NUEVOS CUENTOS DE LA GUERRA GRANDE
Cuentos de MARGARITA PRIETO YEGROS
Editorial Servilibro,
Tel.: 595 21 444770
www.servilibro.com.py
Dirección editorial: Vidalia Sánchez
Asunción-Paraguay 2008 (2ª Edición)
(104 páginas)
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Me es difícil determinar a ciencia cierta si al escribir este libro Margarita Prieto Yegros deseó- contar la Historia o sencillamente narrarnos cuentos, y esto es lo que da a esta obra un sabor especial. Porque luego de pensarlo muy bien concluyo que optó por hacer literatura y esta es, opino, la manera más cercana de hacer conocer aquellos hechos históricos que, metidos entre mil datos académicamente escritos, si bien no pasan desapercibidos, nunca adquieren la fuerza expresiva que consiguen a través de la expresión literaria.
Los cuentos de Margarita Prieto Yegros nos hacen conocer la historia a partir de las vivencias de los personajes que pueblan sus páginas, personajes que conocemos y amamos mediante descripciones puntuales y precisas, los lectores nos introducimos en esta otra esfera, en aquella "grande y seria" que es la Historia y venimos a -descubrir cuanto contenido humano, cuanta emoción, cuanto compromiso, encerraron en su momento aquellas acciones que anteriormente conocíamos sólo por sus fechas exactas o por los resultados obtenidos.
Creo que después de disfrutar emocionados con los NUEVOS CUENTOS DE LA GUERRA GRANDE de Margarita Prieto Yegros, conocemos mejor la historia.
LUIS HERNÁEZ
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ÍNDICE
DEDICATORIA/ PRÓLOGO
· DESDE ANTAÑO
· EL CAÑONERO “TACUARY”
· EL ALFÉREZ FARIÑA
· LAS FORTIFICACIONES DEL CUADRILÁTERO
· EL BATALLÓN DE POMBEROS
· EL REGRESO DE MR. WASHBURN
· DON TORIBIO PACHECO
· EL ABUELO VIVANDERO
· ENCUENTRO EN LA LÍNEA NEGRA
· UN ALMA DE TEMPLE
· EL COMBATE EN PILAR
· LOS VALIENTES DE TATAYIBÁ
· EL PRIMER TELEGRAFISTA PARAGUAYO
· LOS DEFENSORES DE CURURÚ
· BAJO EL NARANJAL
· UN EXPERTO TIMONEL
· PESE A LA GUERRA
· EL EMBAJADOR MARTIN MCMAHON
· MARISCAL KURUSÚ
· AL MARISCAL FRANCISCO SOLANO LÓPEZ (POEMA)
· ¡RESURGIRÁS PARAGUAY! (POEMA)
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PRÓLOGO
El cuento es un género en prosa que ha tenido un uso más frecuente que la novela entre los escritores paraguayos. Su cultivo y producción en nuestro medio ha respondido a fines y motivos diversos. Entre ellos pueden mencionarse la recolección de las múltiples y coloridas leyendas folklóricas de la tradición oral, como las del Jacy Jateré y del Pombero, entre tantas; a la exaltación y reivindicación de las glorias pasadas, como fueron las emotivas páginas de "La noche antes", de Goicochea y Menéndez, a la crítica social y política, como fueron las aventuras y juicios del "Pacífico asunceno", de Víctor Morínigo, a la aproximación a la novela como fueron los primeros ensayos de Roa Bastos; para proveer un adecuado material de lectura para los niños, como son los delicados cuentos de María Luisa Artecona, o como un medio apropiado para plasmar afanes literarios, como es el caso de la numerosa colección de cuentos con que varones y mujeres han incursionado en nuestro país, con logros variados, en esta rama particular de la literatura.
Se caracteriza el cuento por su pulida brevedad, su estructura cerrada y concisa, la participación de pocos personajes y la condensación casi rígida de los elementos narrativos que conducen casi siempre a un desenlace generalmente sorpresivo, rasgos éstos que lo distinguen de la novela. Aborda regularmente un tema o un personaje tomado de la experiencia real o de la fantasía creadora del autor. A pesar de su aparente sencillez, la redacción del cuento es para el escritor un desafío sutil y delicado, un arte muy especializado en el que no todos los que lo intentan logran el éxito. La brevedad de su desarrollo exige al narrador una cuidadosa selección del tema, así como una gran capacidad de síntesis, para presentar en pocas palabras y con frases breves y galanas episodios, leyendas, personas, paisajes y costumbres, de modo a hacer su lectura placentera y fácilmente comprensible.
