Portal Guaraní - EL MUNDO FELIZ DE ALDOUS HUXLEY - Por MARÍA GLORIA BÁEZ

A 90 años de haber sido escrita, Un mundo feliz, de Aldous Huxley, es ampliamente considerada como una de las principales novelas distópicas del siglo pasado.

Aldous Huxley (1894-1963) escribió Un mundo feliz en 1931. Ambientada en el futuro imaginado de 632 años después de la introducción del símbolo de la producción en masa que era el automóvil Ford Modelo T, la visión de Huxley es ampliamente considerada como una de las principales novelas distópicas del siglo pasado.

Publicada en 1932, esta obra fue la respuesta de Huxley a un utopismo del siglo XX que estuvo representado principalmente por las obras posteriores de H.G. Wells (1866-1946). Emergiendo del contexto de las catastróficas consecuencias de la Gran Guerra y, más inmediatamente, de la Gran Depresión de 1929, la novela es una distopía (sociedad ficticia indeseable en sí misma) inequívocamente teñida por ansiedades relacionadas con el impulso inexorable del progreso científico e industrial a expensas de la libertad personal.

El Tratado de Versalles había forjado una nueva Europa, mientras que la electricidad, el automóvil, las líneas de producción, los nuevos medios de comunicación y los aviones cambiaban el mundo. Inglaterra estaba sumida en una depresión, pero la ciencia y la tecnología prometían un futuro mejor: un mundo en el que las enfermedades, el trabajo penoso y la pobreza tal vez ya no existieran.

La novela sumerge al lector en un futuro extraordinario dominado por un Estado mundial que practica la eugenesia, la reproducción artificial industrializada, el condicionamiento psicológico, patrocina el consumo de drogas, impone la promiscuidad y controla estrictamente todos los aspectos de la vida social. Por tanto, no es de extrañar que una gran parte de la crítica literaria que rodea a este texto se centre en estas prácticas atroces, debido a su factor de impacto y su capacidad para polarizar debates. Sin embargo, para comprender completamente las implicaciones de este texto y su relevancia para la sociedad contemporánea, es esencial explorar los principios centrales de esta sociedad ficticia.

Huxley se sumerge en las ideas centrales de su mundo feliz en los capítulos dieciséis y diecisiete. Helmholtz, Marx y John el Salvaje, testaferros de la disidencia a lo largo del texto, son capturados y entrevistados por Mond, un “controlador mundial”. A través de un diálogo riguroso y sorprendentemente franco entre los personajes, el autor resalta la cosmovisión que promueve el Estado mundial. Esta sociedad consumista se basa de hecho en los principios utilitarios de John Stuart Mill (1806-1873). Como explica Mond, la felicidad es el bien soberano que dicta todas las políticas de los Estados Mundiales.

Esta felicidad es, en esencia, el principio utilitario de maximizar el placer y minimizar el dolor para el mayor número de personas (Mill). Esto se describe en el texto mediante el uso de la droga Soma y otras formas de gratificación instantánea como la promiscuidad. El condicionamiento psicológico descrito al principio de la novela, que se basa en el aprendizaje por refuerzo, enseña a las personas a responder al placer y al dolor como señales de un comportamiento aceptable. De hecho, Mond describe la rebelión de John como “reclamar el derecho a ser infeliz” (Huxley). Incluso los castigos y la represión en esta sociedad se llevan a cabo con la mínima violencia, a diferencia de George Orwell (1903-1950) en su obra 1984 (1949).

En una carta de 1949, Huxley agradecía a George Orwell el envío de una copia de 1984; en ella escribía: “Todo lo que necesitas hacer, es enseñar a la gente a amar su servidumbre” y concluye, “dentro de la próxima generación, creo que los gobernantes del mundo descubrirán que el condicionamiento infantil y la narcohipnosis son más eficientes, como instrumentos de gobierno, que los clubes y las prisiones, y que el ansia de poder puede satisfacerse por completo sugiriendo a la gente que ame su servidumbre, como azotándolos y pateándolos para que obedezcan…”.

Huxley creía que su versión de la distopía era más plausible. Presenta una imagen de una dictadura global que controla un estado de bienestar totalitario y consumista. Describe un mundo en el que no hay guerra, pobreza, desempleo o crimen y en el que las amenazas rara vez se utilizan o se necesitan. El gobierno se basa en “pan y circo”; los ciudadanos son acomodados, seguros, nunca se enferman y no temen a la muerte. Ajenos a las emociones y pasiones humanas reales, carecen de padres, esposas, hijos, vínculos, sentimientos ni dolor; es un mundo sin religión ni guerra, donde la lujuria y el placer han reemplazado al amor y la empatía.

La ideología utilitarista en juego en esta obra de Huxley es la fuerza impulsora detrás de las prácticas sociales extremas del Estado mundial. El poder de esta novela radica en el hecho de que lleva el utilitarismo, una ideología ampliamente promovida en la sociedad occidental contemporánea, a sus lógicas conclusiones sociales. Esto también explica por qué ciertas interpretaciones de la novela no logran definir al Estado mundial como una sociedad distópica, a pesar de sus prácticas sociales inmoral y extrema.

El sentido de acondicionamiento infantil de Huxley habla poderosamente de una época en la que los niños de incluso cuatro años son adictos a los iPads, pegados a televisores y alimentados con comida rápida y artificial mezclados con químicos adictivos. Expone sobre una época en la que los adultos interactúan con una tableta, computadora portátil o teléfono inteligente en lugar de con otros seres humanos. Describe el mundo que prevé como una siniestra e insidiosa pesadilla en la que los habitantes llevan vidas estériles, sometidas por la droga soma en una utopía adormecida. Un mundo donde la vida se crea en probetas y los niños son educados a priorizar el consumismo, el placer sexual y la dedicación inquebrantable a un Estado mundial.

Cada vez más es frecuente que se nos inculque a creer que una vida utópica pacífica para todos, solo es posible en un mundo donde la disidencia y las emociones humanas reales son aplastadas. Estos son los temas que, para mí, hicieron que una novela escrita hace 90 años fuera increíblemente relevante para nuestra sociedad actual. Un desafío para la adaptación sería subrayar cuán relevante es Huxley hoy y cómo previó muchos de los problemas que afligen a la sociedad del siglo XXI. Predijo, por ejemplo, las formas en que la tecnología, bajo el control de élites poderosas, puede controlar nuestra toma de decisiones con las redes sociales, la pornografía, la comercialización del sexo y la publicidad. La idea de Huxley de las películas interactivas feely anticipa los reality shows y el voyeurismo de internet de nuestro tiempo. Sus centros de muerte previeron las clínicas de eutanasia instaladas en la actualidad y sus observaciones sobre la ingeniería genética han demostrado ser terriblemente proféticas.

La obra habla con fuerza a una sociedad del siglo XXI en la que nos hemos convertido en esclavos de una compulsión por el placer fácil sin responsabilidad y una cultura popular banal. Un mundo donde, día a día, los grandes negocios nos alientan a sacrificar nuestra privacidad. Si bien la historia no predice completamente el mundo en el que vivimos hoy, se acerca inquietantemente a un mundo en el que estamos comenzando a convertirnos. Con su exploración en tecnología, ciencia y aculturación social, Un mundo feliz, profético y apocalíptico, es aún más relevante en los tiempos actuales, donde la humanidad está adormecida y sometida a un falso sentido de seguridad y obediencia pasiva por medio del consumismo, el utilitarismo, la indulgencia y el placer.

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