Portal Guaraní - PARA CUANDO DESPIERTES, 2006 - Cuentos de MILIA GAYOSO MANZUR

La narrativa de Milia Gayoso se ha caracterizado desde sus inicios por una mirada a la realidad. Y la utilización del discurso sin rebuscamientos verbales como vehículo de denuncia y crítica social. Tanto en sus libros de cuentos para adultos como en los libros dirigidos al público infantil se palpa en sus textos la intención de mostrar las lacras del mundo en que vivimos, y a la vez señalar los rescates posibles de las situaciones muchas veces dolorosas a que se ven expuestos sus personajes.

Con una pluma directa y coloquial, Milia pone al público lector frente a las circunstancias que aquejan a nuestra sociedad de hoy, señalándole la indiferencia o los prejuicios que aquejan y enajenan a la mayoría de la gente.

En este nuevo libro titulado "PARA CUANDO DESPIERTES" la vocación literaria de la autora se mezcla con la impronta de su vida actual, aunando al poder de la palabra las experiencias y los sentimientos que la maternidad genera en toda mujer. Como jugando, llenando el espacio de las necesidades infantiles de su niño, Milia escribe para todos los niños con lenguaje claro, delicado y tierno; lenguaje que logra a la vez, sin abusos de moralejas o propósitos didácticos manifiestos, enseñar a través de la palabra el ejercicio de la tolerancia, la compasión, la solidaridad, tan caras a la formación moral del individuo.

El libro se inicia con la clásica frase "te voy a contar un cuento", la que pone al lector, en este caso espectador y oyente, en la clásica posición que requiere un contador de cuentos: la de tener enfrente una persona interesada en lo que se va a narrar. El recurso de una supuesta oralidad le da mayor verosimilitud a sus historias y potencia el placer del desenlace, pieza clave en la estructura de un cuento.

El texto incluye "TRES RELATOS DE AMOR", mediante los cuales la autora presenta al niño personajes familiares muy queridos, para continuar con doce cuentos cortos de sencilla textura, de los que surgen situaciones propias de la niñez, con su correlativa aceptación de bromas como en "UN BALDE DE AGUA", o comprensión de los adultos ante las fallas propias de la niñez, como en "EL VASO ROTO". Asimismo la sensibilización ante la situación de los desamparados está presente en "FLAVIANO", tal como la revalorización del lenguaje en el cuento "DOS PALABRAS".

No voy a entrar a detallar los pasos dados por Milia Gayoso en este andar detrás de las palabras, porque en un libro de cuentos infantiles más que los datos sobre el cuentista importan los relatos que abren las puertas de la imaginación infantil. Basta recordar que tiene varios libros de cuentos para adultos, otros tantos para niños, y que fue seleccionada para integrar la antología latinoamericana de cuentos publicada por la editorial Lengua de Trapo.

Saludo pues este volumen que Milia Gayoso suma a sus títulos anteriores considerando que su valor más destacable, en este tiempo de crisis y violencia, es la celebración a la ternura.

Cuando salgas de aquí, cuando despiertes, te voy a contar un cuento, y otro, y otro, pero por favor, despertate... Eso te decía cuando me daban unos minutos para estar contigo en esa sala de terapia intensiva donde te veías como un pequeño pajarito herido, con los bracitos y piernas abiertas, conectado a tubos, cablecitos y aparatos.

Cuando salgas de aquí, vamos a arreglar el jardín... te decía papá, y los dos te trasmitíamos todo el amor del universo cuando "conectábamos" nuestros dedos índices a tus manitos y te acariciábamos incansablemente, para que esa energía vital fuera lo suficientemente fuerte para darte el aire que necesitabas para respirar y la fuerza para seguir latiendo.

Cuando te despiertes, te vamos a cantar... porque los cuentos también se cantan y se convierten en un doble placer. Parece que tomaste en serio la promesa, porque ahora te gustan así: cantados.

Para tus oídos, cualquier tonada es válida como fondo musical de historias chiquititas inventadas para que respiremos juntos, mientras tu cuerpo tibio se aprieta sobre mi corazón, cuando nos hamacamos.

Cuando empecé a soñar contigo, te fui "armando" de a poco y soñé con que tuvieras sus ojos. Un día verdes, otro un tanto marrones, un poco grises, un poco... Y allí están, exactamente así: hermosos, de colores imprecisos, luminosos: dos faros capaces de alumbrar en cualquier parte.

Fue una bendición haberme sentido tan querida por alguien como él, aquel "arandú ka'aty (poseedor de sabiduría popular)" maravilloso, criado en el campo pero dueño de tanta dignidad y elegancia como cualquier caballero educado en la ciudad.

Lo describí en el relato "Don Segundo" y no paro de hablar de él cuando puedo porque su rol de abuelo-papá fue tan beneficioso para mi vida. ¡Cómo me gustaría que aún viviera!, pero sería imposible, porque entonces ya estaría muy ancianito, aunque estoy segura de que sería un viejecito precioso, aún vital y con sus convicciones sobre la amistad, la honestidad y el trabajo siempre presentes.

