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GLORIA MUÑOZ YEGROS

  EL JUEZ EN CAMISA - De TRÍPTICO DE UNA PEQUEÑA CIUDAD - Año 2005


EL JUEZ EN CAMISA - De TRÍPTICO DE UNA PEQUEÑA CIUDAD - Año 2005
EL JUEZ EN CAMISA
 
 

 
 
 
TRÍPTICO DE
UNA PEQUEÑA CIUDAD
Obra integrada por tres piezas:
PRIMERA COMUNIÓN,
EL JUEZ EN CAMISA
PERLAS NECROLÓGICAS.
El escenario dividido en tres partes.
La primera: la sala de un departamento de cuidad,
 decoración minimalista, detalles de buen gusto y refinamiento.
La segunda: una sala de audiencias, más bien sombría.
La tercera: un comedor; con pocos muebles, resaltan aquellos de estilo,
el conjunto expresa marcada decadencia.
 

EL JUEZ EN CAMISA
a la memoria de Miguel Ángel Soler,
preso político desaparecido.
 

 
Una sala de audiencias, un escritorio, una silla giratoria sin respaldo.
Dos actores parecidos, sentados en la silla, unidos por las espaldas.
La silla girará y dará lugar a la actuación del Juez y del Juez en camisa.
Representan a una misma persona, el Juez encarna la ley,
hierático e impersonal; la profesión, la función.
El Juez en camisa representa el elemento humano,
la persona dentro de la cotidiana camisa que lo viste;
con sentimientos, con vida, con historia.
El Juez vestido con toga oscura y anteojos,
luz cenital, blanca, casi despiadada.
El Juez en camisa con luces
y atmósfera adecuada a sus estados de ánimo.

