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CARLOS ZÁRATE

  ARQUITECTURA DEL PAISAJE EN ASUNCIÓN. EL ROMANTICISMO COMO CONTRAPUNTO - Por CARLOS ZÁRATE - Domingo, 28 de Febrero de 2021


ARQUITECTURA DEL PAISAJE EN ASUNCIÓN. EL ROMANTICISMO COMO CONTRAPUNTO - Por CARLOS ZÁRATE - Domingo, 28 de Febrero de 2021

Imagen de tapa: Quinta Caballero, ca. 1900

 

 

ARQUITECTURA DEL PAISAJE EN ASUNCIÓN. EL ROMANTICISMO COMO CONTRAPUNTO

 

  Por CARLOS ZÁRATE *

 

Continuando con la serie dedicada a la arquitectura del paisaje en Asunción, hoy recordamos los jardines románticos en la historia de la ciudad: la Quinta Iduna, el Parque Caballero, la Plaza Uruguaya y el Jardín Botánico y Zoológico de Asunción.

El jardín romántico (también llamado jardín paisajista o jardín inglés) es una de las manifestaciones del estilo romántico surgido en Europa a mediados del siglo XVIII como reacción al neoclasicismo. En cuanto a idea de paisaje, se caracteriza por la estilización de la naturaleza, en contraposición al estilo precedente, el neoclásico, que con sus diseños rígidos y geométricos exhibía una intención de moldear caprichosamente la naturaleza, dominarla. En rigor, la geometría no desaparece en el jardín romántico, pero ya no es su principio rector. Aparece puntualmente solo en pequeños y acotados sectores, a veces como arte topiario (setos moldeados con poda), a veces como elementos escultóricos para generar sorpresa, estimular la fantasía y generar focos de interés en el paisaje.

Con casi siglo y medio de diferencia con respecto a su origen europeo, ambos estilos se insinúan por primera vez y en simultáneo en la arquitectura del paisaje asunceno a fines del siglo XIX. Mientras el neoclasicismo es preferido para jardines residenciales (villas) y plazas, el romántico aparece en quintas privadas y parques.

El primero de estos ejemplos surge entre fines de la década de 1870 y principios de 1880. Se trata de la Quinta Iduna, nombre alusivo a la diosa nórdica de la eterna juventud. Esta quinta, situada sobre la actual avenida Eusebio Ayala, contaba originalmente con varias hectáreas de extensión en el sitio donde hoy se encuentran la Secretaría Nacional de Deportes, el hipódromo y varios edificios comerciales.

 

Quinta Iduna, ca. 1900

 

La quinta fue propiedad de Henry Mangels, botánico y comerciante alemán que arribó al Paraguay en misión diplomática en el año 1870. La calidad del diseño de los variados paisajes de la quinta adquirieron rápidamente buena fama, convirtiéndose en un sitio preferido y muy frecuentado por la sociedad de Asunción y alrededores los fines de semana.

Según muestran imágenes de la época, entre sus variados escenarios pueden identificarse jardines en torno a la residencia, un sector de viñedos, una avenida de árboles de pacurí (Platonia insignis), sectores boscosos y praderas. Destacan en todos una cuidadosa jardinería con finas podas, senderos sinuosos bien marcados y fuentes de agua con diversos diseños, a modo de puntos focales. Las especies vegetales que pueden identificarse dan cuenta no solo de una gran variedad sino también de singulares combinaciones que agrupan con mucha armonía especies autóctonas como el karanda’y (Copernicia alba) o el mbokajá (Acrocomia totai) con otras foráneas, como araucarias y cipreses.

Mangels es asesinado en su propia quinta en el año 1902. Los motivos nunca quedaron del todo esclarecidos, pero es dato que supera la simple anécdota que el asesino fuese precisamente su jardinero. Tras su muerte, la propiedad pasó a manos del Estado que, en sucesivos loteamientos otorgados a particulares, contribuyó a eliminar casi todo vestigio del que fuese el parque más admirado y celebrado del país a fines del siglo XIX, al punto que hoy en día casi nadie sabe siquiera que existió.

También a fines del siglo XIX otra quinta más cercana al centro capitalino despertaría similar interés y correría con relativa mejor suerte: la Quinta Caballero. La propiedad es otorgada al expresidente Gral. Bernardino Caballero tras el fallecimiento de su primera esposa, María Concepción Díaz de Bedoya, propietaria anterior.

