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ADRIANO IRALA BURGOS

  REVISTA DEL ATENEO PARAGUAYO, 1965 - VOL. II – NÚMEROS 1 – 2 - Director: ADRIANO IRALA BURGOS


REVISTA DEL ATENEO PARAGUAYO, 1965 - VOL. II – NÚMEROS 1 – 2 - Director: ADRIANO IRALA BURGOS

REVISTA DEL ATENEO PARAGUAYO

LETRAS – FILOSOFÍA – ARTE

SOCIOLOGÍA – CIENCIAS - NOTAS

ASUNCIÓN, SETIEMBRE DE 1965

VOL. II – NÚMEROS 1 – 2

 

Director: ADRIANO IRALA BURGOS

Secretaría de Redacción: CRISTÓBAL ORTIZ LOVERA

Consejo de Redacción: LORENZO LIVIERES BANKS,

LAUREANO PELAYO GARCÍA y GERARDO HERRERO CÉSPEDES

Xilografía de tapa: LOTTE SCHULZ

Xilografías del Interior: EDITH JIMÉNEZ

 

 

EL PRESTIGIO DE UN PREMIO DE ESCULTURA

EL premio otorgado a Hermann Guggiari, en el Salón patrocinado por la Unión Panamericana y Esso, constituye un acontecimiento artístico de gran jerarquía en sí mismo y en sus proyecciones paraguayas e internacio­nales. Pocos artistas han vivido su vocación, en nuestra patria, con tanta fidelidad y amor como Hermann Guggiari. Es inteligencia y dedicación total al arte, creatividad siempre renovada y ejemplar probidad, en una perma­nente lucha contra circunstancias adversas, en un medio no siempre com­prensivo ni fraternal. Hermann Guggiarí ha hecho de su arte el despliegue de su verdad, como quiere Heidegger.

Adquiere Paraguay, con esta distinción internacional, de extraordinaria importancia, la jerarquía universal que merecen sus artes plásticas. Fue este Salón uno de los acontecimientos artísticos de mayor importancia en Wa­shington, en este año. América ha demostrado que tiene un arte vigoroso y lo más consolador es que detrás de estas composiciones hay esperanzas y fermentos de juventud. Hermann Guggiari ha honrado a nuestra patria en Washington, con la presencia de su arte que es verdad y belleza.

 

INAUGURACIÓN DE LA CASA DE LA INDEPENDENCIA

EL Museo de la Casa de la Independencia ha abierto sus puertas en las fiestas patrias de mayo, renovado y completado, prácticamente rehecho. La tarea emprendida por la Comisión Nacional encargada del mismo es digna de encomio y, más aún, de admiración. Las piezas que se presentan son auténticas, excepción de dos sillones de la Sala Capitular, que son reproducción exacta de los que ocupaban los alcaldes de primer y de segundo voto.

En la reconstrucción de la Casa, en aquellas partes que requirieron de refacciones especiales, se respetó el estilo y en lo posible hasta el tipo del material empleado. La Comisión, en su integridad, merece nuestro recono­cimiento. Queremos hacer resaltar, porque es deber de estricta justicia, la magnífica tarea de Carlos Pusineri Scala, Director del Museo de la Casa de la Independencia. Esta obra paraguaya es en gran parte suya, en ella se ven el amor y la inteligencia de un compatriota que ha ofrecido lo mejor de su vocación en la consecución de tan noble fin.


 

EL DOMINIO FLUVIAL Y LOS TRATADOS INTERNACIONALES

Por JUAN ISIDRO RAMIREZ

 

Paraguay, desde su existencia soberana comenzada en 1811, ha adoptado una sola línea de conducta en el caso de la libre navegación en los canales de los ríos internacionales. Consecuente con esta tesis, tan uniformemente sustentada, nuestra patria siempre se ha afirmado en ella en forma pública o privada.

Argentina en cambio siempre trató de ignorarla y de obstaculizarla interrumpiendo nuestra tranquila y pacifica salida al mar, ese derecho natural y positivo que existe y jamás perecerá.

En 1952, cuando se presentó una aguda crisis que hacía referencia al tema de la libre navegación, en la época del gobierno de Perón, escribí un libro para fundamentar el derecho paraguayo con principios jurídicos y doctrinarios. Se atentó entonces resuel­tamente contra el derecho de los países ribereños.

El problema ahora sigue en pie, afectando como siempre la vida política y económica de nuestro país. Los distintos gobiernos argentinos han buscado y han hecho surgir motivos aparentes para desconocer este legítimo derecho paraguayo. No les ha preocupado lealtad a promesas, ni las resoluciones y recomendaciones de las conferencias y congresos internacionales, y menos han apreciado los precedentes doctrinarios y las opiniones de los destacados autores del derecho de gentes, entre ellos muchos argentinos.

Con motivo de la cesación de las hostilidades de la guerra del Chaco se dictó un protocolo, el año de 1935, en el cual se prometió un régimen de tránsito, comercio y navegación que contemple la posición geográfica de los países mediterráneos. Este protocolo del 12 de junio fue respaldado por todo el continente americano y por el mismo Congreso argentino. La facilidad que se nos ofrece hoy es cobrarnos 25 millones de guaraníes por año por navegar en el canal del río Paraná, o imponernos un inspector oficial para justificar su supuesta jurisdicción. Esta es la ingrata realidad dentro de las relaciones externas entre Paraguay y Argentina. Pese a que los gobiernos argentinos marginan la buena doctrina y la justicia, seguiremos los paraguayos luchando por nuestros derechos, inspirados en un noble nacionalismo y en el derecho natural y positivo.

El dominio fluvial implica un verdadero derecho de propiedad sobre los ríos nacionales. El Estado dueño de los mismos puede impedir el acceso a los buques extran­jeros. En el tratado de Versalles se registra una excepción. En efecto, en su artículo 331, tres ríos alemanes quedaron internacionalizados: El Elba, el Oder y el Niemen, ríos que fueron administrados por una comisión constituida por ribereños y no ribereños. Es este hecho un caso especial. Aquel derecho de propiedad mencionado anteriormente no existe aplicado a los ríos internacionales. Sobre el canal de los mismos no se reconoce el dominio fluvial que existe sobre los ríos nacionales.

No se puede hablar entonces de una jurisdicción exclusiva y excluyente en el caso de los ríos internacionales. El canal de los ríos internacionales escapa de la propiedad de un solo Estado, justamente porque es internacional, y se funda en esto que los Estados ribereños tengan total libertad de navegación. Se puede afirmar sin temor de equivocarse que el canal asocia a los Estados ribereños y que los buques mercantes tienen libre navegación. La palabra total mencionada anteriormente significa que los Estados ribereños tienen el uso entero del canal hasta su desembocadura en el mar. Quién puede negar que los ríos Paraná, Uruguay y Paraguay separan a tres Estados soberanos y que estos tienen el uso común de dichos ríos? Ninguno de ellos puede decir "yo soy el amo y señor del canal internacional". En verdad están ubicados en un plano de igualdad en cuanto a la navegación y es desde luego un absurdo pensar que el canal sea internacional en una parte y nacional en la otra porque el canal es indivisible.

El dominio o la jurisdicción soberana de cada Estado en los ríos internacionales se refiere a la navegación costera y al cabotaje. Esta distinción es doctrinaria y generalmente se contempla en los tratados. Argentina y Brasil lo han reconocido en sus respectivos tratados internacionales.

Nadie puede negar que la navegación requiere de una reglamentación policial que considere los intereses de los pases ribereños, pero de aquí a que uno de los Estados se atribuya el derecho de imponer práctico o baqueano, o inspector permanente en los buques de los otros países, existe mucha distancia. Semejante exigencia es completamente arbi­traria pues ningún Estado ribereño puede ser esclavo de la voluntad del otro.

 

LOS TRATADOS DE COMERCIO Y NAVEGACIÓN ENTRE ARGENTINA Y BRASIL

El siete de marzo de 1856 Argentina y Brasil firmaron un tratado de amistad, comer­cio y navegación en la ciudad de Paraná, suscrito por el vizconde de Avaeté y Juan María Gutiérrez.

Este documento en su artículo 14 establece la libertad de navegación de los ríos Paraná, Paraguay y Uruguay para las naves de los Estados contratantes en un pie de perfecta igualdad, con sujeción únicamente a los reglamentos fiscales y policiales: Ambas partes se obligaron a adoptar como base de aquella disposición las medidas más eficaces que contribuyesen al desenvolvimiento de la navegación en común y sin tropiezos. En el mismo tratado se neutralizó la isla de Martín García, para garantizar la libre navegación de los afluentes del río de la Plata hasta la libre salida al mar. Este documento fue debidamente ratificado por ambas partes. Como se ve, el tratamiento fue desde el primer momento de perfecta igualdad. No conocemos ningún obstáculo que se haya puesto a los buques brasileños, ni en el tratado ni en los hechos, y en todos los documentos que hemos leído no hemos encontrado disposición alguna al respecto.

El otro tratado celebrado entre ambos pases es también de amistad comercio y nave­gación, el 10 de octubre de 1933, y fue firmado por Carlos Saavedra Lama y A. Mello Franco. En este documento en sus art1culos 5º, 6º y 7º establécese la libertad de tránsito fluvial quedando eliminada cualquier restricción, y también se establece aquella diferencia de trato con la navegación costera.

Este documento igualmente estableció, e insistimos en ello, entera libertad de comercio y de tránsito fluvial, quedando eliminada cualquier restricción en la navegación y se hizo constar una completa y recíproca igualdad de tratamiento para las naves mercantes de ambos países. Se estipuló que esa igualdad de tratamiento establecido no se aplicará a la navegación costera o de cabotaje, la que se regirá de conformidad con las leyes de cada país.

He aquí una distinción de mucha importancia para la total libertad de navegación para los países ribereños. Ambas partes contratantes distinguieron la navegación en el canal, de la navegación en las costas. En el primer caso aseguraron la amplia cooperación y la perfecta igualdad y reciprocidad, y en el segundo reconocieron las respectivas sobe­ranías absolutas. Como es evidente ambos países contratantes han nivelado sus respec­tivos derechos de Estados ribereños. Han establecido en el tratado la igualdad de posi­ciones, dándose mutuamente lo que les corresponde según la doctrina, el derecho y la equidad. Ante estos clarísimos antecedentes cabe preguntar por qué el Paraguay no merece de parte de la Argentina el mismo tratamiento? Acaso nuestro país no es tan ribereño como Brasil y Argentina? Por qué los intereses paraguayos tienen que seguir subordinados al país más fuerte cuando jurídicamente son iguales? Por qué se celebra con Brasil todo un tratado sobre navegación y con Paraguay apenas se firma un acta transitoria y sin ejecución y en forma de una concesión graciosa? Por qué Argentina persiste en una política equivocada y hostil cuando ningún perjuicio le puede acarrear la pacífica navegación comercial?

 

PALABRAS RADIALES DEL CANCILLER ARGENTINO

Hemos tenido oportunidad de oír las bellas palabras del Canciller argentino por radio con las que el Dr. Zavala Ortiz admira la bondad de la política externa de su país, de la cual no hemos podido nosotros apreciar su ejecución práctica. Nos habla de la integración internacional y de la unidad de América. Estas promesas ya están en el espíritu tradicional de América y lo que falta es que se demuestre en los hechos y se reconozcan los legítimos derechos consagrados por el derecho natural y la justicia. La libre navegación y los intercambios comerciales no deben ser obstaculizados por la agre­sividad de un injusto nacionalismo. La traba al libre tránsito por los ríos internacionales es un obstáculo al comercio y desorienta y destruye las realidades económicas, que son instrumentos que nos llevan hacia la integración y unidad de América.

 

INTERNACIONALIZACIÓN DE LOS RÍOS

En su primera fase la internacionalización de los ríos fue inspirada por Jefferson el 18 de marzo de 1782 y por la famosa Declaración del Comité Ejecutivo de la Convención del 20 de noviembre de 1792, en virtud de la cual se abrió realmente la libre navegación con el acta final del Congreso de Viena, 9 de junio de 1815.

Los artículos 108 y 118 de dicha acta, obligan a los Estados ribereños a reglar en común la navegación comercial de los ríos internacionales sobre la base de la libertad, hasta el beneficio de los no ribereños. Podemos decir que se abrió con esto la libre nave­gación de los ríos internacionales. Es verdad que la aplicación de este principio funda­mental de civilización fue lento, y hasta hoy la Argentina cuestiona su recta y plena aplicación con respecto al Paraguay. Sin embargo los distintos gobiernos argentinos com­prendieron y aplicaron este principio con respecto al Brasil. Esta actitud entraña una paradoja y es profundamente inamistosa. Así quedan al aire las protestas de amistad y cooperación!

La Convención de Barcelona introdujo una innovación sobre los ríos nacionales nave­gables que se comunican con los ríos internacionales, en interés de la comunidad inter­nacional. No existen normas contrarias al principio de la libre navegación de los ríos internacionales. Lo fundamental es favorecer el comercio pacífico, y además en ninguna forma se acepta el dominio. Ya la República Francesa, el 16 de noviembre de 1792, en nombre del derecho natural proclamó la libre navegación del Mosa y del Escalda para todos los ribereños. Este mismo criterio fue aplicado en el tratado de La Haya entre Francia y Holanda, a los ríos Rin, Mosa, Escalda y afluentes, a favor de ambos contra­tantes, el 16 de mayo de 1795.

La primera conferencia interamericana de 1890 recomendó la libre navegación en los ríos internacionales, y sobre todo para los Estados ribereños. Ante todos estos anteceden­tes es extraño que la República Argentina siga oponiéndose a la tesis aceptada en Europa y América.

Libre navegación para todos los Estados prescribe el artículo 332 del tratado de Versalles. En Barcelona, el 20 de abril de 1921, se generalizó la convención sobre ese mismo principio para todos los Estados contratantes, ribereños o no en tiempo de paz y de guerra. Esa convención fue suscrita bajo los auspicios de la Sociedad de las Naciones, de la cual fue miembro la República Argentina.

Mencionaremos por último la carta del Atlántico (14 de agosto de 1941) que hizo conocer al mundo cual es el principio fundamental sobre el cual descansan la paz, la amistad y las buenas relaciones de los países. Se pidió que se respeten los derechos del pueblo y se permitan usar libremente los mares, y por consiguiente los ríos internacio­nales.

Diré por último que es necesario que la República Argentina, en homenaje a la jus­ticia y a la política de buena vecindad, y considerando la práctica actual, rectifique su equivocada tesis contraria a la doctrina del derecho internacional y al derecho natural, y reconozca al Paraguay sus derechos de libre navegación en un plano de igualdad como Estado ribereño, que son también Brasil y Argentina.


 

EL ESPÍRITU CREADOR

Por BACÓN DUARTE PRADO

 

ES la inquietud creadora un ímpetu anímico incoercible, dominante e irresistible. Todo espíritu creador propende a dar forma y materialidad a las fluencias interiores que pujan por atravesar el muro de la subjetividad y alcanzar una dimensión objetiva en el ámbito abigarrado de la Cultura. Silenciar este mensaje y solicitud que tiende a ganar módulos expresivos -pensamientos y emociones- y mostrarse sordo a esos requerimientos perentorios de la vertiente intima, vienen a constituir una verdadera traición a lo más noble y definidor de la propia existencia. Amputación dolorosa, dramática y esterilizante, que implica renuencia a manifestar con plenitud gozosa y festival, aspectos reveladores de la propia autenticidad.

El espíritu creador alcanza su plenitud y rotundidad a través de las obras, prolongación externa de sus potencias y calidades, hitos plantados en su itinerario vital. El rompe el hermetismo de la vida auténtica y los jugos más entrañables del yo, como un río que sale de cauce, inundan el mundo exterior con la humedad que se desprende de las matrices más profundas. El poeta funde sus materiales en el ánfora del verso; el músico adereza tonos, ritmos y timbres con el ingrediente taumatúrgico de la armonía; el pintor anima super­ficies donde señorea la realidad percibida o se explicitan sus vivencias; el escultor talla el bloque informe -pleno de virtualidades- buscando la forma con qué expresar aquello que siente bullir en su dimensión subjetiva; el pensador y el científico manipulan sus propios pensamientos y recurren a la experiencia propia y ajena, impulsados por hallar la verdad, la conformidad de las cosas con la idea, ponderando, mensurando y rectifi­cando la dilatada área que se ofrece a su otear sin intermitencias: el filósofo pugna por horadar la gruesa capa del fenómeno para develar los estratos últimos y radicales de la realidad, formula una imagen sistemática y coherente del mundo y enfrenta la dramá­tica problematicidad del hombre -haz de contradicciones y paradigma de limitación y finitud-, en su doble emplazamiento, temporal y eterno.

El hombre es el único ser animado que tiene conciencia de su ubicación ontológica y de que su propia entidad es susceptible de modificarse en un tránsito hacia metas de mejoramiento. Que su ser no es inamovible, fijo y petrificado de una vez para siempre, sino de que es cambio, rumbo, mudanza, un fluir por los canales de las circunstancias, viajera en la temporalidad. De ahí que sea "el gran Hacedor", el que realizando obras se realiza a sí mismo, convirtiéndose en espíritu creador que, al objetivarse se convierte en Cultura. Traza ésta con enérgicos perfiles la línea que separa el mundo animal del mundo humano. Las estructuras de este orbe cultural se fundan en funciones o constantes propias de nuestra condición.

La vida humana no es inmanencia, un permanecer estático semejante al modo de ser vegetal, inscripto en su mera materialidad; por el contrario, es radical impulso de tras­cendencia, un permanente salirse de sí misma para trabar contacto con su ambiente físico y social. Se opera así una suerte de metabolismo psíquico: por una parte el hombre recoge del mundo exterior los datos que actualizan esa presencia multiforme; por otra, los transforma en ideas y pensamientos, o los revierte sublimados en la obra de arte. Todo ello a través de un catalizador, que no es otro que el espíritu creador. Todas las relaciones que advertimos en el mundo exterior tienen su génesis en un hecho mental que transfor­ma nuestras percepciones: el intelecto agente, de que nos habla Santo Tomás. Decimos que el hombre es un microcosmos porque refleja en su espíritu el amplio y dilatado mundo en que vivimos.

Aquello que ha de dar materia para la obra por crearse llegada cierta etapa de maduración, en que se halla apta para ganar autonomía a través de un acto de despren­dimiento, como fruto que ha llegado al último ciclo de un proceso, se incorpora al mundo de los objetos culturales, como un gesto de alzamiento contra su autor. Parejo fenómeno al que acontece cuando la criatura humana se emancipa del claustro materno. Esa misma presión por evadirse de su cárcel interior hace que la obra in nuce, que VIVE en nosotros, se libere de la cápsula que la contiene. Constituye el fermento de la creación artística, científica o literaria. Que se manifiesta como un estado de inquietud, desasosiego, ansiedad, como un arco que se prepara para lanzar su proyectil hacia su blanco.

