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PEDRO GARCÍA GAROZZO

  POBRE PERO DIVERTIDO (PEDRO GARCÍA GAROZZO)


POBRE PERO DIVERTIDO (PEDRO GARCÍA GAROZZO)

POBRE PERO DIVERTIDO.

ANÉCDOTAS Y VIVENCIAS EN EL PERIODISMO DEPORTIVO

PEDRO GARCÍA GAROZZO.

© Editorial El Lector,

Colección Memorias.

Asunción – Paraguay

2007 (170 páginas)

 

INDICE

1. MI PADRE. Breve semblanza de mi mejor maestro y amigo

2. LAS TRES MARIAS. Un grato recuerdo de la tierna infancia

3. UN CUMPLEAÑOS HUÉRFANO Y ENFERMO. El consuelo de la fe y de la ayuda divina

4. EL IMBERBE DEBUT. La primera experiencia ante un micrófono

5. EL INEFABLE PINO. El personaje más pintoresco que conocí en el deporte

6. GOL DE PASCUALITO Mi primera emoción al ver un KO en el Comuneros

7. CÁBALAS DE DEPORTISTAS. El fatídico aro de la bahía y otras supersticiones

8. EL COMENTARIO MÁS CORTO. Del famoso periodista radial brasileño Mario Moraes

9. ADUANA BONAERENSE. Sorpresa y espanto de un primerizo viajero

10. HOSPITALIDAD BRASILEÑA. La grata sensación de estar como en la propia casa

11. INIGUALABLE EXPERIENCIA MUNDIAL. La más grande gesta vivida fuera del país

12. CAMARÓN, BANANA Y FÚTBOL. Fugaz y feliz incursión por tierra ecuatoriana

13. CUANDO LA AGUJA ESTÁ EN EL PAJAR. La increíble aventura policial de Manolo González Roca

14. AL OTRO LADO DEL MUNDO. Parte de una familia gracias al olimpismo

15. LOS GOLES EN EL MICRO. La cándida justificación del inefable Mario Moreira 

16. CARLITOS GÓMEZ, FENÓMENO ÚNICO. Como el Gran Erico, cuando nació, rompió el molde

17. DON GERARDO Y CHARLES. Gratitud hacia dos amigos de verdad

18. EL EJEMPLO DE JULIO MALDONADO. Recuerdo de los pioneros de Corporación Deportiva Fénix   

19. PRIMERA TRANSMISIÓN Y AFECTO AL FÚTBOL CORAZÓN. En 1937 don Pedro García transmite su primer partido entre Paraguari y San Lorenzo         

20. UNA CURIOSA COINCIDENCIA CON EL INTERIOR, PERO NO CON EL FÚTBOL. También como mi padre, comencé narrando un partido entre equipos del interior

