TEJER DESATINOS

Por ALCIBÍADES GONZÁLEZ DELVALLE

alcibiades@abc.com.py

La historia de los partidos políticos en el Paraguay es la historia de los desencuentros, de las embestidas feroces, de las persecuciones tenaces. Cuando aparece una chispa de cordura, viene el abrazo de reconciliación. Pero al poco tiempo regresa, como una fatalidad, la anarquía que tumba las buenas intenciones. En rigor, nunca fueron buenas; apenas un disfraz para tomar aliento, descansar para la próxima acometida.

Por ser los de mayor antigüedad, los partidos colorado y liberal tienen en su vida institucional las más tumultuosas divisiones. Se da el curioso caso de que en muchos tramos de la historia era más fácil –es– la convivencia entre colorados y liberales que colorados con colorados y liberales con liberales.

Esta cultura de la rivalidad entre correligionarios ha tenido un alto costo para el país. Muchas veces se ha materializado en atroces confrontaciones armadas. Cualquiera que fuese el bando ganador, pronto pasará al de perdedor con otra guerra civil o golpe palaciego.

Algunas de las causas de estos desórdenes son la avidez de poder, ambición personal, atropello a los principios partidarios, muy poca o ninguna disposición intelectual, nula moral, etc. Está claro que el grado académico es insuficiente cuando carece de apoyo ético. Colorados y liberales han tenido brillantes intelectuales que se dejaron enredar por mezquindades, con el previsto mal resultado para el partido y el país.

Para que nuestro tiempo no sea una excepción del pasado, nuestro país sufre el mal endémico del desengaño que viene de sus políticos encumbrados. Son pocos, pero arrastran a sus rebaños, a esos incapaces de pensar por cuenta propia o que viven de rodillas con las manos tendidas para que se les tire algún dinero o un pedacito de autoridad. Con el propósito de quedarse con todo el poder, el cartismo cocinó una convención extraordinaria para extender por dos años –hasta el 2023– el mandato de las autoridades de la Junta de la ANR y de los convencionales. En los actos partidarios de esta naturaleza suelen haber debates, cambio de opiniones, disensos, enojos, pataleos. Esta vez, nada de nada. Ni siquiera fue un velorio, porque en los velorios se escuchan llantos y suspiros.

Juana Inés de la Cruz se preguntó: “Cuál es más de culpar? El que peca por la paga o el que paga por pecar?”.   A Horacio Cartes se le suele culpar de comprar convenciones para que, como esta vez, se modifiquen, anulen, incorporen artículos en los estatutos partidarios y acomodarlos a los intereses personales y grupales. ¿Tiene Cartes enteramente la culpa? No. Él es empresario y actúa como tal. Compra las mercaderías, siempre en ofertas por su abundancia o avería.

En cuanto al marco legal de la convención, el titular del Partido, Pedro Alliana, citó la Constitución Nacional: “Lo que no está prohibido está permitido, por lo tanto, el acto fue legítimo”. Lo que no está permitido es el intento de confundir a la ciudadanía.

El constitucionalista colorado, Hugo Estigarribia, aclaró que la idea de Alliana no es aplicable a la convención porque los partidos políticos son personas jurídicas de derecho público: todo lo que no está permitido, está prohibido. La convención, entonces, fue ilegal y se expone a demandas judiciales que podrían anular “el exitoso acto que demostró el poderío del cartismo y el abdismo”, según el senador Silvio Ovelar.

Para seguir con la costumbre de los enredos partidarios, también los liberales tuvieron su convención con un resultado escandaloso: se expulsará a los parlamentarios que voten en disidencia con la directiva del Partido. En democracia, los senadores y diputados se deben a los electores.

Como se ve, ambos partidos siguen con la tradición de tejer desatinos.

Fuente: ABC Color (Online)

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Sección: OPINIÓN

Domingo, 22 de Noviembre de 2020

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