Quienes padecen tal inquietud creadora sufren la pesantez de una carga infusa cuyas partículas se hallan diseminadas en todos los átomos del espíritu; tan solamente cuando ha sido disparada, cuando esa porción de vida humana se escinde de su matriz contentiva, aquellos experimentan una placentera sensación de paz, plenitud y sosiego.

Si consideramos al hombre en su condición de ser creado a imagen y semejanza de Dios, es en el acto creador que la inconmensurable distancia metafísica que lo separa de su Hacedor se torna mínima. Aun cuando la creación humana no opere desde la nada, ex-nihilo, ya que manipula materiales que halla en su contorno físico y espiritual, ello no invalida la remota homología. Y la libertad inherente a nuestra condición es en el acto de la creación donde alcanza su máxima expresión. Porque ninguna impositividad externa se extiende sobre el escritor, poeta o artista en el momento creativo, a menos que se trate de una atroz intrusión externa en el fuero interno de la persona; y en lo interno lo único que puede torcer el albedrío son las preocupaciones de escuela o la adhesión dogmática a determinados principios científicos o estéticos, que en todos los casos el creador se halla en franquía para desconocerlos o rebasarlos, para seguir los lineamientos de su propia inspiración.

El espíritu creador no tan solamente se realiza en obras externas; actúa también –y primordialmente- en la plasmación de su personalidad así como en la determinación programática de la trayectoria vital. Según Ortega y Gasset la vida humana es programa, futurición, realización de la idea de libertad a través de la opción que cada momento ofrece a la decisión del sujeto. El espíritu creador actúa en esta coyuntura elaborando normas de conducta, postulando fines y objetivos, afirmando preferencias y repulsiones. En suma, creando la propia y genuina personalidad en la previsión de su itinerario vital.

El espíritu creador viene a ser así el gran protagonista de la Historia y de la Cultura, el resorte del cambio social, el impulso hacia el progreso, el semáforo que marca lo que el mismo autor señala como "la altura de los tiempos".


 

 

EL ATENEO CONCEPCIÓN

 

El 5 de junio quedó fundado el Ateneo Concepción, cuyo director es el profesor Fernando Gómez. Una comisión integrada por distinguidas personas de Concepción com­pleta el cuadro directivo del Ateneo Concepción, incorporado en la fecha al Ateneo Para-guayo, la institución de cultura más antigua del país, fundada en 1883.

Una delegación del Ateneo Paraguayo viajó hasta la mencionada ciudad con el propósito de estar allá presente para los actos de inauguración e incorporación. Partió el sábado 5 de junio y la integraban el Profesor Doctor Laureano Pelayo García como  presidente, y los señores General Ramón César Bejarano en calidad de representante del Centro de Estudios Antropológicos del Ateneo Paraguayo, Leandro S. Cacavelos y Adriano Irala Burgos.

En el aeropuerto de la ciudad de Concepción la representación asuncena fue recibida por una comisión especial presidida por el profesor Gómez, la que dio la cordial bienvenida a los visitantes.

Los miembros de la delegación fueron alojados en casa de don Epifanio Galeano, donde fueron objeto de múltiples atenciones, y en el Hospital de Previsión Social que recibió al señor Cacavelos y al General Bejarano con la cordialidad que caracteriza a la sociedad concepcionera.

Se procedió en seguida a visitar a las autoridades, las que hicieron acto de presencia en las conferencias y reuniones sociales presididas por el señor Delegado de Gobierno, Inspector General don Críspulo Sánchez Jiménez. El Intendente Municipal don Guillermo Ruotti recibió a la delegación en su despacho en la mañana del cinco de junio, y lo mismo hizo el señor Jefe de la Cuarta Región Militar General de División don José Martínez Pérez.

El acto central congregó a lo más selecto de Concepción en el Salón de la Municipali­dad, a las diez y nueve. El programa desarrollado se inició con el canto del himno nacional, coreado por autoridades presentes, la delegación visitante y la concurrencia que llenaba el gran salón del palacete municipal. Hablaron en esa oportunidad el profesor don Fernando Gómez; Adriano Irala Burgos sobre Misión de la Universidad, y el profesor doctor Laureano Pelayo García sobre Valor del Arte para el Hombre. Hubo además reci­tado a cargo de la señorita de López Ocariz y bailes típicos, que dieron gran realce al acto cultural. Fue toda una fiesta del espíritu, que ha dejado imperecedero recuerdo en la memoria de quienes la vivieron.

El Club de Concepción abrió también sus puertas a los visitantes y allí disertaron el domingo el profesor García Acebo y el General Bejarano, siendo ambos muy aplaudidos. El general Bejarano se explayó largamente, y en forma muy amena, sobre el problema indígena en el Paraguay, y el doctor García volvió a referirse, con gran versación, al problema del arte y el hombre.

 

DISCURSO PRONUNCIADO POR EL PROFESOR DON FERNANDO GÓMEZ, DIRECTOR DEL ATENEO CONCEPCIÓN EN LA FECHA DE LA INCORPORACIÓN DEL MISMO AL ATENEO PARAGUAYO.

Honorables autoridades, distinguidos miembros del Ateneo Paraguayo, señoras, señores: Con inmenso júbilo y emoción hago la apertura de este acto de inauguración oficial del Ateneo Concepción, incorporado al Ateneo Paraguayo, con lo que se cumple un propósito de bien en pro de la elevación cultural de este pedazo de tierra paraguaya, en donde vivimos, trabajamos y alentamos deseos de bienestar, paz y progreso.

En esta oportunidad, señores, séame permitido esbozar, a grandes rasgos cómo tuvo comienzo esta institución que hoy nace oficialmente.

La vida activa del Ateneo Concepción se inició con un grupo de jóvenes entusiastas, aficionados al teatro, en el año 1963. Gracias a los frutos obtenidos en las breves pre­sentaciones teatrales, y por otro lado también a la favorable acogida que brindó el público concepcionero, el cual supo apreciar el esfuerzo realizado por los valores locales, y ani­mados todos por una fe inquebrantable en favor del progreso cultural, de común acuerdo se decidió crear una compañía teatral con la denominación de Ateneo Concepción. Esto fue a principios del año 1964.

Este año, gracias a una feliz iniciativa, se ha concretado un sueño acariciado, que es el de incorporar este Ateneo al Ateneo Paraguayo de Asunción, porque comprendimos que la vitalidad de nuestro Ateneo se mantendría nutriéndose el mismo de aquella tan prestigiosa institución, única en el país, que desde hace decenios viene bregando por la cultura nacional, en forma integral, y cuyas autoridades aceptaron, con sumo beneplácito nuestra iniciativa, convirtiendo en una hermosa realidad lo que antes era un sueño anhelado.

El Ateneo Concepción, en pleno desarrollo de sus actividades, cuenta con las siguientes secciones orgánicas: Declamación y Arte Escénico, Piano, Danza, Dibujo y Pintura. Además cuenta con la sección Teatro, a cuyo cargo está la Compañía estable de Comedias, que se encuentra en permanente actividad. Este Instituto cuenta con un total de sesenta y ocho alumnos.

En esta oportunidad expreso mis sinceros sentimientos de gratitud en nombre del Ateneo Concepción, que me honro en dirigir, al Señor Intendente Municipal D. Guillermo Ruotti, quien desde la dirección comunal, rodeado de un plantel calificado de jerarqui­zados colaboradores, brega con esfuerzo por el normal desenvolvimiento de nuestro Ateneo, el cual hoy abre sus puertas oficialmente ofreciendo su colaboración a la cultura de Concepción. Mediante la mancomunión de esfuerzos deseamos que el Ateneo Concepción alcance la meta cultural que el Ateneo Paraguayo de Asunción ha conquistado en la capital y en todo el Paraguay.

Finalmente, a todos los amigos, ayudantes y colaboradores, y muy especialmente a las autoridades del Ateneo Paraguayo que han estado siempre a nuestro lado, lleguen mis sinceros agradecimientos con la constancia de que difícilmente podremos ir adelante sin ese aliento, sin ese estímulo, que anima, enaltece y compromete.

 


PRÓLOGO

DEL LIBRO DE GUSTAVO GATTI

 

No sabía cómo hacerte este Prólogo, Gustavo. Me acordé de las críticas de antaño (¿ya antaño?).

En la Academia, yo también irrumpía, de vez en cuando, con una crítica... que no fuera "ratonil". Ya lo sabíais: reservarme una crítica era proclamar mi contento.

Un trabajo tuyo, un Romance: "Fray Bolaños y el yaguareté", mereció una "Crítica Río, con afluentes". Muy a las claras se vela, entonces, la reventazón de un rosicler magnífico.

La claridad fue ascendiendo y creaste poemas frondosos, que yo te invitaba a podar. La vena poética logró sortear las arenas y pantanos de una vida que induce con su sequedad y estancada rutina a solo un quehacer biológico. Tú. Y los demás.

Por eso, ¡estupenda producción la de estos últimos años que alegra en palmeral esas arenas! Y me alegra por si tuve que ver en el empeño. Cada nuevo título de esos autores conocidos y queridos era una entrañable satisfacción.

Ahora, de tí, Gustavo, hacia mi lejanía, entre vuelos oratorios de Cicerón y aoristos griegos, me llega "LIVIA", a Zaragoza.

Ha sido para mí una fruición. Plena: de forma y de fondo.

Ya conocía alguno de los poemas de que se compone el Libro. Han mejorado sensi­blemente, dispuestos para la imprenta. Y han mejorado, como se debe: con la renuncia al oropel, para que sólo quede, pura, la esencia poética, en imprescindible envoltura.

Un verso límpido, sin artificios. Libre y ceñido porque se encauza en el caudal de inspiración. Sin vados y sin desbordes. A cierta poesía moderna, se le adelgaza tanto ,a veta que sólo se advierte el cascajo del lecho. O se esparce en prosa.

Y abundancia de imágenes, finas, intencionadas, realistas. Audaces imágenes de una fantasía que emprende singladuras remansadas en Livia, mujer concreta, siempre.

Para qué citar hallazgos especiales?

"Vamos a bebernos un agua de tarde y llanto,

a sufrir arduos clavos

y agrias maderas bastas" (Nº4).

 

"Tú, espiga y viento...

Mástil de viento y llamas (5).

 

Y el Poema del Niño que llega.

 

Y estos versos del (10) :

"La cantiga del sí

brota de tu fontana.

Te anudo mis raíces

con la misma palabra".

 

Y del (21):

"Y esta noche en el río

profundo y desbordado

de nuestro corazón, zambulliremos

tomados de la mano".

 

Mucho habría que citar. Pero no suelto. "LIVIA" debe leerse como un solo poema de amor. Y se valora el conjunto.

Abundan ciertas palabras. No es pobreza de léxico. Es persistencia de una inspiración, muy espiritual en su realismo:

"Agua" (aquel arroyo de una Quinta de Areguá te dio vena para siempre), y "viento", y "llama" (sangre ondulante) : tres que dan testimonio del ordenamiento del mundo, según San Juan.

"LIVIA" no es libro cualquiera de amor. Es testimonio de amor cristiano. Compromiso de amor y de fe. Bella manera de estar enamorado, que nos libera de tanto erotismo. Y tan bien dicho. Con las palabras con que se dirije uno a Dios. Las de la Oración:

 

"Conservaste su tierra de mujer

con tus manos de lluvias bendecidas...

Y así con esa plétora de dones

aleteando en sus faldas cristalinas

la pusiste en mis brazos

como una prenda de amistad antigua. (29)

 

Enamoramiento de raza: un tres de enero persistente. Y hondísima, segura emoción.

"LIVIA" es un Diario de amor hecho de entrega total y posesión segura. Revelación cristiana de la alegría de la carne que no se ha renunciado, para ofrecerle a Dios más carne procreada a su imagen.

¿Podríamos pensar en fuentes? Hay una confluencia formal de mucha poesía que lleva años de imágenes y depuración. Pero Gatti consigue una expresión muy suya. Hay una valoración poética de toda la mística del amor. Matrimonio cristiano. Pero vivida y gozada en auténtica comunión de ideales.

Gustavo: éste es mi Prólogo en voz alta. En la intimidad, LIVIA dejaría de encar­narse en el Poema para asistir real, gozosa, al ágape que festejara la aparición del libro "LIVIA".

Entonces el comentario se explayaría en gratos antecedentes y cantarían en él las risas de vuestros hijos.

 

CESAR ALONSO DE LAS HERAS S.C.J.

Zaragoza, día de la Inmaculada,

8 de Diciembre de 1964, fiesta de Caacupé.


ANIVERSARIO

Nº 117

primer momento

Hondonada de tierra, verde y clara,

ya dormida en la lluvia,

con la voz soterrada de un arroyo

parpadeando en las piedras.

 

     segundo momento

     Fue una tarde cuajada de misterios,

     en un antiguo valle vegetal.

 

tercer momento

La madera del agua.

Y tus labios de viento.

Y tu cuerpo de flores.

Y tu risa de llamas.

Y tu tallo de vino.

Y tu sangre de aurora.

Y tus manos de estrellas

-enun hato de trigo!­

hace un año nos dieron

el primer borbotón

de las mieles del cielo.

 

hoy

Doce lunas bebimos.

Doce lunas de tiempo.

 

(Primer aniversario de las bodas de Livia y Gustavo).

Asunción, 3 de enero de 1960.

 

 

Grabados de EDITH JIMÉNEZ


LA MAÑANA ESPERADA

Nº 121

La lluvia, apretujada entre los árboles,

empapó el vientre azul de la mañana.

Luminosa y ardiente,

qué mañana esperada!

 

primer momento

Tu lenta majestad.

Tus gráciles pisadas.

Te aproximas, colmada de promesas

en tus árganas.

 

Ondula tu sonrisa

y canta tu mirada.

La cantiga del si

brota de tu fontana.

Te anudo mis raíces

con la misma palabra.

 

Sacrificio del trigo.

El Señor en el ara.

 

segundo momento

 

Hay un largo clarín en nuestras venas.

Galope de caballo en llamaradas.

 

Y viertes en mis manos

tu lluvia torrencial,

tu cuenco de auras nuevas,

tu sangre arrebolada,

con un mazo de estrellas,

la mañana esperada!

 

Asunción, 3 de enero de 1962,

en nuestro tercer aniversario de bodas.


 

EL NIÑO Y LA ESTRELLA

Nº 146

-Te pido, padre mío,

que caces una estrella.

Quiero darte mis redes

para la cazadera.

Mas, qué malla alcanzarte

con mis manos pequeñas?

Qué caza emprenderemos

con mis dedos de flecha?

 

-Hijo, escúchame atento,

que es hora tempranera.

Mas, te diré en voz baja

cómo cazar estrellas.

 

Levanta tú los ojos

al cielo de madera,

y deja que resbalen

tus lámparas de tierra.

Pronto hallarás tres ángeles

jugando en la alameda.

Pregúntales de Dios

y si ya es la hora Sexta.

Enciéndete de luces,

como la costanera,

y ponte de rodillas.

Como eres varón, reza.

 

Abre luego tu alforja

con tu mano de espera.

Sé bueno como el agua.

Sé puro como arena.

Mírate para adentro

y allí estará tu estrella.

 

Asunción, 25 de marzo de 1964

Fiesta de la Encarnación.


 

 

DANTE Y BONIFACIO VIII

NOEMI FERRARI DE NAGY

 

En la conmemoración del nacimiento

de Dante Alighierí la doctora de Nagy pronunció

esta conferencia en La Asunción, como homenaje

al poeta florentino.

 

Hagamos un esfuerzo con nuestra imaginación, como si cerráramos un momento los ojos y abriéramos luego para encontrarnos en un mundo totalmente distinto del que nos rodea.

Pequeñas ciudades apretadas dentro de murallas, cuyas puertas se clausuran cada noche y se reabren al amanecer, viven una existencia concentrada, con sus actividades y pasiones, problemas internos y guerras externas, como estados en miniatura. Desde siglos, todo centro urbano se ha vuelto por necesidad una fortaleza; pero esos tiempos durísimos se acercan al ocaso, y un soplo primaveral pasa por las ciudades-estado en las cuales nunca ha desaparecido la raíz del antiguo municipio romano. Es un tiempo lleno no sólo de luchas, sino también de actividad constructiva y de fe; el gran cuerpo del mundo latino parece recobrar un respiro profundo, y su sangre pulsa con nueva fuerza por las venas de los antiguos caminos. En realidad todo ha cambiado, pero los contemporáneos no lo saben. Los hombres cuya inteligencia y cultura abarcan un hori­zonte más amplio que el de la gran masa, ven la unidad del antiguo Imperio renovada en la unidad de la fe cristiana, y proyectan hacia un deseado futuro lo que es en parte sueño irrealizable, en parte un pasado muerto para siempre.

El mundo nuevo que se había formado penosamente, consolidando poco a poco su pensamiento nutrido de diferentes savias y creando su estilo peculiar, en el tiempo de Dante había llegado en Italia a la madurez. Las manifestaciones artísticas -rostro ex­presivo de cada tiempo- parecían entonces recorridas por una emoción nueva de amor a la vida y por un anhelo nuevo de belleza, a la vez terrenal y espiritual. Era un tiempo en el cual el misticismo tenía validez para todos; en las cosas visibles y comprensibles se sentían palpitar mensajes de lo invisible e inefable. El simbolismo permitía un continuo pasaje de la estrechez de la vida cotidiana al infinito misterio del más allá, en forma tan sugestiva, que acercándonos a ese mundo de mística. sensibilidad nos sentimos atraídos, y se nos antoja lleno de significado profético el hecho de que Dante haya nacido en un mes de mayo -mes de la primavera europea en su pleno florecer- en la ciudad que encierra una flor en su nombre y en su escudo.

Hace setecientos años, no sabemos en cual día de mayo de 1265, lloraba su primer llanto el pequeño Durante, llamado Dante, en una casa del centro de la ciudad. Hasta poco más allá de la edad definida por el Poeta "el medio del camino de la vida", Floren­cia será su tierra, su hogar, su amor de ciudadano y el marco de su activa existencia. Pero un día otoñal de 1301, tres enviados de la Comuna florentina dirigen sus caballos hacia Roma; uno de ellos es Dante Alighieri, y no sabe que nunca más entrará en su ciudad nativa, que está en los inicios de un exilio sin fin, y ni siquiera sus huesos volve­rán a la sombra de la añorada y hermosa iglesia de San Juan.

