Portal Guaraní - JUAN BRITOS: FOTOGRAFÍAS CON HISTORIAS - Por DELFINA ACOSTA

Las imágenes captadas por una cámara fotográfica hablan con un lenguaje muy especial, si el autor, el que disparó el flash, o el que apretó el botón de la cámara, tiene conciencia de lo que es el arte y sabe —cabalmente— el mensaje que desea hacer llegar al público. Los medios de comunicación están invadidos por fotografías que muestran la realidad del mundo. En esta entrevista conversamos con Juan Britos, un fotógrafo paraguayo recientemente laureado con un premio internacional que permitirá que nuestro país tenga representación en la gráfica popular latinoamericana.

—Háblame del premio, por favor.

—Gané el concurso organizado por el Centro Cultural de España a nivel latinoamericano que se llama "Tutti Frutti" y que versa sobre el "Archivo de imágenes de gráfica popular latinoamericana".

Se trata de fotografiar. Mi proyecto es Asunción y sus alrededores. Los carteles, que fundamentalmente son de comidas y bebidas, y están hechos a mano o dibujados a mano, ya sea en la pared, en un carrito, o en lo que sea, son el objetivo de mi cámara. Vivo en la Argentina, pero este premio es el motivo de mi permanencia en Asunción. Voy a estar tres meses desarrollando el proyecto. La premiación es de tres mil euros...

—¿Te pone contento esa suma?

—Me pone muy contento. Pero más el reconocimiento. Hubo una selección, una preselección, y de entre cinco seleccionados me eligieron a mí para representar al Paraguay. Son veinte países de Latinoamérica los que participan; es decir veinte fotógrafos que están desarrollando la misma temática en sus respectivos países.

—¿Cómo se dio en ti la inclinación por la fotografía?

—Tengo terminados el colegio y la secundaria. En el año 1986, como otros tantos jóvenes de aquella época, estaba desorientado. No sabía qué carrera o qué estudios seguir. Me metí a trabajar en computación. Me gustó desde un principio. Empecé como operador de computadoras en algunas empresas, y luego, autodidactamente, fui entendiendo el tema de la programación y me hice programador. Trabajé cuatro años en eso hasta que descubrí la fotografía. A partir de ese momento todo aquello que estaba haciendo en computación dejé de lado para dedicarme completamente a la fotografía. Hoy día me arrepiento; creo que hubiera podido haber hecho las dos cosas al mismo tiempo. Pero así fue la historia. De ser operador de computadora pasé a ser fotógrafo, en el año 1990, exactamente. Y mi decisión la tomé gracias a Luis Vera, Fernando Allen, Juan Carlos Meza, Jorge Sáenz, que fueron mis maestros. Ellos ya eran reconocidos en el momento en que yo estaba empezando de cero, intentando aprender el uso de la cámara fotográfica.

—Retratas la realidad social en una fotografía. Por ahí va el objetivo, ¿verdad? Y creo que haces dos cosas: arte y comunicación.

—Sí. A mí me interesa mucho nuestra gente. Yo soy paraguayo, me gusta mi país y me gusta su gente. Cuando estoy con la cámara, que es mi medio de expresión, de comunicación, me doy cuenta de que la historia que quiero contar está más al lado de la realidad que vive la gente. Me interesa muchísimo cómo viven nuestros compatriotas en el interior, en el campo y en la capital. Me preocupa demasiado la situación de pobreza de mi país. Desarrollé un proyecto que se llama "Oriente/Occidente", recorriendo todas las comunidades indígenas del Paraguay. A mí me pareció que con ese trabajo estaba mostrando algo que en general se desconoce en nuestro ambiente. Yo mismo desconocía la realidad indígena. Hasta el 92 pensaba que todos los indígenas se expresaban en guaraní. Son diecisiete comunidades indígenas, de las cuales siete hablan el guaraní y las restantes tienen su propia lengua. Ahí conocí a los ayoreos, a los enxet, a los nivaclé, a los toba (o qon), que tienen su propio medio de expresión. Mi intención a través de las fotografías era mostrar la realidad de las comunidades indígenas en nuestro país. Están en su hábitat, en su lugar, pero así también hay otros factores que les obligan a venir a la ciudad. Los mbya, por ejemplo, dejan sus tierras y vienen a vivir en las calles de Asunción. Se encuentran en la miseria total. Y a mí me preocupa mucho esa situación. Entonces opto por mostrar esa parte de la historia de mi país. Me aflige que nuestra gente viva en una pobreza extrema. No sólo los indígenas, sino también la gente que vive en el Bañado, en los alrededores de Asunción, pasan por situaciones excesivamente precarias.

—La mayoría de la gente tiene cámara digital y son muchas las personas que toman buenas fotografías. ¿Es una competencia?