No está aquí para correr detrás de tí por el patio o para sentarte sobre sus rodillas y contarte historias sobre rayas gigantes, carpinchos o pequeños ciervos, o para pelarte una naranja como sólo él sabía hacer: con tiras finísimas que no se cortaban hasta llegar a la base y con boquita de flor, hecha con maestría con un cuchillo pequeño. No está aquí, para llevarte a pasear en su canoa mientras vas tocando el agua con las manos, jugando con las olitas.

Ya no está aquí, pero te legó algunos tonos de sus ojos, su amor y su recuerdo, que vive siempre en mí y hoy, te lo cuento.

¡Carnaval! dijo la gordita mientras vaciaba un balde de agua sobre la espalda de Nonino.

¡Carnaval! volvió a gritar al tiempo de salir corriendo con la sonrisa llenándose de arruguitas la cara.

-Mitakuña'í kyra (niña/nena gorda) -balbuceó mientras se sacudía la remera y la miraba como para fusilarla.

Los chicos de la cuadra se juntaron en dos grupos para ver cómo la avispada Florencia (líder indiscutible de los más terribles) mojaba al recién llegado vecinito y se sorprendieron de que él no la corriera para pegarle; una costumbre muy de ellos: mojarse y pegarse, pegarse y mojarse, una y otra vez en esta época del año.

Nonino no conocía aún los códigos del vecindario, por lo tanto prefirió seguir su camino sin decir nada ni demostrar su enojo gritando o persiguiéndola. Pasó al lado de uno de los grupos como si no le importara que todos lo miraran con sorna. Caminó varias cuadras hasta perderlos y pegando la vuelta por otra calle regresó a su casa a cambiarse.

La reprimenda de su mamá no se hizo esperar, entonces tomó la primera remera que encontró en su camino, se quitó la mojada y salió corriendo al super, adonde lo habían ocupado. Al regresar, vio a la gordita con un grupo de niñas, haciéndose la desentendida; cuando estaba a varios metros de ellas, su atacante le gritó que al día siguiente le esperaba otro balde de agua. Nonino apretó con fuerzas las bolsas y sin darse vuelta caminó hacia su casa, decidido a preparar una estrategia para el siguiente ataque. No salió de su casa, se encerró a mirar televisión. Dos días después, camino a su práctica de fútbol, vio a varios de los chicos de la cuadra con globos de agua en las manos, esperando ver pasar a alguna víctima. ¡Hola!, les dijo, con la esperanza de que al saludarles, ellos no lo mojaran. Todos le respondieron, menos la gordita que se le puso delante con su balde amarillo de plástico lleno de agua: se lo volcó sobre la cabeza.

Nonino se quedó parado, mojado y rabioso. Florencia vio la furia en sus ojos y esperó como mínimo un puñetazo; sin embargo, Nonino pasó la mano derecha por su barbilla, se acercó totalmente a la niña y le dio un enorme beso en la mejilla.

Ella salió corriendo y fue a esconderse en su casa, totalmente avergonzada.

Se lo dijo y se fue corriendo a esconderse detrás de la columna de la luz, pero sacaba la cabeza para espiar qué cara ponía. Rosado, naranja, rojo… todos los tonos se instalaron en la preciosa carita de Genoveve. Ganas de reír, ganas de llorar… ¿Por qué los ojos se le llenaron de agüitas?.-

Desde la redondez de la columna Pedrito espió a su compañerita de grado y no pudo contener sus ganas de estamparle un beso en la mejilla, pero se contuvo porque vio que se acercaban Beto y Hugo, que se reirían si lo vieran.-

Para Genoveva el te quiero dicho con esa vocecita de seis años, era más que sólo dos palabras. Eran las dos palabras que ella soñaba escuchar desde antes de nacer, pero que nadie le decía nunca.-

- Te quiero. Volvió a escuchar la frase de Pedrito durante la merienda, mientras jugaba en la vereda, durante la cena y cuando trataba de dormir en esa cama donde se encimaban su mamá, su hermano Juan Francisco de cuatro años, Perlita, la bebé, y ella.-

Te quiero, volvió a escuchar cuando empezó su plegaria…: “Ángel de la guarda, dulce compañía, no me desam…” y la despertó como un canto cuando escuchó el despertador de su mamá a las cinco de la mañana.-

Se tropezó al levantarse de la cama mientras escuchaba los gritos de su mamá, que a esa hora siempre estaba nerviosa y apurada, preparando la mamadera del bebé, el café para ella y Juan Francisco y la bolsa con ropas, para dejarlos a todos en la casa de su vecina antes de salir corriendo al mercado, donde vendía ajo y comino.-

Genoveva quería escuchar te quiero de su boca, pero su mamá tampoco lo había escuchado nunca de la boca de nadie, entonces no aprendió a decirlo aunque lo sintiera.-

Mientras se ponía el guardapolvo en la casa de doña Petrona, soñó con verlo a Pedrito diciéndole te quiero desde cualquier rincón de la escuela.-

Para compra del libro debe contactar:

ARANDURÃ EDITORIAL

www.arandura.pyglobal.com

Teniente Fariña 1.074

Asunción - Paraguay

Telefax: 595 - 21 - 214.295

e-mail: arandura@telesurf.com.py

Enlace al espacio de la ARANDURÃ EDITORIAL

en PORTALGUARANI.COM

(Hacer click sobre la imagen)