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SANTOS GONZÁLEZ
 


Datos Biográficos

SANTOS GONZÁLEZ.-

Su nombre es JOSÉ DE LOS SANTOS GONZÁLEZ.

Arpista paraguayo

Con el título de: Así son los integrantes del Trío "Los Paraguayos  de Luis Alberto del Paraná", el destacado actor Matías Ferreira Díaz, escribió como Especial para LA MAÑANA (hoy desaparecido.) tres artículos. El primero, dedicado al arpista José de los Santos González, que dice así:

SANTOS GONZÁLEZ. Nuestra tierra tiene la suerte de contar entre sus hijos a un sinnúmero de prodigiosos intérpretes de ese instrumento tan original como es el arpa. De entre todos ellos, descollaron algunos pocos, entre  los que se halla un lugar preponderante un muchacho de cuna humilde pero honrada, del que tenemos el gusto de ocuparnos hoy.

En el guaireño pueblito de Hya´ty, lugar en el que naciera aquel iluminado “Mitá Guazú” que fuera Félix Pérez Cardozo, cuyo nombre lleva hoy  el pueblo como digno testimonio de reconocimiento de esta tierra hacia el hijo que supo honrarla, en una humilde  casa de labriegos campesinos, vino al mundo José de los Santos González, en la madrugada  del 1 de noviembre de 1926. En ese rincón agreste de la campiña paraguaya, creció el pequeño  José entre los mimos de la abuela y la laboriosidad campesina de su madre doña Carmen Denis. No teniendo aún edad para concurrir a la escuelita rural y menos aún para trabajar en las faenas del campo, solía entretenerse soltando las cuerdas del arpa del tío, Ernesto Denis, viejo y muy mentado arpista del lugar, quien decía a doña Carmen cada vez que ésta intentaba corregir al chico: "Déjalo, a lo mejor soltando cuerdas llega a ser un gran arpista".

 

La edad de estudiar

 Ya en la edad de estudiar, concurrió a la escuela donde era el favorito de la maestra, pues siendo un pequeño artista había que cuidarlo para las ocasiones en que se realizaban veladas artísticas en beneficio de las aulas, a las que faltaba de vez en cuando una mano de pintura o un banco nuevo. Fueron pasando los años hasta que habiendo cumplido los 16 años perdió a su querida madre quedando bajo su tutela exclusiva el cuidado de una hermanita menor en quien volcó todo su cariño. Solo entonces tomó el arte como una profesión. Este moreno muchacho de cordial sonrisa conoció el tosco contacto de la azada en la capuera y a la vez las alegres fiestas campesinas iluminadas por los rústicos faroles “mbopi”. Pues él, a la par que labraba en su chacra, era el que amenizaba los bailes del pueblo, trabajo con el que alivianaba en algo  las necesidades económicas de su hogar.

 

Cumple con la Patria

 En su mismo terruño le cupo cumplir con el llamado de la Patria, tocándole en suerte prestar servicio de cuartel con dos jóvenes amigos, hoy colegas suyos en el difícil arte que practica. Eran ellos Cristino Báez Monges, arpista mimado de nuestro público, y Pablo Morel actualmente en París integrando el conjunto Los Guaraníes.

Más tarde, hizo el destino que abandonara sus lares para acompañar hasta Asunción a una noviecita campesina. Ya en la ciudad, residió  en casa de unos parientes, que queriendo escucharlo, le pidieron hiciera traer el arpa que dejara en su valle. Como todo espiritualista que busca la soledad para extasiarse con el arte, él acudía a ensayar en los bajos del Parque Caballero, donde interpretaba para las tranquilas aguas del riacho. En ese mismo sitio lo oyó por vez primera una buena señora, madre de un meritorio artista nacional, quien le pidió la acompañara para que su hijo pudiera escucharlo. Lo llevó hasta un lugar en que estaba ensayando el Conjunto Folklórico Guaraní y era nada menos que Julián Rejala, el hijo de esta buena señora. Don Julián le permitió ensayar con Luis Bordón , con quien lo hizo debutar en público interpretando un dúo de arpas. También fue Rejala el que le buscó el nombre artístico que hoy lleva: SANTOS GONZÁLEZ.

Su primer grupo

Luego formó  un grupo  con Tito Arias y Chinita Montiel, actuando en un danzing-bar de Pinozá, hoy desaparecido. En una de estas actuaciones lo oyó tocar Rubito Medina y consiguió llevarlo consigo para cumplir compromisos artísticos en provincias argentinas juntamente con Oscar Sanabria y Armando Riveros, presentándose en L.T. Radio Argentina, para pasar luego a la gran ciudad del Plata durante un año estuvo alternando en distintas confiterías y salones nocturnos. Como todo tiene inclinación por la aventura, se le ocurrió formar un conjunto con dos jóvenes intérpretes argentinos, con quienes fue a Mendoza y San Luis, en donde cosechó aplausos y algo también de dinero, con el que, como todo buen paraguayo, quiso volver a la Patria a la que añoraba.

 

Vuelto a Asunción

 Habiendo vuelto a Asunción, se encuentra con que Rubito Medina tenía un ofrecimiento muy tentador desde Europa, en el que Luis Alberto del Paraná le pedía que fuera con Reinaldo y su arpista. Se pusieron pues en campaña para hallar a Reinaldo, de quien no podían encontrar ni las huellas, hasta que por fin se enteran de que estaba realizando presentaciones en San Pablo. Un telegrama urgente y el hermano menor del “Trovador de los trópicos” se une a ellos en nuestra ciudad, en donde me parece todavía estar viéndoles sonrientes y algo incrédulos con su suerte acercarse al mostrador de ventas de una casa de cambios de entonces, con ánimo de adquirir los dólares indispensable para sus gastos.

 Poco tiempo después, aquel muchacho guaireño que cambiara la azada y el machete por un arpa, veía como en sueños las maravillas de la vieja Europa. En Bélgica, los ensayos y ajustes de rigor, para de ahí debutar en el  ”Music Hall” de París, resplandeciente de luces.

  Distintos países  gustaron de su arte acompañando a un cantante afamado. Italia durante casi seis meses, luego Alemania, más tarde Holanda, África del Norte y todo el Medio Oriente. Nos dice que es capaz de todo por ese gran amigo que es Luis Alberto del Paraná, a quien recuerda con respeto y cariño. Para sus otros dos inseparables compañeros, una gran sonrisa que dice es de su afecto por ellos.

  Al despedirnos, pensamos que también la vida tiene gestos amables con qué premiar sacrificios. Y, con ejemplos como estos, en que priman el deber, el respeto mutuo  y la amistad, nos decimos: La vida, en esta forma, da gusto vivirla.

 

 

Fuente: Del diario LA MAÑANA, febrero de 1961, Asunción, Paraguay. Música Paraguaya (Online)





 

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