

que cerca de mi hogar esparce sombra.

Presté curiosidad a sus chistidos.

Al rato me cansé pues yo procuro

aquel silencio de la luz cayendo

sobre la vieja iglesia de mi pueblo,

para mi vida así, en estas horas,

en que la gente dice mucho y nada.

Y está el silencio aquel de las estrellas

que suelo escudriñar para acercarme

un poco más a ti, mi Dios altísimo.

Me hablas noche a noche y te respondo.

Y ahora te pregunto si podrías

bajar hasta mis labios la palabra

que es agua pura. Es tan de humana flor

la lluvia que  mi alma  aguarda a veces.

¿Te has dado cuenta, mi Señor, por fin?

 

 

GOLONDRINAS

Está la lluvia por caer y el viento

agita las violetas y los lirios.

El mundo mira por el ojo oscuro

del nubarrón y cae hasta la boca

del viejo aljibe que las risas guarda.

Y qué alegría contemplar el vuelo

de aquellas golondrinas que parecen

que vienen a buscarme. Si me llevan

sobre las hierbas frescas y aromadas

o sombras de abedules que me dejen.

Las pertenencias de la lluvia son

innumerables y no sé decirlas.

No es solamente el agua. Algún jilguero

buscando estoy para besar su boca.

Ya son las cinco de la tarde. ¿Escuchas

el retumbar ardiente de los truenos?

 

 

RAZONES

Hay días melancólicos, lo sé.

Y días en que en paz transcurre el alma

porque Jesús sus ojos clava en mí.

Un leve aroma de jazmín que se abre

al viento va al encuentro de un cantar

que pasa. ¡Ay si supiera las razones

de las pequeñas flores, de los pinos,

de aquel tendido cielo sobre el ave

nocturna que a otras llama con chistidos!

Me cuesta el mundo a veces pero encuentro

que aún ligera de las cargas voy

por los caminos que otra gente anduvo

tan triste, tan cansada y cabizbaja.

Me place esta mañana silenciosa.

Pasaba yo al infierno acostumbrándome.

Y ahora me habitúo ya a los cielos

 

 

ÓYEME

Mi voz va en busca ya de tus oídos.

Yo sé que te castiga ese silencio

de Dios. No hay rama seca que se rompa

haciendo suponer que Dios camina

detrás de ti por tan oscuro bosque,

y encienda en tu mirada una esperanza.

Pero no importa, súbete a mi canto.

Y cree. Sólo cree y se abrirán

las olas a tu paso y se pondrán

los cielos a tu diestra. La tristeza

se irá por donde entró y algún jazmín

ocupará su sitio y nuevamente

las flores imposibles de tu vida

darán su aroma en tu pequeño huerto.

Estoy aquí llamándote mi hermano.

Tan sólo calla al viento y óyeme.

 

 

ALEGRÍA

Ha sido necesario que cayera

en tierra de lombrices la semilla

y que lloviera y que pasara el tiempo

para que nos volviéramos un árbol.

Las pálidas  hormigas nos trajinan.

El viento del otoño nos arranca

las hojas pero pronto llegará

la primavera y flores como rosas

nuestras macizas ramas poblarán.

Los hombres morirán, se irán cayendo

las viejas casas y este mismo pueblo

querrá tumbarnos con el hacha un día.

Qué importará pues tras las golondrinas

aunque seamos árbol volaremos

y posaremos sobre un camposanto.

¡Y en ese sitio nos convertiremos

en sombra, aroma, trino y alegría!

 

 

LA PUERTA

Cualquiera llama a mi pequeña puerta.

Cenar suelo con reyes y mendigos.

Ay, cómo me atareo en repartir

en dos iguales partes lo servido.

Y es entre gente que a mi casa llega

contándome unos casos divertidos,

cuando me acuerdo yo de tu anunciada

visita, bienamado, y ahorro el vino.

Mi hogar aseo día a día y pongo

sobre la mesa aroma de jacintos.

Mientras te aguardo, ¿quién también te aguarda?

Y si tú llegas, ¿cena quién contigo?

Señor, que me confundes o enterneces

con tus palabras puestas en mi oído.

¿Las cosas que me dices son las mismas

que oyen las otras y les da lo mismo?