JUEZ
(Golpea con el martillo, inicia la sesión, con pompa y solemnidad) Resulta que, en fecha de hoy, se presenta el abogado de la señora Mercedes, a iniciar demanda por la desaparición con presunción de fallecimiento del señor Miguel Ángel, su esposo.
JUEZ EN CAMISA
(La silla gira, se presenta el Juez en camisa. Resopla y se afloja el nudo de la corbata) Esta señora insiste e insiste que su marido está desaparecido y no fallecido, celosamente escondido vaya a saber dónde, por quién ni para qué. Después de casi quince años se pone a reclamar y exigir que le entreguen vivo el cuerpo del occiso. Si estaba vivo ya hubiera aparecido por ahí, pero a la señora no le entra en la cabeza y eso que es una persona instruida, si se tratara de una analfabeta puedo aceptar tanto empecinamiento irracional, en esos casos se puede entender que no piensen con lógica y conocimiento de las circunstancias. ¡Si me ha tocado gente así en el desempeño de este oficio!
JUEZ
(Gira la silla) Manifestando que el señor esposo de la demandante, Secretario General del Partido Comunista Paraguayo, fue secuestrado e ilegalmente detenido por las fuerzas represivas de la dictadura de la vivienda ubicada en el Barrio Luis Alberto de Herrera de nuestra capital, en horas de la noche. Según versiones de testigos calificados del hecho, el señor Miguel Ángel fue trasladado al Departamento de Investigaciones de la Policía, donde falleció a consecuencia de las torturas sufridas en dicha repartición policial.
JUEZ EN CAMISA
(Gira la silla) Como pueden ver, todos dicen, sus amigos y hasta su abogado, que murió hace muchos años. Ella, la señora Mercedes, sin embargo, quiere orden de cateo para revisar los cuarteles, hospitales de la Policía y hasta el Frigorífico Nacional, porque dice puede estar vivo, oculto para todos porque no quieren que aparezca, porque si se le encuentra puede acusar a sus asesinos. Dice: si estuviera muerto yo hubiera sabido. Pero eso no significa nada para la ley. ¡Cuántas cosas sabemos todos los que vivimos en el apenas pañuelo de esta pequeña ciudad! ¿Y qué con eso?, sabemos, todos sabemos muchas cosas. (Se arranca la corbata y la arroja en una silla cercana, gira la silla)
JUEZ
El abogado de la demandante manifestó cuanto sigue: que, mi poderdante es la esposa del señor Miguel Ángel, según se comprueba con el correspondiente certificado de matrimonio debidamente legalizado, y manifiesto en su nombre que su marido no vuelve al hogar conyugal desde hace catorce años. En prueba de tales afirmaciones vertidas, acompaño publicaciones de periódicos y denuncias realizadas a distintos organismos internacionales y nacionales referentes al hecho mencionado.
JUEZ EN CAMISA
¡Qué les parece! Después de tanto tiempo de ausencia mejor se resigna, se saca el luto de viuda y rehace su vida. La señora Mercedes es una hermosa mujer y aún joven, pero sus ojos azules están anegados por la oscuridad del pasado, sólo piensa en encontrar vivo a su marido. Su rostro se crispa y amarga sus palabras cuando se dirige a mí que, honestamente, en mi caso, como juez, nada tengo que ver con lo sucedido, cuando el hecho sucedió yo ni siquiera había ingresado en la Facultad de Derecho, y me importa un rábano si su esposo está vivo o muerto. (Se levanta, enciende nervioso un cigarrillo)
No tengo nada que ver, ni directa ni indirectamente, con el régimen derrocado. Bueno, todo depende de cómo se interprete lo de indirecto. Mi familia pertenece al partido oficialista, ya mi abuelo estaba afiliado y así siguió en las siguientes generaciones, pero mi padre no era ni es militante, tampoco yo.
Mi padre es comerciante, claro, proveedor del Estado, por la tradición familiar y las relaciones. (Se sienta. Apaga el cigarrillo, retorciendo la colilla)
JUEZ
Por tanto, en mérito a las consideraciones que anteceden y a lo preceptuado en los artículos 63 y siguientes del Código Civil, el abogado de la señora Mercedes termina peticionando la demanda, que oportunamente y previo los trámites de rigor, dictar resolución declarando judicialmente el fallecimiento del señor Miguel Ángel, ordenando la inscripción de tal medida en los registros correspondientes.
JUEZ EN CAMISA
(Gira la silla. El Juez en camisa se remanga, bebe apresuradamente el vaso de agua que está en el escritorio) La señora Mercedes llora por sus ilusiones perdidas; tanto tiempo de pelear, de peticionar, de insultar, de tramitar, para terminar por contentarse con la solicitud de un certificado de defunción con catorce años de atraso.
¡No soporto su gesto de reproche! ¡Me hace responsable de lo ocurrido a su marido y, entonces, era yo un niño! Sí, es verdad, yo gané el concurso de méritos y aptitudes porque el presidente de la Corte Suprema de Justicia es el primo hermano de mi mamá, y ella se esmeró en hacer correr mi expediente, y mi papá se desvivió en brindar toda clase de homenajes y otras cosas más a su primo político. Yo tenía méritos, míos, propios, casi fui medalla de oro, siempre me destaqué, pero todos necesitamos una mano para comenzar.
¡Qué me importa la mirada de la señora Mercedes, este es un caso, un caso más y nada más! (Golpea el martillo con furia y gira la silla con violencia)
JUEZ
Que, el Juzgado por proveído de fecha marzo del mismo año, tuvo por reconocida la personería del recurrente en el carácter invocado, por promovida esta demanda por desaparición con presunción de fallecimiento del señor Miguel Ángel. Que, el artículo del Código Civil establece que la incertidumbre por falta de noticias de la existencia de las personas desaparecidas o ausentes de su domicilio o última residencia por más de cuatro años consecutivos, contando a partir de la última información que de ellas se tuvo, causa la presunción de su fallecimiento. Igualmente, el citado Código dispone que el plazo puede reducirse a dos años si el desaparecido no hubiere dejado representante o apoderado para administrar sus bienes. (Gira la silla)