La doctora Margarita Prieto Yegros, docente e historiadora académica, recurrió a este singular género literario con una finalidad específica, cual es la de estimular en la niñez y la juventud de nuestra patria el interés por el estudio de nuestro pasado, ofreciéndoles con sus cuentos un acceso fácil y atractivo a los episodios que jalonan su devenir histórico y al contenido espiritual y humano de los mismos. Para ello sus temas y personajes son presentados con estilo claro, sencillo y contagioso, sin rebusques literarios ni exaltaciones pasionales de tonos dramáticos que enerven su lectura. Los resultados logrados destacan su acierto. Alumnos de colegios de la capital y del interior se reúnen en clubes y seminarios para leer y examinar sus cuentos, la invitan a hacer exposiciones sobre los mismos y le piden que escriba más sobre temas que son de su interés.
Y su impacto no se ha limitado a la esfera local. En ocasión de un primer encuentro de historiadores paraguayos y brasileros, llevado a cabo en Salvador, Bahía, en octubre de 2001, para abordar temas relacionados con la infausta contienda de la Triple Alianza, cuando le concedieron la palabra, ella optó por leer sus cuentos. La concurrencia, luego de haberla escuchado, con una notoria dosis de sorpresa y curiosidad y emocionada por sus narraciones que, al principio, parecían reñir con las formalidades de los relatos históricos, se puso de pie a aplaudirla.
Con este resumido comentario hemos querido anticipar al lector que en los cuentos que va a leer en este texto, la autora alienta transmitir el hidalgo espíritu y el orgullo patriótico que distinguen a nuestra nacionalidad y a nuestro pueblo, rasgos éstos que impulsaron a los protagonistas de esa trágica Guerra Grande a una resistencia sublime y heroica.
WASHINGTON ASHWELL
Presidente de la Academia Paraguaya de la Historia.
EL CAÑONERO “TACUARY”
El esbelto ingeniero inglés John William Whitehead, después de peinarse con cuidado, ante el espejo de su camarote, se asomó a mirar por el "ojo de buey".
-¡Lest go! ¡Vamos! -le dijo a su compañero de viaje, Charles Cousin-. Parece que ya estamos por llegar -agregó, vistiéndose la chaqueta de casimir azul marino de su uniforme.
El buque "Tacuary", en el que viajaban, aminoró la marcha y su avezado comandante, el capitán inglés George Morice, secundado por el teniente paraguayo Andrés Velilla, con diestra maniobra lo introdujo en la bahía de Asunción.
Un abigarrada multitud ondeaba pañuelos celebrando la llegada del primer buque que, con bandera paraguaya, llegaba desde Europa. Tenía 488 toneladas y dos máquinas, cuyos 180 caballos de fuerza le permitían desarrollar una velocidad de 16 millas por hora, convirtiéndolo en la unidad marítima más veloz del Río de la Plata.
La Banda de Músicos del Ejército alegraba la mañana con sones marciales.
Era el 21 de enero de 1855.
La primera persona que desembarcó por la planchada colocada por los marineros al atracar el "Tacuary" fue el Brigadier General Francisco Solano López, quien regresaba de la misión especial que le correspondió cumplir en Europa en nombre del Paraguay.
Tras él descendieron su hermano, Benigno López, sus ayudantes el teniente coronel Vicente Barrios, el capitán José Aguiar, el teniente Rómulo Yegros y el sub teniente Paulino Alen, Juan Andrés Gelly, Félix Egusquiza, Carlos Saguier y Eduardo Garra.
En la cubierta del buque permanecía pulcramente formada la tripulación integrada por dieciséis ingleses, seis franceses y veintiocho paraguayos, técnicos y obreros especializados todos en Europa.
La Banda de Músicos inició una marcha inglesa y entonces descendió Mr. Ouseley, ministro inglés en el Río de la Plata. A pocos pasos le siguieron los técnicos británicos contratados por el Paraguay.
El "Tacuary" había sido construido en Inglaterra y traía en sus bodegas las calderas y maquinarias necesarias para armar ocho barcos en el astillero que iba a organizar el ingeniero naval Mr. Whitehead.
