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JORGE RUBIANI

  SILBANDO EN LA OSCURIDAD - LIBRO 8 - Tomo I - Textos de JORGE RUBIANI - Año 2014


SILBANDO EN LA OSCURIDAD - LIBRO 8 - Tomo I - Textos de JORGE RUBIANI - Año 2014

SILBANDO EN LA OSCURIDAD

Obra de JORGE RUBIANI

Colección INTERROGANDO AL PASADO - TOMO I - LIBRO 8

Artículos escritos para el diario ABC COLOR

entre los años 1996 y 2013

Editorial AZETA S.A.

Dibujo de cubierta: Edgar Amado - María del Carmen Cabrera

Asunción - Paraguay

 

 

 

ÍNDICE

Presentación 5

Capítulo I - ESCRITOS DE ANTES DE 2010 - 7

- El regreso de las bestias 9

- “A título personal...” 11

- Así surgen los tiranos 13

- Candidata al patíbulo 15

- La corrupción de la pobreza 17

- Democracia o barbarie 20

- Brevísimo Diccionario democrático “a lo Paraguay” 22

- Ecuación perversa 26

- Ni Dios ni la Patria 28

- “El pasado que vuelve...” 30

- El silencio de los intelectuales 32

- Enseñanza griega  35

- La frivolidad exaltada 37

- “Haz lo que digo...”     40

- La vergüenza intacta 43

- Los beneficios del silencio  45

- Presidente se busca 47

- Estado Nacional... se rifa 49

- “Una muerte dulce...” 51

- Y será justicia... ¿Será...? 53

- Ykua Bolaños 55

- Ha llegado la hora 58

- “Gobierno constructivo y patriota...”  60

- “Sonría... le están filmando”  63

Capítulo II ESCRITOS NO PUBLICADOS - 67

- ¡Que termine la pos dictadura!  69

- ¿Estallido social?  72

- Defectos inadecuados... virtudes inconvenientes 74

- El auge de la mediocridad 76

- De “credenciales democráticas” y otras yerbas 79

- Dignidad o miseria 82

- Un desplante histórico  84

Capítulo III - TEMAS HISTÓRICOS - 87

- ¡¡República o muerte!! 89

- Día de los Héroes: Por qué recordar 91

- Asunción en 1850 94

- Casa Martínez Sáenz  97

- “Fieles de fechos”  100

- Historia que duele 103

- Ruy Díaz de Guzmán terminaba su libro: “La Argentina” 112

- La batalla de los siete días 115

- ¿Muero con mi patria?  118

- Eligió Ayala al Panteón 121

- Insulto a la historia 123

- López y sus detractores 125

- Más Gólgota que nunca 127

- Visiones equivocadas 129

- Ser patriotas hoy 132

Capítulo IV - SOBRE LAS RELACIONES CON EL BRASIL - 135

- Cinismo intelectual 137

- Los archiconocidos “documentos secretos” 139

- El pensamiento imperial 141

- Hablando de disrespeitos 144

- Historia y política exterior 146

- Pompa real (sin espuma)  152

- Secretos para siempre 154

- Simulacros 156

-Todo o nada 158

Capítulo V - PERSONALIDADES EXTRANJERAS - 161

- “...Digo lo que pienso, haré lo que digo... ¡palabra de mujer!” 163

- Nosotros y el Che 165

- Pinochet   168

Capítulo VI - INTERROGACIONES - 171

- ¿Cambio o transformación?  173

- ¿Para qué sirve la Cultura?  175

- ¿Para qué sirve la Educación?  178

- ¿Quién salvará a los caballos? 182

- Los pueblos... ¿eligen? 185

- ¿Quién marcha por el pueblo?  187



PRESENTACIÓN

Es la traducción de una antigua expresión inglesa: “whistling in the dark” para graficar un gesto utilizado en el intento de neutralizar los propios temores; como para enfrentar un camino oscuro y desolado, en la compañía de un sonido extraído desde el fondo de nuestras aprehensiones. Por analogía, se habla de “silbar en la oscuridad” cuando se incursiona en el áspero territorio de la expresión de las ideas. Sonoras o impresas. Porque nadie parece percatarse de lo que decimos o escribimos. Aunque lo hagamos en la creencia de que nuestros pensamientos fructificarán en otras mentes, como para formar un colectivo de conciencias que desmantele la oscuridad. A propósito Erich From escribió: “Silbar en la oscuridad no traerá la luz".

Pero silbamos en la oscuridad para que quienes comparten la falta de luz sepan que no están solos. Para que nosotros mismos imaginemos que no estamos solos.

Silbamos... aunque la oscuridad persista y la posibilidad de la luz parezca inalcanzable. Para afirmar lo que somos y quienes somos, frente a la oscuridad que pretende igualarnos con el anonimato de su silencio. Silbamos en la oscuridad para sostener el ánimo que nos abandona a veces y para que la firmeza sea nuestro apoyo mientras esperamos por la luz o caminamos hacia ella. Mientras demos tropezones entre los que cayeron procurándola; o para sobrepasar a los que fueron vencidos por la desesperación y la derrota.

Silbamos en la oscuridad mientras avanzamos hacia donde creemos está la claridad. Y aunque no la encontremos y nadie responda a los silbidos mientras caminamos en procura de la verdad, la decencia, la justicia... o como se llame LA LUZ, seguiremos silbando.

Jorge Rubiani



CAPITULO I

ESCRITOS ANTES DEL 2010


En el léxico político/partidario, se ha alterado de tal forma el significado de ciertos vocablos, que ellos parecieran contar con acepciones distintas a las que les adjudica el diccionario.

 

BREVÍSIMO DICCIONARIO DEMOCRÁTICO

“A LO PARAGUAY”

La frecuente confusión sobre el significado de vocablos utilizados casi mecánicamente durante el fervor de las concentraciones políticas, parece obligar la revisión de sus significados. He aquí algunos de ellos, por orden de alfabético aunque con distinto “orden de aparición” en la escena nacional:

Ausentismo: Característica de los actos electorales y demostración del absoluto desinterés de la gente en la propuesta de los partidos y de los candidatos. El escasísimo porcentaje de votantes refiere, generalmente, solo el número de arreados o “convencidos” con alguna promesa económica o laboral; todo lo cual permite verificar la inutilidad del derroche publicitario.

Cambio: Vocablo desvirtuado al punto que ha perdido su sentido. Hoy se embanderan con él dirigentes que amenazaban con la hoguera a cualquiera que lo planteara. Mientras que los que siempre han demandado el cambio (partidos de oposición), parecieran conformarse sin embargo, con el papel de “furgón de cola” de quienes se opusieron -siempre- a cambiar nada. Hasta parecer desinteresados del compromiso y la responsabilidad de gobernar.