Imaginamos a Dante emprendiendo triste y sombrío su camino, porque dejaba Flo­rencia amenazada por un peligro inminente. La misión de los tres enviados era preci­samente el último esfuerzo para conservar la independencia de la ciudad, a la cual ya se acercaba Carlos de Valois, hermano del Rey de Francia, como capitán general de todos los territorios de la Iglesia.

Hacía tiempo ya que las ciudades toscanas se regían libremente, y la región que formaba el marquesado de Toscana se encontraba sin feudatario. Centros tan activos -cual era, en modo particular, Florencia- ya no se consideraban atados por antiguas obligaciones, prácticamente inexistentes desde hacía mucho. Pero, en aquellos años, el trono pontificio estaba ocupado por un hombre empeñado en restaurar el poder absoluto de la Iglesia, y mientras el Emperador no hubiese recibido de sus manos la corona, él estaba decidido a recordar a los fieles que el Papa era el depositario de los feudos impe­riales. Además, estaban en curso las negociaciones para el reconocimiento de Alberto de Habsburgo como nuevo Emperador, sobre la base de la cesión de Toscana a la Iglesia y de la declaración de que el Imperio quedaría subordinado al papado.

Las querellas internas de Florencia, aunque violentas, eran borrascas que se arremo­linaban dentro de las murallas de la ciudad, y qué podían representar en el gran juego que abarcaba toda Europa? Apenas una molestia, que hasta podía volverse provechosa para quien meditaba apoderarse del centro más importante de Toscana.

Dante no se había entusiasmado por ninguna de las dos partes que agitaban la vida florentina, pero entre el partido de los grandes señores que se apoyaban en el populacho, o sea el de los Negros, y el otro, el de los Blancos que hoy podríamos llamar democrático, había elegido este último, porque llevaba a cabo una política más constructiva y menos violenta. El partido de Dante logró vencer y desterrar a los Negros, mas estos no tarda­ron en preparar la venganza, ofreciendo su apoyo para la conquista de Florencia, que se acercaba al paso de las milicias de Carlos de Valois. Dante lo sabia: detrás de las fuerzas extranjeras habrían irrumpido, como chacales hambrientos, los adversarios políticos.

Sin duda el Poeta viajaba oprimido por tristes presagios y angustiosos pensamientos. Sentía que su presencia sería necesaria en dos lugares al mismo tiempo: a los pies del poderoso Bonifacio VIII para suplicarle que alejara la invasión de Florencia, y en la ciudad que peligraba, regida por hombres vacilantes, inferiores a las necesidades del dramático momento.

Podemos imaginar que la crisis de su espíritu, ya madurada en los últimos tiempos, se volvía más patente. Quizás el Poeta iba reprochándose con amargura por haberse perdido, desde hacía años, en la selva enmarañada de las pasiones humanas; quizás iba recordando con añoranza su juventud enamorada de la belleza y de la poesía, intensamente estudiosa y serenamente libre; y seguramente, apartando a veces su pen­samiento de los problemas más apremiantes, seguía elaborando en su fantasía la obra maestra que ya en Florencia -ahora estamos seguros de ello- había empezado a componer.

***

La Roma medieval en la cual entraron los tres embajadores florentinos, no se parecía en nada a la ciudad imperial donde había resonado por primera vez el poema de Virgilio, leído y amado por Dante. Los versos virgilianos habían quedado intactos y vivos, mientras que el mundo en el cual nacieron, ya no existía. En el tiempo de Dante habría sido impo­sible reconstruir con la fantasía la Roma del tiempo de Augusto. Hacía siglos que se habían abatido repetidamente sobre ella invasiones y saqueos, y ya en el siglo IX los más imponentes monumentos de la antigüedad habían sido transformados en fortalezas. En fin, la tremenda furia de los Normandos, en el año 1084, había barrido desastrosa­mente la ciudad: así los restos de la Roma clásica, como los monumentos de la Roma cristiana. Las ruinas de las grandiosas construcciones antiguas se volvieron canteras de materiales para las necesidades de una penosa sobrevivencia y de una lenta reconstrucción.

La ciudad que renacía fue una sugestiva mezcla derecuerdos clásicos e influjos bar­báricos y bizantinos, y las construcciones, levantadas con los materiales que estaban allí, al alcance de la mano, incorporaban antiguas paredes y trozos de columnas, se adornaban con frisos de mármol y otros elementos, tomados acá y allá de los vetustos monumentos destrozados. Otra vez Roma surgía como una ciudad que no se parecía a ninguna otra.

El municipio romano, con sus torres y lugares fortificados, se extendía irregularmente a la izquierda del Tíber, y a la derecha, dominada por el torreón redondo del antiguo mausoleo de Adriano, estaba la "Civitas Leonina", la vasta y poderosa fortaleza construida alrededor de San Pedro, en el siglo IX, por el Papa León IV, contra el peligro sarraceno. Más abajo de la Ciudad Leonina, el pobre barrio de Trastevere recogía quizás aun algunos vestigios de los auténticos Romanos de antaño.

En esta Roma medieval, nutrida de antiquísima savia y punto central del mundo romanizado y cristiano, había sido coronado solemnemente, el 23 de Enero de 1295, Benedetto Caetani, con el nombre de Papa Bonifacio VIII. Ese hombre inteligente, ambicioso, de gran habilidad e indomable energía, puso en juego todos sus recursos para devolver a Roma su categoría de cabeza del mundo y para unificar bajo una sola vo­luntad la vida turbulenta de Europa. Su mirada abarcaba todo el inmenso territorio y penetraba todos los contrastantes intereses de los distintos países y regiones. En un primer tiempo sus éxitos parecían llevarlo al triunfo. El año 1300, año del jubileo que trajo a Roma una inmensa cantidad de peregrinos, marcó el punto más alto de su gloria y poderío: el cardenal Matteo d'Acquasparta, predicando delante del Pontífice y de su corte, pudo proclamar con visos de verdad que el Papa era "soberano temporal y espi­ritual por encima de todos cuantos existen, en lugar de Dios".

Ese era el personaje al cual los delegados florentinos venían a pedir que respetara la libertad de Florencia.

No conocemos los permenores de la entrevista, pero sabemos que se encontraron frente a frente dos hombres intelectualmente muy por encima de lo común. Bonifacio, en aquel entonces, tenía 66 años, y era de cuerpo robusto y alta estatura, de frente vasta, cejas pobladas y expresión severa. Su lenguaje era más vivo que refinado y su naturaleza impetuosa e imperiosa lo llevaba a veces a la generosidad, a veces a una dureza impla­cable. Dante, según lo que nos asegura Bocacio, fue de estatura mediocre, un poco en­corvado, de ojos más bien grandes, tez morena, cara larga, nariz aguileña y mandíbula fuerte. Su expresión, nos dice, era melancólica y pensativa. Quizás sea un retrato del Poeta ya atribulado por el largo destierro: en todo caso, perorando la causa de su amada ciudad, no se habrá quedado ni pálido, ni melancólico. Bonifacio comprendió en seguida que si Dante se hubiese encontrado en Florencia antes que entrara Carlos de Valois, quizá sus planes se habrían entorpecido. Mandó de vuelta a los otros delegados con palabras amables y vacías, mas Dante fue retenido en Roma.

La noticia del desastre posiblemente llegó al Poeta cuando todavía se encontraba allí. Camino hacia casa, en Siena, supo de la severa e injusta condena decretada contra él por sus enemigos, y de las increíbles violencias de las cuales la ciudad había sido teatro. El destierro del Poeta empieza. Junto con esperanzas y decepciones, humillaciones y dificultades de toda clase, crece y se va edificando el poema inmortal.

***

Hacía tiempo que el joven autor de la "Vita Nuova" había madurado. La obra deli­cada, en versos y prosa, en la cual aparece Beatriz viva e idealmente amada, muerta y dolorosamente llorada, nos revela a un poeta sensible, quien busca la comprensión de las mujeres para sus cuitas de amor. Sin embargo, ya en esa obra juvenil, no libre todavía de imitaciones, se asomaba una personalidad nueva y la promesa de un genio original, capaz de sacudirse de encima las plumas ajenas. Desde entonces, el horizonte espiritual y las posibilidades expresivas de Dante se habían ampliado extraordinariamente. La des­gracia del destierro con su secuela de amarguras despojó al Poeta, día tras día, de los apegos de una vida corriente y lo probó con la prueba más dura para él, obligando su orgullo a plegarse frente a la necesidad de buscar sustento y hospedaje en moradas extrañas.

Fueron años de angustia, pero fecundos. Mientras iba componiendo sus obras meno­res, en latín y en italiano, el éxul no cesaba de elaborar la Comedia. La ciencia del tiempo y la filosofía, las Sagradas Escrituras y la historia, mitología y leyendas populares, litera­tura y observaciones directas, todo concurrió como material para la creación de ese grandioso mundo del más allá que un vigor poético sorprendente animó de vida. Mundo de lo eterno, en el cual se refleja vívidamente el de los mortales, inmenso y variadísimo paisaje que Dante nos hace recorrer junto con él, para llegar desde el horror de los castigos sin fin hasta la cumbre de la mística, visión de Dios. Es una grandiosa síntesis de conocimientos, pensamientos, creencias y pasiones del tiempo, pero llena de elementos nuevos: figuras que han perdido la rigidez de los símbolos, fantasía que se alimenta libre­mente de toda materia, arquitectura disciplinada e imponente, y, en fin, el uso de la lengua, todavía llamada vulgar, la cual recibe del poema divino su definitivo sello de nobleza.

La aparición de las primeras partes de la Comedia tuvo en seguida gran resonancia. Dante trataba, como nadie todavía lo hiciera, lo que se encontraba con mayor o menor claridad en la mente de todos como preocupación principalísima, o sea, hablaba del des­tino de la parte eterna del hombre. Esa preocupación formaba el sustrato de la vida de entonces, así de la gente de pocas luces, como de los sabios. Ciertos versos terroríficos de intención edificante, prédicas, cuentos que mezclaban elementos paganos con creen­cias cristianas, nos dan una idea del clima emocional del tiempo. Leyendas de una clase particular se habían formado y difundido en los siglos precedentes: las visiones. Pro­cedían en gran parte de Irlanda, cristianizada por San Patricio en el siglo V, y las primeras trataban de viajes imaginarios a la búsqueda del Paraíso Terrenal. Algunos de estos relatos, como la "Visio Tungdali" o la del "Purgatorio de San Patricio", ofrecen evidentes puntos de contacto con figuras y descripciones de la Divina Comedia. Por otro lado, un estudio muy interesante de Miguel Asin Palacios, "La Escatología Musulmana en la Divina Comedia", nos indica las analogías de ciertos elementos del Poema de Dante con las visiones del místico Abubéquer Mohámed Benalí, conocido por el nombre de Benarabí, quien nació en Murcia en 1164 y murió en 1240 o sea 25 años antes que Dante naciera. Aunque estamos a oscuras sobre el problema de la transmisión de las visiones de Benarabí al poeta florentino, ciertas semejanzas evidentes nos hacen difícil suponer que Dante las ignorara. Quiere decir que "...había en su época un intercambio y una compenetración cultural, entre el mundo románico y el mundo arábigo mucho más profundos de lo que nos dejarían creer los estudios puramente románicos". (M. Penna Historia de la Literatura Italiana, Atlas, Madrid).

Estas observaciones, aunque sumarias, nos dan alguna idea de la amplitud del área que envió a Dante sus sugerencias, sólo para quedarnos en el campo de algunos elementos que vivían en la fantasía popular. Pero, entre todos los conocimientos que Dante apro­vechó para su obra máxima, uno de los más importantes fue sin duda el de la filosofía escolástica, o sea de aquel admirable esfuerzo de la teología medieval que estaba empe­ñado en despejar el camino del hombre hacia Dios. El monumento más imponente de esta filosofía, la "Summa" de Santo Tomás de Aquino, fue la obra congenial con el espíritu de Dante, sobre la cual el Poeta se apoyó para modelar su mundo ultraterreno.

El riquísimo material que Dante poseía (podemos decir el conjunto de casi todos los conocimientos posibles de aquel tiempo), se sintetizó en la Comedia en gracias de dos poderosas fuerzas: la vocación poética y la intuición mística. Toda el alma de Dante tendía al Bien Supremo como el hierro al imán, y su visión del Paraíso con el éxtasis del punto final y culminante de su viaje no podía nacer sino de un fondo de misticismo capaz de absorber pasiones y razón. El esqueleto de la Comedia, o sea su construcción ló­gica, exigía dos fuerzas que llevaran al Poeta, hacia la purificación primero, hacia Dios después: la sabiduría humana y la ciencia divina. Pero cuando la fantasía poética dio un cuerpo simbólico a estos conceptos, aparecieron Virgilio y Beatriz. Beatriz es más fácil a entender, porque la poesía del dulce estilo, y la "Vita Nuova", nos habían ya anticipado la visión de la mujer beatificante. Pero, por qué fue elegido Virgilio como símbolo de razón y sabiduría humana? No había sido ningún filósofo. Es cierto que en el Medioevo vulgarmente no solían hacerse distinciones entre las actividades espirituales, pero Dante difícilmente podía confundir ciertos conceptos fundamentales. La realidad es que el poema virgiliano había sido objeto de largo estudio y fuente de profundo gozo para nuestro Poeta, quien no se amilanó frente al sueño, mano a mano más claro, de seguir a Virgilio (quien a su vez había seguido las huellas de Homero, "poeta soberano") y de superarlo por la altura del tema tratado.

Con Virgilio Dante ya haba bajado en las regiones de los muertos -en el libro VI de la Eneida- con él había cruzado el Aqueronte en la embarcación desvencijada del viejo, vigoroso y colérico Caronte, se había encontrado frente del can Cerbero que ladraba con las bocas de su triple cabeza, y se había acercado a las pálidas sombras del Tártaro. La Imagen del poeta latino como guía para su propio viaje ultraterreno se presentó segura­mente como por sí misma a la fantasía de Dante.

En cambio, el concepto de la naturaleza del hombre y de su destino, Dante se lo había formado a través de la filosofía y especialmente, como se dijo, de la filosofía to­mista, que le sugería al mismo tiempo la visión del orden ideal del mundo: la perfección del hombre deba ampliarse naturalmente en la perfección de la sociedad, concebida por Dante como una jerarquía armónicamente establecida, tan ordenada y justa como el modelo celeste. El poder supremo, en el estado perfecto, debe irradiar hasta el más humil­de su soberana justicia, y los súbditos le deben corresponder con lealtad y fidelidad: ideal caballeresco del trato entre señor y vasallo, todavía completamente medieval. Solamente en una cosa la tierra no podrá reflejar el cielo: puesto que allá hay sólo almas perfectas y acá también cuerpos con sus necesidades, el mundo de los mortales deberá ser alum­brado, como ya era en los buenos tiempos, por dos soles: el Emperador con su poder político y el Papa con el poder espiritual.

Si consideramos bien este ideal de Dante, y si lo confrontamos con la concepción de Bonifacio VIII, debemos concluir que los dos, al fin y al cabo, deseaban fundamental­mente la misma cosa: la unidad del Imperio, el orden de la jerarquía, una autoridad más que humana en la cumbre, obediencia y lealtad de parte de los súbditos, sin menoscabo de las libertades democráticas de los municipios (que, entre paréntesis, vemos aseguradas en las constituciones emanadas por Bonifacio en favor de las ciudades del Estado de la Iglesia). Sin embargo, en ese Papa, Dante no supo ver nada más que el desmedido afán de dominio, y sólo sintió en él al enemigo. En el Infierno preparó un lugar bien caliente, entre los simoníacos (o sea los que habían comerciado con las cosas espirituales), que esperara el alma del Pontífice, y en el Purgatorio puso en los labios de un futuro bie­naventurado una amarga requisitoria contra la ambición del Papa. Ni siquiera concedió a Bonifacio, condenándolo a la pena eterna, esa grandeza trágica que caracteriza a algu­nos personajes del Infierno: al herético Farinata, por ejemplo, quien se levanta de su tumba ardiente para hablar, orgulloso y apasionado, de su patria y de sus partidarios; o al blasfemo Capaneo, de gigantesca estatura, impasible y desdeñoso bajo la lluvia de fuego. Bonifacio en cambio fue marcado -para la memoria de la posteridad- con el sello del ridículo, porque destinado a caer en un estrecho pozo, la cabeza abajo y las piernas sobresaliendo hasta la pantorrilla, frenéticamente agitadas por el ardor de una llama que va recorriendo la planta de los pies.

Para explicar tanta hostilidad, no basta ni el mal que personalmente sufrió el Poeta por la actuación de Bonifacio, ni el hecho de que éste no admita el dualismo de poderes auspiciado por Dante. Se trata más bien de la absoluta repugnancia del intelectual hacia el hombre de acción, cuando el objeto de sus ideales es el mismo. En el caso específico, por un lado hay una pureza que se va haciendo más cristalina a través de los aparentes fracasos, y por el otro un espíritu dominador que se va afirmando sin reparas a través de cada una de sus aparentes victorias. Dante alimenta un sueño y una esperanza en cuya realización sería feliz de colaborar, mientras Bonifacio se siente protagonista de la gran empresa que acometió; pero he aquí que el destino decide a su manera: a Dante concedió el tiempo necesario para llevar a término la Comedia, mientras con rapidez inesperada fulminó al Pontífice.

No habían pasado dos años desde que Dante había empezado su vida errabunda cuando el precipitar de los acontecimientos destruyó a Bonifacio VIII. Estaba él a punto de lanzar la excomunión contra el Rey de Francia, Felipe el Hermoso, desde la catedral de su nativa Anagni, cuando, a la vigilia del día fijado, irrumpieron en la ciudad las milicias enviadas por el Rey, a las cuales se sumaban las fuerzas de la familia Colonna. Las tropas habían subido la cuesta del valle dominado por los antiquísimos murallones de Anagni, y antes que clareara el día habían pasado las puertas abiertas por la traición. Tomado a fuerza el palacio papal, encontraron a Bonifacio VIII en sus atavíos solemnes, sentado en trono. Pero ni eso, ni la declaración del Pontífice de preferir la muerte a la renuncia, fueron impedimento a que Guillermo de Nogaret y Sciarra Colonna se apoderaran de su persona y saquearan el tesoro del palacio. No sabemos si es cierto que Sciarra Colonna, como se dijo, abofeteó al viejo Pontífice con la mano calzada en guantelete de hierro, pero con este gesto o sin ello, el insulto haba sido tremendo. Tres días después, los ciu­dadanos de Anagni, recobrados del anonadamiento de la sorpresa, se sublevaron con un estallido de furia y echaron a los invasores. Pero el Papa no sobrevivió mucho a la prueba. De vuelta a Roma, a las pocas semanas expiró.

