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ELVIO ROMERO (+)

  ANTOLOGÍA POÉTICA - Obras de ELVIO ROMERO - Año 2011


ANTOLOGÍA POÉTICA - Obras de ELVIO ROMERO - Año 2011

ANTOLOGÍA POÉTICA

POESÍA

ELVIO ROMERO

BIBLIOTECA DE OBRAS SELECTAS DE

AUTORES PARAGUAYOS Nº 05

 

EDITORIAL SERVILIBRO

25 de Mayo Esq. México

Telefax: (595-21) 444 770

E-mail: servilibro@gmail.com

www.servilibro.com.py

Plaza Uruguaya -Asunción -Paraguay

Dirección editorial: Vidalia Sánchez

Presentación: Carlos Villagra Marsal

Selección y prólogo: Osvaldo González Real

Tapa: Carolina Falcone

© SERVILIBRO

Esta edición consta de 14.000 Ejemplares

Asunción, Octubre 2011

Hecho el depósito que marca la ley N° 1328/98

 

 

PRESENTACIÓN

Mi amiga Vidalia Sánchez me ha pedido que escriba una presentación de carácter general de los dieciséis títulos, ya definidos, de la BIBLIOTECA DE OBRAS SELECTAS DE AUTORES PARAGUAYOS que, en volúmenes sucesivos, aparecerá en algunas semanas bajo el sello editorial de SERVILIBRO, difundiéndose al público lector junto con un periódico nacional de vasta circulación. Con grande voluntad acepto la solicitud porque, entre otras virtudes, esta colección literaria ha sido integrada con criterio selectivo -su propio nombre así lo señala- y no meramente antológico; en efecto, las antologías suelen programarse subjetivamente, vale decir en atención al gusto e incluso al capricho de quienes las preparan, mientras que la selección objetiva de textos en ese ámbito maneja criterios diferentes y diferenciados, tomando en cuenta en primer lugar la excelencia lingüística uniforme, por así decirlo, de todos los autores, dentro naturalmente de la estilística de cada quien (e1 estilo es el hombre); en segundo término, una selección ha de considerar la representatividad palmaria de tales obras en relación con la época y la generación cultural a las cuales pertenecen y, en fin, toda colección seleccionada de libros de naturaleza similar a la que hoy tengo a honra presentar, tiene que incluir la pluralidad de los géneros y subgéneros literarios; en igual condición, la BIBLIOTECA ... ofrece el arcoiris cumplido: lírica, cuento, novela corta, teatro, recopilación de narrativa oral anónima, ensayos con intención estética y hasta poesía bilingüe en versión original o traducida, ello como justiciero tributo a nuestra lengua materna, el guaraní paraguayo.

Las mencionadas demostraciones están marcando un propósito central: el de ampliar y diversificar el placer (que en rigor es uno solo) de la lectura: afición, hábito, adicción que, a semejanza del buen comer y de los actos del amor, producen en sus practicantes la extraña sincronía de la felicidad espiritual con el gozo físico.

Carlos Villagra Marsal

última Altura, a principios de agosto de 2011

 

 

 

ELVIO ROMERO nació en Yegros, Paraguay, en 1926. Desde muy joven frecuentó la amistad de referentes importantes de nuestra literatura, como Josefina Pla, Oscar Ferreiro entre otros.

En 1947, a raíz de la guerra civil abandona el país y se radica en Argentina.

Allí se convierte en testimonio de las desventuras de su patria, compartiendo con figuras como José Asunción Flores, Herminio Giménez y otros, transformándose en la voz poética más conocida de nuestro país, al editar en Buenos Aires gran parte de su obra.

Vivió sucesivamente en Cuba, Francia, Italia. Viajó por Asia, Oriente Medio, África, Europa y América del Sur. Leyó sus poemas y dio conferencias en los principales centros culturales del mundo.

A la caída de la dictadura, pudo regresar al Paraguay, donde fue Miembro de Número de la Academia Paraguaya de la Lengua Española, socio del PEN Club del Paraguay, y diplomático en la Embajada del Paraguay en Buenos Aires.

Falleció en Buenos Aires, Argentina en el año 2005.

OBRAS

Días roturados; Resoles áridos; Despiertan las; El sol bajo las raíces; De cara al corazón; Esta guitarra; El libro de la migración; Un relámpago herido; Los innombrables; Destierro y atardecer; El viejo fuego; Los valles imaginarios.

 

 

PRÓLOGO

La obra de Elvio Romero, siempre tan llena de viento, de polvareda, del aliento de los valles escondidos de nuestra tierra, ha sido escrita desde el exilio, desde la nostalgia de la patria arrasada por guerras y revoluciones. La preocupación del poeta es, fundamentalmente, cantar la libertad, la lucha cotidiana del hombre oprimido para obtener su liberación y su capacidad de amar en medio de esos campos floridos donde, hombres a caballo, como montoneros, recorren los caminos peleando y cantando en medio de la selva.

