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TADEO ZARRATEA

  RUBÉN BAREIRO SAGUIER: PROPULSOR DE LA LENGUA GUARANÍ Y DEL BILINGÜISMO PARAGUAYO - Por TADEO ZARRATEA


RUBÉN BAREIRO SAGUIER: PROPULSOR DE LA LENGUA GUARANÍ Y DEL BILINGÜISMO PARAGUAYO - Por TADEO ZARRATEA

RUBÉN BAREIRO SAGUIER: PROPULSOR DE LA LENGUA GUARANÍ Y DEL BILINGÜISMO PARAGUAYO

Por TADEO ZARRATEA


Conferencia dictada en el acto de homenaje a RBS

Alianza Francesa, Asunción, Paraguay. 28-04-14


Kuñakarai ha karaikuéra peiméva. Tapendepyhare poräite.


No es común en el Paraguay encontrarse con intelectuales de talla, que toman partido en forma decidida por la preservación y el uso del idioma guaraní, y consecuentemente por la permanencia del bilingüismo paraguayo.  La postura asumida por Rubén Bareiro Saguier frente a esta cuestión, ha sido una excepción. Él apostó a favor de ambas lenguas y del bilingüismo, y como tercer aporte en la apertura de nuevos caminos a la literatura paraguaya, cultivó, defendió y trabajó por dar identidad al castellano paraguayo.


La historia de su proceso de evolución personal para esa toma de conciencia, que concluye en la asunción de una postura firme y distinta, es poco conocida. Solo se tiene revelado que su infancia y juventud las vivió en su Villeta natal, en una casa solariega del núcleo urbano, rodeada de viviendas del pueblo llano. Se sabe que es nieto de gallegos y españoles de otras regiones y que su apellido proviene de Barreiro, palabra galega modificada en el Paraguay por algún hecho fortuito.  Es tradicional en el Paraguay que una familia como ésta use como lengua del hogar la castellana y además prohíba el uso del guaraní a los niños. Además en aquellas épocas la escuela, el colegio ni la universidad daban cabida alguna al idioma y a la cultura guaraní. El resultado normal era axiomático: un profesional adulto que, además de la lengua castellana, solo pretende aprender otras lenguas europeas, sin ningún interés por el guaraní y con profundo o moderado rechazo del mismo, y por ello, privado también del conocimiento de la cultura campesina vertebrada por esa lengua.  No sé cómo hizo Rubén para escapar de lo común; para no ser el resultado buscado y siempre logrado por el sistema educativo. Lo cierto es que desde la asunción de la postura mencionada demostró mucha coherencia, madurez y firmeza intelectuales.  


Uno puede aventurarse y decir que fue su tempranero exilio el que lo arrimó a esta rivera, pero hay indicios y pruebas de que su adhesión a esta corriente de pensamiento cultural se produjo antes de su primer exilio.  Por ello, estamos en condiciones de afirmar que Rubén tuvo una madurez intelectual casi prematura y una claridad de pensamiento desde los inicios de su militancia cultural. No obstante, es verdad que el exilio acentuó en él la convicción de que el idioma guaraní es un patrimonio intangible de primerísimo valor para el pueblo paraguayo, tanto porque le permite definir y fijar su identidad cultural como por ser el medio de comunicación coloquial de la mayoría nacional. A ello debe sumarse el poder de penetración profunda que tiene esta lengua para bucear en el pensamiento y el sentimiento del paraguayo, así como lengua hábil para el desarrollo de las artes del lenguaje e incluso para dar una personalidad estética distinta a la literatura paraguaya que se da en lengua castellana.


Evidentemente Rubén abrevó en las fuentes descubiertas por el sabio suizo paraguayo Moisés Santiago Bertoni, intelectual y científico que inició en el Paraguay la reivindicación de la persona del indígena, así como de la lengua y la cultura guaraníes. La corriente de Bertoni fue asumida por una tetralogía de intelectuales paraguayos integrada por: J. Natalicio González, Narciso R. Colmán, Manuel Ortiz Guerrero y Leopoldo Ramos Giménez, quienes en las décadas del 20 y 30 prosiguieron el camino abierto. Colmán intenta recopilar la cosmogonía guaraní, pero concluye realizando una asimilación a la cosmogonía judeocristiana. Debe aclararse por ello y para evitar equivocaciones, que Ñande Ypykuéra no es más que una obra artística literaria que sin ningún rigor científico recoge fragmentos de la mitología guaraní.  Ortiz Guerrero por su parte alega que la “india desnuda/ que la selva es su hogar/ también sabe querer/ y también sabe soñar”, dos atributos esenciales de la persona humana que hasta entonces la Iglesia Católica le negaba al indígena. J. Natalicio González realiza estudios bibliográficos intentando concluir obras científicas, pero lo traiciona su excesiva admiración por la lengua y la cultura estudiada, que le hace perder rigor científico. Es así como apareció tímidamente en el horizonte cultural paraguayo una corriente reivindicadora de la cultura propia, que viene abriéndose camino trabajosamente frente a la apabullante cultura oficial monolingüe, discriminante, marginadora y detractora de todas las expresiones provenientes del mundo guaraní. 


