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  BRANISLAVA SUSNIK Y EL MUSEO ETNOGRÁFICO - 60 años de éxito de una institución científica asuncena - Domingo, 11 de Diciembre de 2016


BRANISLAVA SUSNIK Y EL MUSEO ETNOGRÁFICO - 60 años de éxito de una institución científica asuncena - Domingo,  11 de Diciembre de 2016

BRANISLAVA SUSNIK Y EL MUSEO ETNOGRÁFICO

60 años de éxito de una institución científica asuncena


Por ALFREDO GRIECO Y BAVIO

Escritor y periodista


 

Se celebraron en estos días los 60 años de funcionamiento ininterrumpido, en su sede del edificio MVSEVM, del Museo Etnográfico «Dr. Andrés Barbero».

Se conmemoraron también los 20 años de la partida de la anterior directora del Museo, la filóloga y antropóloga eslovena Branislava Susnik (Medvode, 28 de marzo de 1920-Asunción, 29 de abril de 1996), que llegó a Paraguay un día de marzo de 1951, y no se fue nunca.

Junto con los representantes de la Fundación La Piedad, en diciembre de 1956 la doctora Branislava Susnik inauguró la sede asuncena para las instituciones creadas por el doctor Andrés Barbero: el Museo Etnográfico «Dr. Andrés Barbero», la Academia Paraguaya de la Historia y la Sociedad Científica del Paraguay. Una sede que, por entonces, era común a las tres instituciones. Desde aquella fecha han pasado seis decenios, signados por la siempre creciente actividad y producción científica de la doctora Susnik.

El fallecimiento de la doctora Susnik ha ocurrido dos décadas atrás, pero desde 1996 no ha pasado un día sin que la recordemos o evoquemos. Su obra está impregnada en el Museo, es una sola con él. Al recorrer los pasillos, la biblioteca, las salas de lectura o de exposiciones etnográficas, su presencia acompaña, envuelve y anima tanto al visitante ocasional o reincidente, como a los investigadores paraguayos o paraguayistas que han hecho del MVSEVM por excelencia en Asunción, el Museo Etnográfico «Dr. Andrés Barbero», en su sede de España con Mompox, un destino tan grato como inevitable.

El lunes se recordaron las dos fechas, en un acto a la vez solemne y conmovedor, presidido por la directora del Museo, Adelina Pusineri, y la vicedirectora, Raquel Zalazar Echauri, dos de las mayores conocedoras de etnografía, la sociedad y la historia paraguayas que hay hoy en América Latina. Otra gran estudiosa, Marilin Rehnfeldt, pronunció una conferencia evocadora y de síntesis de vida intelectual con el título «Kuña Kuimbaé: Haciendo etnografía en un mundo de hombres, Branka Susnik en el Paraguay».


Branislava Susnik con chamacocos, Bahía Negra, 1956.

 

CONTACTO EN CAPADOCIA

Nacida en Yugoeslavia, en lo que hoy es Eslovenia, Branislava Susnik estudió, hasta doctorarse, filología uralo-altaica y del Asia Menor. Huyendo del avance comunista en los Balcanes, que había significado tempranamente el asesinato de su padre por partisanos comunistas –que lo habían considerado sin más examen un partidario del nazismo–, en 1946 había logrado llegar a Roma.

Con temor a ser repatriada a un régimen que no reconocía como suyo, el del líder comunista croata Tito, estudiaba la escritura cuneiforme de Capadocia cuando fue invitada a viajar a Sudamérica. Ya en 1947 había cruzado el océano Atlántico.


Branislava Susnik con Aché, Arroyo Morotí, 1960 (foto tomada por Susnik.

Aun si ella sale en la foto, es la autora: fue tomada con disparador)

 

BRAVO MUNDO NUEVO

Sudamérica no ofrecía un campo prometedor ni receptivo para una especialista en filología de la Mesopotamia y el Asia Central. Susnik se adaptó rápida y adecuadamente a las circunstancias y sustituyó el Asia Menor por el Gran Chaco como primer destino de viaje de estudio etnológico.

En 1949 aceptó una invitación de las monjas eslovenas que enseñaban en la misión San Francisco de Laishí. Allí se instaló varios meses como «misionera laica» y desarrolló un programa, que ella misma se había trazado, de investigación lingüística entre los tobas. Un año después, esas mismas religiosas gestionarían el ingreso de Susnik al Museo Etnográfico de Asunción, a la deriva desde la muerte de Max Schmidt en octubre de 1950.


UN MUSEO, UNA VIDA

La oportunidad inesperada de dirigir el Museo Etnográfico selló y decidió su destino americanista. Durante la siguiente década, Susnik desarrolló investigaciones lingüísticas y etnográficas entre los makás, nivaclés, lenguas, chamacocos, chiripás y sanapanás. Fue publicando con orden los resultados en artículos y libros.

Con los años, el horizonte disciplinario, étnico y geográfico de sus intereses y de sus logros científicos iba a ampliarse cada vez más. De la lingüística pasó a la etnografía, como paso primero e inevitable. De ahí, a la historia y la sociología. Desde El guaraní colonial de 1965 hasta los últimos libros en la década de 1990, una Susnik historiadora, e historiadora social, complementó nuevas dotes y cualidades a las ya demostradas en la etnografía y la filología.