21. DESDE EL EXTERIOR, PIONEROS. El primer relato por radio desde Buenos Aires        

22. AMIGOS INOLVIDABLES. Cuando la fidelidad supera a la muerte física.

23. EL AMOR EN LAS ALTURAS. Mi primer encuentro con mi esposa a bordo de un avión

24. CON LA RADIO EN LA CABECERA. Hasta morir, mi padre no se separó del receptor

25. GESTIÓN CLAVE EN LA MADRUGADA Influencia periodística más poderosa que el boicot

26. UN ITALIANO DE LEY. Antonio Oddone, único en su género

27. ADELANTE TITO. Una frase radial que pasó a la historia

28. LA CABEZA PEGADA AL CUERPO. Felicidad para un distraído

29. HONESTIDAD EUROPEA ADMIRABLE. Limpiadores con inmaculada honestidad

30. REMEDIO DIVINO A LA DISTRACCIÓN - Milagrosa transmisión casi sin modulación previa

31. PINZAS QUE EVITARON UNA TRAGEDIA. Salvadora acción del operador que evitó electrocución

32. TECNOLOGÍA NO IMPLICA IDONEIDAD. Cuando sobran medios y falta sentido común

33. COMPLICACIONES DE LOS HUSOS Gritos sudamericanos en plena madrugada asiática

34. EL MUNDO ES TAN SOLO UN PAÑUELO. No siempre la vecindad genera un encuentro

35. NUNCA TAN CERCA DEL PARAGUAY. El calor de nuestra gente y nuestras costumbres en Oceanía

36. CLAUSURA CON ARROZ Y PALITO. La injusta medida de cierre de Radio Stentor.

37. NADA MÁS GRANDE QUE UNA OLIMPIADA. El máximo acontecimiento del deporte universal.

38. SOLICITUD RADIAL DE MEDIO PLANETA Un grave error ante los micrófonos

39. EL GRAN MAESTRO FERNANDO, LA TRIBU Y RADIO CARPAS. Los tiempos felices en la redacción de La Tribuna

40. EL CABALLO QUE NO MURIÓ. Otra "metida de pata" en el ámbito escrito

41. CUALIDADES DE DIRECTOR DE DIARIO Una gran lección de Fernando Cazenave

42. UNA GRATA OLA DE SUPERACIÓN EN EL BASQUETBOL El recuerdo de los hermanos Montalbetti y Fernando Godoy Occhipinti

43. UN PITOGÚE INDOCUMENTADO. Auxiliar liberteño entró a Chile sólo con libreta cívica

44. HINCHADA ESPONTÁNEA Y NO PREPARADA. Barras eran las de antes

45. GRITO DE LIBERTAD, EN PLENA DICTADURA DE PINOCHET 46. ^HAY PECES EN EL PACÍFICO?

La irónica indagatoria de Juan Carlos Marecos

47. EL MARAVILLOSO JACKSON. Recuerdo del mejor jugador americano que jugó en Paraguay

48. FESTEJO DISTINTO: EL DEL 53. Cuando la afición colmó la Plazoleta del Puerto 49. LA HUELGA QUE NOS DEJO MUDOS. La transmisión que no pudo ser pese a todas las previsiones

50. UN INSTRUCTOR EN EL METRO El mexicano que nos enseñó a andar en los subterráneos

51. EL GRAN GESTO DE CAÑEDO. Una gran ayuda solidaria que facilitó nuestra misión

52. POLIZONTE EN EL HOTEL ARISTOS. Cuando los medios económicos nos obligan a agudizar el ingenio

53. EN UN DESTARTALADO CUATRO. La primera proeza internacional del deporte paraguayo

54. IDILIO TUERCA CON EL BERMELINHO. El auto que yace "momificado" en una playa

55. MADRUGADAS SIN PAR EN EL MBIGUÁ. La naturaleza exuberante a cinco minutos del centro

56. LA LANCHA Y LOS HELADOS. El delicioso atractivo del cruce de la bahía

57. LAS DOS CARAS DE ESPAÑA. La ruta del abuelo que no pienso desandar

58. ACTITUD INCOMPRENDIDA Y RAZÓN VALEDERA. Cuando el papel de padre puede más que la obligación del trabajo

59. MI HIJA CATALINA.  Toda una gran bendición

60. LA AMISTAD DE OLGA. El bálsamo para una pena grande

61. MI HIJA JULIA MARIEL. La otra gran bendición

62. NUNCA MÁS A BOLIVIA.  La triste experiencia del año 2000

63. SEGUÍ DERECHO, TERMINÉ TORCIDO. Una carrera que nunca pude terminar

64. EL PRIMO QUE LE GANÓ LA PULSEADA AL NEGRO LAGUNA

65. LA MAYOR ALEGRÍA COMO HINCHA VIVIDA EN EL COMUNEROS. La gran noche de Edith Nunes y el doble agónico que nos dio un título invicto

66. CUENTO DE UN ZAMBO ZAMPADO. Una historia inventada para remarcar el distinto significado regional de las palabras en nuestra América

 

 

INTRODUCCIÓN

En oportunidad del torneo preolímpico de fútbol que se realizó en Asunción en 1992 y que históricamente determinó la primera presencia futbolística paraguaya en juegos olímpicos gracias al título que alcanzó nuestra selección, tuvimos ocasión de compartir como anfitriones, como nunca antes habíamos podido hacerlo, con colegas de las más diferentes y distantes latitudes y con representantes de la prensa de los diez países de la América del Sur agrupados en torno a la Conmebol.

En más de una grata velada, afloraron anécdotas, generalmente vinculadas con viajes realizados en misión informativa, y en algún caso nos tocó evocar algunas que compartimos con compañeros en coincidentes coberturas.

Fue entonces que se me ocurrió la idea de pasar al papel las principales experiencias recogidas, propias y de los amigos y colegas, y producir esta obra.