Con él terminaba el sueño de un Imperio teocrático, como lo había delineado, casi un siglo antes, Inocencio III. No hay duda que Bonifacio VIII había considerado como su inspirador y modelo al gran Papa Inocencio, también nacido en Anagni, también ele­gido después de un Celestino, con la misma profunda preparación jurídica y con una parecida y asombrosa capacidad de trabajo. Pero Inocencio había actuado movido por fines esencialmente religiosos, y si en el campo político no logró sus propósitos, pudo sin embargo fortalecer moral y espiritualmente la Iglesia. Bonifacio VIII habría podido te­ner en él a su Virgilio que lo acompañara lejos de la selva y de las fieras, pero no supo captar el verdadero y esencial mensaje de su predecesor, y así, el león y la loba, de los cuales Dante pudo escaparse, lo hicieron su víctima.

El Pontífice murió junto con su sueño, sin dejar nada que se asemejara a la herencia espiritual de Inocencio. La noche pareció caer sobre lo que no sólo Bonifacio, sino tam­bién Dante había esperado. Roma fue abandonada por los Pontífices, quienes se estable­cieron en Avignon, y como si la naturaleza misma hubiese querido subrayar la ruina de la ciudad eterna, unos decenios más tarde la sacudió un terremoto desastroso.

Toda la actividad de Bonifacio no había hecho otra cosa que apurar la caída de la teocracia medieval, que ya era solamente una cáscara rayada. Pero, por su parte, el mismo Dante, fijando el idioma italiano, contribuyó, sin saberlo, a la división cultural del gran cuerpo del Imperio. La turbulenta historia del final de la edad media sigue su curso y prepara un nuevo decorado para las realizaciones del Renacimiento; mas sobre el fondo de la gran unidad política, religiosa y cultural que se resquebraja, las figuras del Pon­tífice y del Poeta se destacan, cercanas y contrapuestas: Bonifacio (quien fue, quizás, el mal necesario para la grandeza de la Divina Comedia), apasionadamente entregado a una tarea terrena de imposible realización; Dante, dedicado casi hasta la hora de su muerte a un trabajo creador destinado a vencer el tiempo. El espíritu del Poeta quedó en su obra máxima como dentro de un fulgor perenne, igual que las almas por él imaginadas en los más altos cielos: para todo italiano numen tutelar de la patria y de la estirpe, para todo el mundo culto honra de la humanidad y manantial de siempre nuevas inspiraciones.

 

***

Pasan y se acumulan los siglos, y cada edad puede recibir su parte de luz de esa obra singular que es la Divina Comedia. No es cierto que sólo nos queda de ella la belleza potente de la poesía, como afirmaba Carducci. La Comedia tiene hoy, para nosotros, el valor simbólico de una roca firme entre aguas tempestuosas.

Las generaciones actuales viven un cambio tremendo de todas las estructuras conocidas, y su angustia se refleja en el fiel espejo de la producción artística actual. En su desconcierto, la gente busca asideros para agarrarse a una seguridad cualquiera, mientras todo alrededor es rápido cambio, fluctuar de acontecimientos, de conocimientos y hasta de conceptos morales. Desde los poéticos mensajes del Zaratustra de Nietzsche, hasta los versos actualísimos del griego Nikos Pappas, oímos resonar el mesiánico anuncio del superhombre que está por llegar y que será el feliz protagonista del nuevo mundo. Es un sueño que reemplaza el antiquísimo y tenaz de la "edad de oro" y que se basa en el rechazo del misterioso y dramático dualismo de la naturaleza humana.

Se quiere imaginar la vida sin sufrimientos, el placer sin remordimientos, la muer­te sin temor. Una vida de esta clase, como una "edad de oro" de nuevo cuño y proyectada en el futuro, podrá realizarse, dicen los predicadores del comunismo, destruyendo, anu­lando nuestra realidad de hoy, para crear una sociedad, donde cada ser humano estará en el lugar que le corresponde, en perfecta seguridad. En su mensaje al futuro poeta del nuevo siglo, dice Nikos Pappas: "Hemos cometido muchas acciones trágicas y funes­tas... para que tu no sientas ninguna necesidad, ninguna barrera, absolutamente ningún miedo".

Como se ve son todos conceptos engendrados por un misticismo de cuño oriental, o sea por el deseo de auto-anulación en favor del futuro que debe nacer: concepto evi­dentemente arraigado en una naturaleza emotiva de carácter femenino. El intelectualismo occidental en cambio tiene una actitud opuesta, de importancia preponderante al hombre como individuo que forja su existencia y procrea sus descendientes manteniendo su propia personalidad, y manteniéndola no sólo en esta vida, sino en la otra también. Esta es, a todas luces, una actitud de carácter masculino frente al destino humano.

La cultura latina, en la cual oriente y occidente se encontraron y se fusionaron, era el único crisol posible para crear la síntesis entre lo emotivo y lo racional, dando al hombre un ideal superior: de sentimiento domado por el espíritu del orden, y de pensa­miento arraigado en el amor universal. Esta síntesis tiene su expresión en la Divina Comedia, que bajo este aspecto es completamente actual: nada de pasiva espera ni de irracional auto-destrucción, sino trabajo, íntima lucha e inefable gozo. Cada hombre tiene derecho y posibilidad de conquistar su felicidad, cada hombre debe buscar el camino que lo lleve lejos de la selva, y merecer la luz de las alturas. Aún en la mística comunión con el Bien Supremo, conservará la infrangible unidad de su propia alma.

En el tiempo de Dante la tentativa anti-histórica de Bonifacio VIII fracasó rotun­damente. Ahora está en marcha, en proporciones enormes, una tentativa que podríamos llamar anti-humana, y que tarde o temprano deberá ceder definitivamente frente a la realidad de la naturaleza del hombre. Quien no sea simplemente parte de un ciego reba­ño, siente la nobleza de aceptar su destino humano singular e intransferible, sus caídas, sus remordimientos, sus luchas y sus conquistas, o sea la eterna y siempre renovada his­toria del alma humana que Dante ilustró.

Dejemos a parte los sueños de un lejano porvenir feliz para generaciones descono­cidas. Nuestra tarea es aquí y ahora, en pro de cada uno de nosotros y de nuestros con­temporáneos. Estemos seguros, que la mejor manera de preparar un porvenir más feliz para las generaciones futuras está en el trabajo difícil e individual de mejorarnos a no­sotros mismos, pues de una buena raíz no puede salir una mala planta. La regla, es muy sencilla: se trata sólo de aprovechar rectamente lo que tenemos y que recibimos, lo bueno y lo malo de nosotros mismos y de las contingencias, para que no se vuelva en condena­ción nuestra, sino que suya para nuestra verdadera felicidad.


 

 

 

LOS CAPELLANES DE LA GUERRA DEL CHACO

Por VICTOR AYALA QUEIROLO

 

El Coronel Víctor Ayala Queirolo,

licenciado en historia, nos ha entregado este trabajo para su publicación,

en la Revista del Ateneo Paraguayo.

Dedicado en homenaje al primer voluntario de la guerra del Chaco,

Presbítero Domingo Queirolo, Capellán

del R. C.1 Valois Rivarola. Aparece en este número la primera parte.

 

 

CAPITULO I

EL PASADO MEDIATO

Así como el Estado es la institución permanente creada por la voluntad común para atender las necesidades terrenales del hombre, la Iglesia es la encargada de dirigir, orientar y alimentar sus necesidades espirituales.

Ambas instituciones constituyen las piedras angulares de la sociedad, y se han creado para servir al hombre, en su dualidad de materia y espíritu. El Estado no es sino la faz jurídica de la nación, según la admirable definición del constitucionalista Burgess.

América ha nacido a la vida, al calor de las ideas de Dios y Patria.

Consubstanciados el sacerdote y el conquistador con el fin perseguido, han vencido juntos, a la naturaleza y al aborigen, para sembrar el Verbo Divino y esparcir con él las semillas de la cultura, en estas tierras americanas. La cruz y la espada marcharon juntas y juntas sembraron ciudades y crearon civilizaciones, que hoy son orgullo de los Estados americanos.

 

LA INDEPENDENCIA

El sistema autocrático de la colonia fue roto por efecto de la espada y del verbo encendido de los sacerdotes.

El Dr. Jerónimo Irala Burgos, joven y promisor historiador nacional, en la ponencia presentada en las Jornadas Históricas del Sesquicentenario de la Independencia Nacional, organizada por el Instituto Paraguayo de Investigaciones Históricas - Sesión del 4/10/61, presentó un trabajo que tituló "LA IGLESIA PARAGUAYA Y LA INDEPENDENCIA NACIONAL". Esta ponencia fue remitida luego al II Congreso Hispanoamericano de His­toria, reunido en Cartagena de Indias, en Noviembre de 1961; la misma fue aprobada con recomendación de publicación.

Con la debida autorización del autor, y con el fin de completar la actuación de la Iglesia y del Clero en los acaeceres nacionales, efectúo una transcripción literal de la citada ponencia. Transcripción que dará realce a este boceto de la actuación del Clero Nacional en la Guerra del Chaco.

 

"LA IGLESIA CATÓLICA Y LA INDEPENDENCIA NACIONAL"

"La Revolución de Mayo marca para el Paraguay, una reafirmación del Derecho Natural en el plano político, de acuerdo con la más auténtica tradición filosófico-jurídica

cristiana, inspirada en el pensamiento vivo de doctrinarios como Vitoria, Suárez, Soto, Molina, Belarmino, Menchaca y otros, que enseñaron las más rectas concepciones polí­ticas sobre soberanía y gobierno de los pueblos, mucho antes de que las teorías de Rousseau fueran concebidas".

"Era aquella, conjuntamente con la de Tomás de Aquino, la ciencia política que la Escolástica cristiana difundió desde las cátedras de Córdoba, Lima, Chuquisaca, Santa Fe de Bogotá, Real Colegio Seminario de San Carlos de Asunción y cuantos centros de cultura superior fueran fundados en estas tierras. Y era también esta manifestación de Derecho Natural, la lógica culminación de una larga trayectoria política libertaria y democrática, como fue la del Cabildo comunal en Hispanoamérica".

"También en el Paraguay, al igual que en las demás Provincias del Imperio español, a la luz del Derecho Natural se afirmaron los grandes principios que plasmaron la nueva República. Como las grandes empresas de nuestra historia, la emancipación surgió bajo el signo de Dios y con el noble anhelo de patria y libertad. Próceres civiles, militares y eclesiásticos estuvieron conjurados al calor de esta mística, suprema. Es que los más fecundos acaeceres de nuestra historia, obra conjunta de nuestros hombres más precla­ros, llevan, como señal de su autenticidad, junto a la fe religiosa, el amor no menos santo a la patria y a la libertad".

"Fueron estos ideales los que plasmaron en nuestro país, su vocación de pueblo libre, no sólo de España, sino sobre todo del poder centralizador de Buenos Aires, cuyo viejo sueño virreinal, renacido una y otra vez, se vio frustrado siempre, al chocar sus ambi­ciones contra una voluntad invencible de autonomía y supervivencia".

"Ya en los albores de la emancipación, al día siguiente de la victoria de Tacuarí, el Capellán del Ejército paraguayo, Padre José Agustín Molas, mantuvo una histórica conferencia con el Jefe del Ejército vencido, General Manuel Belgrano. A las afirmacio­nes de Belgrano de que no había venido a conquistar el Paraguay sino a auxiliarlo para que sus hijos recobraran sus derechos, contesta el sacerdote paraguayo: "También hay en mi Patria sujetos de luces y dirección que puedan discernir esa ilusión y esclavitud que supone V. E.".

"Cuando Belgrano pregunta a Molas por qué el Paraguay no quiere reconocer a Buenos Aires, recibe del Capellán paraguayo, una respuesta tan clara como firme: "por­que Buenos Aires no tiene autoridad sobre las demás provincias, no pudo heredar la autoridad del Virrey y su jurisdicción, no puede así extenderse a las demás provincias". En esta manifestación terminante y precisa del sacerdote de Tacuarí, se puede apreciar la línea que seguirá más tarde la Revolución de Mayo, en su anhelo de autodetermina­ción nacional con respecto a la Junta de Buenos Aires (1).

"En este punto, cabe hacer una rectificación a un error en que han incurrido la mayor parte de nuestros historiadores, siguiendo al P. Fidel Maíz, sobre una supuesta participación del Padre Amancio González y Escobar, en esos mismos días de la victoria de Tacuarí. Documentos existentes en el Archivo Nacional y en el Archivo de la Curia Eclesiástica demuestran que aquel ilustre clérigo - a quien llamaría el Bartolomé de las Casas del Paraguay colonial por el celo opostólico que puso al servicio del indígena - falleció en 1806". (2)

"En la agitación política que siguió a aquella campaña militar y culminó dos meses después en la Revolución, los más preclaros exponentes del Clero Paraguayo tuvieron activa participación. En la plana mayor de la Revolución, junto a civiles ilustres como José Gaspar de Francia, Mariano Antonio Molas y Fernando de la Mora, a pundonorosos  militares como Fulgencio Yegros, Pedro Juan Cavallero, Mauricio José Troche, Juan Bautista Rivarola y Vicente Ignacio Iturbe, encontramos a sacerdotes doctos y probos, como el Pbro. Dr. Francisco Javier Bogarín, compañero de Francia en la Universidad de Córdoba y Vocal de la Primera Junta; el Pbro. Juan Bautista Quin de Valdovinos de familia patricia, revolucionario como sus cuatro hermanos, formado también en las aulas de Córdoba y Curial prominente de nuestra Diócesis, de la que llegó a ser Provisor y Vicario General; el ya citado Presbtero José Agustín Molas, hermano de Mariano Antonio, orador sagrado de firme estructura filosófica y jurídica; el Cura Párroco de la Catedral, Pbro. Vicente Morales, quien a las diez de la noche del 14 de Mayo hizo sonar las campanas de esta Iglesia Primada del Río de la Plata, para congregar a los conjurados; el Pbro. José Fermín Sarmiento, Cura de la Villa Real de Concepción, a quien el Gobernador Velazco había hecho detener, a causa de su propaganda separatista; el Pbro. Dr. Amarilla, canónigo de la Catedral".

"Merecen un párrafo de consagración especial, los Religiosos que abrazaron la causa nacional. Los Franciscanos, miembros de una Congregación tan identificada con los sentimientos populares, ocuparon un puesto de avanzada, llevando a su cabeza a Fray Fernando Cavallero, ilustre teólogo, consejero de próceres y orientador espiritual de la generación de Mayo. Su figura es todo un símbolo moral de aquella Revolución sin mancha. Avaló con su prestigio, la designación de su sobrino, José Gaspar de Francia, como miembro del Gobierno revolucionario. Años después, al iniciarse la Dictadura, llegó hasta el Supremo a pedirle que no se lanzara por los caminos del despotismo. El Dr. Francia lo hizo recluir en su Convento, de donde ya no salió nunca más. Así terminó su vida Fray Fernando Cavallero, cuyo espíritu místico supo elevarse por encima de los muros de su celda, hacia la libertad sin límites de los mundos de Dios".

"Integran también este selecto grupo de Franciscanos, el astrónomo Suárez, el P. Otazú y Fray Manuel Cumá, símbolo de una empresa evangelizadora que superó todas las discriminaciones en su espíritu ecuménico, pues era, por su nombre y por su sangre, un auténtico aborigen, elevado por la Gracia a la excelsa dignidad sacerdotal". (3)

"No menos decidida fue la actuación de la ilustre Orden de la Merced en el proceso de la emancipación paraguaya. Ya con anterioridad, en plena Revolución Comunera, Fray Miguel de Vargas Machuca y Fray Alejo de Valdivia y Brizuela se habían pronun­ciado en favor de la causa popular. La noche del 14 de Mayo, Fray Inocencio Cañete, que tenía fama de santidad, hizo de mediador entre el Gobernador y el Cuartel suble­vado. En el Congreso de junio de 1811, participaron Fray Hilario Gómez, Regente de Estudios y Manuel Tadeo de la O , Comendador. La acción de los Mercedarios en la formación de nuestra nacionalidad está magníficamente estudiada por el joven inves­tigador José Colnago Valdovinos, en una Ponencia que será presentada en estas mismas Jornadas".

"Cuando, después de producida la Revolución y luego del posterior desplazamiento de Velazco, se reunió el Primer Congreso Nacional del 17 al 20 de Junio de 1811, con la asistencia de unos 300 Diputados, 27 Sacerdotes del Clero Secular y Regular invistie­ron, desde sus bancas, la representación de una Patria que estaba naciendo".

"Las Actas de aquel Congreso son otros tantos testimonios de la opinión de doctos  clérigos sobre nuestra emancipación, en un momento todavía difícil y nebuloso, cuando se entrechocaban tendencias diversas. Los Sacerdotes congresistas emiten sus votos, fun­damentándolos con firmeza y concisión. No solamente aceptan en línea general la moción de Mariano Antonio Molas, tributo de la emancipación paraguaya, sino que le dan un contenido moral y una más exacta argumentación jurídica. Así el Pbro. Sebastián Patiño formula una fuerte crítica al régimen hispánico de administración de estos pueblos; el Pbro. Manuel Antonio Corvalán proclama abiertamente la independencia con respecto a Buenos Aires y el Chantre Provisor y Vicario General de la Diócesis, Ilmo. Don José Baltasar de Casajús, que fuera el segundo Rector del Real Colegio Seminario de San Carlos, interpreta los motivos de orden moral y jurídico por los cuales esta Provincia se veía relevada del juramento de fidelidad tanto al Consejo de Regencia como a las cortes de León.

"Se puede concluir pues, de las Sesiones del Primer Congreso Nacional, que los miembros del Clero que allí actuaron, dieron categoría moral y solvencia intelectual a aquella Asamblea fundacional de la República.