El solo recorrido visual de la lista de publicaciones alcanza para advertir la siempre creciente amplitud temática y metodológica de sus textos y sus investigaciones. Desde los libros y artículos lingüísticos stricto sensu en la década de 1950 llegamos a los estudios de etnología chaqueña e historia guaraní en la de 1960, para luego contar con los ensayos comparativos chaqueños en la de 1980, y arribar al fin a los amplios estudios históricos realizados hacia el final de su vida.


LA GRAN SÍNTESIS

Publicado en tres tomos entre 1991 y 1993, Una visión socio-antropológica del Paraguay, la gran obra de síntesis final de Branislava Susnik, fue presentada el lunes la sede del Museo Etnográfico «Dr. Andrés Barbero». El volumen presentado, primer tomo de esta gran obra, es más que una reimpresión. Es una edición primorosamente cuidada, con los debidos recaudos científicos de una edición moderna y digna de su autora, que es obra de años de trabajo de Adelina Pusineri y Raquel Zalazar Echauri, respectivamente directora y subdirectora actuales del Museo Etnográfico –sin duda las mejores profesionales con las que el Museo podría contar–, y del equipo por ellas minuciosamente supervisado. Lleva un prólogo de los antropólogos Federico Bossert y Diego Villar, rico en confiables informaciones biográficas que aquí aprovechamos.

«A contrapelo de la letanía de los americanistas sobre las tierras bajas sudamericanas, que deplora la ausencia de fuentes históricas que permitan hundirse en una profundidad temporal comparable a la andina, este libro emprende —antes que historia consagrada a la apologética misional, la agenda nacionalista o la utopía indigenista—, una auténtica etnohistoria con todas las letras y cumple acabadamente con la promesa del título», escriben Bossert y Villar.


LA INTERPRETACIÓN TOTAL

Dos de los tres tomos de “Una visión socio-antropológica del Paraguay” están antecedidos por escuetos prólogos, cuyo objetivo es aclarar –su formulación es sin embargo difícil por lo apretada– que no se trata de una investigación «histórica» en sentido tradicional. Lo que aporta, en los términos de Susnik, son «interpretaciones socio-antropológicas». En diversos tramos, o más bien, por sucesivos tramos, la argumentación despliega una historia social del Paraguay.

Los temas centrales, o puntos nodales, están sumamente bien elegidos, y la explicación de cada uno de ellos arroja una luz que ilumina mucho más allá del desarrollo ofrecido. Susnik investiga así la genealogía del imaginario de la paraguayidad, la génesis de la idea de interés público en tiempos del Doctor Francia o del viejo López, el papel cultural y social de la mujer en el escenario desolador que siguió al fin de la Guerra Guasu, la gravitación intelectual de los enciclopedistas franceses, de Montesquieu y de Rousseau que se hizo sentir sobre los pensadores locales, o las preferencias e inclinaciones del pueblo en cuanto al entretenimiento, la ostentación o la moral personal, sexual o social.

El supersticioso lector, que conociera las etnografías de Susnik, puede sorprenderse aquí ante el apego, y aun el gusto, exhibido por las explicaciones nacidas de la historia económica, demográfica e institucional. El orden cronológico en Una visión socio-antropológica del Paraguay resulta más transparente que en los estudios chaqueños. Si es más dificultoso de reponer, sin embargo, esto se debe a la atracción de Susnik por las historias menores, de actores individuales y colectivos, que ella se detiene a narrar.


LA VERDAD, CUYA MADRE ES LA HISTORIA

La lógica mayor de la explicación en Una visión socio-antropológica del Paraguay es historiográfica. La escena de la gran acción, en Paraguay, para Susnik, es compartida por las pautas culturales amerindias, los grandes procesos socioeconómicos (el mercantilismo, el liberalismo, el reformismo borbónico, la burocratización o el movimiento independentista), los protagonistas consagrados por el canon historiográfico (los conquistadores, los virreyes, los gobernadores, el doctor Francia o el mariscal López) y las clases sociales genéricas (hacendados, patricios, burgueses).

Este escenario histórico en un campo de fuerzas atravesado eléctricamente por corrientes sociales en alta tensión: progresismo (indigenismo jesuita) contra regresión (esclavismo lusitano), liberalismo (Avilés) contra conservadurismo (Ribera), aislamiento (Francia) contra apertura (López), centralización (Audiencia de Charcas) contra intereses centrífugos (hacendados y mercaderes fronterizos).

«No existe el alma del pueblo –sentenciaba, acaso con más resignación que entusiasmo, Branislava Susnik–. Pero existen tendencias etnopsíquicas que pueden representarlo, formar una imagen perdurable». En “Una visión socio-antropológica del Paraguay Susnik” ha sabido delinear la historia de las subjetividades paraguayas y sus complejas interacciones recíprocas. Sin el recreo de introducciones o conclusiones, sin el reduccionismo de la abstracción simplificadora, sin los vericuetos o los pliegues barrocos del tono ensayístico, Susnik ha rastreado el progreso de esas figuras paraguayas, como las de la conciencia hegeliana, a través del minucioso, laberíntico y siempre peculiar (y siempre farragosa) pesadilla de la Historia.

El Museo Etnográfico prepara, con textos de Bossert y Villar, y con trabajo de archivo de Pusineri y Zalazar Echauri y su equipo, un volumen, este sí enteramente nuevo, y lujosamente ilustrado, que será publicado en California por Perceval Press, sello editorial del actor Viggo Mortensen. El libro está dedicado a otro aspecto único de la obra única de Branislava Susnik: su fotografía.

 

 

 

Fuente:Suplemento Cultural de ABC Color - Página 2

Domingo,  11 de Diciembre de 2016

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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