DIOS NOS AYUDE... Y QUE EL EPP SEA ELIMINADO

Por ILDE SILVERO

ilde@abc.com.py

Dios nos ayude para seguir trabajando en paz, fue la súplica esperanzada y triste de un dirigente de los labriegos menonitas del Norte. Entre secuestros, asesinatos y altos pagos de rescate, estos sufridos colonos ya conocen el infierno en esta tierra.

Resulta absolutamente inhumano, criminal e inaceptable que tantas familias campesinas vivan en el temor y el terror permanentes porque en la última década ya se volvieron rutinas el secuestro, la extorsión, la amenaza de muerte, la angustia de no saber nada de los plagiados, el pago de un “impuesto revolucionario”, a veces la liberación y en otras solo la recuperación de los cuerpos de sus seres queridos asesinados.

Ninguna sociedad medianamente civilizada puede convivir con esta tragedia constante, con esta amenaza permanente de secuestros y asesinatos por parte de grupos armados que actúan con impunidad dentro de un perímetro territorial no muy extenso.

Simplemente, el Paraguay no puede seguir viviendo esta pesadilla. No podemos dividir el país en dos regiones: una, en la que se respetan las leyes y los derechos humanos en general, y otra, en la que criminales armados son dueños de vida y hacienda de los sacrificados agricultores.

Convivir con la tragedia de que dentro de nuestro país existe un “territorio liberado” equivale a aceptar un suicidio a largo plazo. A medida que los secuestros resulten negocios exitosos para los criminales, la acción delictiva se irá repitiendo, una y otra vez, para beneficio de los malvivientes y escarnio para la ciudadanía.

Las explicaciones no sirven para nada: que en la zona hay muchos bosques tupidos, que tanta gente pobre sirve como semillero de terroristas, que las Fuerzas Armadas no tienen suficientes fondos, que hay policías cómplices corruptos, que también hay guerrillas en otros países, etc.

Eliminar de raíz al grupo criminal debe ser una prioridad nacional, sin distinción de banderas políticas ni intereses particulares de las autoridades. El EPP es una plaga social que nos está matando de a poco, está destruyendo los principios fundamentales de la convivencia en democracia, es un puñal metido en el corazón de quienes quieren vivir y trabajar en paz. Si su razón de ser es el secuestro y el asesinato de nuestros compatriotas, la única respuesta posible es buscar a sus integrantes en donde estén, apresarlos y enviarlos a la cárcel o, si hubiera resistencia armada, aniquilarlos como serpientes venenosas en ataque.

Cuando el lobo ataca para comerse a las ovejas, el diálogo no es un buen método persuasivo. Lastimosamente, a veces, solo una bala detiene a las bestias en caza de presas indefensas.

Fuente: ABC Color

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Sección OPINIÓN

Miércoles, 07 de Febrero de 2018

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