"Como expresión de la mentalidad cristiana de los hombres que integraron el primer Gobierno totalmente paraguayo, surgido de aquel Congreso, recordemos la "Instrucción de los puntos más esenciales que deberá observar el Maestro de primeras letras", pro­mulgada el 15 de Febrero de 1812, con las firmas de Fulgencio Yegros, Pedro Juan Cava­llero, Fernando de la Mora, y el Secretario Mariano Larios Galván, y que podemos con­siderar como una primera Ley nacional de Enseñanza. De sus 73 artículos, 12 se refieren a la moral cristiana, a las virtudes, a la Doctrina y Dogmas de la Religión y a la fre­cuencia de los Sacramentos, como los mejores medios para educar a los jóvenes, "pues así serán útiles a Dios y a la Patria y ocuparán todas las dignidades y empleos de la República". En nota del 10 de Marzo de 1812, los mismos firmantes, al transmitir dichas Instrucciones para su cumplimiento en los Conventos, Escuelas de la Provincia y la Sociedad Patriótica Literaria, dicen que con ello se logrará en nuestros jóvenes "toda y a instrucción que necesitan para ser buenos cristianos y buenos ciudadanos útiles a Dios y a la Patria", agregando que así se propenderá "a la felicidad de unos niños que con el correr de los días serán miembros de importancia en la sociedad, que sabrán unir los sagrados deberes del hombre para con Dios, con la Patria, consigo mismos y con sus semejantes" (4).

"Y si decidida fue la participación del Clero en favor de la Independencia, no menos resuelto fue el apoyo brindado por la Jerarquía Eclesiástica del Paraguay al primer Gobierno nacional, luego de su instalación. Debo a la generosa colaboración de Monseñor Brujaki, el acceso a documentos hasta hoy inéditos, que se guardan en los Archivos de la Curia Metropolitana y que prueban este aserto.

"El 6 de enero de 1812, con las firmas de Fulgencio Yegros, Pedro Juan Cavallero, Fernando de la Mora, la Junta Superior Gubernativa se dirige al Ilmo. Obispo Fray Pedro García de Panés y le dice: "Creeríamos que llegábamos a tocar en los confines de una temeridad inexcusable, si confiada en nuestros alcances, no mendigásemos el auxilio de los que por sus luces pueden contribuir al acrecentamiento de la pública feli­cidad y que giren con la mejor orden y armonía todas las ruedas de la República. Dios nos ha constituido de manera que unos hombres hemos de depender de otros y que nuestro vivir haya de ser sociable; la razón dicta, que pues debemos emplear nuestra autoridad en beneficio de pueblo, procure también éste prestarnos el socorro de sus vigilias y meditaciones, para que minoren los males y crezcan los bienes; para que V.S.I. se sirva interponer su celo pastoral y cooperar con el Clero secular y regular, para que consagre sus tareas con la palabra y doctrina, a la mejora de las costumbres morales y civiles y que se perfeccione el gobierno político y económico de la República". La Junta termina pidiendo, junto a la asistencia moral e intelectual de la Iglesia, las ora­ciones "al Dios de la Patria y de la libertad para que derrame sobre nosotros las luces que necesitamos para el acierto". (5)

"En otro Oficio del 11 de Enero de 1812, la misma Junta Superior Gubernativa pide al Obispo que se predique obediencia a la autoridad. La nota trae eruditas disquisiciones sobre la ley eterna y la ley natural, la sociedad y el origen de la autoridad civil, con referencias a los Proverbios y a las Leyes de Partidas, a Santo Tomás de Aquino y a San Pablo, al Profeta Isaías y a Alfonso el Sabio, a Salomón y a Trajano. Defiende la existencia de una ley eterna y critica acerbamente a los atestas, a los ateístas y entre ellos "al filósofo de Ginebra", Juan Jacobo Rousseau. Termina pidiendo la leal colabo­ración de la Iglesia para preservar la paz y la unidad en torno al gobierno nacional". (6)

"En Oficios dirigidos a los Curas y Teniente-Curas de esta Diócesis, el 14 de Enero y el 19 de Febrero de 1812, .el Sr. Obispo del Paraguay no sólo manda difundir por medio de aquéllos, las Proclamas de la Junta Superior Gubernativa, sino que ordena "inspirar a sus feligreses con la palabra y el ejemplo, la debida obediencia y adhesión las máximas al Gobierno, y exhortarles a mantener la paz y unión y a propender unánimes a la común prosperidad". El Obispo proclama el respeto a las autoridades de la Junta cons­tituida y pide a los Sacerdotes exhortar al pueblo a obedecer y cumplir exactamente las Órdenes y providencias del gobierno, al efecto de preservar la paz con todo celo que exige un cargo tan importante al servicio de Dios y del interés público". (7)

"Si se observa la circunstancia de que Fray Pedro García de Panés, Obispo del Paraguay, era de nacionalidad española, se apreciará aún más, la sinceridad valiente de su actitud. El Prelado, acallando los impulsos de su sangre, se identificaba con los afanes e ideales de un pueblo, que, en la Iglesia de Cristo, debía conducir como Padre y Pastor".

"Así como lo había hecho durante los tres siglos de gobierno colonial, así como lo hará en el siglo y medio que lleva como pueblo independiente, la Iglesia Católica, forja­dora ejemplar del alma paraguaya, cumplió un papel decisivo en el proceso de nuestra emancipación política. La inspiración de sus ideólogos, la, tradición de su enseñanza, el influjo de su cultura y de su moral, la actuación militante de sus sacerdotes más preclaros y la adhesión leal e inestimable de su alta Jerarquía, orientaron, estimularon, fundamen­taron y consolidaron nuestra gesta emancipadora".

"Las campanas de la Catedral, lanzadas al viento en aquella noche memorable del 14 de Mayo de 1811, marcaron la Navidad de un pueblo libre. No olvide nunca el pueblo paraguayo, que en esta República, la libertad nació cristiana".

 

NOTAS

(1) La versión completa de esta entrevista ha sido publicada por Efraím Cardozo, en el Volumen I del Anuario dé Historia Paraguaya.

(2) El principal de estos documentos es la Testamentación del P. Amancio González y Escobar, abierta en el año 1806, que se halla en el Archivo Nacional, donde fue encon­trada por José Colnago Valdovinos.

(3) Véase: "El Clero Nacional: su acción en la Independencia Patria y amor cons­tante a la libertad", del P. Fidel Maíz, dedicado al periódico "Los Principios", en ocasión del Primer Centenario de la Independencia, 1911. Carlos R. Centurión: "Historia de las letras paraguayas", Tomo I, 1947. Pbro. Tomás Aveiro: "Índice de la Diócesis del Para­guay". Mons. Luis Duprat: "La idea religiosa y la independencia americana", con Carlos R. Centurión: "El Clero en la gesta de la Independencia". Mons. Dr. Santiago Benítez: "Evocación de Mayo", Asunción, 4 de Mayo de 1961", Mons. Aníbal Mena Porta: "Pastoral del Arzobispo de Asunción", 8 Setiembre de 1961. Investigaciones del Pbro. Silvio Gaona, Casa Rector de la Catedral de Asunción.

(4) Archivo Nacional. Junta Superior Gubernativa. Vol. 4 Nº 29.

(5) Archivo de la Curia Metropolitana. Casilla Nº 107 - Vol. II.

 

LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA

En la hecatombe de 1864 - 1870, un grupo de ilustres sacerdotes sufrieron pe­nurias y vencieron miserias en defensa de la sagrada heredad.

A continuación reproducimos la interesante opinión de Benigno Riquelme García, publicada en La Tribuna bajo el título de "Monseñor Juan Sinforiano Bogarín, objetiva contribución del Clero paraguayo en la Guerra de la Triple Alianza 1864/1870".

"Y antes de adentrarnos en los disímiles aspectos de esta vida admirable, creemos imprescindible efectuar una recapacitación sobre el martirologio del clero nacional en la guerra del 70, en la que le cupiera desempeñar un papel grandioso, rayano en lo epopéyico, y al que nuestros historiadores, salvo rarísimas excepciones, no le han asignado la función de preponderancia que en la misma tuviera junto a sus adoctrinados, como así también, la consubstanciación con los destinos patrios que tuviera, sacrificio llevado hasta límites que no son humanos y que la pluma diserta del sacerdote Silvio Gaona, hace poco, con mérito y valentía poco comunes, pusiera al refresco de la memoración nuestra".

"Ex profeso, con objetividad fría de hoja clínica, damos a continuación esas listas en las que revistan todos los heroísmos. Historial opulento de ese clero que no llegaba siquie­ra a la centena y que esto aportó hasta Cerro Corá: 17 murieron en los campos de batalla que fueron Juan Manuel Idoyaga, José del Carmen Moreno, Francisco Hermógenes Flores, Elías Aguiar, Francisco Ignacio Maíz, Juan Galiano, Eustaquio Estigarribia, José Ramón González, Francisco Solano Espinoza, José del Rosario Medina, Manuel Antonio Adorno, José Félix González, Justo Carmelo Román, Francisco Cándido Hermosilla, Ramón Ya­harí y Juan de la Cruz Ortigoza; 25 entre los que se incluye el Jefe de la Iglesia paraguaya, obispo Manuel Antonio Palacios, fueron ajusticiados de resultas de una supuesta cons­piración que constituyó uno de los pocos baldones de nuestra historia, de imposible de­fensa, y son ellos el diocesano ya citado, Eugenio Bogado, Faustino Rodríguez, Vicente Antonio Bazán, Eliseo Patiño, Policarpo Valdovinos, José Joaquín Talavera, Juan Nepo­muceno Arza, Martín Serapio Servín, Juan Evangelista Barrios, Jaime Antonio Corvalán, Santiago Esteban Narváez, José León Gavilán, Pedro León Caballero, Carlos Antonio Vázquez, Juan de Mata Ortellado, José Ramón Ferriol, Basiliano Landini, Antonio Medina, Gaspar Jacquet, Pedro José Acosta Benítez, el capuchino Angel Maramico y el clérigo Juan Bautista Zalduondo; 39 fueron considerados desaparecidos, porque de ellos nada se supo y son: Olegario Borja, José María Velázquez, Justo David Bueno, Adonías Aure­lio Urbieta, Rudino Insfrán, Domingo Tomás Candia, Angel Torres, Angel Maria Céspe­des, Juan Bautista Villasboa, Roque A. Campos, Juan Bautista Céspedes, Blás Antonio Núñez, José Teodoro Escobar, Nicolás de Isasi, Felipe Santiago León, José Gaspar Téllez, Juan Manuel Aquino, Pedro Nolasco Aquino, José Donato Avahay, Sebastián Ramón Benegas, José Inocencio Gauto, José Domingo Guairaré, Hilario Haedo, Leonardo Moli­nas, Pedro Baltasar Ortigoza, Martín José Román, Fermín Valdovinos, Francisco del Rosario Chuchí, Juan Francisco Vázquez, Francisco Javier Velastiquí, José Antonio Ortiz, José Gregorio Moreno, Felipe Santiago Cariay, Nazario de Jesús Sánchez, Juan Francisco Zayas, Rafael Ríos, Pedro P. Azuaga, Andrés Aranda y el diácono Donato Gamarra; 23 sobrevivieron -cepa de la que bien o mal el sagrado ministerio reproduciría-, y son: Manuel Vicente Moreno, Fidel Maíz, Claudio Arrúa, Dionisio Riveros, Pedro Juan Aponte, Blas Ignacio Duarte, Daniel Sosa, Mariano del Rosario Aguiar, Juan Carlos Casco, Tomás Antonio Castelví, Jerónimo Becchis, Bernardino Sandoval, Juan Facundo Gill, José Igna­cio Acosta, Cecilio Román, José del Pilar Giménez, Pedro Pablo Benítez, José del Carmen Arzamendia, Miguel de Dios Pintos, Pedro Feliz Cazal, Eliseo Díaz Cantero, Policarpo Páez, Jerónimo Dolores Ortiz, Juan Isidro Insaurralde, Claudio Astigarraga, Eleuterio Benítez, Francisco Aguilera, Bartolomé Aguirre, Feliciano Elizeche, Rufino Jara, José María Núñez, Alejandro Sosa y Juan Ignacio Corvalán".

"Paraguayos hasta los tuétanos eran aquellos sacerdotes de Dios, sobre cuyas espal­das cayeron responsabilidades inauditas y que cumplieron con la Patria hasta el límite que el frío raciocinio se resiste a aceptar. Blasón autóctono como no conocemos par, ofrenda aquella exigua pero decidida legión. Van como pruebas Ramón Yaharí, hijo de Inocencio Yaharí y de Maria Aguaí; José Donato Avahay, hijo de Isidro Avahay y de María Chuchí; José Domingo Guairaré, hijo de Inocencio Guairaré y de Francisca Mba­yurí; Francisco del Rosario Chuchí; Santiago Cariay, hijo de Borja Cariay y de Fran­cisca Urú, por no citar sino a algunos. ¡Cuánto dicen a quienes quieren oír estos nom­bres..."

"¡Curas machos aquellos...! que no supieron de debilidad en horas crueles y supre­mas. Identificados con la patria misma, bien llevaban asistencia espiritual al moribundo que enfrentara al enemigo, como en Lomas Valentinas y Piribebuy, o blanqueaban con sus huesos, pereciendo de hambre, la ruta de la residenta y Cerro Corá, cita postrera donde, cinco de ellos, aportaron sus sacrificios al centenar de muertos con que selláramos el juramento grandioso. Deplorablemente, nada hemos hecho por reivindicar la memoria de aquellos paraguayos olvidados que, incluso, juzgados conforme a la estricta ortodoxia con que hacemos hasta ahora historia, no tuvo desertores, ni uno solo, lo que no se puede afirmar de todas las demás tendencias y los consabidos estados, verdad?".

"Hayan sido los ordenados con el modesto boato de la época en la Capital, o los que integraron aquellas promociones apresuradas de la Iglesia de Humaitá, o de las Capillas de Paso de Patria y Paso Pucú, puede asegurarse la cabalidad de que nobilísimo fue el metal de aquellas improvisadas fraguas. En agraz debe andar la pluma que, en justos y preciosos trazos, describa esa epopeya nuestra, imperdonablemente preterida".

Esta síntesis da una idea del esfuerzo de los representantes de la Iglesia, en la evo­lución histórica de nuestra vida de Nación.

 

CAPITULO II

EL SOLDADO Y EL SACERDOTE

El sacerdote y el soldado han unido sus esfuerzos en la lucha del bien contra el mal, ya en forma de antorcha para la conquista, ya proclamando la idea de la libertad, ya en forma de amor hacia Dios y hacia la Patria.

Ambos sirven a Dios y a la Patria, pues ambos ponen al servicio de su idea o de la causa que defienden toda la pasión de que son capaces. El sacerdote es soldado de Dios en el ejercicio de su sagrado ministerio, y el soldado es sacerdote de la Patria en el altar de sus símbolos. El primero oficia su rito ante el altar de Dios, y se inspira en el Verbo del Divino Maestro, y el soldado es el cultor del patriotismo ante los símbolos sagrados de la Patria, su bandera y sus héroes, y es por eso por lo que rindo el culto de mi home­naje a los sacerdotes que hicieron llegar en las estepas chaqueñas el hálito de paz a los espíritus y la resignación en el alma de aquellos que por necesidad mataban para no ser muertos.

El Paraguay es un pueblo de sentimientos eminentemente cristianos, tanto en el orden colectivo como en el individual. Este sentimiento cristiano engendró otro, también peculiar a nuestro pueblo, su acendrado pacifismo. Nuestra vida nacional se desarrollaba y se desarrolla en este ambiente de religiosidad y pacifismo. El hombre y los grupos sociales alternaban su vida en el trabajo y en la práctica de la religión de sus mayores, cuando la vorágine de la guerra absorbió la atención de gobierno y pueblo. La clarinada del alerta de Pitiantuta, nos llamó a la realidad. Iglesia y pueblo, al escuchar el llamamiento de la Patria a través de su gobierno, concurrieron a defender la justa causa del momento. ERA LA GUERRA, el encuentro brutal y violento de dos grupos sociales, que trataban de imponerse por medio del aniquilamiento de la voluntad de vencer del enemigo.

La guerra es un fenómeno social tan antiguo como la humanidad misma. En un

sentido laico, podemos afirmar que la guerra surgió entre nuestros prehistóricos antece­sores como una necesidad vital, la lucha por la vida; y en un sentido evangélico, la hallamos en la secular lucha entre Caín y Abel; es decir, entre el bien y el mal.

La guerra del Chaco es un ejemplo de guerra no querida, pero sí aceptada por el imperio de la realidad.

 

C A P I T U L O  III

SE VISLUMBRA LA GUERRA

La vida nacional se desenvolvía, el país en paz, con nuestros sueños de emancipación económica, social y política, sufriendo todavía los lastres que nos agobiaban como conse­cuencia del desastre causado por la Guerra Grande. Esta vida, la de nuestro pueblo, sen­cilla, sin prisas, pero sí real y efectiva, era sacudida sólo de vez en cuando por el hura­cán de las pasiones desatadas, en que prevalecían los intereses particulares o de grupos, antes que los sagrados de la Nación.

Como consecuencia de aquellos desbordes, la Patria, madre común de todos los que nos cobijamos bajo su tutela, sufría en su estructura social y económica conmociones graves que la dejaban sumida en la discordia y en la miseria; siempre necesitada de una convalecencia larga y penosa, para recuperar sus valiosas energías perdidas.

Esta dura y triste realidad hizo que se descuidaran los apartados rincones, la parte occidental de nuestra heredad territorial; no se la ocupó oportunamente con los puestos militares necesarios, que fueran los ojos y los oídos de la soberanía nacional, allá por nuestros límites arcifinios del Parapití, y ello constituía un acicate a la codicia del vecino, por lo aparentemente fácil de la conquista.

Cuando la puerta de la casa ajena se halla abierta, no falta quien se introduzca en ella, y si la ocupación es productiva, la idea de la propiedad es definitiva. Eso fue lo que nos aconteció.

De común acuerdo, el poder político y el mando militar boliviano, desarrollaron un vasto plan de "bolivianización" del territorio nacional. Penetraban hacia el este empe­cinadamente, cual mitológica hidra, a lo largo del Pilcomayo primero, por el norte y por el oeste después. Cuando una de las cabezas se cortaba a la penetración, le nacían otras siete; necesario era, pues, separarla del tronco de un solo golpe para detenerla, y ese golpe significaba la guerra.

Negar este aserto, es negar la historia, y la prueba de ello es el "Plan de Penetración y Ocupación Militar en el Chaco y sus bases generales (fechado en La Paz, 2 de Mayo 1931 - EMG. B - Sec. Op. Secreto. Pdo. porel General Osorio), que entre otras cosas dice:

1.- La necesidad manifiesta de realizar un avance de penetración y ocupación del Chaco, no debe dejarse esperar más tiempo y agrega "La topografía del Gran Chaco hasta hace poco constituía una incógnita......... y de muy difícil exploración para conocimientos, empero, la incesante actividad y el esfuerzo inmediato que se ha puesto en nuestro Chaco para la clase militar, ha hecho que hoy él sea conocido en todos sus aspectos".

