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RUBÉN ALONSO ORTIZ
 


Datos biográficos:

RUBÉN ALONSO ORTIZ : Nació en San Antonio, Paraguay, lugar donde pasó parte de su niñez y nutrió significativamente sus vivencias literarias.
 
En 1948, después de la guerra civil que asoló a su tierra natal, se trasladó con su familia a la ciudad argentina de Formosa. Allí completó sus estudios primarios, y después de cursar el ciclo secundario en el colegio alemán Goethe, en Asunción, capital del Paraguay, llegó a Córdoba, Argentina, ciudad en la que todavía permanece.
 
Es Licenciado en Literaturas Modernas y Profesor en la misma especialidad, ambas carreras cursadas en la Universidad Nacional de Córdoba.
 
Ha obtenido premios literarios (en dos ocasiones, el “Leopoldo Lugones”), y sus cuentos han integrado importantes antologías en los Estados Unidos de Norteamérica e Inglaterra, traducidos por el escritor norteamericano H. E. Francis. Recientemente, la Editorial Ronsel, de Barcelona, España, publicó seis de sus mejores relatos.
 
Rubén Alonso Ortiz se ha desempeñado como director y profesor en institutos de nivel secundario y terciario de la Provincia de Córdoba.
 
Fuente: www.arandura.pyglobal.com - Registro: 2011
 
 
 
 


LA NARRATIVA DE RUBÉN ALONSO ORTIZ

Texto de JOSÉ VICENTE PEIRÓ BARCO

Rubén Alonso Ortiz es un escritor paraguayo emigrado a Córdoba (Argentina) después de la contienda civil de 1947. Bastante conocido en la región donde habita, y siendo uno de los pocos autores paraguayos que ha logrado publicar en España, en 1986 editó la obra Cuentos que, como en el caso de los relatos de Hugo Rodríguez Alcalá o Helio Vera, se inspira en el recuerdo de mundos familiares perdidos en el tiempo, entre la magia y la realidad. La memoria permite conservar los escenarios de los que partirán como ramificaciones todos los argumentos. Son relatos temporalmente muy lineales, aunque suelen disponer de un comienzo in media res, y de estilo sintético, en ocasiones próximos al realismo mágico por la potencia del elemento fantástico, y en otras a la narración de la violencia, puesto que la muerte está presente como un elemento recurrente en la mayor parte de los relatos.

Escritos con corrección de estilo, poseen una lectura interesante y atractiva, por no hablar de reflexiva en algunos conceptos como los sentimientos humanos. Uno de los más interesantes es “Dulce savia de la medianoche”. Bien podría servir como ejemplo de su concepción genérica del cuento del autor. Se trata de una historia rememorativa donde con un punto de vista retrospectivo se recoge un episodio tratado como si fuese autobiográfico. Este cuento es la historia de la trasterrada Olga Wolf, quien acaba heredando las ruinas del negocio de su padre. Pero cuando el relato parece que tiene exclusivamente un carácter realista, asoma un elemento fantástico que da explicación a la historia contada. El comienzo in media res y el borgismo en el tratamiento de lo fantástico, donde se confunden lo irreal y lo real lo muestran como un paradigma del cuento del autor.

Los elementos naturales asociados al misterio y la magia están presentes. El fuego, creador y destructor, es motivo recurrente. En “Devoción por el fuego” un narrador obsesionado por el fuego hasta en los sueños explica intrínsecamente el origen de su obsesión: la visión de los rayos destructores de la vida. También el fuego es determinante en el comienzo de “El vigor de las ciudades”, donde se explica con mayor claridad que el autor lo toma como símbolo tradicional del poder de la vida, de regeneración; poder que a veces puede ser destructivo.

El inconformismo forma parte del carácter de los personajes de los cuentos de Ortiz. Son tenaces luchadores. Y detalles autobiográficos aparecen en “El tacto del lagarto macho”, mezcla de una historia de ficción y realidad con la emigración del personaje a Córdoba y sus estudios en la universidad de esta ciudad, junto con su carácter dispuesto a aceptar los desafíos, convirtiéndose en el emisario de una misión peligrosa, a la búsqueda de un “remedio”. En “Combate al final de la siesta” se revelan las obsesiones de las personas, que llegan hasta la lid por cualquier motivo, importante o no, con un protagonista rodeado de fantasmas que son sus propias obsesiones.

“El vigor de las ciudades” también es un relato en primera persona, pero a diferencia de los anteriores, la narradora es una mujer. En él, como en “Dulce savia de la medianoche”, la protagonista se enfrenta a la decisión paterna que le prohíbe contraer matrimonio con quien desea, lo que da cuenta del carácter crítico social de los cuentos del autor. La epidemia que padece el pueblo es un símbolo de la inmadurez para respetar la libertad, la libre elección de los hombres. La lucha contra las decisiones de los ancestros, o simplemente de la familia, es otro tema recurrente del autor. Y es que la mujer es un elemento fundamental para la vida de los personajes: es el motor que sostiene sus vidas, y un fin en sí mismas.

