UNA NOCHE ESPECIAL

Cuento de SUSANA GERTOPAN DE SZMUC

SUSANA GERTOPAN DE SZMUC : Una de las más nuevas componentes del Taller Cuento Breve. En sus tres años de participación en las clases de lectura, escritura y crítica, ha logrado una serie de cuentos que enfocan diversos temas. Algunos han sido publicados en la prensa local y ahora, por primera vez, en este quinto volumen del Taller, se incluye un cuento suyo.

Es miembro activo del Club del Libro Nº 1 y ha tomado cursos en distintos talleres y seminarios de literatura. Está casada y es madre de tres hijos. Miembro de la Sociedad de Escritores del Paraguay.

UNA NOCHE ESPECIAL

Ramón vivía y trabajaba en una casa en construcción ubicada no lejos del centro. Desempeñaba muy bien su labor de sereno y a la vez techero, en el tiempo libre que le restaba entre tomar tereré, espiar los patios vecinos y piropear a las chicas del barrio. Desde lo alto donde siempre estaba, no dejaba pasar a mujer alguna si saludarla con algún silbido, de ahí que sus compañeros de trabajo lo llamaban el "El Gallo Ramón", apodo que lo llenaba de orgullo.

Una improvisada piecita de madera en los fondos, Ramón acondicionó como dormitorio, compartiéndola con herramientas viejas y restos de materiales. La decoró utilizando páginas coloridas de suplementos escolares como cortina y en las paredes iban colgadas de enormes clavos fotos de viejos almanaques. Un catre era su cama y dos cajones de gaseosas vacías hacían de mesita de luz, en la puerta había pegado un papel con la inscripción Privado; en ese lugar recibía la visita pagada de alguna amiga o nueva conquista, y eso generalmente se repetía con cada cobro de sueldo. Con el dinero sobrante se compraba ropa nueva y a diferencia de la cena habitual esa noche especial sustituía su latita de picadillo con abundante pan, por un pancho con cervecita fría adquiridos del vendedor ambulante ubicado siempre en la esquina.

Esta quincena no sería diferente; había esperado ansioso ese tiempo para repetir esos gustos. Estrenaba una campera negra en cuya parte trasera iba pegada una gran insignia. Se sentía elegante y apuesto. Comió su habitual cena de lujo y se dispuso a buscar con quien darse los otros gustos.

Dio vuelta alrededor de la manzana a la pesca de alguna estudiante nocturna dispuesta de hacerse la rabona, o de alguna empleada doméstica desatinada cumpliendo algún mandado. No encontraba ni a una ni a otra, cuando de pronto en la esquina siguiente, vio parada a una hermosa mujer, alta, rubia y despampanante, parecía una alucinación. Caminó hacia ella y durante el corto tiempo que le llevó esa caminata, repetía una y cien veces lo que debía recitarle, temía equivocarse, ya varias lo trataron de "coguá". Con esta no podía fallar, cuidadosamente se acercó a ella, quien lucía una super minifalda que dejaba descubiertas para ser admiradas sus largas y perfectas piernas. Nunca había visto y menos estado tan cerca de una mujer como ella. Su rubia y larga cabellera le cubría parte de la desnuda espalda. En un principio temió recitarle el versito que ya se había aprendido, pero ante tal monumento, el riesgo valía la pena.

Ella aceptó inmediatamente la propuesta que acababa de recibir, aclarando que el cobro lo hacía por adelantado y finalmente se dejó conducir por Ramón al lugar donde debía consumarse el encuentro: la piecita del fondo.

El la tomó de la mano, orgulloso de su reciente conquista. Le preguntó cómo se llamaba y la respuesta fue: "yo soy Travesti"; yo soy Ramón, confesó él inmediatamente, mientras pensaba lo hermoso de aquel nombre, aparte de Juana, María o Adelina, nunca había escuchado otro, éste era diferente, además sonaba a nombre extranjero, lo que lo convertía en un conquistador internacional.

Antes de entrar a la alcoba de Ramón, ella nuevamente le repitió "yo soy Travesti", pero cuanto más escuchaba aquel nombre, más le agradaba.

Esa noche estaba más feliz y satisfecho que otras, había logrado todo, lindas piernas, cabellos rubios y un nombre diferente.

Una vez adentro, no tardó en darse cuenta de que Travesti no era "ella".... era "el". Del estado erótico pasó inmediatamente al caótico. Como consecuencia repartió golpes en la pintarrajeada cara del travesti. El pobre no tenía condiciones para defenderse, o no las conocía, Ramón no satisfecho aún lo arrastró de un brazo hasta la comisaría más cercana, se sentía estafado. Frente al comisario, Ramón declaró que fue engañado y casi violado por una mujer que no lo era. Cuando Travesti terminó de llorar y se sacó las compresas frías que le cubrían el estropeado maquillaje, explicó su versión, afirmando que ella en dos ocasiones avisó a su acompañante de su condición.

Finalmente quien quedó arrestado fue Ramón, bajo cargos de agresión y daño corporal.

A pesar de la rabia, la confusión y la frustración, Ramón debía reconocer que aquel nombre le seguía gustando.

Susana de Szmuc.

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