Campaña electoral: Estado de excitación partidaria que comienza el 1º de enero y termina el 31 de diciembre de todos los años. La misma se traduce en polución ambiental (visual, auditiva y mental) en todos los rincones del país, además del nutrido intercambio de insultos entre los candidatos así como “revelaciones” sobre las virtudes mejor guardadas de cada uno de ellos.

Candidato: Sujeto que “gracias a los amigos” y suficiente dinero en alguna cuenta bancaria ventilada por los vientos del Caribe, se postula para a algún cargo. Cada vez que lanza un discurso demuestra que su fortuna pudo provenir de cualquier medio que no tuviera que ver con el ejercicio del intelecto. Por lo que en vez de ideas, privilegia el insulto, la hostilidad hacia cualquier adversario y la descalificación absoluta para quien se atreva a retacearle su apoyo. Confunde desenfado con grosería, sentido del humor con mal gusto y se manifiesta chabacano hasta para saltarse. Se autocalifica “trabajador” o “del pueblo”, cuando no tiene remota idea de lo uno y de lo otro. Para esto último, ni siquiera puede ejercitar dos de los rasgos esenciales del paraguayo: la parquedad y el profundo sentido del respeto hacia el “tapicha” o semejante.

Dirigente Partidario: Operador político que adquiere impensada importancia en los tiempos democráticos. Esto deviene de las franquicias que otorga la Ley Electoral para que cualquier infradotado se postule a algún cargo electivo. Se trata generalmente de los mismos protagonistas de los tiempos de la dictadura (en favor o en contra). “La misma mula con distinto fraile” dirían los mejicanos.

Elecciones: Jornada en que los operadores realizan la ingente tarea de “orientar” a sus adherentes sobre las complicaciones del voto. Para facilitarles el procedimiento, la asesoría incluye la papeleta marcada. Durante el viaje de vuelta a sus hogares, los votantes son agasajados con un asado. Los candidatos de menores recursos les obsequian un kit con pancho hervido, pan, una gaseosa de marca desconocida y de postre, una banana karape. Es el día en que también se suspenden los insultos entre los candidatos. Según el resultado de las elecciones, los mismos se reanudarían ni bien termine el acto comicial.

Ideal: Antigualla de antigua prestancia y presencia en el diccionario local. En su reemplazo y para justificar cualquier militancia en los partidos, se utilizan eufemismos (en realidad “barbarismos”) tales como: "hay que ocupar espacios”, “no se puede remar contra la corriente”, “hay que ser agradecidos”, “hay que considerar la realidad” y largos etcéteras. También desapareció el relativo “idealista”. Como vocablo y como especie social.

Lealtad partidaria: Expresión “comodín” de varios significados, entre los que podrían contarse: defender al partido de cualquiera que pretenda “echarlo del poder”; saber en qué momento abandonar la lista que se apoyara en las internas para sumarse a la lista ganadora; proteger y encubrir al correligionario acusado de actos de corrupción y, especialmente, cerrar filas en torno a cualquier líder (el “pato Donald” o incluso el “noble jefe”) para mantener la supremacía del partido en el gobierno. Los alcances de este vocablo eran de propiedad exclusiva de la ANR. Tanto como lo son el “abrazo republicano”, la “unidad monolítica” o para un colorado no hay nada mejor que otro colorado” (prestado del peronismo duro), características de todo partido enemigo de la diversidad y, por lo tanto, recalcitrantemente fascista. La “virtud” es hoy compartida con el PLRA.

Listas cerradas: Procedimiento que demuestra irrefutablemente que la dirigencia política no concibe el futuro sin ellos. Que les importa un bledo de la juventud, de la renovación para el progreso, de la calidad política, del perfeccionamiento de la democracia y de las instituciones. Como consecuencia tenemos: nulo recambio; renovación cero; progreso imposible. Consagración absoluta de la mediocridad.

Listas abiertas: Procedimiento que permitiría la apertura del “mercado de pases”. Por lo que inevitablemente, los partidos saldrían a la caza de los mejores valores de la sociedad. Se privilegiaría la calidad moral y profesional de los candidatos y todo el sistema se renovaría continuamente. Es obvio que el mecanismo debe resultar poco atractivo para las “estructuras partidarias”; las que gracias al actual sistema, pueden seguir manteniendo la “sartén por el mango” y el guiso dentro de la sartén.

Luchador social: Nuevo nombre para un viejo vicio. Se define por tal, a la persona que por su vinculación con el poder puede conseguir atención médica gratuita, ocupación laboral, cubrir gastos de sepelio, financiar cumpleaños u obtener becas a cambio de que en las elecciones, los beneficiarios voten por el candidato que él indique. Suele financiar también “barras bravas”, patota que en sus horas de descanso (todas las del calendario a excepción de los días de fútbol), puede reforzar la concurrencia a las concentraciones, “apretar” a algún adversario político y hasta “convencer” a algún votante dubitativo. La “capacidad de gestión” del luchador social hace que pueda ser promocionado hasta el envidiable puesto de operador político. Actividad de tiempo completo en la “atención de las necesidades de los correligionarios”, pero de gran rentabilidad a la hora del reparto de prebendas.

Sufragio: El acto de depositar un voto (o varios) durante la elección del o los candidatos. Generalmente se desarrolla sin problemas. Estos aparecen recién durante el conteo de votos dependiendo de la tecnología en uso. Pues se lo hace rápido y mal si es con urna electrónica; y lento y mal si es con papeletas. El factor común del procedimiento es que todos desconfían de todos. Exactamente como ciertos dirigentes de fútbol que recusan a algún árbitro porque en un partido anterior, ellos mismos ya lo habían sobornado.

Transición: El Diccionario “de verdad” dice que el término refiere “la acción y efecto de pasar de un modo de ser a otro distinto”. Que es “el paso gradual de un orden a otro”. Y aunque muy usado, nada de lo que sucede en Paraguay se parece a dicha definición. Por el contrario, la "transición” ni ha significado cambios ni ha hecho que alternen partidos en el gobierno. El fenómeno ha convertido al nuestro en el único país en el que se mantiene el mismo partido en el poder después del advenimiento de las democracias. La misma nucleación de “hombres libres” que consagró “único líder” al Dictador defenestrado.

Las definiciones que anteceden refieren esencialmente los hábitos operativos de los partidos tradicionales, con claras tendencias de manifestarse también en los otros.