Algunos relatos poseen una carga política, pero guardan en sí el carácter testimonial de la experiencia del exilio o del trasterramiento. En otros, es lo sobrenatural encarnado en una persona lo dominante, como en “Los juegos desconocidos”, donde el comienzo es revelador de la violencia que ha caracterizado la historia política del Paraguay:

Una inexplicable violencia envolvía nuestros juegos cuando veíamos asomar la mirada perdida de Marilé en nuestra casa; callábamos nuestros cantos, destruíamos nuestras casitas de barro, nos apresurábamos a inventar otras clases de rondas donde ella podría participar sin moverse del lugar que le asignábamos (p.11).

Los niños no hacen más que reproducir el ambiente de violencia en el que se van criando dentro del mundo paraguayo. Marilé es hija natural de padre no declarado. La madre la abandona cuando tiene seis años y es acogida por la familia del narrador. Pero el mundo en que ha vivido antes le ha dejado estigmatizada socialmente y con el miedo ante todo lo que le rodea. Así, el miedo es la sensación que más determina al hombre. El valor permite esconderlo, pero queda latente. Pero lo que predomina en el relato es el testimonio personal del narrador.

Un cuento con trasfondo político es “El alazán”. Comienza rememorando el pasado y situando la acción en una época concreta: la persecución política posterior a la guerra civil paraguaya del 47.El narrador continúa describiendo el sufrimiento de su infancia, cuando ha de abandonar el estudio en la escuela para ayudar a su madre en los trabajos de la chacra, porque a su padre lo persigue el comisario de la población, perteneciente al oficialismo, por razones políticas. La narración de la persecución política se mezcla con la descripción del sufrimiento del niño de forma retrospectiva. Después de la muerte del padre a manos del comisario, el hijo cree en la magia de la resurrección de su padre. Finalmente, aparece un jinete desconocido vengando al padre y mata el comisario, hecho que le es contado al narrador −el hijo− por la concubina. El espíritu del padre clamaba justicia. Y es que en ocasiones esas almas que aguardan su momento para cumplir una misión son personajes de los relatos.

Estos elementos propios del mito también alcanzan transformaciones textuales inspiradas en el cristianismo. En “Cristo de carne”, como refleja el título, aparece un personaje que es Cristo resucitado en persona: en su primera aparición cura al moribundo hijo del zapatero diciéndole en guaraní “levántate y anda”, le acompañan doce apóstoles cuyas descripciones son idénticas a las de los discípulos de Cristo, la Virgen, y concede gracias, lo cual genera el crecimiento de un notable grupo de seguidores, poniendo en peligro a los poderes locales, para desesperación del sacerdote. ¿Farsante o nuevo redentor? El cuento está perfectamente localizado en la década de los treinta, en una época donde nadie sabe leer en la aldea, mientras el terrateniente se convierte en el hombre más venerado y de riqueza que se va acrecentando progresivamente. El presunto Cristo se enfrenta al sacerdote local, quien lo acusa de estafador. La situación va bien hasta que el Cristo de Carne decide que el pueblo ha de tomar las armas y luchar por la autoridad. Finalmente, es crucificado y sufre el calvario bíblico, aunque acaba formando un nuevo grupo de discípulos para continuar su prédica en la capital paraguaya. Así, se trata de un cuento donde se recrea la historia de Cristo en el ambiente paraguayo de los años treinta para hacer mención de que el mundo no ha cambiado tanto: los ricos siguen amasando fortuna mientras los pobres han de trabajar duramente para poder subsistir. El autor recoge al personaje sagrado y reitera el carácter cíclico de la historia de las relaciones sociales entre los hombres, fundamentado en la pureza del mensaje cristiano frente a lo que se ha convertido: la religión católica como medio ideológico de defensa de los privilegiados, aunque exista una necesidad de vindicar su autenticidad.

Estilísticamente, el cuento titulado “Cálido origen de los truenos” se separa de la línea habitual del autor.En él se introducen tres testimonios distintos de una madre, un padre y una hermana sobre un personaje, Vicente, para determinar su carácter y lo acontecido. Así, el autor está reivindicando la multiplicidad de versiones para entender una realidad o comprender las causas del comportamiento de un hombre, como hiciera Faulkner o Carlos Fuentes en La muerte de Artemio Cruz.

Estos cuentos se reeditaron junto a otros nuevos en 2008 en el libro titulado El otro asunto. El relato que le da título es uno de los que no aparecían en el libro anterior, junto a “Los desvíos del otoño”, “Fragmento de luna”, “Con la fuerza de la noche”, “Agresión del mediodía” y “Contando las estrellas”. En el primero, una huérfana de madre con un padre promiscuo, el doctor Ricardo Irala, vive entre sucesos mágicos y un mundo de mellizos.

