galiboc@tigo.com.py

Desde hace tres días la población nacional no hace más que hablar de energía, potencia y megavatios. Como el tema es complejo incluso para ingenieros hidráulicos, me limitaré a apuntar las gravosas consecuencias políticas de esta crisis. La principal es el derrumbe de la confianza que se podía tener en el modo de negociar de este Gobierno. Se había sostenido hasta el cansancio que, de cara a la cercana revisión del Anexo C del Tratado de Itaipú, era fundamental conseguir un amplio consenso social, pues estaba en juego el futuro de la próxima generación. Y, de manera brutal, nos enteramos de que había acuerdos firmados desde hace ya dos meses bajo un hermético secretismo.

Las renuncias del presidente y del gerente técnico de la ANDE sacudieron a la opinión pública y reflotaron adjetivos inquietantes y recurrentes en nuestra historia, tales como entreguistas, vendepatrias y traidores. La supuesta causa nacional no pudo comenzar de manera peor.

Las primeras reacciones a la noticia ya anunciaban el tamaño de la catástrofe. El nuevo presidente de la ANDE, ex suegro del anterior, asumió el cargo en medio de un insólito escrache sindical; las dos Cámaras del Congreso fueron convocadas de modo urgente para exigir aclaraciones al Ejecutivo; hubo manifestaciones callejeras y se empezó a hablar de algo hasta entonces impensable: un juicio político. Con seguridad, todo esto habrá sido observado con una sonrisa por Itamaratí y los militares que manejan la margen izquierda de Itaipú, complacidos con la supina improvisación del socio con el que deben negociar. A esta altura, a Marito ya no debe emocionarle tanto que Bolsonaro lo trate cariñosamente por su apodo. Los países tienen intereses, no amistades.

Es difícil imaginar una estrategia más lamentable que la elegida por Mario Abdo. Las explicaciones ofrecidas en las ruedas de prensa fueron desmentidas, una a una, por los técnicos consultados por los medios. Aun sin entender los detalles económicos en juego, quedó instalada en la ciudadanía la sensación de que Paraguay, una vez más, se había bajado los pantalones ante el Brasil. Así, de la mano de una revelación inesperada, este Gobierno logró transformar un horizonte político apacible en un torbellino de amenazas.

Es que, en temas energéticos, ofrece demasiados flancos. En primer lugar, los colorados cargan con la percepción de no haber sido casi nunca firmes con la contraparte brasileña y terminar aceptando migajas a cambio de coimas. Esto había sido remarcado por el Frente Guasu cuando Lugo, justo diez años atrás, firmó el histórico acuerdo con Lula. No es, pues, extraño que esa bancada haya sido la primera en mentar el juicio político. En segundo término, el mayor temor de la gente es que, a raíz de la “entrega” de Marito se produzca un tarifazo de la ANDE. Ojo, fue Efraín Alegre quien se embanderó con la propuesta de abaratar dichas tarifas. Otra bancada hostil.

Esta es la crisis más grave que afronta Mario Abdo desde que asumió la presidencia. Pero es muy temprano para pensar que su continuidad esté en riesgo. Aunque, si así vamos a continuar negociando nuestra soberanía, pocos lamentarán su salida.