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JUAN CARLOS DÍAZ

  CARLOS GOMEZ - LAS HUELLAS DE UN PATRIOTA DEL ARTE - Por CHONY CALDERÓN y JUAN CARLOS DÍAZ - Año 2007


CARLOS GOMEZ - LAS HUELLAS DE UN PATRIOTA DEL ARTE - Por CHONY CALDERÓN y JUAN CARLOS DÍAZ - Año 2007

CARLOS GOMEZ

LAS HUELLAS DE UN PATRIOTA DEL ARTE

CHONY CALDERÓN y JUN CARLOS DÍAZ

Editado con los auspicios del FONDEC,

Centro Cultural de la República EL CABILDO

Asociación Cultural COMUNEROS

 Asunción, 2007

 

 

 

 

INTRODUCCIÓN

            Cuando un grupo de jóvenes soñadores del barrio general Díaz decidió hacer teatro, no imaginaban la proyección de uno de sus integrantes. Carlitos, por entonces, Carlos y don Carlos después, decidió dedicar su vida a esa primavera que latía en su pulso y en su corazón.

            Fundó con otros compañeros y con don Fernando del Valle la Compañía de Ateneo Paraguayo; y cuando el ruido de la revolución del 47 arrebujaba los aplausos de los teatros de Asunción, decidió emigrar a Buenos Aíres donde actuaba los lunes - que era el día de descanso de las compañías locales -junto a sus grandes amigos Ernesto Báez y Emigdia Reisófer.

            De ahí en más, los caminos recorridos fueron tantos como los aplausos.

            La vida se convirtió en un ir y venir de libretos, directores, realizadores, actrices y actores, colegas y atmósferas creadas por la ficción que, en muchos casos, era el reflejo de la realidad de un país cuya historia caminaba paralela al calendario de su vida.

            Las tablas, el cine, la radio y la televisión encuentran en su figura a la más preclara del TEATRO, sin distinciones de popular y culto en los cuales –los que no entienden eso de honrar el escenario – han pretendido encasillar a los actores. DON CARLOS GÓMEZ fue, es y seguirá siendo un ACTOR con mayúsculas, y no sólo porque así figura en las marquesinas sino por el apasionamiento, por la profesión que dignificó hasta convertirla en un apostolado.

            Retazos de su rica vida, parte de su valiosa experiencia, evocaciones de su privilegiada memoria de 9 décadas, y fotos que perpetúan instantes, forman este libro de hojas nostálgicas.

            Pero ése no es sólo un libro de recuerdos.

            Cada una de las páginas es un EJEMPLO DE VIDA. 

                                                           Marlene Sosa Lugo

 

 

A MODO DE PRÓLOGO

 

            Carlos Gómez no es actor de teatro. Es el teatro. No hay género que le sea desconocido. La inmensidad de su talento le hace sentir cómodo en la comedia, el drama o la tragedia.

            Con el pensamiento puesto en Carlos puede decirse que no hay grandes obras sino grandes intérpretes. Piezas que fácilmente naufragarían en otras manos, en las suyas se salvan, se enriquecen, resplandecen. Quiero creer que si interpretase la guía telefónica lo haría con la misma solvencia que el mejor texto teatral.

            Ya era hora de que un libro recogiese parte de su larga y valiosa vida artística. Un conocimiento más íntimo del actor de teatro, de radio, de cine, de televisión, permite admirarlo más todavía.

            Antes de que se abrazara definitivamente a su arte, Carlos Gómez se dedico a diersas actividades hasta que se alejó de ellas para siempre. Encontró al fin su vocación, su pasión, la razón de ser de su vida. Nunca más hizo otra cosa que meterse en la piel de los personajes más diversos para contarnos historias risueñas, francamente reideras, tiernas, dramáticas. Pero no de una obra a otra. En una misma, o en una misma escena, su increíble ductilidad le hace pasear de una emoción a otra.

            Profesionalmente comenzó con nadie menos que Julio Correa. Junto con Aníbal Romero, Ernesto Báez, Mirna Veneroso, Georgina de Correa, Elizarda Rodas; interpreto “Karaí Ulogio”, en el Teatro    Municipal. Fue su inicio firme, vigoroso, con una segura posibilidad de plantar su nombre en la historia del teatro paraguayo.

            Otro mojón en su carrera fue su incorporación a la Compañía de Comedias del Ateneo Paraguayo bajo la dirección de Fernando Oca del Valle, este caballero español y republicano que habría de cambiar el rumbo del teatro en el Paraguay. Por esta Compañía de Comedias pasaron algunos de los mejores intérpretes nacionales que ofrecieron a nuestro público obras del repertorio internacional que exigían de los actores y las actrices lo mejor de su talento, dedicación y disciplina.

            No podría ocultar mi orgullo, y mis agradecimientos, de haber comenzado como libretista radial de las manos generosas de Carlos Gómez. Fue hacia finales de los años 50, en Radio Cáritas, sobre la calle Herrera.

            El programa se llamaba "Amores célebres'", radio teatralización de la historia sentimental de conocidos personajes. Cuando se anunció que el próximo capítulo trataría la historia de Madame Lynch y el Mariscal López, las oyentes de la radio - que eran también las feligresas de la iglesia San Francisco - se manifestaron en contra del programa. Si no fuera por la actitud de Carlos Gómez, que se plantó, con el apoyo incondicional del director de la radio, el recordado Padre Sudupe, mí vida de libretista habría sido muy breve. Algún tiempo después, por Radio Guaraní, en la calle Independencia, presentamos "La Familia Quintana", que pretendía ser un espejo de la vida asuncena. Con la dirección y actuación de Carlos, estuvieron también Aníbal Romero, Nidia Romero y Sara Giménez. Es fácil comprender que con actores y actrices de esta dimensión cualquiera puede lucirse como libretista.

            Poco tiempo después, en los primeros años de los 6o', nos reencontramos con Carlos en otro proyecto artístico. Esta vez teatral. Dirigió y actuó en la zarzuela "Naranjera", con música de Neneco Norton. Luego vendrían otras obras fundamentalmente sostenidas por la experiencia, la pericia y la amistad de Carlitos. Una amistad estructurada no sólo en el quehacer artístico sino en prolongadas noches de compartir charlas y tragos después de los ensayos, de las funciones, entonces en cualquiera de los muchos sitios céntricos de reunión. De bohemia. Eran los agradables momentos en que uno aprendía de los maestros también los secretos del teatro.

            Participaban igualmente periodistas cuyas opiniones, casi siempre, originaban acalorados debates. Le recuerdo particularmente a Rogelio Silvero, crítico y dramaturgo talentoso.