—Al principio, cuando aparecieron las cámaras digitales, sentí molestia. Pero no se puede detener el avance de la tecnología, ni el ritmo que lleva la historia. Ahora que vivo en Buenos Aires, tengo mi taller de fotografía y lo que —justamente— les inculco a mis alumnos es el hecho de hacer fotografía así sea con un teléfono celular. No importa que no posean una cámara profesional. Con una cámara compacta y hasta con una cámara celular se puede practicar fotografía. A mí, en definitiva, lo que me interesa es encontrar un medio para expresar mi manera de pensar, de mostrar el mundo. No sé dibujar, lastimosamente. Tampoco sé escribir, pero la cámara me permite realizarme ampliamente. A mis alumnos les digo que es muy importante conocer la técnica, es decir, conocer la cámara que se utiliza, pero lo que vale más es el conocimiento del medio de expresión. Les digo que tengan en claro la idea de lo que quieren fotografiar, o sea el tema; lo otro viene después, con la práctica. Fotografiando fui aprendiendo el manejo de la cámara. Si me preguntaras qué elegiría entre lo analógico y lo digital, me quedo con lo analógico. Continúo usando la película blanco y negro, pero ésa es un opción personal.

—Se usa mucho la imagen en los medios, en Sudamérica. ¿Qué me dices en relación con el crecimiento de los mensajes visuales?

—El papel que juega hoy por hoy la fotografía en los medios es impresionante. Asombra la cantidad de fotografías que circulan en todos lados, y ni qué decir de Internet, con el Facebook. A mí —realmente— ya me sobrepasa ese tema, pero finalmente uno se da cuenta de cómo la fotografía continúa avanzando y sigue siendo cada vez más popular en todo el mundo. Me parece que está bien; por lo demás, es inevitable, digamos. Lo positivo es que cada vez hay más gente (joven sobre todo) que tiene ganas de tomar fotografías. Chicos que no se quedan nada más con el telefonito celular. Un joven no sabe qué es lo analógico. Al utilizar la cámara, un rollo blanco y negro, por ejemplo, se sorprende. Y ni que decir cuando se le habla del laboratorio blanco y negro. Por eso hago con mis alumnos un énfasis en lo analógico. Les muestro el funcionamiento del laboratorio en blanco y negro. Cómo se revela una película. Para mí es positivo que se masifique la fotografía y que cada vez la gente joven se interese más por ella. Por la raíz de la fotografía. La juventud no debe quedarse en lo superficial.

—¿Qué instrucciones les das a tus alumnos?

—Tengo dos tipos de talleres: uno es el básico, de manejo de la cámara, generalmente profesional, y el otro taller es de fotografías documentales. Ahí ya se hace hincapié en lo que se va a contar con la fotografía. Mis alumnos traen sus trabajos y entre todos opinamos sobre los mismos. Consecuentemente, uno va encontrando, en ese taller, qué le gusta hacer. Cómo le gustaría emplear su tiempo con la fotografía.

"Hay íconos de la fotografía, como la foto del Che Guevara. Alberto Díaz Korda fue el fotógrafo que hizo esa imagen del revolucionario. El negativo de la foto se encuentra en un museo de Cuba para que se aprecie la importancia del original", dice.

—¿Cuáles son las reglas o pautas que te impones?

—Lo que yo siempre les repito a mis alumnos, ya sea en el taller de fotografía básica como en el taller de fotografía documental es que deben sacar fotos para aprender. No les permito quedarse en lo teórico, nada más. Ni en la técnica solamente. Les pido mucha práctica. Y también paciencia. A mí me pasaba que yo ya tenía en la mente la fotografía que deseaba. Iba y esperaba que "eso" sucediera. Y a veces no sucedía. Aprendí (porque soy muy impaciente) a ser paciente. La fotografía me enseñó a ser calmo. Además aprendí a no decepcionarme cuando lo que estaba buscando no ocurrió. No importa. Mañana será otro día. Y así sucesivamente.

—¿Algunos proyectos?

—Por el momento mi vida está en la Argentina. Mis proyectos son terminar, a la par que estoy haciendo esto del concurso, un recorrido por mis país. En el interior del Paraguay hay muchas cosas hermosas para fotografiar. Ahora que estoy en mi país voy a aprovechar la estadía para hacer una recorrida por los pueblos, con la intención de lograr un libro visual. Un trabajo en paralelo. Por un lado el premio, que es algo muy específico, la gráfica popular, y por el otro lado, lo que es el contexto, o sea, qué hay además de esa gráfica popular en Paraguay. La situación, la realidad en el Paraguay, interesa mucho. Cada vez me gusta más la docencia. Me encanta tener alumnos. Me gusta transmitir mis conocimientos, sobre todo a la gente joven. Por suerte, me va muy bien en Buenos Aires con mi trabajo. Tengo trece alumnos. Vivo de dar talleres de fotografía.

PREMIOS DE JUAN BRITOS

2001. Obtiene el 2º. Premio en el concurso "Jacinto Rivero" organizado por la Fundación Faro para las Artes de Asunción, por su trabajo "Oriente/Occidente Comunidades Indígenas del Paraguay" y declarado de interés cultural en Paraguay.

2003. Obtiene el 1er. premio en la revista "Acción" de Asunción.

Publicaciones

2002. "Oriente/Occidente Comunidades Indígenas del Paraguay", editado por Faro para las Artes y el Fondec. Asunción-Paraguay.

2004. "De cara al Chaco", editado por la Unión Europea en Paraguay.

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