Bareiro Saguier realizó un análisis de las labores desplegadas por este grupo al cual dio en llamar: “La generación nacionalista/indigenista del Paraguay”. Señaló varios aciertos como también los errores cometidos por el grupo, siendo uno de ellos el hecho de no haber ido hasta las fuentes, hasta el monte, en donde se encontraban los indígenas guaraní, para estudiar desde allí mismo la cultura de ese pueblo. Dice que el grupo fue maniqueísta y desinformador porque para cuando entonces ya se había publicado la obra del etnólogo alemán Kurt Nimuendajú Unkel, y ellos la ignoraron. Rubén fue muy lapidario con ellos, porque si bien la obra de Nimuendajú, “Los mitos de creación y de destrucción del mundo” estaba publicada, se hallaba en lengua alemana y su traducción al castellano realizada por el paraguayo Juan Francisco Recalde fue muy posterior. Pero es verdad que Bertoni y J. Natalicio González no pudieron haberlo ignorado.  Si Rubén es muy estricto en su crítica, lo es porque siempre sostuvo que los intelectuales no tienen derecho al error, habida cuenta que detrás de ellos pueden equivocarse pueblos enteros. En consonancia con dicho criterio, él tenía mucha seguridad en sus conocimientos propios.  Eso lo demostró en la Convención Nacional Constituyente de 1992, cuando todos los convencionales estábamos pendientes de su palabra para aprobar los artículos constitucionales que declaran al guaraní como lengua cooficial del Estado y que ordenan la alfabetización del niño en su lengua materna.  En esos momentos de decisión suprema, nuestras dudas fueron despejadas por él, con sus bastos conocimientos y su proverbial honestidad intelectual.  Allí nos brindó la seguridad necesaria para señalar un nuevo rumbo en la política cultural del Paraguay.  


Rubén no era hablante eficiente del guaraní.  Sin embargo no creo que haya ignorado una sola palabra del léxico del idioma, aunque ciertamente tenía dificultades para la comunicación oral. Ayudado por su multilingüismo en lenguas europeas y el conocimiento de la lingüística, desentrañó las categorías gramaticales y la estructura sintáctica del idioma guaraní.  Esto le sirvió para enseñar la lengua en universidades francesas.  Allí también realizó estudios fonológicos de las vocales del guaraní con el lingüista francés Michel Dessant, monografía que le publicamos aquí en la revista Ñemitÿ. En sus últimos años trabajó en el anteproyecto de la Ley de Lenguas y culminó su militancia como Académico de Número de la Academia de la Lengua Guaraní. Estos son los servicios que él ha prestado a la lengua.


Su aporte a la literatura


La especialidad de Bareiro Saguier era más que la lengua, la literatura, y para el efecto realizó estudios muy acabados de la obra de León Cadogan.  Rubén tomó como obra literaria el Ayvu Rapyta de Cadogan, señalando que allí se encuentran las expresiones estéticas más genuinas del pueblo guaraní.  Es posible que tenga razón, pero no comparto dicha postura.  Lo tengo dicho y escrito en un libro que anda por allí, que la oratura sagrada de los pueblos originarios de América está lejos de ser literatura de ficción en el sentido dado a este género por la cultura occidental.  Sus traducciones de Cadogan y sus opiniones sobre dichos textos fueron publicados en Caracas bajo el título de: “Literatura Guaraní del Paraguay”,en 1980; y en segunda edición, revisada y ampliada, por Servilibro de Asunción, en el 2004.