            Cuando en el  entusiasmo del debate perdía su tranvía de las 2 de la madrugada, el último, no había más remedio que acompañarle hasta que viniese el primero, a las cinco.

 

 

LA DIÁSPORA

 

            En marzo de 1947 cayó sobre el país la tragedia de la revolución. Para entonces, el nombre de Carlos Gómez era ya pronunciado con admiración y con respeto. Envuelto en el desquicio nacional, Carlitos no tuvo más remedio que abandonar su país en compañía de otros grandes del teatro: Ernesto Báez y Emígdia Reisófer. Formaron el elenco que pronto pasaría a ser tal vez el más famoso de todos: Báez-Reisófer-Gómez. Jacinto Herrera - que pisaba fuerte en Buenos Aires - les consiguió un representante que les armara funciones con obras dirigidas a la colectividad paraguaya.

            De regreso al país, el rubro teatral continuó dando a conocer obras nacionales, especialmente la de un autor con especial talento para las obras populares, Mario Halley Mora, cuyo nombre, asociado al de Ernesto Báez, Emigdia Reisófer y Carlos Gómez, sería sinónimo de éxitos espectaculares.

            Carlos Gómez trabajó también en recordadas películas como "Alto Paraná", "La sangre y la semilla", "Aquello que amamos", "Don Frutos Gómez, comisario, "Hijo de hombre", ''La burreríta de Ypacaraí", entre otras.

            En todos estos géneros - teatro, radio, cine -, Carlos Gómez ha sobresalido por su gran talento y férrea disciplina, a los que debe agregarse su dimensión humana.

            Este libro se aproxima bastante a la personalidad del gran actor y director teatral.

 

                                               Alcibíades González Delvalle

 

 

 

 

A MANERA DE ACLARACIÓN

 

            La idea de la realización de este libro Las huellas de un Patriota del Arte,  nació en una amena charla con el Dr. Julián Navarro Vera; coincidimos en proponerle al actor y director teatral don Carlos Gómez en dejar un legado cultural a la nueva generación de estudiantes amantes del arte y la cultura nacional, de esta manera compartir con ellos sus experiencias y anécdotas.

            Don Carlos se comprometió en dejar una serie de documentos que él seleccioné, para dar a conocer su trayectoria artística a través de sus 68 años de labor fructífera.

            Un libro no nace sólo con recopilar recuerdos, anécdotas y experiencias, sino con la participación de varias personas relacionadas con él directa e indirectamente, pero coincidentes en el amor al arte.

            Mis agradecimientos a todos ellos en nombre mío y de don Carlos;

            A Matías Martínez, Sergio Aquino, Lucas Prado (digital Prado), John A. Díaz, Albino Bordón (Álbum Fotográfico Golden Classic), Chony Calderón (entrevista periodística), Carlos Florentín (grabaciones y masterízacíón del CD), Jorge Vera J. (Chileno), Zoraida Acosta, a la directora del Cabildo de la República Margarita Morsellí, Humberto Rubín, a los directivos de FONDEC , Roger Bernalve, Chico Morel.

 

                                                           Juan Carlos Díaz

 

 

 

 

 

 

            Carlos Gómez, con noventa años de transitar por la vida, ha sentido un deseo ardiente de compartir con el público la historia de su vida.

            Conversar con don Carlos Gómez puede convertirse en una tarea gratifícante, pero comprometedora: Sus años, trayectoria e hidalguía convierten este diálogo en una responsabilidad importante: graficar para la historia las vivencias de una personalidad tan querida por todos.

            Sabemos que todo comenzó en 1917 en la ciudad de Asunción con su nacimiento.

 

            Don Carlos Gómez, ¿Cómo se llamaban sus padres?

 

            María Isabel Castillo, mi madre, y Félix Gómez Hermosa, mi padre; yo llegué un 6 de marzo en la casa de la calle Alberdi entre Jejuí y Manduvirá, sexto hijo varón de un total de ocho hermanos, dos mujeres y seis varones.

 

            ¿Cómo se llamaban sus hermanos?

 

            Pastor, Antonio, Ramón, Andrés, Gregorio, Celina, Cristina.

 

            ¿A qué se dedicaban sus padres?

 

            Mi madre, una brillante ama de casa y mi padre era tropero, venía con tropas de Caapucú arreando los animales hasta llegar a Asunción; el trayecto que ellos realizaban era bastante pesado, y lo hacían en tiempo de verano como de invierno.

 

            Trabajo difícil... ¿Qué se hacía en esa época?

 

            Era difícil, pero sucedían algunas cosas jocosas y otras no muy alegres. En un caso arreando tropas salieron con un tiempo bastante cálido, viniendo por el camino les tomó una llovizna que fue convirtiéndose en un día frío, pero mi padre no se preocupó de eso, pensando que iba a mejorar el tiempo; como no trajeron ropas de abrigo, ni para llovizna, se quedaron bajo un árbol grande, hasta que pasó la lluvia. Un compañero de mi padre le preguntó: Ndé, Félix, nandero’y’í piko y mi padre le respondió Marâpiko chero'yta sí ndarekóiva la amondevarâ.

 

            ¿Era otra época?

 

            Sí, yo pude gozar de un hogar estable donde viví los mejores momentos de mi infancia.

 

            ¿Su padre fue siempre tropero?

 

            No, mi padre ocupó luego un cargo en un conocido comercio de ramos generales de aquella época La gran Casa Francesa.

            Era responsable y muy puntual, así se ganó la consideración del propietario, quien le designó en la sucursal en la ciudad de YPACARAI.

 

            ¿Ahí inicio sus estudios primarios?

 

            Efectivamente, allí se iniciaron mis estudios primarios, en 1924.Y los terminé en Asunción en la Escuela República del Brasil.

 

            Su infancia debe estar llena de anécdotas     escolares... ¿quiere contarnos alguna?

 

            Estando en la escuela normal en 4º grado, mí profesora Julia Alonso iba a ser trasladada a otra institución, y como nosotros apreciábamos mucho a nuestra profesora, decidimos entre los compañeros hacer un boicot a la maestra que tenía que suplantar: Llevamos en nuestra cartera que se usa para llevar el cuaderno, maíz y cañíto del mamón (ramitas de las hojas) que tiene un agujero, también se usaba para hacer burbuja de jabón... al llegar la maestra suplente y al irse al pizarrón, le tiramos entre todos los compañeros el maíz, y en vista de que hacía imposible dar clase, entonces llamó a la directora, y ésta al ver el aula llena de granos de maíz, nos advirtió que al día siguiente teníamos que ir con nuestros padres a la escuela, o nuestro hermano mayor.