Escrito en relación a una de las tragedias más grandes del Paraguay en tiempos de paz.

YKUA BOLAÑOS

No quiero agregar nada más a la pena que embarga a todos, a los sentimientos de frustración, de rebeldía que se han manifestado en estos últimos días, aunque es necesario enfatizar el reconocimiento al heroico comportamiento de policías y bomberos que junto a la gente común, participó de las tareas de salvataje. Tanto como la enorme solidaridad que se extendió por toda la geografía nacional, y por el resto del mundo hacia nuestro país y sus víctimas.

Debe llamarnos la atención este hecho porque el gobierno no pidió ayuda. No necesitó hacerlo. Todavía no se había manifestado una reacción oficial cuando desde Buenos Aires y las provincias vecinas de Argentina ya se preparaban envíos de ayuda hacia nuestra capital. Y antes del día siguiente se desató la solidaridad continental. Del Brasil, los Estados Unidos, de Cuba, de Chile, de Bolivia, de México, del Uruguay; y también la solidaridad mundial, desde España, Francia y de muchos otros países. Insisto, sin que esperaran un pedido de auxilio.

Pero más allá de los hechos ya conocidos y valorados por todos, todavía quedan algunos que no tuvimos tiempo de justipreciar:

1º. Que a partir de ahora... nunca más deberíamos mirar -o escuchar- los noticieros con indiferencia. Si en alguna parte, por desgracia sucede algo grave, también nosotros deberíamos reaccionar, al menos con una parte de la solidaridad que ahora hemos recibido generosamente. Porque además, los que más nos ayudan son las naciones que más golpes han recibido y más desgracias han sufrido.

2o. “Todos los hombres emiten algún resplandor”. Que recordemos este dicho cuando veamos que la Policía -muchas veces- no tiene más remedio que cumplir con su deber. Y que a veces falla (para algunos seguramente más de lo que debieran) como también lo hacen los médicos, los abogados y cualquiera en el ejercicio de sus respectivas profesiones aunque sin arriesgar estos, un pelo del pellejo. Porque hoy, la imagen que ha recorrido el mundo es la de un policía paraguayo en el momento que salvaba la vida a un bebé con una respiración boca a boca hecha en carrera contra la muerte. Juan Duarte, policía, puso la imagen de la sociedad paraguaya en el tope del prestigio -humano al menos- por su dación a la causa de los demás y su sentido de solidaridad y humanidad. Pensemos entonces, desde ahora, que así como existen profesionales universitarios que actúan con maldad y alevosía, también hay policías malos. Pero también los hay buenos y muchos Juan Duartes, como los habrá entre los otros componentes de la sociedad.

3o. De los Bomberos Voluntarios y los de otras instituciones de bomberos, ni hablar. Se pasaron en dedicación, heroísmo, en aplomo y serenidad ante el peligro. Y pensar que suelen estar hasta altas horas de la noche frente a los semáforos, mendigando de los conductores algún dinero para mantenerse en funcionamiento.

4o. Otro dicho: “Solo los tontos se aprovechan de las buenas situaciones. Los inteligentes se aprovechan de las malas situaciones”. No se si será demasiado pretendernos inteligentes. Pero por lo menos deberíamos corresponder a tanto dolor, a tanta dignidad y a tanta valentía demostrada en Ykua Bolaños, con buena conducta. Honrar a los que murieron, a los que todavía sufren y se sacrificaron por los demás, comprometiéndonos a vivir con la dignidad que ellos pretendieron para sus vidas. Y hacer de la convivencia algo mejor de lo que practicamos actualmente. La tarea puede ser ardua.

5o. El lado oscuro de la solidaridad. No nos olvidemos tampoco que el lado oscuro del heroísmo y el dolor de mucha gente, es la infaltable pervertida de otra gente que también se encuentra entre nosotros. En todos los grupos: pues algunos rapiñaron los vehículos que quedaron presos de las llamas; mientras que en hospitales y salones velatorios circulan estafadores que intentan vender cualquier servicio para cualquier cosa. Es por eso que debemos obligarnos a poner distancia con los malos procedimientos, los malos hábitos y acercarnos aunque sea un poquito, a la dignidad de la gente que murió y sufrió. Y a tanta generosidad recibida. Respetar -mucho más a partir de ahora- los códigos de convivencia. Incorporar en nuestros procedimientos el respeto al prójimo. Olvidar la picardía, el ventajismo, el pokare. Seamos solidarios y generosos por hábito y conciencia y no por la obligación que nos impone una desgracia o una emergencia.

Finalmente:

¿Aprenderemos algo de la tragedia? Yo me permito dudarlo. Han pasado tantas cosas en nuestro país, no de la envergadura de la tragedia del pasado 1º de agosto, y tan rápidamente las hemos olvidado. Tan orondamente hemos vuelto a las andadas después de declarar un asueto, plantar una cruz, participar de un acto religioso y poner nombres de las víctimas en las calles de la ciudad. Declamamos mucho dolor, nos dejamos invadir por la emoción, lloramos recordando a quienes perecieron; pero en honor a la justicia y los sentimientos que decimos albergar: deberíamos ejercitar también la serenidad y el discernimiento. Llevamos años de impunidad, decenios de incumplimiento de las normas, siglos de indiferencia al dolor ajeno, prescindencia de todo lo que signifique obligaciones, responsabilidad social y colectiva. Cerca del 70 % de los edificios de Asunción, no tienen planos aprobados. El índice en el resto del país se acerca al 100 %. Algunas municipalidades, muchas más que la mitad, no tienen ni siquiera un departamento de obras. De los planos aprobados en Asunción, alrededor del 80 % son instalaciones que no tienen nada que ver con lo construido.

Los “Ykua Bolaños” olvidados

El 14 de diciembre del año pasado se cumplieron cincuenta años de una tragedia cuando una embarcación de padres de cimeforistas, zozobró en Viñas kue. Olvidado el incidente vino -unas décadas más tarde- la tragedia del “Miriam Adela”, embarcación que también zozobró cerca de Concepción, repleta de pasajeros.

En 1956, un ómnibus de la Línea 11 (Tembetary/Puerto), atestado de pasajeros, perdió los frenos en la cuesta de la avenida Pettirossi casi Brasil... y la única reacción del estado fue cambiar de sentido la mencionada avenida. Así como las de otras de pendiente pronunciada.

¿Acaso no hubo incendios en Pelopincho, en Barrio Chino, a metros del palacio de Gobierno?., y las víctimas fueron reubicadas en las mismas condiciones de precariedad cerca o en cualquier parte.