El personaje principal de sus versos -él mismo lo dice- es Juan Pueblo, el hombre paraguayo, el campesino sin tierra, que vive asediado, despojado y amordazado en un país asolado por las persecuciones y los desmanes de la dictadura. A pesar de las denuncias y de su tono combativo, sus versos están siempre henchidos de esperanza, profetizando un futuro donde la justicia, la hermandad y la paz reinarán al fin. Hay un poema que habla de su deseo de caminar con el POBRE, el JUSTO y el PERSEGUIDO, es decir de caminar con su pueblo hasta la liberación final.

Pero no toda la poesía de Elvio es de combate, contestataria: él también canta a la mujer hermosa y seductora como en MORENA TORO, epítome de la pasión y el deseo. Algunos temas son aún más eróticos como aquéllos que van describiendo los placeres de la carne; el voluptuoso recorrido del cuerpo de la amada. No se olvida Elvio del folklore, de los mitos de su patria. Hay un insoslayable poema dedicado a la muerte de Perú-rimá, el pícaro personaje urdidor de males, de las leyendas y consejas del repertorio local. Está, también aquél famoso poema titulado El cegador de alondras, donde se habla de la crueldad con que se ciega a las aves para mejorar sus trinos.

Un lugar especial en la poética de Romero lo ocupa la guitarra. Ese instrumento del arriero, del caballero andante, del músico de las serenatas bajo los balcones y los jazmines, simboliza el espíritu guerrero y romántico que acompaña al llanto pero también a la victoria de su pueblo.

Por otra parte, el bardo, constantemente recuerda a los desterrados, a los que sufren el exilio -como fue su caso- y que llegará el día glorioso del regreso, la vuelta al terruño, a la tierra escarlata, al barro originario de nuestros ancestros, al pueblo que abandonamos en la infancia. Y, cuando llegue ese día, todos unidos -como hermanos- subiremos al Tren con banderas del tiempo aquél en que todo el pueblo se regocijaba y donde el Paraguay entero cabía.

No se olvida Elvio Romero de contar las penas de nuestros hermanos indígenas que sufren el oprobio y la confiscación de sus tierras ancestrales. Están sentados, inmóviles, esperando se les haga justicia.

 

 

CIELITO DEL PARAGUAY

 

(1987)

 

Al verla venir

el cielo se abrió;

pregunté su nombre,

me dijo que no,

si adónde vivía

y me lo negó;

le acerqué una rosa

y un clavel punzó,

le miré a los ojos,

me dijo que no.

 

Cielito, cielo y más cielo,

cielito de andar y andar,

cielito de mi desvelo,

cielito del Paraguay.

 

La besé de pronto

y se me alejó,

vestidito blanco

de color de albor,

andar de paloma

que apenas voló;

le dije dos cosas

y se sorprendió,

le acerqué la cara,

me dijo que no.

 

Cielito, cielo que sí,

cielito, cielo que no,

cielo de una luna esquiva

que una noche me alumbró.

 

Le indiqué un camino,

me dijo que no,

le pedí el tesoro

que siempre escondió;

le pedí rogando,

le ofrecí una flor,

me acerqué cantando,

le conté mi amor,

me acerqué a sus labios,

me dijo que no.

 

Cielito de mis amores,

de mis horas de cantar,

cielo de siete colores,

cielito del Paraguay.

 

 

 

 

DÍAS ROTURADOS (1949)

 

ESTAMPA

 

De duras manos toscas

y torso duro, primero fue yuntero,

creciendo entre clavados morichales

-hijo de labradores macilentos-,

con la pobreza que dejó en su rostro

visibles hondonadas con el tiempo.

Después, cuando los años

fueron trazando pliegues en su cuerpo,

como la lluvia que se da a la tierra,

fue dejando su ardor por los esteros,

con un grito moreno que saltaba

como madera sólida de pecho.

 

Va atravesando roncas intemperies

con olor a sudor, a viejos cueros,

haciéndose profundo como el ambito

de la extensión desierta y del desierto.

Harapiento y lacónico, no tiene

mas que el ardor del viento carretero.

 

La amenaza nocturna, el filo que golpea,

la venganza resuelta en el acecho,

la mañana embarrada en los pantanos,

la enredadera, el sobresalto, el miedo,

lo encuentran sumergido

dentro del musgo que claro el silencio.

 

Todos lo divisamos, aqui mismo,

erguido entre cañados indefensos,

con los ojos despiertos y febriles

por un vivo desprecio

tenso como su sangre, maduro y torrencial,

desbordado y tremendo.