Una inyección anímica constituyó la hermosa frase vertida en una entrevista que por Radio Cardinal realicé al director de Emisora Nueva Central de Quito, Carlos Efraín Machado, gran comunicados a quien admiro que haya podido realizar un sueño no cumplido de mi padre y mío propio, como es el de conformar en su país un medio radiofónico exclusivamente destinado al deporte.

El colega ecuatoriano resaltó en la conversación la importancia del deporte para acercar a hombres y pueblos, y refirió la oración que dirige a Dios en ocasiones como ésta de tan grato encuentro de amigos en Asunción: "Señor, que nunca se desinfle esta bendita pelota de fútbol".

No se hasta qué punto puede resultar interesante para el lector común un trabajo literario como éste. Pero supongo que especialmente para aquellos que deseen abrazar el periodismo, en su rama deportiva, conocer vivencias de gente de los medios de comunicación, tendrá no solo un valor ilustrativo, sino también habrá de servir para colaborar en su propia formación profesional, en la que si logran superar el escollo de las limitaciones económicas y/o logísticas que la aquejan y celebren ser protagonistas de la manera más divertida de ser pobres, como catalogó a este quehacer un original colega argentino, tendrán la certeza de un pasar feliz, aunque también ingrato muchas veces en lo material.

Esto último hizo que se postergara, como otras aspiraciones, la materialización de este libro. Pero al menos, la ilusión de concretarla y el afán de que pueda servir a quienes lo lean, me lanzaron a la osada aventura de mi primera embestida literaria. Con optimismo la he comenzado hace ya quince años pensando: al fin, no existe peor empresa que aquella que no se acomete.

Así comenzó la redacción de este texto el 19 de febrero de 1992. Lamentablemente el temor manifestado entonces, se hizo patente realidad. Y los originales se sumergieron en un prolongado letargo de casi dos décadas. Pero felizmente, el optimismo también evidenciado, el 25 de mayo de 2007 rebrota y da rienda suelta a un sentimiento de gratitud que es deber de toda justicia resaltarlo, después de cortar una comunicación telefónica con el presidente de nuestro Círculo de Periodistas Deportivos del Paraguay, el querido amigo y colega Gabriel Cazenave, quien no sólo me reiteró lo que en ocasión del aniversario número 63 de Corporación Deportiva Fénix públicamente había manifestado: que complete la preparación y la redacción de esta obra, asumiendo la entidad gremial el compromiso de solventar su publicación.

Finalmente quiero observar que las anécdotas no siguen un orden cronológico ni tampoco su ubicación responde a una cuestión cualitativa. Eso sí, buscando un básico orden, van numeradas, sumando 66, que son justamente la misma cantidad de años que celebra nuestra entidad gremial, siendo la última no exactamente el relato de una anécdota sino un hecho anecdótico que me cupo vivir al lado de mi esposa. Es un pequeño cuento elaborado en función a vocablos del léxico peruano, que me encantó conocer y cuando comencé a coleccionarlos y su volumen fue tan grande, se me ocurrió con ellos incluidos armar una pequeña trama imaginaria.

Doy gracias a Dios, a Gabriel, al Círculo y a todos los muchos amigos que me ayudaron en su momento y otros que lo siguen haciendo hoy para que esta tarea pueda tener feliz culminación. Pedro García Garozzo Addenda: Por una de esas cosas que los periodistas gráficos llaman los duendes de la redacción, en mi biografía que figura en la solapa de tapa y contratapa desapareció el nombre de una radio muy querida en la que trabajé muy a gusto: Antena 2. Aquí, entonces, inhibo esa pillería que cometieron esos duendes infaltables.

 

1. MI PADRE

"Nunca podremos olvidarte porque fuiste marido fiel, padre ejemplar, amigo leal y un infatigable sembrador de paz y amor en todas tus acciones".

Como expresamos con mi madre en la lápida de la tumba de mi progenitor que reproduzco, mi padre fue un hombre excepcional y un ejemplo que va más allá de la tumba y que repica en mis oídos como un eco inmortal cuando gente que lo conoció y advierte que soy su hijo, recuerda sus virtudes.

Mal podría empezar este recuento sin evocar a quien fue factor fundamentalísimo para que abrazara esta profesión, de lo que no me arrepiento en absoluto, sino por el contrario, le estaré siempre agradecido a Dios y a mi padre terrenal.