¿Cuántos accidentes de colectivos que cubren el trayecto entre la capital y las ciudades más alejadas del interior han habido? Decenas, con también decenas de muertos. ¿Han variado las condiciones de extrema inseguridad y peligrosidad de esos viajes? No.

Ykua Bolaños fue una dolorosa y amarga experiencia. Sería aún más doloroso que no aprendamos algo

Re inaugurando las esperanzas ante la asunción de un nuevo gobierno sostenido por partidos diferentes a los de siempre, y con la ilusión de que la larga espera no sea defraudada... como lo fue en 1904, en 1936 y en 1989. Escrito cuando el triunfo electoral de la “Alianza Patriótica para el Cambio” liderada por Fernando Lugo Méndez.



CAPITULO II

ESCRITOS NO PUBLICADOS


Escrito en relación al prematuro fanatismo de cierta juventud que, por herencia, conveniencia o simples simpatías circunstanciales, decide afiliarse a un partido político hipotecando la innata capacidad de los jóvenes para sobrevolar múltiples opciones antes de asumir tan drástica como definitiva decisión.


¡QUE TERMINE LA POS DICTADURA!

¿Se casa uno con la primera novia? ¿Se define un diseño con el primer boceto? ¿Nos quedamos con el primer empleo obtenido? Generalmente Entonces ¿por qué tomar decisiones tan importantes, definitivas e irreversibles -como afiliarse a un partido político- siendo tan jóvenes, inexpertos y casi siempre ignorantes en materia política?

La respuesta es desoladoramente sencilla: para conseguir trabajo. No importa que el corazoncito palpite por el azul o el rojo; que uno se incline a la derecha, a la izquierda o permanezca en el centro. Lo importante es que la brújula partidaria de quien aspira un empleo, esté bien orientada. Aunque de últimas, cualquier “ismo” de la fiesta democrática nos pondrá al alcance de alguna cuotita laboral. No será fácil sin embargo. La competencia es copiosa y la conscripción en pos del laburo, obligará la asistencia a reuniones partidarias, a concentraciones, repartir folletos, hacer llamadas -a radioemisoras o correligionarios- para todo lo cual, el muchacho o la muchacha deberá tragar sapos y culebras además de soportar a “líderes” de dudosa prosapia moral. Y aun si eligió bien el Partido, deberá esmerarse todavía más en “acertar” la interna conveniente, la de mejores posibilidades. Por qué si su aspiración era enrolarse bajo el pendón de Bernardino Caballero o en las huestes de Eduardo Vera, la misma se diluirá detrás de un nombre -o un apodo- con el ismo de rigor. Y será entonces, simplemente, “llanista”, “efrainista” o “franquista" aunque se pretenda liberal. Y si colorado, los matices lo llevarán del “cartismo” al “castiglionismo” pasando por los istas de cada sector.

En algunas de las otras carpas partidarias, la situación es peor... si es que esto fuera posible. En la del UNACE, por ejemplo, hay que encolumnarse detrás del jefe. No hay otra. Y en la variopinta margen izquierda, ya no hará falta leer a Marx sino manejar ciertos vocablos para definirse; manifestando al mismo tiempo, una intolerancia absoluta hacia cualquiera que no comulgue la misma visión de “progresismo”, democracia o libertad que campea entre sus líderes. Es la constante de estos tiempos: la contradicción de apegarse a los códigos democráticos y denostar sin piedad contra los de pensamientos diferentes.

Afiliarse hoy ya no representa la adhesión a ideas y conceptos elaborados con lo mejor y más virtuoso del saber humano y frente a una posible labor de gobierno. En el todavía cercano pasado, la sociedad percibía en la acción de combativos dirigentes de Partidos, la luz que brillaba -tenuemente a veces y a veces muy rutilante- en la densa y larga noche de la dictadura. Pero el Dictador se fue y pareciera que bajamos la guardia. Como si la esforzada lucha de otros tiempos no nos permitiera medir los efectos devastadores de la mediocridad instalada en la República. Por lo que impacientes por apurar de un trago la transición democrática, los Partidos se apresuraron en otorgar un ropaje legal a los medios de acceso al poder, sin desmantelar previamente el perverso andamiaje del sistema dictatorial y SIN erradicar, sobre todo, la mentalidad autoritaria inoculada a la sociedad entera como un cáncer.

Se gestaron entonces decenas de instituciones para “cuidarnos los unos de los otros” (la desconfianza hacia cualquier diferente ES una de las herencias más reconocibles del Dictador); además de sistemas electorales que ya no demandan doctrinas ni proyectos de gobierno. Mucho menos ideales con los que avizorar una mejor sociedad. El Supremo Tribunal Electoral - ¡vaya nombre!- solo exige padrones partidarios que oficializan el sectarismo (proscribiéndose de paso, la independencia para elegir); solo listas cerradas para ser votadas, inscripciones, plazos, y algunas cuestiones administrativas.

La actividad de los partidos se ha rebajado entonces a la mera disputa por el poder sin que sus actuales dirigentes atisben a plantear soluciones a los males de la República. Todos se ocupan de abultar la cartera de clientes junto a la integración de herméticas nóminas electorales entre cuyos integrantes preponderan “virtudes” que nacen más del corazón que del cerebro y en otros casos, de órganos “más abajo” que el mismo corazón. Si originalmente distintos -por doctrina o por historia- los partidos se han vuelto semejantes en lo operativo: solo captan socios para un intercambio: “tú me votas, yo te consigo trabajo”. O dicho eufemística y más elegantemente: “te financio un espacio para tu labor partidaria”. Y tan claro es el acuerdo que tras la proclamación de la victoria electoral de cualquiera de los candidatos, de cualquier partido, los despachos de los flamantes consagrados se llena de gente con carpetas y las correspondientes solicitudes. Cuando la atención se demora el tiempo que excede la paciencia del correligionario, se escuchará la común increpación de casi todos:

-¡¡Yo ningo te voté!!

Si asumimos cuáles son las reglas de juego y quienes los jugadores, un mínimo de sensatez puede asegurarnos cuáles serán los resultados. Por lo que la votación no es más que una lotería en la que la ciudadanía no es sino una convidada de piedra y de cuyas consecuencias obtiene cada vez menos respuestas y ninguna esperanza. Pues la “democracia” nos ha cercado de instituciones deficientes, sectarias, clientelistas, dirigidas por incompetentes. Quienes, cuando menos, trafican con influencias y hacen gala de un absoluto desparpajo a la hora de justificar sus desmanes. Si esto no es dictadura... se le parece mucho. ¿No es tiempo de exigir que se le ponga fin?