Su aporte al bilingüismo


Si el bilingüismo oral guaraní-castellano antes que separar a los paraguayos, los une, el bilingüismo literario debe hacer lo mismo. Por eso quiero destacar que en el mundo de la literatura castellana del Paraguay hay literatos que militan en el bilingüismo, aun cuando son monolingües o precariamente bilingües. Por ejemplo, Rubén Bareiro Saguier, con esa diafanidad de conducta que le caracterizaba, decía a cuantos querían escucharle: “yo lamento no poder escribir en guaraní porque fui formado en la cultura colonialista; no tengo capacidad para escribir en esa lengua, pero apoyo con todo fervor a quienes lo hacen porque es la lengua propia del Paraguay”


Aportes al castellano paraguayo


Bareiro Saguier tiene además el mérito de haber abrazado el castellano paraguayo en literatura y de haber contribuido en la formación de la identidad propia de la literatura paraguaya en castellano. 


Mario Benedetti afirma: “Todos los relatos como los poemas de Bareiro Saguier, escritos en castellano, son atravesados por el trazo linguistico del Guaraní.  El mismo poeta lo reconoce así: la estructura que vertebra los poemas está más próxima al guaraní que al español. Por otra parte, Bareiro Saguier se sabe un escritor culturalmente mestizo, pero a partir de esa toma de conciencia, que es también asunción de identidad, impulsa en su propia obra un desarrollo literario de ese mestizaje.  La consecuencia de esa actitud es que el guaraní no se infiltra en su castellano solo como lengua; trae consigo además todos los mitos, bestiarios, leyendas, que constituyen su apoyatura natural”.


Roa Bastos por su parta afirma: “Rubén Bareiro Saguier completó, por decirlo así, este proceso de incorporación del venero subyacente del habla guaraní en las formas de la lengua culta”.


Concluimos con esta opinión de Orlando Jimeno-Grendi sobre Bareiro Saguier que dice: “En la fértil mirada de Rubén germina la semilla de la frase. Rubén escribe e inscribe, describe y descrivive su poesía y su prosa en una relación biunívoca de correspondencias temáticas, fino estambre de isotopías nutridas por ese rumor lingüístico materno que circula, linfa vital, insuflando a la frase española paterna, sabia, sabor y saber. La tierra mental de Rubén es su tierra natal con la cual evidencia su condición de paraguayo, sus dos hemisferios lingüísticos y afectivos, esa conciliación de la bipolaridad mestiza en un acto de creatividad irredenta e inmediata”.


Néi, che ryke’y. Ne ängue omyenyhë ko koty guasu, ko pyharépe, ha che añesupehë ha ajerojy ne renondépe.


Aguyje.


Muchas gracias.



LA CAÍDA DEL MARISCAL

Por TADEO ZARRATEA


Estaba en la cima de su carrera. Tenía el poder supremo para organizar a sus hombres en el campo de batalla. Su amplia popularidad era todo un fenómeno social, pero no era infundada. Razón tenía la gente porque era virtuoso en su arte e innegable su talento. El pueblo deliraba a su paso. Su figura era tan imponente al punto que todos creían que era poco menos que invulnerable. Tal vez por eso nadie se ocupó de su seguridad. Como siempre ocurre en nuestra cultura mediterránea, esta vez la gente creyó, una vez más, que estamos solos en el mundo; que lo de aquí no le importa a nadie. Pero la realidad manifestada en los hechos demostró que no es así y además, que nunca fue así. Hasta cuando el Paraguay estaba totalmente aislado del resto del mundo por decisión del dictador Francia, el mundo tenía sus ojos y oídos clavados en este país; y afuera se sabía todas las fechorías del Supremo.


Ustedes dirán que fue “su destino”, pero yo sostengo que fue toda una conspiración contra los intereses del Paraguay, que se concretó en un sabotaje y, desgraciadamente, le tocó a él ser la víctima inocente. Esta teoría la sostuve desde el principio y los hechos posteriores no me han desmentido. Lastimosamente para el caso de él, soy un ciudadano común, sin ningún poder político; pero felizmente para mí, porque gracias a eso puedo pensar y escribir todo cuanto se me ocurre sin más responsabilidad que la personal ante la historia.  A veces pienso que si en ese momento yo fuera canciller o embajador en México, hubiera armado un gran alboroto, inútil tal vez, pero no hubiera dejado de hacer.


Evidentemente el mundo es más pequeño cada día porque ¿quién puede pensar que un grupito de jóvenes imberbes de un paisito de Sudamérica puede afectar grandes intereses europeos? Y sobre todo cuando el Paraguay jamás se ha propuesto afectar esos intereses. Si por casualidad sus dirigentes llegaran a pensar, se apartarían de la idea a la velocidad de un rayo, porque este es un pueblo respetuoso y por sobre todo, justo.  Sin embargo estaba a un paso de tirar por la borda un sinfín de jugosos intereses ajenos, negocios legítimos e ilegítimos por doquier. La pena es que el Paraguay ni se daba cuenta antes de que ocurriera lo ocurrido y lo peor es que no se dio por enterado ni después de haber ocurrido los hechos. Así es. Este es el Paraguay.