Desarrollar las vías de penetración, no es mi objetivo; es por ello por lo que solo diré que en dicho plan se preveían cuatro direcciones principales:

a) Desde el vértice del camino Ballivián-Arce, hacia el Norte.

b) De Ravelo hacia el Sud.

c) De Carandayty hacia el Este.

d) De Racunday sobre el Parapití, en Yzozog hacia el S.E.

Fue así como en cumplimiento de este Plan, se destacó al Cnel. Angel Ayoroa, que partiendo de RAVELO debía ocupar "la serranía elevada en el corazón mismo del Chaco" se refería a Cerro León y "siendo, agrega, de imprescindible necesidad y urgencia ocupar militarmente aquellas posiciones y fortificarlas debidamente, haciendo que constituyan los baluartes mas firmes de nuestra soberanía en el centro del Chaco, dotándolas también de una base principal de aviación para operar ventajosamente, en caso dado, sobre las posiciones enemigas del Norte, en el Río Paraguay". (Sec. Op. 259-31; Personal y Muy Reservado; EMG. B - La Paz 27 de julio de 1931).

A esta comisión se asignó aviones de la L.A.B., llevando como Pilotos al Tte. Belmonte y Ernest, para efectuar los reconocimientos aéreos necesarios, con la recomendación de: "La importancia militar que tiene esa región y que en poco tiempo más quedará consoli­dada por las labores de esa Comisión es de una trascendencia indiscutible, en especial si se toma en cuenta, como base para discutir nuestros derechos de posesión sobre el Chaco, con proyecciones de aproximarnos militarmente a una buena zona sobre el Río Paraguay". (EMG. B - Sec. Op. 384-31 - Personal y Muy Reservado - La Paz 9 de Octubre 1931. Fdo. Osorio).

En cumplimiento de las instrucciones anteriores, el Tte. Belmonte sobrevoló una importante laguna (Pitiantuta) y en consecuencia se instó al Cnel. Ayoroa, a que efec­túe vuelo de "reconocimiento aéreo, en la extensión de 80 o 100 kilómetros, para constatar

y ubicar de inmediato al E. de la Serrana ZAMUCOS, la existencia de la laguna" ........ Asimismo, si existe o no penetración y ocupación paraguayas en dicha región. Caso no existir aproximación paraguaya, la comisión debe instalar de inmediato el fortín "BAP­TISTA" en la margen más apropiada de dicha laguna, tomando las consiguientes medi­das de precaución, elementos de defensa, de enlace y seguridad". (EMG. B - Eec. Op. Nº Op. 417-31. Reservado. La Paz 27 Oct. 1931 - Fdo. Osorio. Cnel. Jefe E.M.G. - B.). El Cnel. Ayoroa, informó:

"El día 3 de Nov. a las 08.45..... salimos en el TUNARI, los TCneles. Ayoroa y Rive­ra y Tte. Belmonte a efectuar el vuelo de exploración....."

"Alcanzamos a las 10.50 una laguna, descendimos para observarla hasta 40 metros sobre ella, es grande (600 x 200) agua limpia, tiene playa de arena, etc.

El TCnel. Felipe Rivera, destacó al Cap. Ichazo para fundar un fortín, el Mariscal Sucre, y simultáneamente apoyado por vuelos de reconocimientos para orientar a la expe­dición, fue así como el día 9 de Enero de 1932, reconoció la existencia de "un galpón grande y dos pequeños, cubiertos con techo de palmeras", al parecer un fortín paraguayo. (In­forme del TCnel. Rivera al EMG. - Fortín Ingavi 16 de Enero de 1932. Muy Reservado. Pdo. R. Rivera. JefeComisión EMG. en el Oriente).

Simultáneamente, a las expediciones del Oriente, la 4º Div., destaca vuelos de reco­nocimiento al mando del Mayor Jorge Jordán y una expedición terrestre al mando del Capitán Víctor Ustares, del R.I. 4 Loa, saliendo de Camacho el 8 de abril de 1932, acom­pañado del Subteniente Mercado y del Cap. San. A. Hoyos, quién después de 19 días de reconocimiento no pudo ubicar la laguna (Inf. Cap. Ustares al Cmdte. R.I. 4 Loa). Pero, la ubicación y reocupación de Pitiantuta estaba reservada por el destino al Mayor Oscar Moscoso, "quien salió de CAMACHO por CASADA CRISTINA, para explo­rar la laguna y despejar el enigma de los galpones", para ocuparla por la fuerza el día 15 de junio de 1932, pues ingenuamente creían, que los galpones observados eran tolde­rías de indios.

El Fortín Carlos Antonio López, (Pitiantuta) fue explorado por el general ruso Belaieff y el Cap. deCaballería Einstein, y la ocupación militar fue hecha por el Capitán Rogelio Chenú Bordón, en junio de 1932.

Pitiantuta, que en idioma de los chamacocos quiere decir "lugar del hormiguero muerto", es un gran lago en pleno corazón del Chaco paraguayo, verdadero oasis coro­nado por una floresta verde. Escenario de bravías luchas entre los montaraces naturales, una verdadera Troya indígena, al decir de su primer explorador, el Gral. Juan Belaieff ruso blanco de origen, paraguayo de corazón.

El egoísmo del hombre blanco despojó al lugar de su poético y legendario nombre. En sus orillas se asentaron los fortines Carlos Antonio López para el Paraguay, el de "Mariscal Santa Cruz" para Bolivia. Esta rebautizó a la laguna con el nombre de Laguna Chuquisaca. Para la historia será siempre Pitiantuta.

El 15 de junio de 1932, el Mayor Oscar Moscoso, en un acto inamistoso ocupó por la fuerza el fortín, con la intención de hacer uso de su aguada para ulteriores operaciones. Su objetivo era salir en Fuerte Olimpo.

El primer mártir de aquella selvática Troya fue el cabo Liborio Talavera, quien no llegó a comprender el significado del grito de "Viva Bolivia" en aquel aciago 15 de junio, y fue así el primero en abonar con su sangre joven, la tierra amada, en su doble condi­ción de conscripto y comandante del fortín.

La chispa que originó la guerra no fue obra del azar, sino el resultado de un minucioso y bien meditado plan político-militar, de penetración con la intención de salir al rumo­roso Río Paraguay.

La conquista boliviana del fortín colmó la medida, y el cántaro de la paciencia rebozó. El Gobierno ordenó la reconquista de Pitiantuta. El entonces Tte. Cnel. Estiga­rribia, comandante de la Div. deInf., despachó el Destacamento del Tte. Ernesto Scarone, quien, con 50 infantes y un pelotón de Caballería, intentó la reconquista el día 29, pero el mayor Oscar Moscoso no había perdido tiempo, y bien fortificado en ese reducto, rechazó el ataque. El intento costó la vida del conscripto Estanislao Domínguez.

La intención de la reconquista permaneció viva, se sabía que con ello se iba a la guerra, y el pensamiento colectivo fue el de que más vale morir con honor que vivir de rodillas.

El TCnel. Estigarribia ordenó entonces que un batallón del R.I. 2 Ytororó al mando del Cap. Abdón Palacios cumpliese la orden de recuperar por la fuerza a Pitiantuta, "a costa de cualquier sacrificio". La orden fue cumplida, porque en ella estaba comprometido el honor nacional. El cruce de las espadas fue duro, y con él terminó el ciclo de nuestras humillaciones, transformándose Pitiantuta en el trampolín que nos lanzó hasta Charagua. Por eso, la llama que avive el recuerdo de esta memorable jornada, nunca deberá extin­guirse, porque ella representa en el calendario de nuestras gestas históricas, la liberación y el abandono del camino de nuestras voluntarias humillaciones.

Este hecho histórico nos legó una dura lección, que espero la hayamos aprendido, y ella es que si cara fue la obligación que teníamos de preservar nuestra heredad terri­torial, más cara nos costó la necesidad de recuperarla.

 

CAPÍTULO   IV

a) LA VOZ DEL OBISPO DE CONCEPCION

Por aquella misma fecha, en el mismo escenario agreste del Chaco, pero en otro sector también codiciado por el enemigo de occidente, un ilustre Obispo se hallaba en marcha hacia la lejana Nanawa. En efecto, el Obispo de Concepción y Chaco, Monseñor Emilio Sosa Gaona, en cumplimiento de una invitación que se le cursara y en ejercicio de su sagrado ministerio, era portador de la voz de aliento y de su mensaje de caridad a los que servían a la patria en aquel lejano fortín.

La fortuna quiso que hallase en los archivos de la Sección Historia a mi cargo, un documento que por su trascendencia lo publico, esperando que su autor sepa comprender, que no se trata de violar una correspondencia privada, pues pasó a la categoría de un documento histórico, dado hoy a publicidad, libre de la destrucción y de la pérdida.

Se trata de una carta escrita por el ilustre Obispo citado, y dirigida al Presidente de la República, Dr. José P. Guggiari.

Dice así: "Particular"                                          Concepción, 19 de julio de 1932

 

"Excmo. Sr. Presidente de la República,

"Dr. José P. Guggiari.

"Excmo. Señor:

"No puedo menos que participarle que, con motivo de la inspección médica llevada "a cabo por los doctores Boggino y Peña, comisionados por el Departamento de N. de

"Higiene y Asistencia Pública, para constatar la aparición de la fiebre amarilla y viruela "entre las tropas que guarnecen el fortín Nanawa, a invitación de los dichos doctores y "tratándose de un caso tan grave, acepté complacido la invitación en la persuación que "cumpliría con un deber patriótico y con la misión de Obispo".

"Al mismo tiempo, por medio de ésta, deseo hacer llegar hasta V. E. impresiones "personales recibidas en la excursión; y para mayor claridad procederé por partes": "1º Estado de la tropa: He visto y palpado un espíritu excelente en la oficialidad y "tropa; son talvez pocos los 150 hombres, que están en el fortín, pero actualmente están "en marcha otros 122 que van a reforzarlos, con los que podrán cubrir las trincheras que "rodean al fortín. Están bien alimentados y vestidos; están provistos de zapatones, capotes "y frazadas. Estos días les llegarán tricotas enviadas por la comisión de damas Pro-Patria. "No he constatado ninguna queja; en los depósitos tienen la provisión de agosto intacta. "Las armas muy bien tenidas y limpias y una vigilancia que llama la atención. El colmo! "No he encontrado a ningún castigado. Esta tropa es merecedora de que se le visite de "cuando en cuando para hacer resaltar el espíritu que posee y para remediar ciertos "inconvenientes a que no es merecedora, y que más adelante los iré apuntando a V. E."

"2º Fallas urgentes que remediar: a) La caballería del Tte. Brusquetti está sin mon­tados y, por consiguiente no está en disposición de hacer efectiva su finalidad, ya sea "en caso de cubrir una retirada, como en caso de una persecución. Los pocos elementos "que posee son mulas flacas y que en total serán cinco por lo que me consta".

"b) El aprovisionamiento del fortín se hace sin medios de protección, especialmente "cuando se llega a la zona en que podría ser sorprendida por una patrulla de caballería "boliviana; el convoy Nº 2 que lleva los víveres de Orihuela a Nanawa no tiene bueyes "de repuesto, y los que tiene son tan flacos que me temo que no pasen agosto; no tienen "piquetes para descanso y relevo de los mismos y debería guiarlos una persona experta y no ser confiados a un clase y simples soldados, que poco interés muestran por su "conservación y potencia".

"c) El aprovisionamiento de los fortines Gondra y Falcón y los chasques que se envían "a los mismos puestos van por un camino muy expuesto y podrían ser capturados con "facilidad, pues que casi se ponen en contacto con las líneas bolivianas. Estos servicios no "debieran hacerse desde Nanawa, sino desde el fortín Figari, que se halla abandonado, "no se sabe por qué, y se halla situado a retaguardia y a la misma distancia de los "mencionados fortines. Creo que el fortín Figari debiera ser el asiento de la caballería; y "abriendo caminos previos desde Gondra y Falcón a Figari ser desde este vituallados y "unidos por teléfono a la costa del Río Paraguay".

"d) Cuanto antes hay que impedir los posibles casos de espionaje, e impedir a toda "costa el tránsito de indios de nuestras líneas a las bolivianas y viceversa. Un caso que "pasó a la inspección médica: En la Misión Inglesa sabían nuestro viaje y que iba el "Obispo; tanto es así que me saludaron con mi título, a pesar de que no sería posible "reconocerme por la falta de insignias y porque no me han conocido anteriormente; los "estancieros de las inmediaciones ignoraban nuestro viaje; a nuestra vuelta supimos la "salida de la Compañía que iba a reforzar Nanawa, el número de soldados y los jefes "que los conducían. He observado que, a nuestra vuelta de Nanawa, una línea de fuego "paralela a nuestro trayecto se internaba hacia el Oeste, en dirección opuesta a la nuestra, "esto me pareció muy sintomático; no podía ser espontáneo, porque no era época de "quemar los campos y, además, no haca una semana que había caído abundante lluvia, por lo que nuestro viaje de ida fue muy penoso por la excesiva agua en el camino y "fuera de él... Los indios andan alborotados con la viruela, que los ha invadido y lo natural "es que ellos se concentren hacia los puntos en que pueden hallar protección, y no se "dispersen fuera de caminos y veredas. Por esto se impone la movilidad de la caballería "situada en Figari, la que podría constatar la causa de tales fuegos, e inspeccionar a los "indios que por ahí transitan sin ningún control. La inspección y secreto telefónico y "telegráfico se impone como primera medida impostergable".

"Caminos. Ha sido un grave error en mi concepto llevar auto-camiones a la línea "Concepción - Nanawa, porque los caminos no dan para tales medios de movilidad; con "una pequeña lluvia quedan ya inservibles por un trayecto de 50 leguas, esto es, desde "la costa del Río Paraguay hasta su sitio llamado Toldo Yosé. Desde este punto a Na­nawa en todo momento pueden usarse automóviles, son caminos buenos y duros. De la "costa al lugar indicado, el terreno naturalmente no da para autos; la carreta es el "medio más seguro y único puede decirse, y para que sea rápido, es menester tener pi­quetes para descanso y relevo de los bueyes, lo que no hay. Al presente, campo afuera hay "un solo piquete que lleva vías de ser terminado, situado en un paraje llamado "Rancho "del Monte". El señor Olof Gustafson tiene una idea estupenda y que se la propongo: "Un camino que partiendo de Villa Hayes, vaya recorriendo la línea de fortines finan­ciada con un impuesto exclusivo a las tierras del Chaco, cuyos dueños se verán benefi­ciados por el camino y por la valorización de sus terrenos, con lo que se compensara "lo gastado en concepto de impuestos".

"Al hacer presente a V.E. estas manifestaciones, no es mi intención criticar lo hecho, "ni siquiera juzgarlo, es tan solo la expresión de lo que la experiencia del Chaco me "ha dictado, juntamente con lo que el patriotismo me sugiere. Nada de lo que le apunto "es imposible, ni siquiera dificultoso; se necesita dedicación y desinterés, y el ojo vigilan­te y continuo de los jefes superiores. He notado que los soldados que no son fiscalizados engañan y no trabajan debidamente; en cambio los que son vigilados cumplen a "maravilla. Esto es una perogrullada, pero es lo que sucede en Nanawa, y en Orihuela,... "y en Concepción,... y en la Asunción".

"Con cuanto placer vería tomarse interés por las cosas del Estado y no oír expresio­nes como éstas que mis oídos oyeron: Hetava reheguá; La Patria paga; José P. mba-é! "Y esto se oye amenudo, y se hace chiste, y se hace carne entre los soldados, y luego se "forma una conciencia que llevará al derroche. Si hay algo que reformar, que la reforma "comience desde arriba".

"Soy paraguayo, y he jurado defender los intereses de la Patria y de la Religión, y "creerla un cargo de conciencia ocultar a quien debe y puede poner remedio a los males. "Aprovecho esta ocasión para saludar al Sr. Presidente con la consideración que se debe "a su alta investidura".

"Firmado: Emilio Sosa Gaona, Obispo de Concepción y Chaco".

Huelga todo comentario; el documento en sí es suficientemente explícito. Hallamos sí a un Obispo, que no sólo tenía preocupaciones castrenses, sino patrióticas, que opina como un táctico consumado. Sus apreciaciones y recomendaciones en este campo, son atinadas y correctas. El hecho de hallarse esta carta en los archivos de la Sección Historia, hace presumir que el Presidente de la República, creyó conveniente dar curso a las informaciones en él contenidas, y pasó la carta al Estado Mayor General, para así resolver las deficiencias en ella señaladas por medio de los órganos competentes para ello.

b) El informe de la Capellanía (2)

El conflicto, al decir del Capellán General de nuestras FF. AA. Pbro. Tomás Valdés Verdún, (de cuyo informe oficial sacamos este resumen), "conmovió a nuestro pueblo. Sintióse en todas partes la sensación y el efecto de una guerra, más que inminente, em­pezada", y agrega: "Los males de la guerra los conocíamos no ya en sueños. De ahí seguramente en aquellos días, el pánico, la confusión, la zozobra y la angustia que se apoderó de todo el pueblo, ante tan funestas perspectivas".

La sencilla y bella evocación encierra una verdad, pues sólo "conocíamos los males de la guerra en sueños", en sueños trágicos que nos los trasmitieron los pocos veteranos lúcidos que quedaban de la hecatombe del 1864-1870. Por más fecunda que fuere la ima­ginación del historiador, nunca jamás podrá traducir en el papel la vivencia de la guerra, con todos sus horrores, como pueden hacerlo quienes tuvieron el privilegio o la tragedia, entiéndase como se quiera, de participar en la dantesca danza de la muerte y de la desolación de las batallas.

 

NOTAS

l) Archivo de la Sección Historia del E. M. G.

2) Archivo de la Sección Historia del E. M. G. (copia facilitada por el Clero Nacional).

 

 

 

 

 

 


 

EL KURI-Y

Por MARCOS SANJURJO KERDAL

 

El Ingeniero forestal Marcos Sanjurjo Kerdal, a pedido especial de la Revista del Ateneo Paraguayo, ha escrito este estudio sobre la Araucaria angustifolia. El Ingeniero Sanjurjo ha obtenido su título de Ingeniero Agrónomo en Corrientes, R.A., y el de Ingeniero Forestal en la Escuela Nacional de Aguas y Bosques de Nancy, Francia.