En el mundo de la política partidaria nada parece ser definitivo o terminante. Aunque se utilicen vocablos que parezcan denotar firmeza y resolución, como por ejemplo “hasta las últimas consecuencias” o expresiones que permitan apreciar afectos o rupturas definitivas; los exponentes partidarios, no admiten limitaciones de cintura ni de vocabulario.

DIGNIDAD O MISERIA

“...Dignidad es una palabra que tiene prestancia de miseria...”, decía uno de los poemas que escribí, sin inspiración ni talento pero con juvenil entusiasmo, hace muchos años. Recordé la expresión cuando prensa mediante, presencié el penoso desfile de disidentes del “castiglionismo” por el Palacio de Gobierno o por Mburuvicha róga. Ya irreversible el resultado de las recientes internas coloradas, los autoproclamados “promotores del cambio” abandonaron rápidamente sus promesas y dejando en el olvido sus acusaciones de “personalismo” o “corrupción”, salían de la mano del sujeto de todas las críticas, distendidos y sonrientes. “Hay que defender -explicaban- la unidad del coloradismo de cara a las próximas elecciones”. A diferencia de las promesas que se hacen a los ciudadanos, las que producen estas entrevistas se convierten rápidamente en realidades. Una “voluntaria” renuncia aquí, “un pasito al costado” más allá... y todos tienen su lugar en la lucha por la permanencia del “coloradismo en el poder”. El efecto llega a las bases pues los arreglos (con arrepentimiento previo) se producen “en cascada” hasta que el último de los operadores tenga “su espacio”. Todos sabemos que ni bien aparezca algún descontento en la repartija y tendremos al futuro “prometedor de cambios” en las próximas elecciones.

Pero de las visitas al presidente, resulta la excitante realidad de los verdaderos cambios. Los que se verifican en la cúpula del gobierno; en las más altas que puede reservarnos las funciones del Estado. Los beneficiarios asumen sus cargos con la convicción de que la investidura aumenta sus neuronas. Que aunque su nominación fuera producto de una transa, él/ella YA PUEDE ejercer sus nuevas cualidades. No importa cuán carente esté de méritos o experiencias. Ni qué nefastos antecedentes aporte. El/ella YA ES. Mientras que nosotros, los simples ciudadanos, YA SABEMOS también cuan firme es su convicción política. De qué nivel sus ideales, su sentido de compromiso. Cuan digna será su actitud en defensa de los intereses nacionales. Sabemos lo que estos personajes ignoran, o tal vez lo saben muy bien: y es que las noticias se esparcen por todo el mundo. Y que los inversores de buena o mala fe, los narcotraficantes o contrabandistas, los acreedores -o deudores- del listado paraguayo, así como los interlocutores habituales de los países vecinos, conocerán la cotización del funcionario en cuestión. Cuáles serán sus prioridades, sus intereses.

No queda más que decir que el poder es el ejercicio de la voluntad. Tiene poder quien hace lo que quiere. Pero se llama Gobierno al sistema que adorna con legitimidad su poder. Con ideas, con virtudes, con eficacia, con proyectos. Es indiscutible, porque beneficia a todos. Para ejercerlo es indispensable un razonable nivel académico. Pero fundamentalmente coherencia, consistencia e integridad para que el Gobierno complemente su acción con el prestigio. Porque solo el prestigio otorga valor de calidad a las propuestas y las consignas.

Finalmente puede decirse que estas comparsas en el marchódromo de la indignidad, renunciaron a un cargo para el que fueron elegidos por pretender otros de mayor rentabilidad. Desistieron de un mandato popular. Mintieron y traicionaron. Pensaron -¿piensan?- que su candidato ganaría y perdieron. Por lo que resueltos a concretar sus ideale$, abandonaron al líder que eligieron y se presentan frente al que ganó; al que por otra parte y durante toda la campaña, llenaron de lodo. Algunos dirán: “Pero así es la democracia, son los votos los que mandan”. Convengamos que es así. Que esa es la democracia que tenemos. Es la que hacemos todos los días. Pero tal como está, no sirve. ¡Al Paraguay no le sirve! Y si no se corrigen sus defectos a tiempo, solo Dios y el Pentágono saben lo que puede llegar a pasar...

Pero entretanto, nadie puede negar que estos flamantes Secretarios de listado, entre la dignidad o la miseria optaron por dejar de ser pobres. Pero igual son miserables...

Escrito en relación a valores nacionales que los paraguayos olvidamos frecuentemente...





CAPITULO III

TEMAS HISTORICOS


¡¡REPÚBLICA O MUERTE!!

A la una de la tarde del 12 de octubre de 1813, el Paraguay comenzó a ser República. Una definición institucional que los vecinos adoptarían mucho más tarde: la Argentina en 1860, después de varias denominaciones, las que se iniciaron con la de “Provincias Unidas” en 1810, hasta la Confederación, vigente antes del Decreto del presidente Santiago Derqui, el 8 de octubre de aquel año. Brasil abandonó la monarquía el 15 de noviembre de 1889, cuando el mariscal Manuel Deodoro da Fonseca sublevó a las tropas acuarteladas bajo su mando, declarando la República. Un detalle sarcástico de esta gesta, se debió a que el movimiento republicano se incubó durante la guerra contra el Paraguay de la que Pedro II, el emperador depuesto, fue numen y gestor principalísimo. En el Uruguay, la “República Oriental” sustituyó al “Estado Oriental” el 1º de marzo de 1919.

Pero el año 1813 no fue solo histórico por lo que sucedía en Paraguay donde 1.000 ciudadanos de todos los rincones del país, se reunían en el Convento de la Merced para analizar y decidir las formas de gobernarse. Sino porque se trataba de una situación que contrastaba dramáticamente con el generalizado desconcierto que había producido la caída de la monarquía española bajo las botas de Napoleón, en 1808. Pues en el "esto de las antiguas provincias americanas, cundía la incertidumbre y se sucedían unas tras otras, las declaraciones de autonomía o independencia aunque casi todas ellas jurando lealtad y obediencia al “amado Rey Fernando”. La antigua y desfalleciente monarquía no se “tragó” sin embargo esta rebelión bajo tan devoto ropaje y en 1814 iniciaría la sangrienta reacción, comenzando con el desmantelamiento de las noveles patrias americanas. Las “guerras a muerte”, repetidas e inacabables a partir de entonces y hasta 1824, produjeron una devastadora marea de violencia, lejos de los sueños de libertad y felicidad que habían animado a los patriotas.