            Cada uno fue con su respectivo padre; yo fui con mi hermano porque mi papá era viajante de comercio y no estaba.

            Un compañero estaba muy preocupado y triste, y le preguntamos qué le pasaba y era porque tenía que contarle a su papá el problema ¡Dios mío lo que me espera! -exclamó. ¡Los cintarazos que voy a ligar!

            En la esquina de la escuela normal había una parada de taxis, y un chofer era amigo de la familia de un compañero. Decidimos pedirle que vaya con el compañero del problema como si fuera su padre.

 

            ¿Los profesores no conocían a los padres de los alumnos?

 

            Este fue un caso especial; se dieron ciertas circunstancias que permitieron esta situación.

 

            Siga contándonos la anécdota...

 

            ¿Y cómo hacemos? - dijo el compañero. Tuvimos que pagarle algunos pesos al taxista; entre todos juntamos el dinero que teníamos para el recreo y le pagamos para hacer el personaje de papá de nuestro compañero. Al día siguiente se presentó como su padre, vistiendo traje y corbata.

 

            ¿Qué pasó entonces?

 

            La directora le explicó la indisciplina en la que incurrió su hijo en clase y que no vuelva a ocurrir. Y el chofer, interpretando el papel de padre, empezó a darle pinchazos y a pegarle al chico. La directora, preocupada por la agresividad del padre, le dijo: Señor, ¿por qué no va a su casa y soluciona el problema con su hijo?

 

            Recibió más castigo de lo esperado, ¿y Uds. ?

 

            En fin... todos recibimos nuestra reprimenda de hermanos y padres que fueron a acompañarnos.

 

 

 

 

            ¿Los estudios secundarios dónde los hizo?

 

            Cuando terminé mí educación primaria, pasé al Colegio "Comercio 1" turno tarde, bajo la dirección de don Alfonso B. Campos.

 

            ¿Su familia se trasladó a Ypacaraí ?

 

            Nos trasladamos a YPACARAI una parte de la familia, papá, mamá, algunos de mis hermanos; otros quedaron en Asunción con mi hermana mayor.

 

            ¿Fue su hogar por algunos años ?

 

            Mi padre volvió por un tiempo a la ciudad de Asunción ya que el comercio en el cual trabajaba dejó de funcionar, luego volví con mi familia, pues mi padre estando en Ypacaraí conoció al Sr. Florentín Estigarribia, quien le propuso en aquel entonces abrir

un hotel en dicha ciudad, trabajó por algún tiempo en Ypacaraí, ya que por entonces aparecieron varios hoteles y dejó de ser rentable.

 

            Y luego, vuelta a Asunción...

 

            Al volver a Asunción, retomó su actividad de viajante de comercio (aquel que llevaba los muestrarios de la mercadería); trabajó muchos años en ese rubro, hasta que su sobrepeso le impidió seguir viajando.

 

            ¿Qué pasó entonces…?

 

            Instaló un almacén en la calle 14 de Mayo y Jejuí; tenía yo doce años y vivíamos cerca de la plaza Italia. En ese almacén de la familia fue donde trabajé como mozo, era un punto de encuentro casi obligado los días jueves para los parroquianos que iban a presenciar la retreta del atardecer, a cargo de la banda de Policía.

 

            ¿Qué se bebía?

 

            El Manzané era la bebida preferida de aquel tiempo (gaseosa de dulce sabor).

 

            ¿Fueron buenos años?

 

            ¡Los mejores! Éramos una familia medía sin muchas necesidades, muy unidos; mis hermanos trabajaban y estudiaban; el mayor de mis hermanos se llamaba PASTOR y fue ingeniero, RAMÓN, CRISTINA, ANDRÉS fueron contadores, casi todos tuvieron títulos. Siempre tuvimos el apoyo de nuestros padres para todo lo que iniciábamos.

 

            Y sus años de adolescencia ¿cómo fueron?

 

            A los quince años ya cursaba el colegio al tiempo que trabajaba de ordenanza en la Dirección General de Estadísticas.

 

            ¿Cuál era su conducta como funcionario público?

 

            Decían que era muy puntual y muy dedicado al trabajo. Y aún hoy sigo siendo puntual y muy dedicado en todo.

 

            ¿Qué hacían como diversión?

 

            En aquel tiempo los sábados a la tarde y los domingos a la mañana jugábamos fútbol en el barrio. También íbamos al cine, pero las películas que veríamos debían ser conocidas de antemano por nuestros padres. Eran las versiones de charles Chaplin o las de cowboys con Kuster Keaton.

 

            ¿Una juventud sana, sin violencia..?

 

            Tuve a los 15 años mí enfrentamiento con el dolor y la violencia. En el año 1932 en fecha 23 de octubre, participé de la manifestación estudiantil frente al Palacio de Gobierno, reclamando como uno más al presidente José Patricio Guggiari una actitud más enérgica y patriótica con relación a la presencia boliviana en el chaco paraguayo.

 

            ¿Quiénes estaban en esa manifestación frente al Palacio?

 

            Estaba el estudiantado en pleno, encabezado por políticos, principalmente colorados como Guaranta, Montanaro. Llegamos hasta donde es ahora última Hora; era el diario El Orden, Yo iba con Carlos Martínez, un integrante de la familia de Alberdín.

 

            ¿Sintió las ráfagas?

 

            Yo iba un poco apartado, porque llevaba el tubo de hierro al hombro, que era para tocar en las esquinas y que la gente se adhiriera a la marcha.

            Yo estaba aislado de la gente que ya llegaba a las escaleras del palacio donde hileras de militares resguardaban la entrada. Había una ametralladora en la azotea que apuntaba al Ministerio de enfrente, de lejos veo que la ametralladora dirige su mira apuntando hacia el grupo. Me dijo mi compañero: Jaguéke, Jaguéke, porque las balas iban a comenzar a sonar hacia nosotros e ingresamos en el Ministerio que estaba enfrente...

 

            ¿Vio caer a sus compañeros...

 

            Es difícil decir quién cayó a consecuencia de las balas o se tiró al piso al sentir las ráfagas; nosotros vimos a los compañeros caer desde lejos, desde el Ministerio observé que todos se precipitaron al piso rápidamente.

 

            ¿Y los días siguientes a la masacre?

 

            Yo era muy jovencito, y mis padres me prohibieron salir los siguientes días, ni asomarme me dejaron.

           

            ¿Supieron de su participación en la masacre?