El es como nosotros.

Sobresaltado, claro, verdadero.

Ama y odia, profundo

como una hoguera que batalla ardiendo.

Y mirando las ruinas y las ruinas

y el camino deshecho,

herido, con el brazo ensangrentado y ensangretado el cuerpo,

trajina esta vordgine.

Lo llamamos Juan Pueblo.

 

 

DE REGRESO

 

Volvere con el vuelo de los pájaros.

Sumergido en la fiesta del sol en el camino

retornare cantando.

 

Dire que he visto bravos varones en bañados,

con pupilas de espuma mirando las llanuras

sobre recios caballos.

 

Sensitivas imágenes, como viñedos o astros,

esculpian sus nombres en troncos y palmeras

con imborrables rastros.

 

Soberbios, implacables; asi los he mirado,

pues parecian lumbres u hoyos de minerias

o manantiales claros.

 

Quiero beber el agua cristalina del campo

y ver a la cautiva semilla del durazno,

besada por un pájaro.

 

Volverán las mujeres a amar a sus soldados,

varones cincelados en fogosos destellos,

vigorosos y honrados.

 

Quiero ver la ceniza del fogon apagado,

y a traves de sus ciegas galerias tiznadas

remozar dedos, manos.

 

Resurgirá el decoro con su fulgor ganado,

y el hijo -desprendido de posibles naufragios-

verbo simple, a mi lado.

 

Cantarán los herreros sobre yunques quemados,

y aquel ciego con arpa que abandono la aldea,

volverd con su báculo.

 

Con un sueño de amor entre las manos

-sin dudas, sin temores ni pesadumbre alguna-,

retornare cantando.

 

 

¡VOLVEREMOS! RECUERDA...

 

No desesperes, madre...

Aqui llegamos,

con un fervor de fuego y vegetales,

con una sangre indigena gastada

por el hosco quebranto de los años.

 

Todo fue en vano;

en vano fue que hirieron el capullo

un largo atardecer de sobresaltos, de sangre,

de otono quebrantado:

en vano acrecentaron el desprecio

y un odio descarnado

y ese báculo roto de la muerte bajando

al raido estelaje de los huesos.

 

No desesperes, madre:

retornare de subito; iremos por las hondas

palideces

de las cosas que en ira se deshacen,

por ese llanto tuyo de aluminio

que altero el asentado paisaje de to rostro.

 

Te he mirado entre ruinas

-metal de minerias-, y eras una solemne

cicatriz arrugada, con pliegues y agujeros

trazados sobre un mapa de quebranto;

y he visto al pescador abriendo el agua

por hallarte,

y eras una bandera con jirones, con luto,

madre de todos,

paraguaya del tiempo del dolor, del rudo tiempo

de las restituciones.

 

¡Volveremos! Recuerda:

el pan sale del trigo; la simiente resurge

con la lluvia; el clavel arrasado

en años de dolor estalla en balas!

 

No desesperes, madre..

 

 

DESPIERTAN LAS FOGATAS (1953)

 

 

CASTIGO

 

A esta pobre comarca

le han cruzado la piel a latigazos,

le inflamaron los pozos

negros del llanto,

la cicatriz de la ira,

le abrieron los muñones a golpazos,

a insoportables ramalazos secos.

 

Le han rajado la cara

con estampidos de odio.

 

Y ayer, ¡que bien sonaba! ¡Que bien

su mandiocal sonoro,

sus caballos que andaban enloqueciendo el belfo

por el nivel lluvioso del paisaje,

su juvenil coraje de muchacho,

su musica de troncos,

su quebracho!

 

Aqui,

aqui han puesto la mano,

aqui desbarataron las centellas,

aqui las iniciales de los jovenes muertos

van del bucle del aire a los claveles,

aqui el puñal del odio,

aqui mataron.

 

Severa era la vida, como el ceño

ilustre del anciano que con barba de maices

trajinaba sus pies por la comarca;

severa la intemperie, severo el infalible

recuento de los astros. ¡Y que bien alumbraba

la lumbre sobre el leño!

 

Pero aqui han puesto fuego

hambre,

polvo desaliñado,

cenizas y mortajas;

le han sorbido los huesos, le han labrado

la cara con hachazos.

 

Aqui han puesto la mano.

 

Y ademas, golpes,

golpes rabiosos,

golpes en la cara,

¡feroces puñetazos extranjeros!

 

 

CARTA A JULIO CORREA

 

Julio: vuelvo a escribirte ahora, madurado

en este oficio amargo de recordar mi tierra,

llena de estragos hondos y un sino desolado,

la que dejo vida tendida en su costado

izando hasta su cielo las sombras de la guerra.