El buque, pertrechado con seis piezas de artillería "Whitworth", había zarpado del puerto francés de Burdeos el 11 de noviembre de 1854, en viaje hacia el Atlántico.
Uno de los oficiales paraguayos anotó en su diario de viaje que al navegar frente a las costas de Portugal, el "Tacuary" se aproximó al puerto de Lisboa y con la bandera tricolor en alto saludó a la capital lisboeta con las salvas reglamentarias. Cuando el viento disipó el humo de las explosiones, el viejo Castillo de Belén respondió con sus cañones al buque paraguayo, dándole así la bienvenida y emocionando a la tripulación que observaba expectante desde la cubierta.
En el puerto de Río de Janeiro, en cambio, la presencia del "Tacuary" produjo expectación a causa de las tensas relaciones paraguayas-brasileñas, pero el general López bajó a saludar al Emperador y pudo proseguir el viaje sin contratiempo.
-¡Happy end! dijo el comandante George Morice al brindar con Mr. Whitehead y los otros técnicos en la fonda inglesa de la calle Estrella y Colón, cerca del puerto de Asunción, sin imaginarse que de entre ellos morirían en el Paraguay, durante la Guerra Grande, el maquinista Juan Truggen y los ingenieros Alejandro Grant y Whitehead.
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EL COMBATE EN PILAR
Isidro Ayala y Simón Villamayor, ciudadanos pilarenses, sobrevivientes de varias batallas, hacían guardia en el Paso Villa de la margen derecha del Ñeembucu y conversaban acerca de los quebrantos de la guerra.
De pronto, Simón dijo:
-Si cubres mi turno puedo bajar a pescar un rato y así podríamos tomar un buen "pirá caldo".
-Trato hecho -le respondió Isidro.
No tardó en volver Simón cargado con un montón de pescaditos "piky" que, al ser hervidos, se convirtieron en un suculento y reconfortante caldo.
-Esto mismo voy a cocinar mañana para nuestros compañeros recién salidos del hospital, especialmente para los que fueron amputados.
Los hombres de ese destacamento eran casi todos convalecientes de heridas y enfermedades y estaban comandados por Ayala y Villamayor.
Clareaba el 20 de setiembre de 1867. Simón caminó hasta el rancho, que hacía las veces de cocina, para controlar la preparación del desayuno destinado a la tropa y volvía hacia el puesto de guardia cuando un destacamento brasileño, al mando del general Andrade Neves, guiado por el traidor Higinio Céspedes, atacó el puesto paraguayo.
El enemigo había cruzado el Ñeembucú por el Paso Yegros y atacó al Paso Villa por la retaguardia.
Los paraguayos se defendieron bravíamente y, al caer muertos Simón Villamayor e Isidro Ayala, se replegaron hacia la playa del río Paraguay, mientras los brasileros se dedicaban a saquear la ciudad de Pilar.
Entre tanto, se acercaba al puerto el buque nacional "Pirabebé", que transportaba una compañía de infantería comandada por el teniente Felipe Osorio y el alférez Pedroso, quienes, al percatarse de lo que sucedía, desembarcaron antes de llegar al muelle y emprendieron el rescate de la ciudad.
Un ágil marinero trepó al palo mayor del "Pirabebé" y, mirando con el catalejo, indicó la ubicación del grupo principal de los atacantes.
-Táva mbytépe -gritó, indicando que estaban en el centro de la ciudad.
Los brasileros, al recibir el impacto de unas cuantas granadas, se retiraron llevando un centenar de muertos y heridos en chatas y canoas por el Ñeembucú. Desde ese combate la villa de Pilar quedó a merced del enemigo, pues estaba desguarnecida. El 27 de octubre fue otra vez ocupada por un destacamento de jinetes riograndenses comandados por el coronel Camilo Meraio Pereira. Llegaron cantando como si anduvieran de paseo:
Ao homen, para ser homen
Debe ter sempre, no pensamento,
Mulher, mulher e mulher.
Las familias trancaron las puertas y nadie salió a las calles. Pilar parecía una ciudad desierta.
El Mariscal, al ser informado de esa situación, envió una fuerza de infantería comandada por el mayor Quintana para proteger a los pilarenses. El enemigo abandonó el lugar y avanzó hacia el río Tebicuary, soportando fuegos de hostigamiento al cruzar los esteros, en camino a las posiciones del general Andrade Neves.
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