 

            Se dieron cuenta; tengo una anécdota de esa ocasión: me habían comprado zapatos nuevos, lustrosos, entonces, una piedra que tiraron cayó sobre uno de mis zapatos estropeando la punta brillante (redondeada). Al llegar a casa  mi padre me pregunta dónde estropee de esa manera mis zapatos nuevos. Y al tratar de responderle, evadiendo la pregunta y solo atiné a decir me tropecé y mi padre me dijo ¡qué grande era la piedra que te tropezaste! Ahí tuve que declarar y contar la verdad y ahí ya mis padres no me dejaron salir ni al portón los días siguientes. También me vio al inicio de la marcha un tío mío, hermano de mi mama que me dijo: ¿Qué estás haciendo acá?. ¡Vaya para su casa!. Yo me fui, di la vuelta la manzana y volví a incorporarme a la marcha. Ese tío, días después fue a mi casa y les conto a mis padres mi participación ese día.

 

            Para la contienda del Chaco, ¿se enrolo?

 

            Cuando cumplí 17 años, en 1934, la Guerra del Chaco estaba en pleno desarrollo, usaba aun esos pantalones cortos, por la rodilla, ta’yra Kasôle decían, pero era tan alto como ahora.

            Quería participar, pero no quería ser reclutado y como físicamente representaba mas años de los que tenia, mi hermano mayor (Ramón, Teniente Segundo de Administración) me acompaño a presentarme.

 

            ¿Y le permitieron que usted se enrolara?

 

            Como tenía estudios de Contabilidad como alumno del Colegio Comercio Nº 1 me valió para ser personal de administración, alternando como telefonista del Fortín Camacho.

 

            ¿Cuánto tiempo estuvo en la contienda?

 

            Tras un año en el escenario chaqueño y luego de cumplir 18 años regresé a la capital.

 

            Debieron ser años difíciles para ser joven, para tener sueños.

 

            Nuestra manera de ver la guerra, participar y seguir con nuestras vidas al término era muy diferente de los que perdieron familiares o quedaron tullidos.

 

            ¿Cómo fueron sus años de posguerra en el Chaco?

 

            Después de la guerra, por la mañana trabajaba y por la tarde practicaba fútbol en el Club Nacional (4ª. División) luego jugué en mi querido club Cerro Porteño, donde pude jugar algunos amistosos en la División. Recuerdo algunos compañeros de aquella época, como el golkíper Balbuena, back izquierdo 'Cachi' López, halve Cayetano Ré (padre), halve centro Hutemann, halve izquierdo Benegas, wines Vera, Flor y Osorío.

 

            ¿De qué jugaba?

 

            Era back derecho. Tuve que abandonar el fútbol por prescripción médica; perdía mucho líquido y peso al término de cada partido, llegando a una delgadez importante.

 

           

 

 

            ¿Sintió mucho dejar el fútbol?

 

            Me gustaba realmente y me apenó mucho cuando el médico me dijo que por el tipo de metabolismo no asimilaba lo suficiente y en las prácticas y en los partidos perdía muchos nutrientes y líquidos que no los recuperaba después,

 

            ¿Qué hizo después?

 

            Al dejar Cerro porteño, fui llamado por mí hermano Antonio al pueblo de Caballero donde era gerente de la desmotadora de algodón Clayton; era para trabajar y a la vez jugar el fútbol en ese pueblo. Acepté porque las exigencias en la parte física no eran muchas. Así llegué a jugar en el deportivo Caballero.

 

            Y un día vuelve a Asunción...

 

            Volví a Asunción, tenía 22 años.

 

            ¿Cómo sigue su vida?

 

            Trabajé en distintas instituciones, entre ellas la Compañía Americana de Luz y Tracción (CALT, hoy ANDE), la Administración Nacional de Navegación y Puertos (ANNP). Fui despedido de CALT porque en horario de oficina me escapaba para ir a los ensayos que se hacían en el Ateneo Paraguayo; es más, tengo el orgullo que de todos mis trabajos fui despedido.

 

            La vida de un joven soltero, ¿cómo era entonces?

 

            Era el tiempo en que abrigaba la intención de tener novia; una época en que la educación de los hijos era muy diferente a la de hoy por el respeto casi reverencial a los padres y la disciplina dentro del hogar, lo que se reflejaba luego en el comportamiento social de cada uno. Era muy difícil conquistar a una joven de quien uno gustaba.

            Nosotros también éramos muchachos juiciosos, de familia, todos trabajábamos y a fin de mes, al cobrar, les entregábamos el sobre completo a nuestras madres. Ore sogué; ¡qué esperanza hacerte del callado con tu sueldo, aipó reñongatuguasú!

 

            ¿No disponían de su dinero?

 

            ¡No! Nuestras madres abrían el sobre, revisaban el monto y nos daban para el cine y para otros gastos del mes. Era imposible pensar en llevarlas a un club, al Sajonia o al Mbiguá.

 

            ¿Cómo se acercaban a las muchachas?

 

            Era bien difícil acercarse a una joven, conocerla, cortejarla. Las señoritas no salían a la vereda, ni tampoco pasaban las tardes en la ventana mirando la calle; el sentimiento hacia una joven nacía de las miradas, de las pocas veces que uno se cruzaba con ella en la calle, pero los dos sabían del interés mutuo. Sabíamos que era nuestra novia, decíamos che chica, porque en los sentimientos no mandan los padres, la época, sino manda el corazón, el alma, algo superior y eso ya lo sentíamos con Malva.

 

            ¿Pero alguien tuvo una idea ingeniosa?

 

            Fue un amigo del barrio quien tuvo la idea de formar un Centro Social, Deportivo y Recreativo, organizar reuniones bailables los sábados a la tarde con grabaciones musicales de la época y de esa manera tener la oportunidad de encontrarnos más seguido con nuestras pretendidas.

 

            ¿Así de ingenioso y de fácil?

 

            No tanto. ¡Para que exista el Centro Social y que sus hijas formaran parte del mismo, dependía de la aceptación de los jefes de familia!

 

            ¿Como lo lograron?

 

            En el barrio vivía el paisajista y decorador don Tomás Núñez, muy apreciado en el barrio por su integridad moral y dedicación al trabajo.

            Los muchachos le explicamos la idea y le pedimos su presencia y compañía para convencer a los demás jefes de familia para que sus hijas puedan integrar el centro y organizar tertulias los sábados y domingos. Así nació el centro con el nombre de Destellos Juveniles, llegando a funcionar con mucho éxito.