Pedro Andrés García Arias, mi progenitor, vivió múltiples anécdotas en su larga vida de casi medio siglo al servicio del deporte.

Sería interminable referirlas. También difícil de ordenarlas, porque su protagonista ya no está para confrontar datos y dar precisiones.

Sería realmente extraordinario poder hoy, casi tres décadas después de su deceso, consultarle cosas y decirle que ahora recién entiendo el porqué de sus actitudes y posiciones que en la rebeldía de mi juventud me parecían insólitas, incompatibles para nuestro tiempo. Y sin embargo, él tenía razón, aunque un velo de intemperancia en su tiempo no me lo dejaba ver.

Él jamás me dijo que fuera periodista o que siguiera su profesión. Nunca me insistió tan siquiera a que lo ayudara en alguna actividad propia del trabajo diario. Y mientras mi señora madre se pasó en todo tiempo remarcándome que debía ser médico y casarme con la hija de algún paisano de Italia, a duras penas pude torcer esa fijación materna eligiendo seguir Derecho (aunque terminé torcido), después de recibirme de bachiller, finalmente me hice periodista, lo que ella solo se resignó a aceptar al tiempo en que mi padre fallecía, cuando en su velatorio y entierro fue testigo de tantas muestras de afecto, admiración y respeto que había sabido acumular durante su existencia.

El sueño de mi padre fue tener una radio. También escribir unas efemérides del deporte. No pudo realizar ni una ni otra cosa. Y como yo también hasta ahora, siendo la prolongación de sus anhelos, veo inviable en forma inmediata la materialización de estos objetivos, me queda por lo menos caratularlos como metas mediatas y dedicarle por ahora estos desordenados recuerdos, al gestor de mis días y al hombre que sin argumentar con palabra alguna el porqué debía ser periodista, con el ejemplo cotidiano construyó el más sólido e irrefutable cimiento vocacional en mí.

Hasta su lecho de muerte lo recuerdo con el receptor portátil al lado de su almohada, acompañando el último relato de un combate boxístico que transmití desde el Ciudad Nueva.

Entonces no estábamos muy cómodos en los medios en los cuales trabajábamos y con el gran amigo y compañero también ya desaparecido Mario Rubén Galeano, barajando posibles emisoras para una eventual mudanza, llegamos una mañana a visitar la más importante de entonces, radio 1° de Marzo. Yo consideraba una locura pretender semejante tratativa y no me animaba a acercarme a la que consideraba la más lejana de las metas esa mañana de octubre. Pero Mario no sólo me empujó a hacerlo, sino que fue conmigo y se encargó él de hablar y hacer el planteo que yo no me animaba encaminarlo. No pudo haber mejor receptor de la iniciativa: fue nada menos que Carlos Alberto Gómez. La cuestión tampoco pudo quedar en mejores manos.

Días después me llamaron para indicarme que la radio no tenía posibilidades de emitir deportes amateurs con nuestra corporación, pero que tenían interés de hablar conmigo sobre la posibilidad de contratarme como coordinador.

El jueves 23 de octubre de 1980, fui a hablar con Carlos Alberto Gómez para considerar la oportunidad de enrolarme. Papá me dio su último consejo con estos postreros vaticinios: "Tu futuro está en esa radio. Deja Corporación y acepta ir a 1° de Marzo", me dijo, y se fue tres días después conociendo esa decisión.

Lo que ya no supo fue que la imposibilidad de aceptar en ese mismo momento a Corporación Deportiva Fénix, fue simplemente un paréntesis que se había abierto y un tácito compromiso del querido Carlos Alberto Gómez de convertirlo en realidad a la mayor brevedad posible.

Mientras, la comprensión proverbial del gran Carlitos y después de Alcides Riveros, me iban a permitir no solo hacer radio 1° de Marzo sino conservar el programa de la querida Corporación a la que dio vida mi padre, en otro medio.

Poco más de siete meses después, la organización radial más antigua del continente, accedió a 1°.de Marzo.

El hecho sorprendió a propios y extraños, tanto así que recuerdo el que en su momento consideré como un ácido comentario y hoy lo hallo como una humorada: "igual que en tiempo del Imperio Romano, llegó la invasión de los bárbaros". También a mi madre, papá le había referido que "Pedrito podrá hacer realidad el sueño de ver a las primas de Italia, que tanto queremos, porque va a viajar mucho de ahora en más".