En 10 años de lucha se cuantificaron 260.000 muertos en Venezuela y 610.000 en México; mientras que en la cuenca del Plata, las facciones en pugna tras el poder, los remedos de gobierno, la preeminencia de caudillos frente a las instituciones, además de los degüellos y matanzas, hacía materialmente imposible un cálculo de las pérdidas.

¿En qué consistía el valor de aquel “anticipo” institucional que Paraguay daba a sus pares de América? Básicamente, en un intento de alinearse al concepto de RES PVBLICA (la cosa pública) y desarrollar un estado bajo el imperio de la ley; algo que hoy llamaríamos “Estado de Derecho”. Se planteaba “...la realización de las aspiraciones generales, arrostrar los múltiples problemas que promueve la convivencia social” junto al intento de buscar la felicidad de los pueblos a través de una vida digna. Y lo hacían personas de escasa ilustración y experiencia que, salvo dos o tres referentes, no habían accedido a la luz del conocimiento pero que, tras siglos de aislamiento, injusticias y padecimientos de toda clase, estaban inoculados con un orgullo nacional del que carecían los demás americanos. Además de un fuerte sentimiento de arraigo, de pertenencia y responsabilidad colectiva, virtudes que habrían motorizado lo que la ilustración no pudo brindarles. Es por eso que la modesta cantidad de 68 muertos en la época más violenta de la “represión francista”, cuando fue descubierto un complot contra la vida del Dictador, es “cartón y pan pintado”, frente a la desoladora estadística anterior.

PARAGUAY, la única provincia de ultramar sin costas de mar a partir de 1617. El único país que ya República, conservara el nombre del solar preexistente a la llegada de los europeos. La única colonia en la que sus habitantes se llamaron “paraguayos” cuando las demás colonias ni siquiera existían; y que ya manifestaban un “amor de patria a la tierra que los vio nacer”. El único pueblo que en un 85% de su población, conserva y se comunica en su lengua original. La única Nación que integra a sus castas en una sociedad igualitaria en la que desaparecieron las características raciales que en otros países de América, sirvieron para descalificar y discriminar a los seres humanos... no pudo haber dado al mundo las muestras de heroísmo y pasión en la defensa del territorio solo por casualidad o por el ocasional valor de sus conductores.

Todo este bagaje de valores y virtudes debería hacer que los paraguayos del siglo XXI merezcamos mejores gobernantes de los que tuvimos representantes más aptos de los que tenemos. En aquel 12 de octubre de 1813, el sentido del honor, de la dignidad y el patriotismo suplio lo que faltaba de experiencia de Estado o conocimientos académico. Hoy... lo que tengamos de estos últimos, es inútil si no existen hoy dignidad y patriotismo.

Sobre las difíciles implicancias actuales del patriotismo. Sobre su utilidad y pertinencia.



SER PATRIOTAS HOY

El patriotismo es una de las palabras más desprestigiadas de nuestro vocabulario. Por muchas razones. Pero una de estas ha sido la propaganda de autoritarios y dictadores que relacionaron su permanencia en el poder con dicho sentimiento. Con la identificación de “su gobierno" con el “...glorioso destino de la patria”. Para vincular su misión a designios -casi mágicos- en los que cada gesto o actitud del déspota, debía considerarse como producto de la suprema encarnación del patriotismo y de otras “excelsas virtudes”. Con él -y solo con él- se materializarían los sueños de nuestros héroes y se concretarían las más grandes aspiraciones de la nación.

Y mientras más se usaba el vocablo, cuanto más se apelaba a él para promover incondicionales lealtades y justificar increíbles abyecciones, más se desprestigiaba el ser patriota y el sentimiento se acomodaba, lentamente en el desván de los trastos inservibles.

Pero el patriotismo es algo más importante y, al mismo tiempo, más simple que eso. Y hoy debiéramos meditar seriamente sobre su contenido y su valor. Porque es necesario, muy necesario, que una comunidad albergue tales sentimientos. Para comenzar, el patriotismo no tiene que ver con nadie. Tiene que ver con lo que nos es común, con lo que nos identifica como miembros de una colectividad, con los afectos que nos vinculan a un lugar. Es lo que nos une a sus tradiciones y valores, a su gente, a su historia.

Para qué sirve? Para nada y para todo.

Para nada, si no motoriza el reconocimiento de la virtud, la exaltación de la responsabilidad social, de la nobleza y la dignidad, además de promover la vigencia de la democracia. Para todo, porque serán absolutamente ociosos los logros técnicos, políticos o económicos de un estado, si no van acompañados del carácter que otorgará el patriotismo a la gestión; si no tienen el sello de una entidad grupal, si no cuentan con el amparo de los valores de una colectividad.

Suele hablarse de pueblos con hidalguía, con dignidad, con personalidad cuando nos referimos a aquellos que, aún pobres, conservan su orgullo nacional, la autoestima, la entereza, atributos que no les permiten caer en lo hondo de la desidia y la corrupción. Esos son pueblos patriotas. Y es inevitable asociar el patriotismo al heroísmo porque en las actitudes heroicas encontramos -muchas veces- esos sentimientos. Pero en los tiempos que corren, más hay de patriotismo en las actitudes honestas que en los actos temerarios o heroicos. Más de patriotismo hay en el cumplimiento de la ley, en la responsabilidad de desarrollar una tarea con probidad y eficiencia. Un profesor que ha invertido su dinero en formarse, en adquirir libros e instrumentos para su labor y que enseña aún sin tener los mejores salarios en el escalafón del estado, consciente que la simiente que difunde será útil para sus conciudadanos, es un patriota. No lo es, quien defrauda a su prójimo, quien roba, quien trasgrede la ley, quien malversa caudales públicos.

Pero donde más resalta la importancia del patriotismo es en la sustentación del “orgullo de ser”, en la personalidad con que nuestros gobernantes se presentan ante sus pares del mundo. Sin lujosas parafernalias protocolares pero dignos, concientes de los valores de nuestra historia y la justa esperanza de un destino mejor para nuestros afanes.

Hoy, sin embargo, la exaltación a nuestros héroes se ha convertido en una cuestión accesoria y el conocimiento de nuestra historia es considerado poco menos que innecesario. Pero deberíamos asomarnos nuevamente a los hechos del pasado para que -tal vez- encontremos en ellos, la inspiración necesaria para coincidir en el camino -si no del progreso nacional- al menos, en el de la decencia y la integridad. Amén.