 

Te recuerdo plantado como un arbol frondoso

ante el nivel caliente de un crepusculo abierto,

arbol antiguo, agreste; ramaje poderoso

de empurpurada tierra, de polvo fragoroso

resumiendo el silencio del paisaje desierto.

 

Cuando imagino, Julio, que alli la vida tiene

un telon de sombrio derrumbe oscurecido,

que es una rosa ardiente la pasion y sostiene

el corazon su rama de espinos, se me viene

la voz en honda llama de tizon encendido.

 

Te alcanzo en el sendero la vida mas amarga,

y su sabor amargo lo llevaste prendido,

como algo que en la densa soledad nos descarga

una dura tristeza, una tristeza larga,

arándonos el pulso y e puño decidido.

 

Has conocido al hombre cuando enseño el severo

reverso de su sangre poderosa y bravia,

que luego se hizo fuego vibrante y sol señero,

torrentera boreal, remanso verdadero,

abriendo por los montes tajos de valentia.

 

Todo fue un tiempo clara severidad, tranquilo

beso del esplendor en la luz mañanera,

de roja claridad acostada en el filo

de la tarde, de limpio albor llevando en vilo

el amor, la mies clara, el sol, la primavera.

Despues... ¡lo que sabemos! Viejo dolor cenido

al bulbo terrenal que la vida sustenta;

viejo dolor de pueblo castigado y caido,

de pueblo que levanta su ardor amanecido

en la humillada noche, como dura tormenta!

 

Despues... ¡lo que sabemos! La libertad vendida,

vendido el cielo claro, vendidas las amigas

albas que demoraban su ramazon florida,

vendido el aire suave, la brisa atardecida,

vendido el corazon, vendidas las espigas!

 

La libertad, fogosa, reclama nuestra mano,

dulce como los sueños, roja como la brasa

radiante que resalta hacia un confin lejano;

la libertad, tan simple como el trigo lozano,

cual la mesa raida y el vino de to casa.

 

¿Escucharás tambien 1a nueva melodia?

¿No has aguardado acaso que la vida recobre

la fabulosa gracia de vivir la alegria,

de vivirla en las cosas mas tiemas cada dia,

en el bucle de un niño o en to mantel de pobre?

 

Cuando regrese, Julio, habra flores dichosas

acogiendo el anuncio de las nuevas semillas.

Todo tendrá el aroma de las cosas sencillas.

La tierra, e1 alba pura se abriran generosas.

Nosotros, como siempre... ¡cantando maravillas!

 

 

CON ESTAS MISMAS MANOS...

 

Con estas mismas manos, tenaces herramientas

que aguzan tenazmente sus fabulosas llamas,

que con sus diez calientes martillos constelados

yerguen antorchas frescas de semilla labrada,

hemos de abrir caminos a las constelaciones

para que un día bajen a besar las escarchas,

a inaugurar un sitio de sencilla hermosura

donde edificaremos con luz las nuevas casas.

Con estas mismas manos que no siempre pudieron

detener su torrente de soledad amarga,

el turbulento rio de las venas purpureas

que en un telar perenne de vida se crispaban

cuando el dolor tendía sus mantones sangrientos,

cuando la noche oscura colmaba las mañanas,

¿cómo no abrir un hito de dulzura y laureles

para el suspiro tenue de las nuevas muchachas?

 

Con su férrea materia de incorruptible liquen

una profunda tierra labraremos mañana,

donde apetezca el rayo puntas de fortaleza

y apaciguádamente repose en las guitarras,

donde el claror sidéreo de las Siete Cabrillas

arroje polvaredas de luz en las comarcas,

hasta que el aire ciego, clavel de maravillas,

tenga voz de cristales donde un niño descansa.

 

Estas dos talladuras de quebrachos fluviales,

de ingente piedra y monte y opulencia clara,

que anhelan el linaje secreto de los hombres

proclamando el austero señorío del alba,

habran de ser pacientes custodios del sagrado

y minucioso germen que inaugura su magia

sobre el troquel radiante de los hechos futuros,

sobre el crisol humilde de la nueva esperanza.

 

No tendran para entonces sus poderosos cauces

menesterosas sombras ni surgentes de lagrimas,

viejo rencor nocturno congelandole el hilo

del fervor calcinado que irá hasta sus espadas;

no han de tener raices de temblor compungido,

no han de tener rumores de sangre castigada,

no han de tener recuerdos de linaje ultrajado,

¡no han de tener ramajes de vida triturada!