 

EL KURI-Y - NOMBRES

Esta especie ha recibido varias denominaciones botánicas:

-Araucaria angustifolia, O. Kuntze, 1893  -Araucaria ridolfiana, Savi (h), 1841

-Colymbea angustifolia, Bertoloni, 1820  -Araucaria brasiliensis, Loudon, 1830

-Araucaria brasiliana, Richard, 1822   -Pinus dioico, Vellozo, 1927

 

La acepción Guaraní-Tupí es "Kuri-y" o "Kuri" y dio origen al nombre de la capital del Estado brasileño de Paraná, Curitiba, si­tuada en su centro ecológico; (Ber­toni: "Kuriih", de donde "Kuriih­va, pinar).

Comúnmente se lo ha llamado "Pino americano de bálsamo" (Pa­dre Suárez) ; "Pino dioico", "Pino Paraná" (Paraguay, Argentina); "Pino misionero" (Argentina) ; "Pinheiro brasileño", "Pinheiro" (Brasil) ; "Pino araucaria" (Perú) ; "Candelabra Tree" (denominación inglesa).

Como vemos, es mal llamado "Pino", prestándose a confusiones con las especies del género "Pinus", de las cuales, autóctonas, no po­seemos ninguna. Por esto sería más conveniente adoptar la terminolo­gía primitiva de "Kuri-y".

 

CARACTERÍSTICAS BOTÁNICAS:

La familia de las Araucariáceas, que es originaria del Hemisferio Sur, excepto algunas pocas espe­cies naturales de la Península Ma­raca, Filipinas, Sumatra y Borneo, debe su nombre a la región chilena de Arauco, origen de la especie-tipo "Araucaria araucana".

Esta familia comprende dos géneros:

-Agathis: con 20 especies aproximadamente;

-Araucaria, que comprende 4 Secciones:

Eutracta; Bunya;

Intermedia; Columbea;

con un total de 16 especies, dos de las cuales son originarias de América del Sur y 6 de climas tropicales o subtropicales, siendo una de ellas la que nos ocupa, que pertenece a la Sección "Columbea".

Las diferentes especies de Araucaria se reconocen por el aspecto de la cámara semi­nífera y por sus hojas. Así la "A. angustifolia" las posee de 4 a 8 mm, de ancho, por una longitud de 3 a 6 cm. Son coriáceas, pectinadas, lanceoladas, puntiagudas en la parte superior, poco angostadas en su base, sentadas, espiraladas e imbricadas; poseen líneas estomáticas paralelas en ambas caras.

Las escamas del cono san ligeramente angostadas, o sin angostamientos, en sus bordes. Visto a distancia, el árbol posee un porte muy característico, debido a que sus ramas adultas se encuentran separadas del tronco, en posición casi horizontal, insertadas en vertidos, con sus extremos ligeramente levantados portando un pequeño "ramillete" pro­visto de hojas.

Las copas son redondeadas a piramidales. Cuando envejecen toman formas tabulares bien características.

El tallo posee buen desramado natural, dando rollizos de calidad. Su corteza es gruesa (pudiendo alcanzar 6 cm. en tallos de 60 cm. dediámetro y 20 %, en promedio, del volumen del tronco), de superficie rojiza-obscura, dura y rugosa, desprendiéndose en finas escamas, en forma horizontal.

Con miras a poder emplearla como materia prima en la industria del plástico, como ya se ha realizado con la corteza de otras coníferas, se la ha sometido a análisis, sepa­rándola en sus tres zonas, con los siguientes resultados: (Pizarro):

 

Valores expresados en % respecto a muestra seca (105º C)

 

 

De las tres zonas indicadas, la externa (ritidomis), es la única que no presenta propiedades de "plastificación", mientras que la zona media (corteza viva, que constituye el 60 % del espesor total), manifiesta características notorias, aunque se desmenuza con facilidad, fenómeno que desaparece al mezclarse las muestras provenientes de esta zona con la de la interna (floema, con características fibrosas), dándole buena cohesión.

Los materiales provenientes de los árboles jóvenes son menos compactos, pues la zona media es de poco volumen. Se deduce pues que es esta zona la que suministra las substancias "plastificantes", mientras que la interna, fibrosa, las de solidez.

El "plástico" finalmente obtenido posee una densidad entre 1,03 y 1,08 gr/cm3.

 

 

Tal como uno de sus nombres lo indica, el "Kuri-y", es una especie dioica. Esta característica debe ser considerada por los plantadores para obtener fructificaciones abun­dantes, debiéndose para ello guar­dar una proporción de 25 árboles hembras por cada portador de flo­res masculinas.

Estas nacen de yemas bianuales que se encuentran sobre una corta rámula axilar, midiendo 8 a 15 cm. delargo, sobre 2 a 5 cm. deancho.

Dan una gran cantidad de polen, de tal forma que en los días de viento, entre los meses de septiem­bre a octubre, se producen, lo que llaman en el Brasil, "lluvias de oro".

 

 

Los pequeños amentos femeninos se encuentran aislados, apareciendo hasta 2 - 3 en la misma yema, dando conos ovoides y situados sobre rámulas laterales.

Están formados por 700 a 1.200 brácteas escamiformes, sin alas, con una espina recurva en el ápice, multiflores, insertas sobre un eje claviforme en espirales continuas en su parte media inferior.

Si bien existe fructificación desde los 9 años, esta es estéril. Las primeras viables son las que se producen desde los 16-18 años, pudiendo llegar a medir sus frutas, de forma ovoide, 20 cm. dediámetro.

Tardan casi 2 años (20-22 meses), para madurar, llegando a pesar en este estado, hasta 2 kg. depeso.

Cada fruta da, en promedio, 1 kg. desemillas, de for­ma cuneiforme, lo que equivale a 120­-180 unidades por fruta, pesando ca­da una de ellas 6 a 7 gr.

Es pues, semilla pesada, limitándo­se la regeneración natural a las cer­canías de la copa de la planta­madre.

Siendo suculenta ha servido desde mucho tiempo, pa­ra alimentación del hombre y anima­les.

Acusa pronta pérdida de peso con el tiempo. A los 6 meses ya se necesitan 300-400 semillas para com­pletar 1 kg., per­diendo simultánea­mente su poder germinativo, de tal modo que las se­millas cosechadas en abril-mayo, con 100 % de germinación, bajan, a los 6 meses, (octubre), a 40-60 %; a 5 % a los 9 meses (diciembre), siendo nulas al año de cosechadas. Puede prolongarse el poder germinativo conservándolas en ambientes de 4º C.

La fecha de maduración de las frutas coincide (Otoño), con un periodo de fuerte precipitación, hecho que influye sobre la conservación y germinación de las semillas.

 

 

MADERA:

La madera fresca tiene poca diferenciación entre albura y duramen, tomando un color uniforme blanquecino, aunque posteriormente hay una oxidación del duramen que le da un color obscuro. Asimismo, aparecen con frecuencia vetas de color rosado.

Es de textura fina, grano rectilíneo a oblicuo.

En análisis químicos realizados sobre muestras extraídas de árboles de 70-80 años, con 40-50 cm. dediámetro, provenientes de Misiones argentinas, se han obtenido los resultados que se detallan, (Valente)

 

 

Análisis total de la madera

% sobre madera libre de extractivos, seca a 105º C

Alfa-celulosa - 49.5

Lignina - 30.2

Acetilos - 1.3

Cenizas - 0.5

Mananos - 7.5

Pentosanos - 7.2

Total valorado - 96.2

 

 

ANÁLISIS APROXIMADO DE LA MADERA

% sobre madera completa, seca a 105º C

Componentes solub. en:

Alcohol benceno - 2.6

Agua caliente  - 1.5

Solubles totales  - 4.1

Holocelulosa - 68.7

Alfa-celulosa 47.5

Lignina - 29.1

Acetilos - 1.2

Motoxilos   5.5

Pentosanos6.9

Mananos    7.2

Cenizas       0.4

 

Es interesante comparar estos resultados con los obtenidos del análisis de corteza, cuyo autor le atribuye valor relativo, pues fueron realizados precisamente, siguiendo téc­nicas normalizadas para análisis de madera, cuando que la corteza es un material muy diferente.

 

 

DESCRIPCIÓN MICROSCÓPICA:

Las traqueidas ("fibras"), son de paredes muy delgadas, formando secciones hexagonales o de polígonos irregulares con 40 micrones de diámetro medio. En el leño tardo son de forma más regular.

Existen 500 traqueidas por mm2, de trayecto rectilíneo, de 2 a 4 mm. delongitud, la mayoría lisas o con puntuaciones de aberturas internas. Estas mediciones de longitud fue­ron realizadas en la Argentina.

En Brasil dan los siguientes resultados, obtenidos sobre 177 repeticiones: la mínima hallada fue de 2.800 micrones (2,8 mm.); la máxima 8.800 micrones (8,8 mm.). La mayor frecuencia se encuentra situada entre 3.500 y 6.000 micrones (3,5 a 6,0 mm.), siendo la máxima de estas frecuencias 4.800 micrones (4,8 mm.). Finalmente, la longitud media sobre el total señalado es de 5.081 micrones (5 mm.).

Así, nos encontramos ante resultados ligeramente diferentes que pueden explicarse por diferencias ecológicas existentes en los sitios donde fueron extraídas las muestras y por el origen de las plantaciones (naturales o artificiales). De cualquier forma, estas medidas dan una posibilidad de apreciación exacta de las longitudes de las traqueidas, índice fundamental para la industria papelera.

Se encuentran de 1 a 4 radios leñosos por milímetro, de trayecto rectilíneo, homo­géneos, células ovaladas o elípticas de 14 a 20 micrones de ancho sobre 1 a 19 células de altura (40 - 486 micrones).

Los anillos de crecimiento tienen hasta 100 hileras de células (2 mm.); en leño tem­prano, mientras que alcanzan sólo a 15 hileras en el leño tardío (100 micrones).

Se ha considerado al "Kuri-y" como una de las especies capaces de dar la más alta calidad de "fibras" para fabricación de papel, no sólo por la longitud que alcanzan, cuyas medidas se señalan, sino también por su poca cantidad de resina, que lo hace tan adecuado para elaboración de pastas de papel al sulfito.

En Argentina y Brasil se ha comprobado que el papel de diario fabricado con estas "fibras", tiene la resistencia, necesaria para ser empleada en rotativas de alta velocidad, complementada por una gran flexibilidad y poder de absorción de tinta, características especialmente buscadas por los editores.

 

CARACTERISTICAS FISICO - MECÁNICAS:

Peso específico: 0,500 Kg/dm3. Las demás características citadas por Tortorelli (su­ministradas por la Administración Nacional de Bosques de la Argentina), y Ceccato, de Brasil, son las siguientes:

 

 

DISTRIBUCION GEOGRÁFICA Y CARACTERISTICAS DE SU ÁREA NATURAL:

El Género Araucaria forma un área discon­tinua extendiéndose desde el extremo sur ar­gentino-chileno, hasta las costas Atlánticas del Brasil y las del Pacifico chileno, siguiendo las inmediaciones del paralelo 28º S.

Esta discontinuidad se manifiesta hasta para el área propia del A. angustifolia, que forma manchas más o menos densas y extensas.

Una teoría explica esta distribución particu­lar, con la existencia de un antiguo continente, desaparecido, "Mage-zehia" (de Magallanes y Nueva Zelandia), que al desaparecer, en la transformación de los actuales, dejó a esta es­pecie como pobladora de la flora que los cubre.

De cualquier forma, se la considera como especie reliquia, no sólo por sus características botánicas, sino también porque es uno de los más antiguos árboles que puebla la tierra, como lo prueban los análisis de polen realizados en las correspondientes capas geológicas.

 

 

La superficie total ocupada por la especie cubriría 800.000 km2, de las cuales 2.100 son ar­gentinas, área que se encuentra limítrofe con el Paraguay.

Se ubica en la parte meso-hidrófila de la zona subtropical, entre los paralelos 20º y 30º S. Al Oeste llega hasta a Serra do Mar (Río Grande do Sul, Brasil), y al Este hasta las proximidades del río Paraná, que le ha dado su nombre. Cozzo dice haber observado árboles, aparentemente de origen natural, a sólo 3,5 km. en línea recta desde el río. Es interesante señalar que indica también la existencia de una mancha de "Kuri-y" en nuestro territorio, a 80 km. del río, en Paranambú, constituida por ejemplares gruesos pero bajos.

Posteriormente hemos podido informarnos, por referencias de los señores Urbieta Rojas, antiguos productores del "obraje" ubicado en el sitio indicado, que este grupo de árboles se encuentra a unos 60 km. dela costa del río, en el lugar denominado "Piñalito", nombre dado por referencia a ellos. Asimismo nos manifestó el señor Pastor Urbieta Rojas, que ya los había mencionado en un estudio presentado a la FAO y realizado por él, sobre posibilidades de una industria papelera en el Paraguay, pero no hemos obtenido otras observaciones sobre ellos.

No habiendo una diferencia fundamental en cuanto a las condiciones ecológicas natu­rales que impidan su desarrollo, hasta ahora siempre se había supuesto que debido a las características de las semillas (pesadas, sin medio de divulgación propios), no habían podido atravesar el río Paraná, aunque posteriormente, las introducciones realizadas por el hombre han probado su excelente adaptabilidad.

Aunque una proporción considerable de semillas no germina, debido a la rápida pér­dida del poder germinativo, a ataques de agentes naturales específicos o a falta de un ambiente adecuado, un pájaro parece tener una notable importancia sobre su expansión, el "Acá-é" (urraca azul), que en los meses de semilleo invaden los "Kuriyales", para comer sus suculentas semillas, pero también haciendo "reservas" para más adelante, ente­rrándolas y permitiendo así su germinación posterior.

En forma natural el "Kuri-y" se encuentra formando el estrato dominante asociado con los siguientes géneros:

Didimopanax (Amba-y) ; Cabralea (Cancharana) ; Cedrella(Cedro) ; Piptademia (Curupa-y) ; Balfourodendron (Guatambú) ; Luehea (Kavovetí) ; Nectandra (Laureles) ; Holocalyx (Ybyrá-pepé) ; Apuleia (Ybyrá-peré) ; Ruperchtia (Ybyrá-piú) ; Peltophorum (Ybyrá-pytá) ; Enterolobium (Ybyraró) ; Machaerium (Sapy-y) ; Ilex (Yerba) ; etc.

Todos ellos son muy característicos de nuestra flora.

Además se lo encuentra con Podocarpus lambertii, Klotzsch; especie que se encuentra a cierta altura sobre el nivel del mar (1.600 a 2.300 metros, en los Estados de Río Grande y Minas Geraes, Brasil y en Misiones argentinas).

Su área natural baja hasta los 500 metros y fue cultivado por el hombre en tierras de hasta solamente 100 metros sobre el nivel del mar.

 

 

 

CLIMA

- PRECIPITACIÓN:

Su área natural no tiene menos de 1.250 mm., en término medio siendo el mínimo 1.000 mm. por año y el máximo 3.500., caídos con distribución uniforme, aunque más inten­samente en dos períodos: uno más largo en Otoño (Marzo a Junio) y otro más corto en Primavera (Septiembre - Octubre), que decae bruscamente en el verano. El primer período coincide con el de la caída de las semillas como se ha señalado.

Los inviernos son algo más secos, sobre todo en la zona Norte de su área (Julio - Agosto), casi cómo los veranos, que con una mayor temperatura causan fuerte evaporación de la humedad del suelo, creando un período crítico para las plántulas de pocos meses.

La estación seca no puede sobrepasar dos meses.

 

 

- TEMPERATURA

Su zona no manifiesta temperaturas bajas mientras no se sobrepasa 100 metros sobre el nivel del mar. A mayor altitud, las heladas, aunque puedan llegar a ser numerosas, no afectan sus montes. Sin embargo, las plantitas jóvenes, de menos de 3 metros de altura, son susceptibles a las mismas.

En forma general, puede observarse que sobre toda la superficie del área natural, no existe una característica climática determinada. De acuerdo con la clasificación de Koppen, ésta seria caliente y húmeda, con veranos calientes o moderadamente calientes.

La temperatura varía de 4º C. a 37º C., como mínimo y máximo absolutos.

En Curitiba (centro del área), el promedio de temperatura es de 20º en verano y 10º en invierno, siendo las diferencias extremas mensuales de 3º a 10º y -4º a -7º de míni­mas absolutas.

En Misiones argentinas, la temperatura media anual oscila entre 20º y 21º C. Los valores medios del invierno bajan a 14º - 16º y los de verano asciende a 25º - 26º C. Existe, pues, menor amplitud térmica que en el Norte de su área, característica que se va acen­tuando a medida que nos acercamos al límite Sur-Oeste de su área.

Es especie sensible a las atmósferas salinas.

 

SUELO:

La distribución del Araucaria angustifolia tampoco coincide con un tipo determinado de suelo. Sin embargo alcanza mejor desarrollo y densidad mayor en suelos arcillo-silícicos, profundos, principalmente en pseudo-lateritas y costras limoníticas.

La roca - madre puede ser basáltica, granítica o diorítica, situándose en Misiones argentinas hasta a 28 mt. deprofundidad.

El pH de las capas superficiales del suelo oscila entre 4,2 y 5,5, aunque puede desarrollarse hasta en un pH 7.

Es interesante observar que en los campos altos del Brasil meridional, el A. angusti­folia está desapareciendo, mientras que en otras zonas está avanzando, atribuyéndose esta alteración a un cambio climático que pasaría del estépico al húmedo-moderado, confir­mando sus exigencias en una adecuada distribución pluviométrica.

Así pues, va invadiendo campos estepados, mientras que su área es empujada por la vegetación arbórea tropical húmeda, de gran vigor vegetativo, pudiendo ser, en estas condiciones, que las observaciones realizadas de asociaciones con especies latifoliadas higrófilas del estrato dominante, fuesen zonas de verdadera transición dentro de esta evolución.

De cualquier forma, en la lucha contra esta vegetación densa, perece el A. angustifolia, ya que sus plantas jóvenes no soportan competencia, necesitando una cierta cantidad de luz que no encuentran en el bosque, mientras que por otra parte, las especies latifoliadas no tienen inconveniente en desarrollarse en medio del "Kuriyal".

Se la considera entonces como una especie "pionera", de condiciones exteriores des­favorables (estepa), que permite la implantación posterior de una vegetación húmeda tropical, estableciéndose así, una "sucesión" recuperadora.

Por las características de forma que tiene su área natural, así como por las obser­vaciones indicadas, puede suponerse que la superficie ocupada actualmente por el A. angustifolia, en épocas antiguas, era mucho más extensa.

Un hecho muy importante viene a agregarse a estas observaciones con el estableci­miento definitivo de la existencia de micorrizas en sus raíces, tal como ocurre con otras especies coníferas, independientemente del clima en que viven.