 

 

EN TU NOMBRE

El pueblo alumbra noches muy serenas,

mas fiada de tus ojos, Jesucristo,

mejor contemplo el viejo firmamento,

el árbol bajo el astro y los caminos.

En noches de neblina yo te veo.

Qué paz, Señor, teniéndote conmigo,

pues eres tú la puerta que me guarda

del mundo que aun afuera es un peligro.

Mas cuánta es mi orfandad si con consejos

o enfados me abandonas. Me encapricho

con tu querer y enojo. Soy la enferma

que sana con la voz del prometido.

Tu pan y tu agua busco noche y día.

Tan sólo en tu belleza ya persisto.

Por eso, apasionada, en ti me lloro

y en ti me alegro si me crucifico.

 

 

CREACIÓN

En mi imaginación despierta un prado

y baja suavemente alguna estrella.

Pensar que corre un río de olas claras

a donde yo llegar quisiera un día,

trabajo no me cuesta. Fácilmente

al río me adelanto y soy las aguas

de las que bebe un ciervo de aquel prado.

Y pienso más y en tanto voy pensando

se me aparece un bosque que me llama

con los gorjeos de las aves. Soy

de pronto el bosque ya. Y siendo el bosque

también la lluvia soy que se desliza

por los leñosos troncos de mis árboles.

Venid a mí animales de la Tierra.

¡Venid leopardos, búhos, cebras, lobos,

y celebremos ser la creación!

 

 

LA LEY DE LA PALABRA

Un hormiga poetisa alzó la voz

y dijo a la comunidad un día:

Convengamos hermanas en que el aire

se llena con palabras pero a veces

de los brotes de hojas salen versos

que son como la arena y que se meten

en los ojos del ciervo y los irritan.

Y hay versos que cargamos diariamente

como las propias migas y nos cansan

mientras a su colmena las abejas

alegres llegan. ¡ Ah... tener sus alas !

Y la comunidad oía atenta.

Y un búho en un iluminado olmo

por la faz de la luna la escuchaba.

“La ley de la poesía se resume

en que ella vuele”, sentenció la hormiga.

Y el viejo bosque y sus discretas bestias

soñaron que eran versos esa noche.

 

 

POEMA CONTRA EL ESTRÉS

Para pasar el tiempo sin temor

a que este día sea un día más

en que no hay risa ya sino el ruido

molesto de tus tristes pensamientos

reposa sobre un pasto verdecido.

A ti vendrán los lirios caminando.

Y un perro de su amo extraviado

te lamerá los pies alegremente.

Y la canción de un pescador que trae

del río pejerreyes traerá

a ti también el pueblo y las contentas

y largas campanadas de la iglesia.

¡Sin el apuro eterno de quien corre

al despertar para seguir corriendo

descansa y ten en cuenta que la vida

es sólo este momento hermano mío!

 

 

NOTICIA DE DIOS

Verás que la poesía es margarita

que tu razón impide mutilar

y acabas deshojando lentamente

al pie de la armadura del amor.

O es un jardín sin flor que el enemigo

maldice y ambiciona por su aroma

y donde un ángel sigiloso vela

lo que el mastín del hombre sólo entierra.

Acaso es carta que hace mala letra

y ya retorna, anónima, al correo

a recoger el polvo amarillento

que la miseria del olvido sopla.

Es la noticia última de Dios

que llega al mismo hombre tantas veces

contando que otra vez ha dado flores

aquel rosal de la muralla vieja

 

 

EL VIEJO AMOR

Tan quedamente como puedas habla.

La noche pasa como un dulce sueño

de lobas laboriosas que fatigan

su aliento calentando a sus cachorros.

Un hombre dice versos de Neruda

imaginando el rostro de su amada,

y el corazón encuentra su morada

en el antiguo medallón perdido.

El aire todo tiembla en el aliento

de los jacintos fríos de rocíos,

y el alma se fascina con el cuerpo

que baja a los sepulcros de la muerte.

De la enramada del jazmín se fuga

por las abiertas rejas la fragancia.

Tan quedamente como puedas habla.

Se alivia en el recuerdo el viejo amor.

 

 

CELEBRACIÓN DEL POETA

De tu poesía salen mariposas

poeta de ojos grandes y tristones.