            Inclusive en los bailes que organizábamos, siempre estaba presente la madre, vigilando, y cuando nos aproximábamos a una jovencita con la intención de sacarla a bailar, primeramente se debía pedir permiso a la madre, si ella lo otorgaba, se podía bailar hasta dos piezas, porque a la tercera debía cambiar de pareja. Pero también nos ingeniamos para salvar ese inconveniente, acordábamos con un amigo que la primera pieza la sacaría el interesado, la segunda el amigo, y la tercera nuevamente el interesado en la joven.

 

            ¿Qué otra actividad desarrolló el club?

 

            Llegamos a formar equipos de fútbol, competíamos los famosos barrio contra barrio. Posteriormente, don Tomás Núñez (con el tiempo mi suegro) que había sido actor de una compañía en su juventud, sugirió formar un elenco teatral porque él veía en los jóvenes predisposición para el efecto, y de esa forma organizar las famosas veladas.

 

            ¿Cómo eran las veladas?

 

            Consistían en números artísticos compuestos de dos partes, la primera incluía cantos, danzas, recitados y monólogos, y en la segunda se desarrollaban comedias reideras de un solo acto, con el ánimo siempre de divertir a la gente del barrio. Esto sucedía en el año 1939, hasta 1940. Los torneos de fútbol y las actividades artísticas y los bailes se realizaban con mucho éxito.

 

            ¿Quién más surgió de este semillero actoral?

 

            Aníbal Romero (actor/escritor) también surgió de estas famosas veladas de Destellos juveniles él, se acopló a nuestro grupo y formó parte del elenco llegando a constituirse en mi más grande amigo personal. En ese tiempo llegó al país, proveniente de España, el director de teatro don Fernando Oca del dalle y coincidentemente se fundaba el Ateneo paraguayo, quien hizo un llamado a los jóvenes con interés de formar parte de una compañía de teatro.

 

            La convocatoria les vino en el momento justo... ¿cómo se enteran?

 

            Don Tomás Núñez leyó en los periódicos la convocatoria y lo puso a conocimiento de los actores de Destellos Juveniles. La intención era llegar a hacer un teatro más profesional, lo cual requería inscribirnos en el Ateneo Paraguayo.

 

            ¿Y todos se interesaron?

 

            ¡Sí! Casi la totalidad del grupo se inscribió, luego el director del Ateneo llamó a una reunión a los seleccionados y personalmente nos tomó una prueba que denominaban de capacidad y talento. Fuimos examinados para finalmente ser aprobados satisfactoriamente todos los que fuimos de Destellos juveniles, en total diez fuimos los inscriptos.

 

            La nueva Compañía del Ateneo, ¿dónde y con qué obra debutó?

 

            El debut de la compañía se dio con la obra cuyo título era La fuerza bruta una comedia de Jacinto Benavente. Esto sucedía el 28 de mayo 1941 en el Teatro Municipal.

 

            ¿Recuerda el papel que le tocó?

 

            Era Mr. Henrick, era un animador de una pista, el que anunciaba los números que se presentaban. Ese fue el primer papel que desempeñe como actor.

           

            ¿Y cómo fue la aceptación del público?

 

            Nuestro primer público fueren los vecinos, nuestra propia familia y como es normal y con el tiempo, la compañía obtuvo el éxito esperado para luego ir estrenando obras de mayor relieve para el gusto del público.

 

            ¿Y se fueron haciendo buenos actores?

 

            Cuando don Fernando Oca del Valle encaró el grupo como una compañía, comenzamos a tener gente. Hicimos Amores y amoríos, Los malhechores del viento. Llegamos a tal punto que el Embajador boliviano que fue a vernos le sugirió al Presidente del Ateneo enviar la compañía a Bolivia a actuar. Justo cuando estábamos por viajar vino la Revolución del 47 y se frustró todo.

 

            Nos cuenta algo de su vida personal... ¿al final se puso de novio con la hija de don Núñez?

 

            ¡Claro! y por muchos años. Entonces hacíamos todo con calma, con tiempo, sin la prisa de hoy; podíamos esperar días para volver a vernos.

 

 

 

 

            ¿Y se casó con ella?

 

            Después de muchos años de noviazgo, en 1941, a la edad de 24 años, contraje nupcias con Nelva Núñez. Fuimos una gran pareja, un buen matrimonio, que compartimos casi 50 años de vida juntos.

 

            ¿Cuántos hijos tuvo?

 

            Un solo hijo llamado Carlos Eduardo; tengo dos nietos, Carlos Luís y Rocío, quien me dio dos bisnietos: Alexander Sebastián y Sofía felón,

 

            ¿Cuándo se inicia su carrera como actor profesional?

 

            ¿Quieres saber cuando comencé a cobrar como actor o cuando comencé a ser un profesional de las tablas? No es lo mismo; ser profesional no pasa por el dinero, podía no ganar, pero ya era un profesional. Hoy día todo se mide por la capacidad de ingreso, pero las actividades del hombre no se deben medir por el dinero, sí no por su profesionalidad y por su dedicación.

 

            ¿Alguna vez hizo teatro en guaraní?

 

            Una experiencia interesante y mi primer trabajo con Ernesto Báez. También actuó Aníbal Romero. Fuimos los tres invitados y contratados por Julio Correa, verdadero creador del teatro guaraní, para hacer una temporada en su compañía con una obra de su autoría titulada Karaí Eulogio.

 

            ¿Quíénes actuaban?

 

            Don Julio Correa, Georgína de Correa, Elizarda Rodas y la gran primera actriz Mirna Veneroso, y los actores Ernesto Báez, Aníbal Romero y Carlos Gómez.

 

            ¿Cual fue la respuesta del público?

 

            Después de la temporada en el Teatro municipal Ignacio A. Gane, la obra Karai Eulogio se tuvo que trasladar a otro lugar para seguir siendo representada debido al gran éxito que obtuvo.

 

            ¿Qué siguió después?

 

            Luego de esta obra, prosiguió Toribio en apuros, cuya autoría también pertenece a Correa.

            A los actores que estábamos trabajando, decía don Julio Correa: El escenario debe ser un espejo donde la gente se mira y se descubre.

 

            ¿Y es así, don Carlos..?

 

            Es que hay personajes de una obra, en que la gente se ve reflejada, se identifica, y a los actores también nos pasa lo mismo con algunos personajes.

 

 

            ¿Qué pasó después...?           

 

            Terminada la temporada con don Julio, volvimos todos al Ateneo Paraguayo.

 

            ¿Cuáles fueron las siguientes obras?

 

            -Nuestra Natacha de Alejandro Casona.