Escrito en relación a las torpes excusas de los voceros de Itamarati, para justificar la imposición del secreto a los documentos sobre las relaciones entre los dos países.



CAPITULO IV

SOBRE LAS RELACIONES CON EL BRASIL


CINISMO INTELECTUAL

No hay archivos secretos en el Brasil”. Son declaraciones del historiador brasileño Francisco Doratioto al diario La Nación de Buenos Aires. El autor de “Maldita guerra” afirma con ironía, que “...si hay un archivo secreto sobre la Guerra del Paraguay, los diplomáticos brasileños se merecen el Oscar al mejor actor”; dando a entender que el asunto no es más que pura ficción. Doratioto fundamenta su presunción en el hecho que él mismo se encargó de buscar “...durante meses, en los archivos del Ministerio de Relaciones Exteriores (Itamarati), me hice amigo de diplomáticos y funcionarios, pero nadie sabía nada”.

Seguro de si y amparado en la indulgencia de Academias y medios de prensa afines a su pensamiento (La Nación de Buenos Aires publica cualquier estornudo del historiador brasileño) Doratioto asume -desde luego- que nadie se enteró del resumen de prensa que la misma Cancillería del Brasil posteara en Internet el 25 de marzo de 2010. Dicho informe, el N° 34, recogiendo opiniones y escritos de toda la prensa verde amarelha, afirma en uno de sus titulares: “El Gobierno (brasileño) quiere el sigilo de papeles por 75 años”, reseñando seguidamente que los “Diputados ya hablan de aumentar el plazo para que los documentos considerados ultra secretos sean tornados públicos”. Y que “Itamarati tiene especial interés en proteger los registros referentes a la Guerra del Paraguay y sobre las negociaciones que permitieron la delimitación de fronteras con este país”. La pregunta que debiéramos hacer a Doratioto sería: ¿Por qué el gobierno del Brasil propugnaría todo un acuerdo parlamentario para la continuidad de la censura... si tales documentos no existieran?

El historiador de marras, Miembro Correspondiente de la Academia Paraguaya de la Historia, pretende que brasileños y paraguayos ignoremos este “Atentado contra la Historia”. Este es el calificativo que encabeza otro informe elaborado en el Brasil y publicado por la revista Istoé en su N° 2171 del pasado 22 de junio y redactado por Lucio Vaz y Claudio Dantas Sequeira, que dedica cuatro páginas a la decisión de rever el proyecto de ley de Acceso a la Información Pública, promovida por los senadores y expresidentes: José Sarney y Fernando Collor de Mello. Los articulistas resumen la arbitrariedad en el siguiente concepto: “La historia de un país es de interés público y debe ser tratada de la forma más transparente posible pues pertenece a todos los ciudadanos”. Casi los mismos comentarios mereció el hecho a otra revista brasileña: Época, aparecida por las mismas fechas. Pero de acuerdo al indiscutible e infalible Doratioto, tanto Sarney como Collor de Mello, junto a los articulistas de Istoe y Época, se están ocupando de “algo que no existe”.

Tampoco debe existir para el Miembro Correspondiente de la Academia Paraguaya de la Historia y empleado de Itamarati, la ponencia publicada en Estudios Históricos de Río de Janeiro (vol. 2 y 3; págs. 63/76 del año 1998), por las historiadoras Célia Maria Leite Costa y Priscila Moraes Varella Fraiz. En este documento titulado “Acceso a la Información a los Archivos Brasileños”, las estudiosas afirman que no les permitieron consultar el Archivo Histórico del Ejército del Brasil, merced a una disposición, la N° 2.449 del 22 de setiembre de 1979, que dicta las normas para la utilización de tales archivos. También consignan que el Archivo Histórico de Itamarati es “la única institución que tiene el acceso a s archivos reglamentados por un decreto presidencial”. Este decreto q lleva el N° 64.122 del 19 de febrero de 1969, estipula “que el acceso es libre para los documentos anteriores a 1900, con excepción de los documentos relativos a la Guerra del Paraguay y sus límites”.

Más claro... imposible. Pero por las dudas, consultemos a Doratioto. Más allá de la intención del insigne “Miembro Correspondiente” de continuar una guerra que debió haber terminado el 1º de marzo de 1870, trasunta en estos gestos, claramente, una actitud hostil y agresiva hacia el Paraguay. Además -desde luego- de lo que constituye un atentado a la libertad de información y el libre acceso al conocimiento. Las que no han merecido hasta hoy ni la molestia de un reproche del gobierno nació como de sus Academias Históricas, a sus instituciones “correspondientes” del Brasil. Como tampoco han sido temas del Mercosur Cultural ni de cuanto cónclave o encuentro se gestara con motivo del Bicentenario. Por lo que estímulo y campo libre tienen estos señores, para decir que se les ocurra ante cualquiera dispuesto a publicar sus exabruptos.



Escrito frente a la noticia de que los gobernantes del Brasil, estarían dispuestos a la devolución del “cañón Cristiano”

TODO O NADA...

No un solo cañón. Sino el armamento completo que el Brasil se llevó de nuestro país. Tienen que devolver todo. Documentos y objetos; banderas y utensilios, lo que la rapiña planificada en el Tratado Secreto del 1º de mayo de 1865 le autorizó a perpetrar. De ninguna manera deberíamos aceptar los paraguayos que nuestros anhelos de justicia y reparación se calmen con otra especie de “compensación energética”. En este caso, un cañón... por más de bronce que sea. Paraguay no puede seguir aceptando que nuestro poderoso vecino desarrolle su “visión” de la armonía continental entre espasmos de generosidad, imposiciones indebidas o ejercicios militares de intimidación en la frontera.

A más de 140 años de finalizada la guerra, tienen que devolvernos todo lo que nos robaron. Ya no les pedimos nuestros territorios usurpados, no les reclamamos por el genocidio, por la violación a mujeres, la ocupación militar de nuestro territorio y por la gravosa deuda de guerra que nos impusieron por más de 70 años. Ya no demandaremos por el retorno de nuestros compatriotas enviados como esclavos u obligados a pelear contra su patria tras haber sido prisioneros en las distintas batallas. Ya no volverán -desde luego- los niños que, solos y desamparados fueron raptados por oficiales brasileños desde los calcinados campos que dejaron las batallas. Ya no podemos poner remedio a los resultados de la grosera intervención brasileña en los asuntos internos del Paraguay desde prácticamente finalizada la contienda. Intervención que tuvo protagonistas -emisarios brasileños e interlocutores locales- procedimientos, medios y monto$, conocidos hasta en sus mínimos y escabrosos detalles. Por alguna razón será que el Archivo Histórico de Itamarati estipula que el acceso a sus intimidades es libre “...con excepción de los documentos relativos a la Guerra del Paraguay y a los límites”, según reza el Decreto Presidencial N° 64.122 del 19 de febrero de 1969.