Se trata de un hongo endófito, cuya penetración se limita a la corteza, sin alcanzar nunca el cilindro central, posiblemente debido a que las células de la endodermis son ricas en tanoides, desde su formación.

Milanez y Monteiro Neto, observan que los elementos originados en el felógeno, ricas en aquellas substancias, se mantienen celulósicas un tiempo variable antes de convertirse en súber, estado a partir del cual separan de los vasos conductores a la corteza, la cual siendo eliminada, arrastra consigo al hongo.

Las radículas que se continúan formando no heredan el parásito, pues siendo endógenas, la en­dodermis las protege contra el parásito ubica­do en la corteza. Las cé­lulas de la corteza radi­cular suelen presentarse, pues, llenas de hongos, sufriendo diversas modi­ficaciones. Las hifas pue­den llegar a colocarse directamente en contacta con los núcleos de las cé­lulas parasitadas, ha­biéndose observado de­formaciones de los mis­mos, posiblemente debida a las presiones mecáni­cas a que están someti­dos.

Por otra parte, se han observado fajas de espe­samiento, que si bien normalmente existen en la micorriza, también las presentan las estructu­ras normales de las cé­lulas corticales, tanto primarias como externas, distribuidas irregu­larmente sobre todas las membranas, aunque en menor cantidad sobre las tangenciales.

Al parecer, estas fajas de espesamiento son de celulosa suberificada siendo angostas y fácilmente confundibles con las existentes en las células de las micorrizas, que son, en cambio, ricas en proteínas.

El sistema radicular del A. angustofolia, debido a la acción del endófito, presenta características radículas cortas, sin pelos absorbentes como las normales y debido a los redondeados nódulos, forman como estrangulamientos en los planos de inserción.

Estos nódulos, se encuentran además, distribuidos irregularmente sobre todo el sistema secundario de las raíces de la planta, especialmente en las zonas de crecimiento longitu­dinal, impidiendo el desarrollo en este sentido y obligando al vegetal a emitir nuevas ra­dículas que a su vez se contaminan con el hongo, dándoles aquel aspecto señalado.

La existencia de las micorrizas simbióticas, si bien al parecer no son indispensables para el desarrollo del "Kuri-y", como está demostrado para otras coníferas (Pinus radiata), permite su mayor desarrollo y explicaría muchas observaciones relacionadas con su área de extensión natural y posibilidades de plantación artificial.

Estos árboles que se desarrollan en medios ácidos, malos pues, para la descomposición de la materia orgánica en forma adecuada, se verían carentes del Nitrógeno extraído de ella, si no asimilasen las hifas del hongo, ricas, no sólo en este elemento sino tam­bién en otros como Fósforo, Calcio, etc., difícilmente asimilables en suelos de bajos valores de pH.

 

 

- CRECIMIENTO:

El "Kuri-y", es un árbol alto, pudiendo alcanzar, en su área de origen, hasta 2 mt. dediámetro y 60 mt. dealtura, aunque más frecuentemente son los ejemplares de 1,50 de diámetro y 35 mt. dealtura.

Es especie longeva, habiéndose observado en    Misiones argentinas ejemplares de 300 años.

Aunque es de temperamento heliófilo, necesita cierta protección durante los primeros años de su vida.

En forma natural, las semillas caídas germinan a los 20 - 30 días, mientras que en siembra artificial directa tardan aproximadamente 60 a 90 días, aunque necesitan menos tiempo en almácigos, dependiendo esto de la cantidad de humedad disponible en el suelo, así como de la calidad, en tiempo y peso, de las semillas. En los bosques naturales, encontrando mayor cantidad de agua, acortan su germinación, explicando aquella diferencia.

Cuando las plántulas aparecen a la superficie del suelo, las radículas poseen ya unos 10 - 15 cm. deprofundidad.

En plantaciones naturales, las plantitas jóvenes se caracterizan por un desarrollo inicial lento, aunque posteriormente aumentan de rapidez. Poseen ramas largas, casi de igual longitud que el tallo principal que con el envejecimiento del árbol, se van desprendiendo en un proceso de desramado natural.

Este fenómeno se produce normalmente en poblaciones de buen desarrollo y den­sidad media, aunque al parecer, más tarde, las ramas deben ser podadas sobre los ejemplares mejores, destinados a la producción de madera.

En plantaciones artificiales, regulares, sin embargo, es posible que el proceso de desramado natural continúe en árboles adultos, sabiendo mantener una adecuada densidad de árboles por unidad de superficie, relacionada con su aumento diametral de forma a permitir el secado de las ramas bajas y su posterior caída, fenómenos de procesos diferentes.

 

 

Además de los tratamientos cul­turales, existen factores ecológicos y específicos tan variables que de­terminan el crecimiento de las plantaciones que resulta difícil es­tablecer cifras uniformes sobre au­mentos en volumen, incluso dentro del área natural de la especie.

Ya se han señalado las medidas máximas que pueden alcanzar los ejemplares adultos en su hábitat natural, sin tratamientos realizados por el hombre.

En cuanto a la rapidez de cre­cimiento, en el Brasil, se citan de 9 a 17 metros de altura en árboles de 15 años, con un diámetro de 12 a 30 cm. En volumen, las dife­rencias son del orden de 2 a 9 ár­boles necesarios para completar un metro cúbico. Como se puede apre­ciar, las diferencias son grandes.

En plantaciones artificiales, alcanzan las medidas siguientes, en el Brasil, (Ceccato) ; con distancias de 2mt. en cuadro:

Edad (años)         Crecim. diám.               Crecim. alt.         Observaciones

1                                      0,0104                           0,40                     Tierra de campo

2                                      0,024                             1,00                     "

3                                      0,034                             1,39                     "

5                                      0,0532                           3,35                     "

7                                      0,0852                           4,57                     "

13                                    0,12                               7,85                     Tierra buena

13                                    0,0665                           4,98                     Tierra mala

 

A los 20 años alcanzarían 13 mt. dealtura; 1,8 - 2 cm. deaumento diametral por año y 7 m.c. por ha. y por año.

En Misiones argentinas, anotaron los siguientes resultados (Tortorelli)

En bosques de origen natural, la existencia de madera en rollizos, con un promedio de más de 30 cm. dediámetro, es de 150 mt. cúbicos por hectárea.

En plantaciones se anotaron 3,5 cm. decrecimiento en diámetro por año y 20 cm. decrecimiento en altura por mes, desde Septiembre a Abril (Primavera-Verano) y 3 cm. desde Mayo a Agosto (Invierno), lo que totaliza 1,72 mt. por año, para el primer y se­gundo años de plantación.

Con diferentes sistemas de plantación, se dan los siguientes, datos comparativos (Cozzo), de crecimientos en altura:

 

 

ALTURAS PROMEDIOS DE PLANTAS DE ARAUCARIA ANGUSTIFOLIA (metros)

 

 

Con tratamientos culturales adecuados, pueden variar estos resultados, existiendo variaciones interesantes sobre plantaciones artificiales, donde se ha establecido que con densidades elevadas: 2.500 - 3.000 árboles por ha., un primer clareo debe efectuarse al 6º año, hasta bajar a 1.000 - 2.000 árboles por ha. equivalente a una disminución del 40 % del número inicial existente; la segunda operación se realiza al 8º - 9º año para dejar menos de 1.000 árboles por ha.

En el terreno se han medido densidades de 550 árboles/ha., cuyas curvas de creci­miento manifiestan tener necesidad de nuevos clareos a los 15 años, hasta mantener 100 árboles/ha. Desgraciadamente no hemos obtenido datos posteriores a estas observa­ciones que datan del año 1959.

Sin embargo, de poder comercializarse los productos provenientes de estas operaciones, se tendrían posibilidades interesantes desde el punto de vista económico, sobre todo si consideramos los índices señalados de crecimiento.

Los turnos para aprovechamiento de celulosa, son de 17 años, aproximadamente en plantaciones naturales y parecen ser de 40 años para madera de obra. En las de origen artificial, los períodos se acortan entre 5 y 15 años para la industria.

Naturalmente, estos resultados son muy variables de acuerdo con tipo de suelo, como podrá deducirse del cuadro precedente, así como, parece también tener su importancia la distribución del régimen pluviométrico.

 

ENSAYOS DE INTRODUCCIÓN EN EL PARAGUAY

Existen intentos de introducción de "Kuri-y" realizados por el hombre desde hace mucho tiempo, sobre la margen derecha del río Paraná, pero que desgraciadamente, no fueron objeto de observaciones sistemáticas posteriores, aunque actualmente estos ejem­plares tengan un aspecto muy satisfactorio.

Más recientemente, la Sección Forestal del Servicio Técnico Interamericano de Coope­ración Agrícola (STICA), realizó ensayos introduciendo ejemplares en el Instituto Agro­nómico Nacional de Caacupé (situado a 60 Km. deAsunción), y en la Estación Experi­mental de Capitán Miranda (Departamento de Itapúa), cuyas observaciones son las sgtes.:

Origen de las semillas: Curitiba (Brasil) ;

Fecha de siembre: Enero de 1955;

Germinación inicial: 55 días después de la siembra;

Término medio de precipitación anual: 2,348 mm.;

Término medio de temperatura anual: 21,5º C.;

Suelo: Lómico-arcilloso, de 1 - 2 mt. deprofundidad;

Edad: 1 año de vivero y 9 de plantación definitiva;

Crecimiento: más de 2,5 cm. por año, en promedio;

Resultado de las mediciones del año 1963 (última realizada) : 14 cm. dediámetro y 3,5 - 4 mt. detronco útil.

Los resultados obtenidos en Caacupé fueron tan inferiores, que no se los ha consi­derado.

En mediciones realizadas sobre 30 ejemplares, restos de un antiguo pequeño vivero, situado en un lote de la Colonia Japonesa del Alto Paraná, aproximadamente a 40 Km. hasta el oeste del río, desde Pto. Pte. Franco (frente a Foz do Iguazú, Brasil), Tortorelli anotó los siguientes resultados, para el primero y segundo años de vida de los árboles:

Crecimiento en altura:

20 cm. por mes, durante los tres de la primavera, totalizando 60 cm. para la estación; 15 cm. en verano; 5-7 cm. para el otoño y 3-5 cm. durante el invierno. Estas cantidades representarían más de 80 cm. por año.

Crecimiento en ancho:

3 cm. dediámetro por año, en promedio.

Los árboles medidos se encuentran situados a 1,50 mt. por 2 mt., distancia adecuada para suministro de materia prima destinada a la industria de la celulosa. Las traqueidas ("fibras"), alcanzan 3 a 8 mm. delongitud.

De acuerdo con estos resultados, pueden obtenerse, con las densidades señaladas, hasta 30 mt. cúbicos por hectárea y por año.

Los resultados de las observaciones cuyos índices fueron señalados, muestran las perspectivas que el "Kuri-y", podría tener en el Paraguay. Si bien es cierto que los elementos de juicio para llegar a conclusiones definitivas son aún muy escasos, todo deja suponer que esta especie podría ser llamada a ocupar un sitio de importancia en la futura estructura forestal del Paraguay, aunque probablemente limitada a las zonas donde los factores de precipitación, temperatura y suelo, sean los adecuados, y que se encuentran únicamente al este de nuestro país.

 

BILIOGRAFIA

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Celulosa Argentina S. A.: "Repoblación Forestal con Pinos y Eucaliptus en Misiones". Buenos Aires, 1958.

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Cozzo, Domingo: "Plantación "versus" siembra directa en la formación de bosques con Araucaria angustifolia". Rev. Forestal Argentina, T. IX, Nº 1; Buenos Aires, 1965.

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EL CONGRESO POR LA LIBERTAD DE LA CULTURA,

CENTRO DE ACTIVIDAD INTELECTUAL Y ARTÍSTICA

 

A pocos meses de haber inaugurado su local propio, la representación de la entidad en nuestro país ha logrado ya movilizar un amplio sector de la intelectualidad paraguaya a través de importantes realizaciones.

 

El Congreso por la Libertad de la Cultura cuenta desde el año pasado con una representación paraguaya. La actividad que ha venido desarrollando en un breve lapso ha traducido perfectamente el dinamismo que anima a dicha entidad, cuyos postulados aparecen en el nombre de la misma. El Congreso, cuya sede central se encuentra en París, agrupa en su seno a figuras intelectuales relevantes del mundo contemporáneo. Basta citar nombres como los de George Seferis, J. Robert Oppenheimer, Salvador de Mada­riaga, Jacques Maritain, entre tantos otros, para avalar el aserto. Desde su fundación ha desarrollado una vasta e importantísima labor de acercamiento entre hombres y pueblos.

En todas las latitudes se ha preocupado de crear conciencia sobre la responsabilidad del intelectual en la hora actual. Al mismo tiempo está proporcionando los medios adecuados para que la labor de la inteligencia pueda ser efectiva en sus diversas mani­festaciones y, lo que es más importante, lucha por la libertad como único ambiente para el ejercicio de la labor más noble del hombre, cual es su pensamiento y su creación. Por eso ha atacado toda forma de totalitarismo que constriña al hombre y a su obra. Con tal programa, ampliamente cumplido, justifica el nombre que le dieran sus fundadores.

En lo que se refiere al Paraguay, a mediados del año pasado, el señor Enrique Chase recibió la representación de dicho organismo internacional. Inmediatamente su actividad se hizo sentir. H. A. Murena, Aldo Solar¡, Rodríguez Bustamante, Zavaleta y otros, entre los extranjeros y Oscar Ferreiro y José María Rivarola Matto, entre los nacionales, en un ciclo de conferencias sobre "La responsabilidad del intelectual en la sociedad con­temporánea" dieron la pauta de que la representación local se haca cargo de sus responsabilidades. También durante el transcurso de los últimos meses del año anterior una exposición audiovisual de pintura paraguaya llevada a cabo en el Cine Teatro Guaraní con una extraordinaria afluencia de público, y una muestra de las obras del Grupo de los Novísimos, en el Capri, señalaron la inquietud del Congreso por las artes plásticas.

El miércoles 10 de marzo de este año se inauguró el local de la Representación. En dicha oportunidad fueron expuestas en el salón de la entidad pinturas de la época colonial, y la exposición fue dirigida por los críticos Oscar Trinidad y Carlos Pussineri. La calidad y cantidad del público asistente al acto fueron la mejor demostración del impacto que había hecho el Congreso en los medios intelectuales y artísticos paraguayos. Dos días después, la atención de los mismos se centró en la mesa redonda dedicada al trabajo "Avaporú", de Miguel Chase Sardi, aparecido en su totalidad en esta revista y cuya "separata" fue financiada por el Congreso. En la oportunidad Efraím Cardozo actuó como defensor de la obra, mientras Oscar Ferreiro hacía de fiscal acusador. El árbitro en la discusión fue el Rdo. Padre Juste S. J. El interés despertado por esta mesa redonda sobre el trabajo de Chase fue tal que las instalaciones del Congreso re­sultaron estrechas para el numeroso público que concurrió.

Prosiguiendo con los actos culturales, el viernes 19 de marzo, J. A. Rauskin dio lectura a su libro de poesías "Linceo", publicado por ediciones "Péndulo", con el patro­cinio del Congreso. Al término de la lectura hubo un interesante intercambio de pareceres, entre los presentes, sobre la poesía de Rauskin.

El 12 de abril quedó abierta al público la exposición de Arte Paraguayo Contem­poráneo, que contó con la participación de la gran mayoría de pintores y escultores locales. La muestra, que fue organizada por el Dr. Trinidad, acaparó la atención de miles de visitantes que concurrieron durante los treinta días que la misma estuvo ex­puesta. El 7 de abril, se realizó en la sala de conferencias de la entidad un acto público en el transcurso del cual los principales exponentes de la poesía paraguaya dieron lectura a sus poemas. Pocas veces se ha realizado en esta capital un acto con tales caracterís­ticas, lo cual permitió al espectador tener una clara noción del quehacer poético actual paraguayo.

El viernes 7 de mayo, el presidente del Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos, Domingo Rivarola dictó una conferencia sobre el tema "Propaganda y Sociedad". El disertante fue presentado por Efraím Cardozo. A esta conferencia siguió la de Adriano Irala Burgos, sobre Marxismo, y luego la de Justo Pastor Benítez sobre "Influencia del positivismo en la Cultura Paraguaya".

En los primeros días de junio llegó a nuestro país el intelectual francés David Rousset, invitado por el Congreso. El domingo 6 de junio se realizó en la casa quinta de la familia Ferreiro, en San Lorenzo, un encuentro entre exponentes de la intelectua­lidad paraguaya, al cual asistieron calificadas personalidades de nuestro medio y en el transcurso del cual el señor Rousset mantuvo importantes conversaciones con los presentes. Al día siguiente, en el local del Congreso, el visitante dio una conferencia excep­cional sobre el tema "La Coyuntura Mundial y la Política Exterior de Francia". En ella; el disertante hizo un exhaustivo análisis de la situación del mundo con una claridad y una versación extraordinarias. El 16 de junio el Profesor doctor Ramón Juste S. J. dictó una conferencia sobre "El Origen del Hombre". Concurrió un numerosísimo público.

A todo ello puede agregarse la actividad del Congreso como patrocinador de publi­caciones. A su empeño en este campo se deben los siguientes títulos: "Lincea", poemas de J. A. Rauskin; "Explosión Demográfica", ensayo de Oscar Ferreiro; "La Movilidad Social y el Medio Agrario Paraguayo", estudio sociológico a cargo de Domingo Rivarola, Branka Susnik y Manuel Benítez González; "Avaporú" de Miguel Chase Sardi; "El Paraguay en la ALALC" de Jorge Medina; "El Sauce Permanece y Tres Motivos", poemas de José Luis Apleyard y la "Revista del Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos", entidad con la cual colabora el Congreso.

Hay que señalar que la representación paraguaya del Congreso ha patrocinado una serié de investigaciones de aquella entidad en el medio social paraguayo.

En la actualidad se hallan en proceso de preparación dos importantes trabajos: "Estratificación y movilidad social", a cargo del doctor Rivarola  y "Sociología del Arte Paraguayo Contemporáneo", a cargo de Enrique Chase. Así mismo entre las próximas publicaciones figuran la conferencia citada del doctor Justo Pastor Benítez y un libro de poemas de Nelson Roura.

Tal el balance de la actividad desarrollada por el Congreso en nuestro país. El posi­tivo saldo que arroja es un verdadero y real estímulo para planes posteriores y un ejemplo de cuánto puede lograrse cuando hay una fuerza dinámica que impulsa a romper una inercia pasiva que pareció hacerse endémica entre nosotros.

 

Contratapa - Grabado de Lotte Schulz (Fragmento)

 

 



 

 

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