 

Con estos dos metales fundidos que las hondas

noches carbonizadas y el mediodia abrasan,

con estos dos tizones de fuego saludable

con implacables chispas de herreria golpeada,

grávidos de energia como cantaros hechos

en vieja alfareria de tierras hacinadas,

habran de abrirse rutas jovenes de aventuras

-con el honor a cuestas-, ¡ganada la batalla!

 

 

DE CARA AL CORAZÓN (1961)

 

 

TUS PASEOS

 

Hoy bajas por la carretera

y yo to escucho como cantas;

vuelan pájaros de tus hombros,

vuelan gramillas de tus faldas;

en las colinas de tus senos

se aventan las oscuras gramas,

y se ve en el trasluz del horizonte

que se disipa ya la madrugada.

 

Tu sales a mirar la noche,

a trajinar por las llanadas,

desprendes el cabello al aire

y la humedad se to rezaga

bajo los pies, entre las piedras,

elemental y sofocada,

y yo to aguardo porque se que traes

los ojos limpios de esperar el alba.

 

Necesitas la noche. Sube

su penumbra por tus espaldas,

tomas olor a los tomillos,

desnuda entre las hierbas agrias,

verdes se quedan tus hoyuelos,

florecen verdes tus pestanas,

y vuelves como un árbol caminante,

como raiz nutrida y fecundada.

 

Por las colinas de tus senos

se aventan las oscuras gramas.

Tu necesitas de la noche,

de los montes y las bajadas.

Pones la mano entre la tierra,

quedas de pronto ensimismada,

y luego vegetal, verde y sereno,

tu rostro se ilumina en la mañana.

 

 

POR QUE

 

Por que no habremos de querer nosotros

to que nunca quisimos; por ejemplo, una casa

sobre el remanso de un rio,

con camalotes en sus costados,

con sus ventanas en regocijo.

 

Por que no habremos de escuchar nosotros

lo que la noche escucha; por ejemplo, una sombra

que le sirva de abrigo,

que alli muera misteriosamente

asumiendo el color de sus dominios.

 

Por que no habremos de pisar nosotros

lo que jamas pisamos; por ejemplo, un sendero

con olorosos racimos,

con una hoguera que alli se encienda,

con grandes lluvias que nunca vimos.

 

Por que no habremos de sonar nosotros

con un eco que suene; por ejemplo, un murmullo

que tiemble en el sonido,

el que responda a las preguntas

que junto al fuego recogimos.

 

Y por que no buscar siempre

lo que es parada en un camino,

lo que hay de otono en un verano,

lo que hay de ardiente en lo mas frio,

lo que es sonrojo en unos labios,

lo que es Recuerdo en el Olvido,

lo que es pregunta en la respuesta,

lo que es jadeo en un suspiro,

lo que es vital de esa alegria

de esa tristeza en que vivimos.

 

 

FUEGO PRIMARIO

 

Mirarte es ver colinas,

mirarte asi tendida, detenida y desnuda,

situando planicies de arena en las axilas,

desnuda y dividiendo la blancura caliente de las sabanas,

mirarte es ver que oscuros origenes te pueblan,

que el aire te enajena por urnas inasibles,

si te miro desnuda...

 

Hay cuestas y hay declives,

hay en tu piel suaves territorios de nubes sensitivas,

hay humos y adherencias de ardorosa madera,

hay una sombra ilesa que escapa del asedio,

si te miro desnuda.

 

Se ve que en tu cintura

se doblan valles que arden con vientos incesantes;

se ve, rosado y tactil, nimbado por rumores,

el hoyo de agua nívea que tu vientre arremansa

como un rosado tiesto de palpitantes flores,

si te miro desnuda.

 

Mirarte es ver colinas,

lluvias que se diluyen respirando en tus pechos,

es embestir un campo de tierras onduladas,

es llegar al origen de la sangre,

es imantarse al golpe

que oscuramente sube de tu boca y tus trenzas,

y es imposible entonces no acosarte y vencerte

con sedientas hogueras.

 

Si to miro desnuda.

 

 

ASÍ NOS COMPLETAMOS

 

Al comienzo el amor, buena muchacha,

al comienzo el amor, las soledades

y las noches doradas.

 

Al comienzo el amor. Y adivinabas

que el pecho que nutria tus anhelos

te invitaba a su marcha.

 

Te trajo aqui el amor. Y nuestras ramas

buscaron conseguir pronto la altura,

pronto una tierra honrada.

 

Basto mirar alrededor. Y el alba

entro resuelta a gobemar el fuego

tibio de nuestras ansias.

 

Te trajo aqui el amor. Y ya la casa

del amor se inundaba con los suenos

de libertad, amada.

 

Levantaste los ojos. Te surcaba

la misma chispa con que yo encendia l

a mecha de mis lamparas.

