LA INTENCIÓN DE CONFUNDIR

Por ALCIBÍADES GONZÁLEZ DELVALLE

alcibiades@abc.com.py

El domingo pasado culminó la Semana de la Guarania en homenaje al género musical que nos identifica, y a su creador, José Asunción Flores. Se realizaron muchos actos artísticos e intelectuales, seguidos por un público multitudinario a través de las redes sociales. Fue una demostración más del cariño de un pueblo hacia el genio que ha concebido una música para expresar el sentimiento nacional.

Un veinteañero músico de la Banda de Policía trabajó con afán para darle forma definitiva a la ambiciosa idea de materializar un nuevo ritmo musical. No le fue fácil, por su edad y porque siempre se mira de reojo lo nuevo. Frente a los muchos desmoralizadores, estuvieron los entusiastas que percibieron la trascendencia de la creación.

En 1925 estrenó, “Jejuí”, que le valió una pronta admiración. Luego vinieron las muy aplaudidas “Arribeño resay”, “Ka’aty”, “India” con versos de Fontao Mesa, después serían los de Manuel Ortiz Guerrero. Mientras su fama de inspirado compositor crecía, comenzaron también a subir las sombras que intentaban oscurecerlo. Sombras que no se han disipado, están por ahí en la tarea imposible de negarle la paternidad de su creación. Pero ya es tarde: montañas de documentos impiden apagar la luz; no obstante, de vez en vez aparecen voces de personas con el cerebro desajustado. No son hechos novedosos.

Mauricio Cardozo Ocampo publicó, en 1972, “Mis bodas de oro con el folklore paraguayo”. En la página 294 tiene un capítulo revelador, “Nacimiento y Triunfo de la guarania”. Incluye una fotografía cuyo epígrafe dice: “Fragmento de la primera guarania de José Asunción Flores, manuscrito del autor”. Está el año: 1925.

Cardozo Ocampo comenzó por decirnos que perteneció “a una misma entidad musical que el creador de la Guarania” y que escribía “para esclarecer fehacientemente por ser, el que suscribe, testigo de este alumbramiento”. Luego nos cuenta que el primer saludo del periodismo vino de la mano de Facundo Recalde, en su periódico “La Palabra”, “pero quien tomó su defensa como propia fue el vehemente Víctor Montórfano y llegó a oídos del querido maestro, nuestro lírico Ortiz Guerrero, la idea “rara” de un joven músico de la Banda de Policía que estaba creando polémicas entre sus propios compañeros y fuera de ellos”.

En el siguiente párrafo, la anécdota muy conocida: el insigne poeta deseaba conocer al creador de la guarania y le pidió a su amigo, también poeta y músico de la Banda de Policía, Darío Gómez Serrato, que lo presentara. Y así fue. “Desde ese instante, entre músico y poeta nació una perdurable amistad y de allí hasta su muerte, Ortiz Guerrero se erigió en animador y consejero del creador”. También hay testimonios de Gómez Serrato que afirman haber sido el presentador de Flores a Ortiz Guerrero, cuando ya las primeras guaranias, incluyendo “India”, se escuchaban con deleite.

No alcanzo a entender por qué, ante tantas pruebas, se insistió y se insiste en atribuir a Ortiz Guerrero la paternidad de la guarania. Él es autor de algunos de sus mejores versos y ni una sola composición. Se entiende, no fue músico. Sus versos son melodiosos, pero no melodías.

Hasta ahora los negacionistas no han demostrado, ni podrían hacerlo, que “Ka’aty”, “Arribeño Resay” y la primera versión de “India”, no tienen letra de Fontao Mesa. Si Ortiz Guerrero creó la guarania ¿por qué acudió a un poeta menor? ¿No podía haber hecho él mismo los versos? No, porque la guarania ya existía antes de que conociera al creador. Este encuentro fue providencial. Relatado por el mismo Flores, Ortiz Guerrero guió sus pasos hacia el estudio, la disciplina, la perseverancia, el triunfo. Le instó a que fuera a Buenos Aires, un escenario nuevo y prometedor para la música paraguaya y los músicos de talento.

Si admiramos la guarania, admiremos también a José Asunción Flores como su creador. Enterremos ya la pretensión frívola de confundir.

Fuente: ABC Color (Online)

www.abc.com.py

Sección: OPINIÓN

Domingo, 06 de Septiembre de 2020

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