El hombre aquel que amó a una mujer

con corazón de espejo y de madera

aprende que el amor es solo un verso.

Desde el lejano ojo de una estrella

te mira fijamente el universo.

Tu causa es el amor y la tristeza.

Pero también los vientos de alegría

levantan tus papeles y hacen brindis

las copas de cristal por tus palabras.

Poeta te celebro día a día.

Tú dejas huellas en la mar y en tierra.

De tu poesía se alimenta el aire.

Y el agua y el silencio de la noche

en ti, sin darte cuenta, se embelesan.

 

 

POEMA DE LAS ROSAS

La rosa no es aquella flor rojísima

prohibida por el césped de la plaza.

La verdadera rosa no se observa.

Por fe se aspira el sueño de su aroma.

El corazón del hombre no la encuentra,

y es la mejilla de mi Dios la rosa.

La flor no ha visto el niño, mas sus ojos

se cierran con rocío de su gracia.

Por su pasión, ¿quién jura? pues los lirios

de su impasible palidez se acusan,

las margaritas de su amor reniegan

y los jazmines de su olor se sueltan.

El alma que la alzó una vez del agua

predica al hombre en nombre de la rosa.

¡ Mortificando carne con espina

ya está en el aire su presencia santa !

 

 

COLIBRÍ

A veces me despierto a medianoche

urgida por mi última poesía

que cual bujía o lámpara de enfermo

mi frente y mis pupilas ilumina.

Y siento tal espanto de morir

sin anotar la prosa maldecida:

aquella idea que se vuelve triste,

apenas se me posa la alegría.

Pequeño colibrí de verdes alas

estabas en mi frente hecho poesía.

Inválida ante ti como una piedra

volabas ante mí con tal maestría.

Tu vuelo, colibrí, el aire incendia,

y una y otra vez así se obstina.

Y todo fue el querer que lo he perdido.

Y todo fue el decir que no decía.

 

 

HIJO DE DIOS

Yo creo, Cristo, pálida madera,

que a veces te conquista mi dulzura.

Al lienzo de tu vía dolorosa

por un momento mi pasión le suda.

¿Y cuándo, Dios, los frescos manantiales,

la casa de azahar de tu fortuna?

Aguarda noche a noche tu llegada

mi alma como lámpara en la altura.

Yo creo, Cristo, que en tu cruz te quejas,

o yo me quejo como madre tuya.

Por un instante sueño que te bajas

y en mi regazo cabe tu figura.

Te traje perfumadas azucenas

prestadas del jardín de blancas tumbas,

y sábanas de lino con que cubro

el paño delicado de tu cuna.

 

 

POEMA A UN GATO

No sé curioso gato qué me observas.

Si traes en tus ojos apetito

de lonja de pescado en vano miras,

si bien con culpa como mi ración.

No pongas en tus ojos fijas lágrimas.

Jamás podrías entender las mías,

que bajan, por descuido, melancólicas,

y tienen un sabor de frutas agrias.

La tarde cae fría sobre el álamo

y nos sorprende a ambos como en duelo:

lamiendo tú el rescoldo de tu herida,

rasgando yo la venda de mi pena.

Apenas sí me haces compañía

mas tú eres todo cuanto tengo gato.

Lejano familiar, discreto amigo,

¿no ves mi soledad temblar de frío?

 

 

BESOS ENOJADOS

Con tanta levedad las flores pasan

que aún están de bodas cuando mueren.

Así el amor, a veces, palidece,

al retirar su furia de una boca.

Igual a ciertas uvas del parral

mi alma estaba lista en el verano,

por si el mordisco, por si el empalago,

por si el destino en sal me convertía.

Y amaba el verde claro de unos ojos,

que fijos, cual jacintos, me miraban.

¿Qué ha sido de sus guiños melancólicos?

¿A quién engañan hoy con su tristeza?

Y amaba las traiciones de unos labios,

los cuales, tan callados, tan contentos,

me daban de besar de sus enojos,

¡y de morder de siete juramentos !

 

 

POEMA A LA PAZ

Voy sin apremio alguno por el mundo.

Conozco ya la piedra que echa al suelo

a los soberbios y a los vanidosos.