 

Ya no hubo entonces soledad; ya nada

pudo turbar esa quietud profunda

que vive en tus palabras.

 

Y hallaste lo que es hoy tu nueva patria:

el sueño justo, el pretender sin tregua

una firme esperanza.

 

Asi emprendemos ya, juntos, la marcha.

Y nada es duro entre los dos,

por dura que sea la batalla.

 

Por triste y dura, pues la vida traza

para los dos una fragante ruta

radiante y fecundada.

 

Asi nos completamos. Somos altas

simientes injertando otras simientes,

otro sol, otras caras.

 

Al comienzo el amor, buena muchacha,

para lograr despues, palpando el dia,

la libertad mañana!

 

 

EL BESO

 

Germina un beso puro en nuestro pecho,

un beso que es un poco pan de tierra,

un poco arena y vuelo.

 

El beso es una rafaga, un sereno,

fulgor que se arremansa en la morada,

un masculino, aliento.

 

La unica perla que en mi alforja llevo,

la unica luz que arrebate a mi sombra,

su unico alumbramiento.

 

Es una oscura exhalacion, deseo,

un aire tibio que la sangre orea,

un luminoso fuego.

 

Es un activo, manantial, un suelto

clavel sonoro entre los labios, agua

de cantaro opulento.

 

Es una alondra enloquecida, en celo,

delirante y nupcial entre las nubes,

levisimo gorjeo.

 

Mujer: hoy dejo este profundo beso,

que ensancha la creacion, entre tus faldas,

temblor del firmamento.

 

Por el su peso alivian mis maderos,

por el subo a los árboles, te busco,

por el te pertenezco.

 

Por el la ruta es breve, por el peso

el pendulo de sol que te corona,

pulso un afán de sueño.

 

Por el nacerá el hijo, por el veo

que habrán de prolongarse mis raices,

mis primarios silencios.

 

 

Por el mi propia rectitud defiendo,

por el mi descendencia irá sembrando

sus verdes alimentos.

 

Por el bajo a la tierra y la poseo,

por el barajo el alma, un poco arena,

un poco arena y vuelo!

 

 

 

MAGIA

 

Siempre quisimos que el mundo

se viese como hoy to vimos.

Como lo supimos ver,

como, en horas de amor lo presentimos,

siendo lo que anhelaba ese deseo

de ver de otra manera, ver que el rio

sale a jugarse en brazos de la noche

y a la noche escuchar rumor de rios.

 

Quien diria que no vi

tu imagen sobre el rocio,

que no vi tu inicial bordada arriba,

que no te vi en el iris de su abrigo,

que no mire tu cabellera negra

como enramada en vertigo a su arrimo,

miraje del albor, encantamiento

del encendido sol que va contigo.

 

Te vi temblar.

Al verte temble yo mismo.

Solo a un sortilegio puro

y magico pudimos ver lo que vimos,

el camino subiendo hasta los bosques,

los bosques descendiendo hasta el camino,

una amorosa espiga alando el viento,

el viento hablando de secretos intimos.

Siempre quisimos que el mundo

se viese como hoy lo vimos.

 

Como se debiera ver,

con esa desnudez del amor tibio,

escuchando en sosiego ese susurro

de tu calido labio junto al mio,

del corazón furioso como al soplo

confuso del aprieto de un gemido.

 

Todo de repente magico,

tembloroso, conmovido.

 

Y de cara al corazon

y al reino juvenil de estar dormidos

o estar despiertos, viendonos el fondo,

cambiando el fuego candido y la vida

y la muerte en identico delirio!

 

 

UN RELÁMPAGO HERIDO  (1967)

 

 

UN RELAMPAGO HERIDO

 

Fue un relámpago herido, fue un serrano

relámpago en la piel esa corriente

de rumor imantado y sonriente

fertilizada al roce de la mano.

 

Fuera un error desatenderlo, un vano

tesón no asir esa atadura ardiente,

como si fuese a rechazar de frente

su propio ardor la tierra en el verano.

 

Fuera en vano evitarlo; quedaria

sobre toda la piel la tostadura

de una llaga solar jamás curada.

 

Ni tuviese la mano esa alegria

de germen y de afán de sembradura

con que la tuya la dejó quemada.

 

 

ASI ES ELLA, ME DUE       

 

Asi es ella, me dije: es la alegria

remota y honda que de pronto llega

a despejar el nudo que se debe

desanudar en la penumbra inquieta.

 

Noche y albor, me dije,

todo llegó a mi coraz6n por ella,

llegó el sabor oculto del deseo,

el presagio de ardor que en mi resuena.

 

Es mi cuerpo, me dije,

reconociendo su esplendor en ella,

el bosque entero de mi sangre, el pulso

y el latido secreto de su fuerza.