Esa magia pervive en “Los desvíos del otoño” y que se apodera del secuestrador, destacando el carácter astuto de una mujer, Verónica Bustos. O en la historia de los Marini de “Fragmento de luna”, con el enfrentamiento entre el estudio y la habilidad rural, o la historia de Aduar Súllaban en “Con la fuerza de la noche”, cuento dividido en seis partes con una cuestión de amor frente a los designios familiares en el centro, ese tema de conflictos familiares tan frecuentes en las creaciones del autor, también presentes en primera persona en “Agresión del mediodía”. Como también es recurrente la guerra civil del 47, como inspiración en la experiencia del autor, subyacente en “Contando las estrellas”.

En suma, los cuentos de Rubén Alonso Ortiz son testimonios de la injusticia, social, política o familiar, donde se mezclan la realidad, el mito y la fantasía surgidos del impulso de la voluntad humana. La muerte, la violencia y lo inexplicable vistos con normalidad, pero la realidad acaba siendo la que dictamina los conflictos humanos como juez inexorable. Creencias míticas como el lugar donde se encuentra el origen de los truenos carecerían de valor si el resultado de estas creencias no fuera algo tangible. Los personajes son seres sumidos en procesos de destrucción o de liberación dentro de las relaciones personales o sociales, epidemias que son símbolos de la estulticia del hombre o el fuego, primer descubrimiento creador y destructor del hombre.

En 2012, Rubén Alonso Ortiz publica su novela con el título de Extensión de los encuentros. Es una saga  escrita de forma retrospectiva donde se revisa la historia de la familia Peña Werner en la villa llamada Kilómetro 142 NRB, en Argentina, a caballo del territorio chaqueño, tanto argentino como paraguayo. A lo largo de la trama se vislumbra la construcción de la familia, desde los ancestros emigrados del Volga sur hasta la actualidad. Sus conflictos, sus problemas y la lucha por el poder familiar están presentes con un lenguaje dinámico, aunque a veces camine por la metáfora o la imagen, construidas con fuerza dentro del territorio argumental de las acciones. En ocasiones, la narratividad desemboca en párrafos líricos, pero éstos se solapan a los diálogos y los sucesos. También está presente lo mítico en algunos conflictos, junto a la violencia y la muerte representada por el panteón familiar construido.

La evolución de los Werner hasta su conjunción con los Peña ofrece un acercamiento preciso al tema de la emigración europea del XIX, con referencias incluso a los menonitas del Chaco o a los rusos blancos escapados de la persecución bolchevique. Pero del tema de la emigración se deriva hacia el conflicto familiar mezclado con el nacional en el largo episodio central de la guerra del Chaco. Atiende de forma perfecta, con explicaciones concisas pero puntillosas, tanto al origen del conflicto entre Bolivia y Paraguay como a sus principales sucesos, aunque siempre subyugados a la historia entre el hermanastro-padrastro de Juan Arturo, José Rodolfo, y el deseo de venganza siempre presente. Las casualidades o los episodios inexplicables a la razón, por la relación de José Rodolfo con los indígenas, los macá, provocan un aumento de la tensión argumental, bien sostenida ante cualquier posible caída del tono transmitido. Son los hombres los motores de la historia, aunque no comprendan sus causalidades o sus azares procedentes de la fantasía.

Una novela bien planteada, con un desenlace bien cerrado donde el odio y el recelo no han desaparecido a la saga familiar. Con una historia que redunda en los mismos temas y obsesiones de los cuentos, bien distribuida, partiendo del presente hacia el pasado y de ahí proseguir de forma lineal hasta enlazar con el comienzo. Recuerda a la mejor narrativa desarrollada en el ámbito rural del Cono Sur americano; esas narraciones construidas sobre un universo mítico dentro de una dura realidad donde los protagonistas han de luchar, incluso hasta la muerte, para conseguir sus propósitos. Aunque la mayor parte de su vida se haya desarrollado en Argentina, Rubén Alonso Ortiz nunca abandonó el escenario paraguayo en sus narraciones y, por tanto, en su recuerdo. San Antonio o Ytororó están presentes con el mismo sentido que Formosa o Córdoba, porque en el fondo es una narrativa inspirada en la experiencia personal o en sucesos inventados pero encuadrados dentro de su mundo, un mundo del que ha sido testigo, directo o indirecto.

Fuente: SEP DIGITAL - NÚMERO 7 - AÑO 2 - MARZO 2015. SOCIEDAD DE ESCRITORES DEL PARAGUAY/ PORTALGUARANI.COM. Asunción - Paraguay




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