La suerte del Mariscal fue decretada en Italia. Esto es lo que nadie sabe. Allí, en Sicilia, un sujeto de nombre Paolo Mafiodo recibió una llamada inesperada del representante de una persona con mucho poder, que se encontraba preocupada por un posible resultado adverso para Italia y para toda Europa, en la inminentemente próxima guerra mundial en miniatura. Le pidió una entrevista para que, en la brevedad posible, pueda entregarle personalmente un mensaje del presidente.


En la entrevista le dijo textualmente:


— Usted sabe que detrás del gran negocio que nosotros manejamos existen infinidades de negocios de todo tipo y que el negocio principal sólo pueden instalar los países europeos; de modo que si en estas confrontaciones pierde Europa, todas las expectativas quedarán frustradas. No habrán inversiones. Serían cuatro años de esfuerzos inútiles. Para evitar eso tenemos que ganar nosotros esta competencia y si nosotros no podemos, que gane Alemania; porque ni siquiera Francia garantiza las buenas inversiones. En último caso… que gane España por lo menos, para no ser tan decepcionante el resultado. Es lo último que podemos aceptar. Pero que la victoria vaya a parar en manos de un país sudamericano es intolerable —.


— Y ¿qué hay de Brasil? — .


— Bueno, salvo Brasil, el único que puede concitar alguna inversión, porque si cae en manos de Argentina, es casi nada. Pero en este caso el panorama es mucho peor que todas estas conjeturas. La victoria final puede quedar en manos de un país sudamericano sin nombre ni renombre, sin trascendencia, sin condiciones para ningún tipo de negocio. Si eso ocurre, todas las inversiones ya realizadas y a realizarse caerán directamente en saco roto.


— Lo que usted me cuenta es aterrador — le contestó il capo —.


— Celebro que comprenda nuestra preocupación, pero le digo más. Ayer se confeccionó el fixture y algo nos falló. No pudimos direccionar los resultados y como consecuencia nuestro país tiene que enfrentar a dos países sin ninguna tradición guerrera y a un tercero que, aún cuando es un pueblo de gente descalza, pobre de solemnidad y desconocido por el turismo internacional, en el campo de la lid siempre ha demostrado garras y es francamente impredecible.


— Pero entonces no estamos tan mal; son dos flojos y otro que no tiene potencialidad cierta — comenta don Paolo.


— No, no, no. Usted no me entendió -  replica el comisionado —; esos dos flojos liberan el camino para que nos enfrentemos al impredecible; a aquel país de morondanga que sin planificación técnica, sin dinero, sin disciplina, sin cultura ni conciencia de equipo, puede aguarle la fiesta a cualquiera, porque tiene una gran capacidad de lucha; se trata de un equipo que es puro corazón y pura improvisación en el teatro de operaciones, pero que a más de uno le ha dado dolores de cabeza.


— Ahora entiendo — contestó don Paolo. Pero sigo sin entender qué se puede hacer ante lo irremediable.


— No esperaba de usted que venga a calificar esto de irremediable. Esto ES REMEDIABLE y usted puede llegar a ser una pieza clave en la solución.


— ¿Yo?  Pero... ¿qué tengo que ver yo en esos negocios, si nunca realicé inversiones, al menos  directas, en esos eventos?


— Usted, si pone su buena voluntad en este asunto puede salvar todos los negocios de los europeos.


— ¿Buena voluntad?; bien, veamos, cómo viene la mano; al grano, pues.


— Es muy sencillo. Vea. El batallón que nos apeligra tiene un comandante; le dicen "el Mariscal"; y como en toda sociedad primitiva, la masa sigue al conductor; ese es el imán de su unidad, el factor de su disciplina y el motivador de su orgullo guerrero. ¿Capisci?


Eeeco. Capisco — contesta don Paolo —.  De modo que me quieren confiar una misión.


Eco. De eso se trata.


— Entiendo que eso debe cumplirse en… ¿Paraguay?; pero allí nuestra organización no tiene amigos profesionales. Ellos están en pañales. Son todos aprendices de este oficio. Por tanto, me será difícil.


— No, no. No es allí. Esa misión debe llevarse a cabo en México,  porque allá vive y trabaja el Mariscal.


— Ahh. Entonces es fácil. Allí sí tenemos amigos y muy buenos profesionales.