 

La imagen que conservo

de las verdes raices de mi tierra;

ella es el tiempo mio, el del verano

en el regazo inmóvil de la siesta.

 

Asi mismo, me dije,

en su fulgor herido en la belleza,

ella es el largo trecho recorrido

surtiéndose de entraña y sementera.

 

Asi mismo, me dije,

callado abrigo que abrigó mis huellas,

el justo sumo que escogi en la lucha,

¡la libertad por la que canto es ella!

 

 

CABELLOS

 

Nocturno enmadejado en los destellos

de sueltas ondas y esquivez ligera;

casi fluvial, dormida enredadera,

la espuma boreal de tus cabellos.

 

Bosques de rios conservando en ellos

frescor de amaneceres bosque afuera,

ramaje desmembrado en la ribera

de luna llena de tus hombros bellos.

 

Región undosa que la luz levanta,

borrasca desceñida en tu garganta

color mazorca virgen de maiz.

 

Nubladas hebras, sombra en movimiento,

rumor sobrecogido que en el viento

fuera a buscar de pronto otro pais.

 

 

HIMNO

 

Todo es himno: esa risa

que susurra en tus labios, el mutismo

que guardas para verse en tus nostalgias,

esa alfombra en penumbras de tu pisada triste

cada vez que to marchas, la alegria

callada que te envuelve si regresas,

esos paisajes dulces

que se ven por tus ojos, ese gesto

tan tuyo del temor a las palabras,

de acariciar las hojas,

ese reclinio suave de tu frente en mis hombros,

esa tu cabellera en los ocasos...!

 

 

LABIOS

 

Este es el aire, el universo venturoso

en viaje hacia el rumor y la espesura

de esa fuerza de imán y de hermosura

que orla tus labios con to mas dichoso.

 

Es el viaje del aire al silencioso

pais donde tu boca y su frescura

encienden ascuas de honda quemadura

y de claveles de punzo fragoso.

 

Este es el viaje, hacia la luz dormida,

del aire en apetencia sin sosiego

que en un remanso de pasion se vierte.

 

Y el de tus labios, que a1 henchir su vida

con el aire asediante y con su fuego,

sellaron en un beso azar y suerte.

 

 

OREJAS

 

Claro cuenco de linea interrogante

donde un rubor en plenitud resuena,

corales de encerrar jubilo y pena

y agua confidencial y delirante.

 

Bese esos caracoles al instante

de estar lo mismo que la luna llena,

ahitos de misterio y de una plena

exhalacion de palidez menguante.

Sorbi sus mieles con rumor de enjambre,

conchas de recibir las claridades

de la insistencia, el vertigo, el quebranto.

 

Mordi esos frutos de evasivo estambre,

vasos de reiterar complicidades,

pétalos de acoger suspiro y llanto.

 

 

 

 

SIESTA

 

Pradera inmovil

y arbol viejo, la siesta. Fluye el sueñio

bajo esa sombra. Tu y yo con el respiro

quieto, callado, para no despertar

la sombra vieja. Acaso

haya dormido el dia y no se escuche

esa respiracion que habla al silencio

de los dos, de quienes no sosiegan su respiro

en la pradera, en el tiempo callado

que ha tejido la sombra,

la sosegada sombra de la siesta.

 

 

AL AMOR UN NOMBRE

 

Quiza porque en ti se asombran

las cosas, voy reinventando

un nuevo nombre a las cosas.

Quiza por eso buscamos

signarle un color distinto

a todo cuanto abrazamos.

 

Al amor un nombre. Al arbol

que nos cobija. Al silencio

que se reduce en tus brazos.

 

Quiza empezaran contigo

a renovarse las hojas

con que me abrigo y te abrigo.

 

Y a reinventarse el lucero

ese brillo enamorado

del bosque de tus cabellos.

 

¿Todo es hoy? ¿Hubo pasado?

¿Alguna huella de un beso

que su sello haya dejado?

 

¿Acaso no haya memoria

de aquel rostro, aquellos ojos,

de otros nombres y otras sombras?

 

¿Contigo el futuro empieza?

¿Contigo el pasado muere?

¿Contigo el presente sueña?

 

Quiza porque todo ahora

contigo canta, debiera

reinventarme cada cosa.

 

O porque viejos recuerdos

de los ojos se me borran.

 

 

 NUESTRO PAIS

 

Nuestro pais (el mio,

el que puedo ofrecerte), aquella

dulce tierra violenta, con la frente

segada y abolida por un aire quemado,

donde ochocientos rios le dan curso a sus ojos

y cordilleras verdes le apoyan la andadura,

desgajo de protesta vegetal y verano,

mi pais que se instruye sobre un nivel

de lluvias,

oh mi pais hermoso,

despiadado y profundo,

fiel a si mismo, puro, solitario, implacable,

nos reserva un asiento

de hierbas y azahares, desenvuelve

-mi amor- sus recelosos,

sus imperiosos meses, su silencio,

por esto, por nosotros,

por asir esa luna de carbon desdichado

que se nos sube a veces por la noche a los ojos...