            -Amores y amoríos de los hermanos Álvarez-Quintero; esas actuaciones fueron hasta el año 1947.

 

            ¿Qué pasó entonces?

 

            Se produjo la Revolución de 1947, y tuvimos que migrar a Buenos Aires con Ernesto Báez y Emigdía Reisófer. Ernesto, Emigdia y yo hacíamos un equipo sólido de trabajo luego de la temporada de La fuerza bruta, en la compañía del Ateneo. Cuando llegamos a Bs.As. nos acercamos a Jacinto Herrera, que ya estaba radicado allá y trabajaba con actores y actrices del medio.

 

            ¿Cómo fue llegar a la gran ciudad, a Buenos Aires?

 

            Jacinto Herrera tenía un representante teatral de apellido Mazza, y fue quien consiguió un teatro para representar obras paraguayas habladas en español. Fue así que un grupo de paraguayos  - nosotros - dirigidos por Jacinto Herrera, llegamos a actuar en el teatro Apolo que estaba en la calle Corrientes. Las obras eran representadas solamente los días lunes, pues eran días de descanso de las compañías argentinas que estaban de temporada.

 

            ¿Había público para el teatro con actores paraguayos?

 

            En esos años hicimos varias presentaciones para los paraguayos que emigraron a ese país. Ese siempre fue un buen público.

 

            ¿Qué obras hicieron?

 

            Las obras paraguayas fueron La familia Quintana y A la sombra del ingá escritas en castellano por Ernesto Báez. Gracias al éxito obtenido, Mazza, el representante de Jacinto, nos consiguió plaza para actuar en El gran Buenos Aires y en las principales ciudades del interior como Rosario, Tucumán, Santiago del Estero.

 

            ¿Cuánto tiempo de actuaciones?

 

            Tuvimos presentaciones hasta el 48, año en que decidimos volver al Paraguay. Primeramente hicimos las averiguaciones en la Embajada paraguaya en Buenos Aires; preguntamos sí podíamos volver al país sin ser molestados. La máxima autoridad nos dijo que podíamos volver sin ningún inconveniente.

 

            ¿Cómo fue ese retorno?

 

            Fue oportuno y bueno, porque ya habíamos conversado Ernesto, Emigdía y yo de formar una compañía en Asunción, y al llegar constituimos el rubro Báez-Reisófer-Gómez. Esta compañía tuvo grandes éxitos que incluso continuaron luego del trágico fallecimiento de Emigdia Reisófer. Su muerte fue un golpe grande para nosotros; luego fueron otros actores y actrices que se incorporaron y colaboraron, pero nadie como Emigdia.

 

            Mario Halley  Mora fue el autor de casi todas las obras que representaron a partir de ahí.

 

            Él se constituyó en el autor de casi todas las obras representadas por la compañía Báez-Reisófer-Gómez, "Mbarete Ruvicha", "El ímpala", "El comisario de valle lorito" "La noticia".

            Mario, él fue un escritor que tenía la particularidad de escribir obras con diferentes estilos, tanto para la compañía BRG, para los Compadres y para puestas del Ateneo.

 

            ¿Cuánto tiempo trabajaron juntos?

 

            La compañía se mantuvo unida por más de medio siglo, entre la década del 50 fuimos llamados nuevamente a Bs. As. por el señor Mazza, nuestro anterior representante. Era para conformar una compañía argentino - paraguaya para recorrer nuevamente el interior de la Argentina, pero con más duración que la anterior; la compañía sería con el rubro MARIA ESTER PODESTÁ-RICARDO RUFA/ ERNESTO BÁEZ - CARLOS GÓMEZ - EMIGDIA REISÓFER – D’ALIPI y otros.

 

            ¿Se volvieron a Bs. As.?

 

            Repasamos y nos pusimos en marcha, ensayamos la obra que teníamos que presentar en la gira: "Casarse con una viuda…    Qué cosa peliaguda", "Payucamos zonzo" y "No hay suegra como la mía". Esta primera no nos llevó mucho tiempo de ensayo, porque la Compañía Báez-Reísófer-Gómez ya la había estrenado aquí en Asunción.

            Las otras dos obras     las ensayamos durante la gira.

 

            ¿Cómo resulto la gira?

 

            Sucedió algo que no estaba en nuestros planes.  El representante, el señor Mazza, recibió la noticia de que, por el momento, las presentaciones pendientes en distintas ciudades quedaron suspendidas hasta nuevo aviso.

            El drama fue que quedamos sin trabajo y con pocos recursos económicos para subsistir y aguardando el nuevo avisa para realizar la gira.

 

            ¿Y cómo hicieron para sobrevivir?

 

            Como conocía la profesión de encuadernador, recurrí a los avisos de los diarios buscando la posibilidad de trabajar en algún taller de la especialidad. Encontré inmediatamente y me presenté a una empresa que necesitaba encuadernador, me hicieron una prueba de rigor.

            Y di aceptado como tal. El jefe de taller era un alemán de apellido Hangs, él me preguntó que sabía hacer, su pregunta me extrañó. Le dije: encuadernador; el alemán me repitió la pregunta varías veces, y siempre le respondía: encuadernador. Ya nervioso, me preguntó casi gritando: ¿Qué parte del libro sabe hacer?  Ahí me di cuenta de que cada profesional argentino hace solo una parte del libro, es decir, puntera, lomo, tapa, coser... Le respondí: En mi país nosotros hacemos todo el libro completo. Entonces el alemán entendió mí respuesta, como aprendió con el tiempo a tomar el tradicional tereré, que al comienzo no le gustaba, pero con el calor reinante, sentía que el tereré lo reconfortaba.

            En esa época, trabajando en la empresa del alemán, por las noches ensayaba con la compañía, trabajé de encuadernador por dos meses, hasta el momento en que recibí la noticia de que se iniciaban las giras por el interior, que duró poco más de tres meses con excelentes resultados.

 

            Al término de la gira en Argentina, ¿qué hicieron…?

 

            Terminada la gira volvimos a Asunción a reorganizar nuevamente la compañía Báez-Reisófer-Gómez y volver al Teatro Municipal con obras de Mario y Ernesto.

 

            ¿Fue una buena experiencia el trabajo en la Argentina?

           

            Dejó crecimiento actoral, amigos y un gran compromiso; es así que en la década del 50, como agradecimiento a la señora María Ester Podestá, actriz de larga trayectoria y directora de primera categoría, pionera del teatro argentino, decidimos con Ernesto y Emigdia invitarla a Asunción para encabezar la compañía y representar las obras que hicimos en aquella gira.