En los registros fotográficos de la época en que la propiedad perteneció a Caballero puede notarse que las intervenciones en el paisaje son mucho más sutiles que en el caso de la Quinta Iduna, pero suficientes para ser identificadas como tales. El elemento que quizás resulta más llamativo y atractivo es la laguna que aparece en muchas imágenes, con bordes limpios y rodeada en parte por una extensa pradera por un lado y, por el otro, por un bosque nativo.

 

Quinta Caballero, ca. década de 1960

 

Tiempo después del fallecimiento de Bernardino Caballero la Municipalidad de Asunción logra adquirir el predio para convertirlo en parque público, en un hecho que fue muy celebrado por la ciudadanía según crónicas periodísticas de la época. Es el arquitecto Miguel Ángel Alfaro –por entonces intendente de Asunción– quien diseña y ejecuta un proyecto que dota al parque de diversos componentes, como terrazas, senderos, pérgolas, mobiliario y construcciones que adquieren valores cuasi esculturales, como el pórtico de acceso o el tanque de agua para riego de jardines.

Aunque la intervención humana sobre el paisaje es mucho más evidente en esta etapa del parque, sigue en la línea de la premisa romanticista de estilizar la naturaleza sin someterla. El propio Alfaro, de puño y letra, lo aclara en una de las fotografías que documentan los avances de obra a mediados de la década de 1920, cuando escribe en la misma: “Parque Caballero/ Construcción terraza/ Sin destruir árboles”.

El diseño puntual de los jardines fue desarrollado durante la siguiente administración municipal, con Baltazar Ballario a la cabeza, quien contrata como asesor para esas labores al insigne artista plástico Juan Samudio, eterno enamorado del parque que ha sido inspiración de buena parte de su obra pictórica.

Un caso singular dentro del romanticismo local en espacios públicos es el de la Plaza Uruguaya. Aunque por ubicación (microcentro de la ciudad) y por dimensiones (menos de cuatro hectáreas) se trate inequívocamente de una plaza, fue puntillosamente diseñada como si se tratase de un parque urbano, con senderos sinuosos que partían desde las cuatro esquinas de la manzana y convergían en el centro, jardines abiertos con arbustos moldeados y esculturas, alternadas con agrupaciones de árboles que daban la sensación de una selva como telón de fondo.

 

 

Plaza Uruguaya, ca. 1920

 

 

Su realización generó tanta expectativa que cuando a medio camino la municipalidad anunció que quedó sin fondos para seguir las obras, los vecinos donaron dinero, valores, mobiliario e incluso mano de obra para su feliz conclusión en 1918. Uno de varios datos singulares y significativos de esta plaza refiere que fue la primera en todo el país en contar con iluminación eléctrica con cableado subterráneo.

Por la misma época también alcanzaba su máximo esplendor el conjunto de jardines públicos más importante de todos, el del Jardín Botánico y Zoológico de Asunción. Este parque llegó a contar con más de una docena de jardines temáticos muy diversos, entre los que destacaban el Jardín Romano, el Rosedal, el Jardín Japonés, el Jardín de la Señora y el Rosedal, todos creaciones de Anna Gertz, periodista alemana que había arribado al Paraguay acompañando a su marido, el botánico Karl Fiebrig, fundador y director del parque.


Jardín Botánico y Zoológico de Asunción, ca. 1930

 

Las creaciones paisajísticas de Gertz eran tan reconocidas y admiradas que cuando sobrevino su repentino fallecimiento en 1920 se decretó luto nacional y el funeral fue acompañado por una multitud anónima y sendos discursos de despedida de destacadas personalidades.

Algunos de los proyectos de Gertz fueron concluidos recién en los siguientes años, con lo que el sitio siguió ganando calidad visual y prestigio. El punto de quiebre se da en 1936 cuando Karl Fiebrig es expulsado del país por una mezcla de intrigas políticas y xenofobia. El Jardín Botánico y Zoológico de Asunción inicia así un inmerecido calvario hasta el día de hoy, donde se suceden una y otra vez el abandono, la rapiña y destrucción de elementos, el desmembramiento del 40% de su superficie original y, más recientemente, una autopista elevada a lo largo de más de un kilómetro de su perímetro.


* Carlos Zárate es arquitecto, docente, investigador. Magíster en Restauración y conservación de bienes arquitectónicos y monumentales (UNA-IIF). Coordinador de Área de Teoría y Urbanismo (FADA-UNA).

 

Fuente: www.elnacional.com.py

Sección CULTURA

Domingo, 28 de Febrero de 2021
















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