 

 

HUÉSPED

 

Habia entrado.

La que más sabe, la que puso el oido

y escucho atentamente la negacion, el pacto,

lo dicho y desdecido; la que vio el cambio

de color de tus labios, precipitarse

lo inesperado, la puesta en pie, la aventura

y el alba, el beso,

la alegria.

La noche habia entrado.

La que más sabe.

 

 

DESTIERRO Y ATARDECER (1975)

 

SINO

 

Nada es lo mismo ya, ni lo sera mañana;

apenas la constancia dara el signo que guie

el dia por venir. Y el ahinco de la memoria fiel

que reconstruya y clasifique lo que ya es quemadura

y senda pedregosa desde ahora, desde el instante

en que una lluvia oscura

soplo con un sonido barbaro en nuestra vida.

 

Y to sabemos todos. Nada

sera ya igual ni semejante al rostro del pasado;

ni nuestro amor, vacio de sosten, ni la mano

de los amigos. No habra ese ruido

de persianas que bajen impidiendo al verano

su intromisión inevitable. Habra cambiado

el ritmo de la sangre; otras palabras

pondran sobre el oido su distinta eufonia.

 

No, no; ya no sera la misma

la manera de andar, la introspeccion al modo

de la quietud ceñida de las horas. Se notará por siempre

en nuestro rostro un visaje

y un aire retraido de mascara olvidada.

Y al no tener el mismo amor, la misma

mano de los amigos,

el ser de aqui o de allá se borrara sin pausa

 

 

CONTRASENTIDO

 

Y que contrasentido: yo

(que debería estar en otros sitios) caminando

por estos sitios, por estas calles que desconozco;

que andaria por huertos

familiares, desbrozando estos huertos retirados y

extraños:

precisamente yo que vagaria sin duda

por entre naranjales y violines, ahora

aprisionado por cerrazones y por noches lejanas

como un error de mi camino,

con un horror hacia mi propia

palabra, hacia esa que ya ni entiende

por que el contrasentido, el reves de la trama, el

desaliento

de no explicar por que es aqui y no alla donde se

extiende

la linea justa de mis pasos.

 

 

SIEMPRE QUE ME VISITAN

 

Siempre que alguien me visita

(viniendo de alla) miro sus huellas

por si todavia chisporrotean, por si algun resto del verano

atraveso las fronteras, o de verja deteriorada

por la inmovilidad; miro sus ojos

vidriados por la atmosfera seca, indago en ellos

si hay miedo o solamente las frescuras del alba;

cuando a1guien me visita (de alla)

trato de penetrar en cada gesto, abarco

cada gesto, averiguo

-mirando de soslayo- si todavia se estrecha

fuertemente una mano, si todavia

se canta una serenata pobrísima en mi pueblo,

si el zanjon crece para el raudal

o para los muertos, y de repente olvido

que averiguan tambien si yo averiguo, si todavia

me abrasa el sopor hondo

de esa atmosfera seca, si estoy entre los vivos o los muertos.

 

 

VACIO

 

Doblé lo que era nuestro. Ciertamente

te ame como a ninguna. Destrui cuanto

amaba. Un suefio malo

-de rencores antiguos- oscurecio mis frondas.

Titiritero falso, solte todos los hilos que me unian

al eco fiel de tu alma, a tu secreto encanto;

mal leñador, tale ramajes vanos con inútiles golpes;

tire abajo la casa con la antigua violencia de mi gente

y la perdi, torci el sendero y to deje en la arena

como una carta triste que se arroja en un cesto.

 

Como a ninguna, digo. Un alevoso

viento amargo ha soplado. Esto es el fin

de un largo viaje al esplendor de un beso.

 

Doblé lo que era nuestro.

 

 

 

ALLA

 

Debe, alla, estar lloviendo;

sin pausa estar lloviendo, lloviznando

en los bosques,

sobre las casas pobres, abotonandose

la noche y mesándose la barba envejecida

en los obrajes, allá lejos, lloviendo,

lloviznando en la noche.

 

Y habrá ya anochecido.

Siempre se me ha hecho tarde entre los tilos

serranos, a la hora de volver, anochecido,

alla lejos, cuando aim no sabía

que no fuera a volver, que se ha hecho tarde

lloviendo, anocheciendo.

 

En la noche, alla lejos, lloviznando.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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