 

            ¿Qué obra hicieron y cuál fue la respuesta del público asunceno a la presencia de una actriz argentina?

 

            La obra fue "Payucamos zonzo" que ya la habíamos hecho en Bs. As. La temporada con esta famosa actriz fue de total aceptación del público asunceno. Terminado el ciclo con María Ester Podestá, ella regresó a su país para seguir actuando allá.

 

            ¿Con que obras siguió el elenco Báez-Reisófer-Gómez, al termino de esa temporada?

 

            La Compañía ensaya nuevas obras para futuras presentaciones, y fuimos poniendo en escena, primero obras de Ernesto Báez, como "La familia Quintana", "La señora del ministro" "A la sombra del ingá", "La tierra es de todos" y luego de otros autores.

 

            ¿Fueron obras memorables     el famoso elenco...?

 

            Sí, recuerdo que con el estreno de la obra "La señora del ministro" sucedió algo que tuvo un aspecto político hasta si se quiere desagradable. Al día siguiente del estreno de esta obra, y viendo que el contenido de la obra era una sátira política, siendo presidente de la época Natalicio González, sus adherentes decidieron ocupar íntegramente un sector del Teatro Municipal que popularmente era conocido como "paraíso", y ellos reaccionaron contra nosotros, los actores, cuando decíamos las partes muy urticantes. Lo hacían con la famosa hondita de goma, usando como bala la fruta de naranjita, también tiraban bolsitas de pimienta al público que se encontraba en la platea.

            Que situación difícil… ¿qué hicieron, a quien acudieron?

 

            Recurrimos a las autoridades policiales, quienes nos dijeron que ellos no tenían orden de intervenir en el teatro. Es decir, estábamos solos ante el problema.

 

            ¿Y entonces?

 

            Lastimosamente, el espectáculo tuvo que suspenderse por esa noche, y luego decidimos dar por terminada la puesta y toda la temporada.

 

            Aparte de teatro, ¿qué más hicieron…?

 

            En esa época incursionamos en la radio ZP3 RADIO TELECO; fue la elegida; una de las más importantes de aquellos tiempos.

 

            ¿Llevaron el humor a la radio?

 

            Y fue con uno de los programas más cómicos y de más aceptación hasta la fecha, "La pensión de Doña Liga", escrita por Néstor Romero Valdovinos.

 

            ¿Cuál era el formato?

 

            Era totalmente futbolístico, relacionado con la primera división de honor, compuesto por Ernesto Báez (Cerro Porteño), César de Brix (Olimpia), Leandra S. Cacavelos (Guaraní), Aníbal Romero (Libertad), Carlos Gómez (Luque), Esteban Hachón (River Plate), Emilio Araujo (Atlántida);

 

            ¿Qué día se emitía, a qué hora?

 

            Los lunes en el horario central de la noche. Fue un espacio radial muy divertido que estuvo en vigencia por muchos años. Nos reuníamos de mañana en la emisora para leer los libretos.

 

            Ya que hablamos de radio, ¿quiénes eran en esa época los locutores de moda, los mejores, los más conocidos?

 

            Grandes y reconocidos locutores no había; el locutor de antes no era un hombre que se lucía, que era más estrella que el entrevistado como actualmente es. Era más anónimo, cumplía con su tarea nada más. A quien más recuerdo es a Humberto Rubín y Alberto Lares.

 

            ¿Cómo se llega al cine a su carrera actoral?

 

            Ya estando en RADIO Teleco, recibí una llamada telefónica de Herminio Giménez, que en ese momento se encontraba en Paso de la Patria - Argentina, y estaba participando de un proyecto de filmar la película "Alto Paraná"; Herminio me dijo que fuera hasta allá, porque había un papel en esa película, el cual yo podría caracterizar.

 

 

 

            ¿Dejó la "Pensión de Liga?

 

            Como era parte de la compañía con Ernesto y Emigdía, les conté de la proposición de Herminio; ellos comprendieron y me permitieron viajar para participar de ese trabajo.

 

            ¿Y se puso en camino para hacer cine era Argentina…?

 

            Fui a Paso de la Patria (Corrientes), ahí Herminio me presentó al productor de la película y éste al director, así pasé a integrar el grupo de actores de la película "Alto Paraná".

 

            ¿Era un papel importante?

 

            El personaje que tenía que hacer era un agente de policía, con muy poca importancia, pero en el reparto había un personaje significativo, o sea, el segundo del protagonista; era el Cabo Leiva. Lo tenía que encarnar un actor argentino que vendría de Bs. As. Sucedió que este actor no pudo venir, entonces me hicieron una prueba para hacer el papel.

 

            Evidentemente, el papel fue suyo...

 

            Gracias a Dios, la prueba fue del agrado del director, pude interpretar  uno de los personajes principales de la película.

 

            ¿Quiénes formaban el elenco…?

 

            Ubaldo Martínez, Nelly Dugan, María Aurelia Bísutti, Jorge Hilton, Carlos Gómez, Ramona Galarza, con música de Herminio Giménez.

 

            ¿Cómo se realizaba un rodaje en aquellos años?

 

            Era muy diferente a lo que debe ser hoy día la filmación de una película. Filmábamos de lunes a sábado hasta el mediodía. Las tardes de sábado y los domingos teníamos libres, pudiendo escoger entre visitar Corrientes o quedarnos en Paso de la Patria a pescar o por la noche al baile donde concurrían las chicas del pueblo.

            Así, todos, a la semana, ya teníamos una "amígovía". La comunicación con las chicas del pueblo no era fácil; el guaraní nuestro con el guaraní correntino era diferente, y más aún con el lenguaje del "porteño", pero aun así todos estaban pendientes de la llegada del sábado…

 

            Me habló del reconocimiento de APA; habrá recibido muchos galardones en toda su carrera…

 

            Si, recibí muchas muestras del cariño y el respeto de la gente, de las autoridades y de los amigos. La Condecoración de la Orden Nacional al Mérito en el Grado de Comendador, fue un reconocimiento a mi trabajo que me impresionó mucho.

 

           

 

            ¿Quién le otorgo..?

 

            Fue durante la presidencia de Juan Carlos Wasmosy, pero involucra una distinción de mi país, representado por la máxima autoridad que en ese momento era Wasmosy.

 

            ¿Fue el único condecorado en esa ocasión…?

 

            No, éramos varios; de teatro estábamos Ernesto Báez y yo; además estaban otros por distintas disciplinas del arte...

           

            ¿Qué sintió en ese momento…?