JUEZ EN CAMISA
La flamante viuda legal trata de aparentar triunfante, vencedora de una larga contienda. Cómo iba a saber si seguía desaparecido o no, si a los presos políticos se les mantenía incomunicados por años, por décadas. Qué administración ni apoderado van a nombrar si les rapiñaban sus bienes, en caso de tenerlos, como hienas hambrientas. La ley no se aplicaba a los enemigos, sólo a los indiferentes, comentaba airada la señora Mercedes. Y por todo eso, mantenía encendida la esperanza de encontrarlo con vida. Durante los catorce años de ausencia alimentó la idea de un novelesco final para la historia de su marido y, ahora, al encontrarse con un desenlace adverso, se desquita conmigo como si fuera mi responsabilidad la escritura de su propia novela.
Cada quien hace su vida; yo elegí una carrera, una vida normal, progreso económico y sólida posición profesional, me pueden decir ¿dónde está el pecado?, ¿qué tiene de malo?, ¿qué, qué?
Esta gente con el hábito de rascar la conciencia ajena con el solo propósito de molestar. Arruinan su vida y reprochan a los demás su bienestar. ¿Es que creen que todos estamos obligados a ser unos infelices? (Gira lentamente la silla., murmurando por lo bajo)
JUEZ
(Golpea con energía el martillo) Que, independientemente de los requisitos procesales cumplidos a cabalidad, se trata el caso en estudio de declarar la presunción de fallecimiento de un ilustre paraguayo que entregó su vida por sus ideales libertarios; de un hombre con mayúsculas que supera los perfiles humanos para convertirse en todo un símbolo de entrega, de lucha por sus creencias. Su muerte fue comentada en círculos cerca-nos al dictador Alfredo Stroessner como un hecho conocido y si algunas dudas pudieran surgir, están desmentidas por su desaparición durante el lapso de catorce años.
JUEZ EN CAMISA
(Reflexivo, emotivo) Me es difícil comprender cómo la señora Mercedes mantuvo vivo a su esposo durante los catorce años de su muerte indeclarada. ¿Cómo puede obrar el desconsuelo de consuelo? Creo que terminé por cobrarle cariño a pesar de su manifiesta hostilidad y por encima de la dolorosa antipatía de nuestra relación.
Sus testigos me causaban continuamente irritación y problemas; eran personas medio trastornadas, con una sensibilidad a flor de piel, no hubo una sola audiencia que transcurriera con tranquilidad, todas en medio de escándalos y descontrol emocional. Pero, finalmente, entendí que sólo a un trastornado se le podía ocurrir entreverarse con los comunistas durante el régimen pasado. Y la mayoría de ellos aún persisten, en cada sesión, recogen sus esperanzas desde el fondo de los escombros del pasado. ¿Y qué van a hacer, renegar del sentido de sus vidas? Si es todo lo que tienen después de haberlo perdido todo.
La señora Mercedes seguía, puntual frente al estrado, resistiendo el puñal que se revuelve una y otra vez en la misma herida, ganándose, sin proponerse, mi estima, ¿o es admiración?
JUEZ
Como expresión de deseo saliéndose del marco estricto de una sentencia judicial, este Juzgado insta al poder administrador a dar todas las facilidades posibles a la señora Mercedes, para que se determine si su esposo el señor Miguel Ángel falleció o no en las mazmorras policiales y si dónde se encuentran sus restos mortales, paliando de esta forma y de alguna manera su sufrimiento, y para dar una muestra fehaciente de un deseo real de esclarecer los delitos cometidos contra los derechos humanos, ya que sólo el respeto a los mismos hará posible la paz social.
JUEZ EN CAMISA
Y se va del Juzgado la señora Mercedes con los papeles sellados, firmados y legalizados de un pasado que ya nadie quiere recordar. Son otros tiempos, otras preocupaciones; terminó el período de duelo social por los caídos. Se va llevando mis palabras anotadas, registradas y remitidas a la Corte Suprema de Justicia, por sus caminos definitivos, adentrándose en el territorio del sentimiento.
Los enterrará, seguramente, con sus lágrimas de impotencia y las largas noches de dudas insomnes. Me despido de ella intentando bajar el telón de su tragedia y con la certeza, ¡maldita lógica jurídica!, que nunca jamás encontrará a su esposo ni vivo ni muerto.
Una lágrima inusitada moja la toga, un suspiro de pena causa revuelo en los papeles atónitos, un desorden sin razón muerde el estrado porque la señora Mercedes ya no volverá... ¿ya no volverá? (Sale de escena)
JUEZ
Por tanto, el Juzgado resuelve ordenar la inscripción del presunto fallecimiento del señor Miguel Ángel, y en consecuencia determinar como fecha de presunción de su muerte la del 30 de noviembre de 1975, de conformidad a los considerandos de esta resolución, y el otorgamiento del Certificado de Defunción a la Dirección del Registro Civil de las Personas, debiendo para tal efecto librarse el oficio pertinente.
(Golpea el martillo, final del juicio, golpea reiteradamente, imprime ritmo de redoble fúnebre a los golpes mientras cae la oscuridad)
FIN
.
Fuente: CENIZAS DESOLLADAS Y OTRAS PIEZAS. Autora: GLORIA MUÑOZ YEGROS, En la tapa: PAUL CABRERA y LOURDES GARCÍA. En CENIZAS DESOLLADAS, Foto de MIGUEL HOUDIN, Editorial Arandurã, Asunción-Paraguay. Agosto 2005, 172 pp.
 
 
 
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