Esquivo aquella inútil compañía

del charlatán y encuentro que es posible

pasar un tiempo alegre estando a solas.

Persigo las pisadas de las gentes

humildes y recuerdo que hay caminos

que atrás te empujan o te llevan lejos.

Aquel silbido de los eucaliptos

me dice su verdad y sin embargo

prefiero el buen silencio de una estrella.

Celebro bodas con la mar mas beso

la boca de los cielos a la noche.

Mi copa ya rebosa ciertamente.

¡Señor, Señor, en paz estoy contigo!

 

 

POBRE REINO

Te despediste de tu Dios eterno

y su lugar un perro lo ocupó,

mas qué desprotegidas son tus noches.

No ladrará el mastín detrás de un sueño.

Tu reino es del misterio de la ciénaga,

y te coronan cuernos de animal,

mas tu poder no alcanza a maldecir

el vuelo repentino de una mosca.

¡Qué has hecho hombre, niño irreverente!

Si solo eres diseño de una tumba

de un metro de una lápida sin cruz,

¿por qué te deshiciste de tu Dios?

Ahora hueles las letales flores

que arrojan su fragancia al precipicio.

Y te maldices. Siendo que te marchas,

¿no tienes nada que explicar por nota?

 

 

PASIÓN DIVINA

No busques por tercera vez mi boca.

Mandé mi alma de redonda Luna

detrás del jazminero, a medianoche.

Regresará mañana al mediodía.

¿Qué tienes contra mí que me despiertas

con larga voz del sueño de la noche?

Yo sólo soy un viento solitario

que pierde en el camino rosas blancas.

Permíteme entender tu amor Dios mío.

Marean mis sentidos tus estrellas.

Si estamos solos entre tapia y tapia

no encuentro las palabras para hablarte.

Yo sé que me prometes mar sonoro

a cuyo paso el cielo se abre en olas.

Mas, ¿qué pasión es ésta bienamado?

Ven pronto porque está la noche en calma.

 

 

POEMA DE LA ROSA

Señor, te amaba y en mi fe clamaba

que diera flores mi rosal de enero.

Pasó febrero y junto a él el aire

ocioso de un jardín que desespera.

Frente al almendro de excesiva fruta

mi triste condición me traicionaba,

y se me hacía de jazmín mi historia,

mas era siempre de rosal mi hazaña.

¿Qué maleficio malogró mi especie

que ni siquiera viento soy del cielo?

Alborotados pájaros me huyen.

Hoguera soy de uñas como espinas.

Señor, he aquí mis ramas desoladas,

mi pálida raíz de cuerdas viejas.

Yo aguardo renacer con una rosa

ahora que de nuevo es primavera!

 

 

APUNTES ESENCIALES

Llevo contando el cierzo, el aire, el suelo,

la bruma, los geranios y el rocío.

Sumo la hierba, el sol, la sombra nueva

de la cosecha convertida en trigo.

Anoto auroras, tallos, ramas, fuego,

crepúsculos, maderos y navíos.

Procuro no olvidar ningún silencio,

ninguna media voz, ningún testigo.

Y ahora sé que aún estoy en falta

con tantos mundos. Este es mi libro:

un transcurrir del día innumerable,

de cuanto se han callado los espinos

para que se dijeran los amantes.

Más puede mi palabra que el olvido.

Se escriben muchas cosas, pero olvidan

el pueblo a media luz, algún ladrido,

las sábanas recién desarregladas,

aquel amor que nace clandestino.

 

 

SUEÑOS

Te rezo Jesús mío en largas tardes

estando florecidas las estrellas.

Y cuando a ti te rezo, vela en mano,

el fósforo se apaga en su pureza,

se enfrían como cierzos mis costillas,

y la mirada se me vuelve tierra.

“Amén”, me oigo decir y ya el silencio

me envuelve como carta nunca abierta.

Jesús, el de la cruz, que das la espina,

el de la luz, que mueves a la piedra,

a ti te pido en esta enferma hora

para mis sueños mariposas nuevas.

Señor, mi redentor, mi bienamado,

yo sé en mi petición quedarme quieta

y va mi voz a ti como al aljibe.

Para mis sueños quiero flores frescas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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