 

            Cuando el Presidente Wasmosy me coloca la condecoración, marâpa rombotavýta, aryryipaite; se me aflojaron las bisagras, como dicen los argentinos, y no sabía qué decir. Quería agradecer, pero no podía articular palabra. Era una emoción extraña, muy distinta a las emociones sencillas, naturales que suelo recibir. Fue un gran honor para mí.

 

            ¿Otros reconocimientos que ha recibido?

 

            Del Congreso Nacional, recibí el "Maestro del Arte", por la trayectoria, los trabajos que hice, por el tiempo que trabaje, los años que tengo y aún sigo en el camino del arte, esos fueron los méritos por los que decidieron nombrarme Maestro del Arte.

 

            ¿Fue el Congreso el que lo nombró Asesor…?

 

            Fue el Dr. Carlos Filizzola, cuando era Presidente del Congreso; se interesó por mi situación, se informó de la posibilidad de un emolumento mensual, y encontró que la única posibilidad era nombrarme Asesor del Centro Cultural de la República - El Cabildo.

            Le aclaré al Dr. Filizzola que no sirvo para estar sentado en una oficina, por lo que de vez en cuando asisto al Cabildo por si necesitan de algún tipo de asesoría de mi parte. No te olvides que yo tengo el honor de haber sido despedido de todos los empleos que tuve en mi vida porque no era bueno para la burocracia.

 

            ¿Otros premios que recibió?

 

            Recibí una Mención de gratitud y Reconocimiento del Instituto de Educación Superior Ateneo de Lengua y Cultura Guaraní, tengo el diploma con la firma de Virgilio Arévalo y David Galeano. Fue en Villeta en Octubre de 2006.

            Fui nombrado HIJO DILECTO de la Ciudad de ASUNCIÓN, por la Municipalidad de Asunción, cuando era Intendente el Dr. Martín Burt, por la labor artística desplegada durante tantos años.

            Recibí el premio LOS PERSONAJES DEL AÑO, 5ª. edición, merito a mi trabajo, que entregaba el Grupo La Opinión, Cartelera, y Santa Mónica. Fue en 1997.   Una Mención de Reconocimiento al mejor exponente del teatro paraguayo y al elenco de La Voz de VIANEY.

 

 

            Tantos…

 

            Si, y faltan aún más…

            De la Municipalidad de Itauguá, una distinción, en abril de 1998.

            El CEPATE,   me concedió por mis 61 años de arte teatral en pro de la cultura del país un pergamino distintivo. Esto fue en junio de 1998.

            Me otorgaron el Premio JULIO CORREA por mi labor en el teatro nacional, fue la Gobernación del Departamento Central. Quien me hizo entrega fue el Dr. Federico Franco; fue el año pasado, en la primera edición.

            El reconocimiento "Don Folclore", por mis bodas de oro con el Teatro Nacional, me entregaron Diana Barboza, Yberá y Don Agustín Barboza, en 1986.

            Fui distinguido con el premio Arturo Alsina, como mejor Actor de Reparto de 2003.

            Me concedieron un reconocimiento político, "La Distinción Patriótica Rafael Franco", del Partido Revolucionario Febrerista, en junio del 2007.

            Por mis 64 años de labor, de un grupo de artistas nacionales, recibí un pergamino de reconocimiento, del que el firmante era Juan Carlos Díaz.

            Un Homenaje por mis 66 años de vida teatral tuve la satisfacción de recibir de Salemma.

            Los organizadores del conocido Festival del Tacuare'ê, me hicieron entrega una distinción por el aporte cultural de mis años de trabajo, está firmada por Alfredo Vaezken, Fredy Vaezken y Carlos Navarro, en noviembre de 1990.

            Recibí un Diploma de Distinción de la Asociación Nacional de Autores Paraguayos, de abril de 1986.

            El dentro Multiarte me entregó un reconocimiento en junio del 2000.

            Y aquí tengo otro premio muy valioso para mí, no es un premio precisamente sino un pergamino de gratitud, del "Festival de la Vida" que se organizó y participé en beneficio de Leticia Díaz. Era la niña que recibió de un donante un corazón para seguir viviendo. Muy emotivo y tan o más válido que otros galardones que he recibido.

 

            ¿Hace poco tiempo recibió un nuevo reconocimiento...?

 

            Fueron los Concejales de la Junta Municipal de Asunción, Hijo Dilecto de la Ciudad de Asunción, en julio de este año 2007.

 

            Lo vi muy emocionado ¿o era solo efecto del frio?

 

            Sí, estaba emocionado. Yo tengo una frase que refleja lo que pienso y siento. La prensa, la crítica y la gente dice: "Buen actor" de un profesional solvente. Yo, en cambio, quiero que me recuerden no como un "buen actor", sino como un "actor bueno".

 

            Como hombre bueno, ¿ha tenido enemigos a lo largo de su vida...?

 

            No, gracias a Dios, nadie nunca me agredió, nunca a nadie he ofendido. No he tenido ni tengo enemigos.

 

           

 

 

            ¿Detractores en el ámbito teatral...?

 

            Tampoco, porque estoy seguro de que nada hago para descalificar el trabajo ajeno.

 

            ¿Cómo se logra no tener enemigos ni detractores a lo largo de toda una vida...?

 

            Y siendo como uno es, natural. Es muy difícil ser malo; para serlo, tenés que pensar, elucubrar, ver la forma de hacer una maldad, ¿y para qué?... ¿Por qué no sos como es tu naturaleza... buena?

 

            ¿Sintió la envidia de la gente alguna vez...?

 

            ¡No! Eso yo no conozco; siempre tuve un buen relacionamiento con los compañeros. Y el joven actor Tony Apuril, que formó parte del elenco de "La Madame" y que es la primera vez que trabajamos juntos dijo al diario ABC: "La experiencia de trabajar con don Carlos, se puede definir en dos áreas; una experiencia misma de obra de hacer teatro popular y la otra es de compartir con don Carlos, que realmente paga con creces la experiencia de hacer esto, porque lo que uno puede compartir con él en el vestuario no se puede pagar como si fuera un curso universitario de historia del teatro popular paraguayo. Es el primero que llega y el último que se va, siempre está vestido, listo, esperando, es el que más escucha y es el que más enseña".

            Estas expresiones de alguien exitoso como Tony Apuríl son para mí como un pergamino de distinción.

 

            Entonces, ¿cuál es el secreto para no tener enemigos?

 

            Tal vez sea saber escuchar a las personas. Por algo, Dios nos dio dos orejas y una sola boca, para escuchar más y hablar menos...

 

 

            Chony Calderón

 

 

 

 

 





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