— Me alegra. El presidente estará muy contento con esta noticia.


— Dígale que acepto la misión. Y que le cobraré solamente un millón de euros.


— ¿Tanto? ¿No puede ser menos?


— Ahh no señor. Usted me habló de negocios de toda Europa que se encuentran en peligro; eso significa montos multimillonarios en juego, ¿no?


— Y bueno. La verdad es esa. pero no me esperaba este precio.


— Señor: usted lo toma o lo deja. Permiso.


— Espere. Le llevo la propuesta al presidente y luego hablamos.


— Como no. Como usted quiera.


Luego de recibir la aceptación y la prima, don Paolo tomó el teléfono y realizó su llamada a México.


— Dagoberto: — le dijo a su colega — tengo una misión que encomendarle. Un trabajo muy sencillo. Se trata de entregar boleto de viaje a un sujeto común, que no tiene poder ni está protegido. Un simple jugador de futbol. Los detalles se los dará mañana mi secretario. Por de pronto le aseguro 200 mil dólares si todo sale bien.


— Acepto la misión don Paolo pero no a ese precio. Aquí todo se ha encarecido y nuestros servicios también.


— Mire que usted puede necesitar del mismo servicio, en reciprocidad, en cualquier momento, amigo; no olvide eso.


— De acuerdo don Paolo, pero asegúreme 300 mil de esos verdes y deposítelos ya en mi cuenta bancaria que usted conoce, y no se preocupe, que todo saldrá bien—.


Ocho días después Dagoberto puso en ejecución la misión recibida. Al día siguiente don Paolo lo llamó para darle las gracias, felicitarlo y ofrecerle reciprocidad para casos análogos; pero dos días después todo cambió. La prensa dio cuenta de que la ejecución de la misión tuvo fallas; que no se logró el objetivo y para más no fueron borradas las huellas; no fueron neutralizadas ni retiradas del lugar de los hechos las cámaras filmadoras; la fiscalía las incautó porque intervino en el caso un joven Fiscal que todavía no es parte del grupo; uno de esos locos que andan sueltos. Don Paolo montó en cólera y amenazó a Dagoberto, pero éste lo apaciguó diciéndole que si bien todavía está con vida, tiene la bala alojada en pleno cerebro, lo que significa que está fuera del mando de su batallón.


— No sabía que usted sigue siendo un chambón — le espetó—. ¿Cómo no va a tomar las precauciones debidas?, ¡Chambón! — le gritó en el teléfono. Dagoberto, herido en su honor, explicó que sin embargo tomó todas las medidas de seguridad; que trabajaron para él esa noche en el Barlavar el gerente, los guardias que palparon a sus hombres en la entrada, la mesera, la bailarina, la prostituta, el policía de guardia y el personal de limpieza.


— Cómo que chambón si lo llevé a mi propia guarida para asegurar el resultado — se disculpaba Dagoberto — Contraté hasta un periodista para dar las primeras noticias, presentando el caso como una riña entre borrachos—. Finalmente le dijo: — Yo le aseguro don Paolo que si dentro de tres días el Médico principal que está a cargo del pasajero diagnosticara alguna posibilidad de recuperación, mis hombres llegarán de nuevo junto a él para entregarle personalmente el boleto.


Esto calmó a don Paolo, pero unos meses después se arrepintió de esta operación.  Fue cuando comprobó que aquel dirigente del futbol mundial tenía toda la razón para realizar aquel encargo,  porque la escuadra del Mariscal, sin su participación naturalmente, eliminó a Italia y luego de pasar a los cuartos de final estuvo a punto de aguarle la fiesta a la mismísima España, la cual, a duras penas y solo gracias a los arreglos de entretelones logró alzarse con la copa del mundo. Magro negocio para Europa. Pero mucho peor hubiera sido que este equipo anodino de  Sudamérica se hubiera quedado con ella. Eso hubiera sido no sólo una vergüenza para Europa, sino toda una descomunal pérdida económica para los inversionistas. Don Paolo se sintió un héroe pero lamentó haber cobrado tan poco por tan importante servicio.


Por su parte el gobierno paraguayo se quedó con aquella primera crónica periodística. Nunca investigó las causas del atentado fulminante. El Mariscal fue abandonado en su desgracia por el Estado y por toda la supuesta hinchada. Con razón dice mi amigo Alberto: en este país, tener talento es correr peligro y el servicio a la nación no se premia, al contrario, se castiga.


Tadeo Zarratea

15 de mayo de 2014

 

 

 

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Fuente digital: http://mbatovi.blogspot.com

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