Tres años después estuve en la península y volví a visitar a mis parientes otras tres veces años más tarde.

 

2. LAS TRES MARÍAS

Una de las maravillas del mundo que Dios creó que más me fascina observar desde muy pequeño es el cielo en las noches despejadas, cuajadas de esas estrellas que tantos forasteros admiran de nuestra Asunción y más aún en nuestra campiña.

En el balcón de la casa de los abuelos, de la Plazoleta del Puerto, más de una noche divisaba absorto las estrellas en compañía de papá. En vísperas de un viaje suyo a Chile, en cumplimiento de misión periodística, recuerdo que mientras repasábamos las constelaciones, me había dicho: "Espero que todas las noches salgas a la ventana y mires el cielo fijándote en Las Tres Marías. Yo haré lo mismo en Santiago y así podremos sentir que, aunque no estemos físicamente juntos, uno al lado del otro, estaremos enlazados por la misma observación".

Días después de su fallecimiento, fresca aún en mi retina toda la dramática vivencia de su enfermedad y deceso, me tocó viajar a México para trasmitir el panamericano de fútbol de salón de 1980, en compañía de Mario Rubén Galeano.

En ocasión de ese torneo, comenzó mi querida madre a demostrarme una actitud diametralmente opuesta a su resistencia anterior a que fuera periodista.

Ante la enfermedad de papá y pensando que debía estar a su lado antes que nada, preparé a otro compañero (Gaspar Aníbal Noguera) para que por cualquier circunstancia que se presentara, pudiera él viajar, inclusive los trámites de pasaporte. Producido el triste desenlace decidí no viajar, para no dejarla sola a mi madre, sumamente impactada por la partida de quien había sido su inseparable compañero durante casi medio siglo, a quien amaba entrañablemente y con quien mantenía una dulce relación de respeto y buen trato, que sólo vi conmoverse en un par de ocasiones en que mi padre con esfuerzo, me entregaba el dinero para pagar las cuotas con las que le "clavaron" dos supuestamente "amigos" a quienes salió de garante.

Doña Dominga se puso entonces firme y terminante: "Trabajaste muchísimo para que salga este viaje y no lo vas dejar de hacer. Esta es tu meta soñada. Nunca se transmitió desde tan lejos. Yo estaré bien aquí y feliz de que vayas".

Fue así que efectivamente partimos junto a Mario Rubén Galeano para realizar entonces la transmisión desde el lugar más lejano en la historia de Corporación Deportiva Fénix.

El equipo paraguayo no salió muy bien (terminó tercero) pero marcamos un hito periodístico y además tuvimos la suerte de conocer uno de los países más hermosos y de las ciudades más fascinantes como México.

En el afán de aprovechar al máximo esta experiencia, una madrugada salimos de la terminal de Taxqueña de esa capital rumbo a Acapulco. La bajada era impresionante. El ómnibus parecía un desbocado corcel con destino final de precipicio viboreando por el estrecho camino, lleno de curvas alucinantes.

Parecía aquello una pesadilla viva de la que no podía soportar un minuto más, y solo comenzaban siete horas de travesía. Fue así que, a través de la ventanilla, clavé mi vista en el cielo y mientras balbuceaba una oración pidiendo ayuda a Dios, estaban allí delante de mis ojos "Las Tres Marías" (¿¡cómo podía ser si me hallaba en el hemisferio norte!?). Pero estaban ahí, refulgentes, más brillantes y más grandes y hermosas que nunca, en los altos cielos aztecas. Entonces lo que casi treinta años atrás me había dicho mi padre vino a mi mente. Y ahí mismo me invadió una paz interior tan enorme, como cuando uno despierta de una feroz pesadilla. Solo que aquí fue a la inversa. En ese momento dejé de estar despierto (¿o no?), y comencé el más plácido sueño que recuerdo en un viaje terrestre, al que el cálido sol de Acapulco puso término en la terminal de la hermosa ciudad balnearia mexicana, cuando el bueno de Mario, con una sonrisa mezcla de incredulidad (por la forma cómo había quedado planchado) y de fraternal afecto, me dijo que ya habíamos llegado a destino.





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