En esta ocasión no hablamos de un Tratado cuya revisión haga que el Brasil renuncie a beneficios indebidos. Como sucedió el 9 de enero de 1872 cuando se firmó el Tratado de Límites Loizaga/Cotegipe -una mera formalidad- con el país ocupado y la espada de los vencedores pendiendo sobre el apocado negociador paraguayo. Como también sucedería el 26 de abril de 1973 cuando dictadores de ambos países, sumergían los derechos del Paraguay sobre los Saltos del Guaira, bajo las todavía agitadas aguas de Itaipú.

“Los tratados no se tocan” justificarían los mentores de la política Imperial. Por las mismas razones por la que nosotros y los gobiernos democráticos de toda América, debiéramos tocarlos. Y si fuera posible quemarlos en una plaza pública. Porque finalmente, en esta ocasión no se trata de intereses o conveniencias. Se trata de decencia: lo que se roba se devuelve. Imperio o nación “hermana”; aquí y en nuestras antípodas. Los uruguayos devolvieron lo nuestro, con tremenda contrición, en 1885, 14 años después de finalizado el conflicto. Los argentinos lo hicieron en 1954, a 84 años. ¿Cuándo será que las palabras vergüenza, solidaridad o respeto tendrán cabida en el diccionario de Itamarati.?

¿Por qué solo ante una cabriola de la naturaleza, como lo sucedido recientemente en Chile, esos vocablos comienzan a tener sentido?

El hecho motivó que el presidente Lula acudiera presuroso en jet privado, con laboratorios e insumos. ¡Oh!., ¡cuánta emoción! (y para darle rima, ¡cuánta televisión!). Si fuera así, debe decirse que la guerra del Paraguay contra la Triple Alianza representó para nuestro país la devastación producida por 10 volcanes juntos, 100 terremotos simultáneos con 1.000 veces más muertos de los que tuvo el país trasandino.

Si los gobernantes brasileños creen que los nuestros -sus habituales interlocutores- no se merecen ese gesto, el pueblo del Brasil no pueden permitir que el pueblo paraguayo sobreviva con sus culpas y sin sus reliquias. Y para que se entienda, hablamos en plural.

No es una sola...



CAPITULO V

PERSONALIDADES EXTRANJERAS

 

Escrito cuando la asunción de la Señora Michelle Bachelet, a la presidencia de la República de Chile.

“...DIGO LO QUE PIENSO, HARÉ LO QUE DIGO... ¡PALABRA DE MUJER!”

Expresiones de Michelle Bachelet, presidenta de Chile. Y hay que creerle. En el país trasandino los mandatarios cumplen. Y mientras lo hacen, el pasado de terror termina de morir en el más absoluto desprestigio. El presidente Lagos se retira con el 70 % de aprobación a su gestión en tanto Pinochet afronta el más duro de los castigos: la deshonra de verse tal cual fue siempre: un ladrón y asesino que hoy, en sus últimos años, transita de juicio en juicio. De humillación en humillación.

Chile es el reverso de la “moneda paraguaya”. La dictadura aquí, solo perdió al Dictador. Este, sin ninguna molestia, vegeta plácidamente en Brasilia. Pero sus mañas y sus vicios continúan. Y tendrán, seguramente, larga vida gracias a la “tierna podredumbre” formada en los “centros juveniles” del partido y cuyos componentes se hallan hoy incrustados en todos sus movimientos internos. Mientras Stroessner y sus partidarios -esbirros y obsecuentes de antaño- se regodean de las debilidades funcionales del “sistema democrático” mientras la intocable mediocridad reinante en cada uno de los partidos, impide cualquier cambio.

Porque hasta en eso, Chile es ejemplo. La diáspora desatada por Pinochet en setiembre de 1973, no hizo que los chilenos perseguidos se limitaran a lamentar su extrañamiento y escudriñar la posibilidad de volver. Se aprovecharon de aquel tiempo trágico y se formaron en las mejores escuelas del mundo. El gabinete de la presidenta Bachelet, compuesto de 10 mujeres y 10 varones, tiene los mejores currículums en cada una de las especialidades ministeriales. Nadie está allí porque es amigo, hermano o pariente de la presidenta. Está porque en Chile el requerimiento de la idoneidad para el ejercicio de los cargos públicos no es letra muerta. Y porque los mandatarios chilenos de la última década -si partícipes de las políticas partidarias- se han comprometido también con la responsabilidad de sacar adelante al país.

Hay más. Aun víctima de Pinochet, Michelle Bachelet, hija de un militar asesinado por la dictadura, que tuvo a sus tres hijos en el exilio, que perdió a un hermano y queridos compañeros durante aquellos años funestos, tuvo en el momento de asumir la presidencia un gesto de verdadera estadista. En un discurso cargado de emociones -como inevitablemente tenía que ser- “se concentró en un mensaje inclusivo, acogedor, para todo Chile y su futuro”. Todo un ejemplo de lo que se espera de una mujer con reales atributos de la sensibilidad femenina, lejos de los gestos y actitudes de las de más acá de los Andes, que para reivindicar el género, adoptan y ejercen los defectos de los hombres más imperfectos que se conocen.

¿Qué podríamos hacer los paraguayos para seguir el camino chileno? ¿O incluso, mejorarlo? Simple. Renunciar a los proyectos personales para desarrollar un proyecto nacional. Abandonar al menoscabo de todo aquel que piense diferente y concentrarnos en debatir ideas antes que intercambiar agravios. Elegir a los mejores hombres y mujeres -sean o no correligionarios- para los cargos de responsabilidad pública. Imponer la decencia, la honestidad, la transparencia en todos nuestros actos. Combatir frontalmente la impunidad, la pobreza, la exclusión. Penalizar el populismo y la demagogia. Ser respetuosos, solidarios, austeros. Firmes en la consecución de todos estos objetivos.

¿Ud. cree, ciudadano compatriota, que se podría..?

Definitivamente ¡¡se puede!! Solo faltaría una cosa: proscribir la mediocridad y a los mediocres. Este gremio no acepta competencias y definitivamente desprecia cualquiera de las virtudes antes mencionadas.



CAPITULO VI

INTERROGACIONES

 

De cuando la ley para la creación de la Secretaría de Cultura tenía media sanción del Parlamento. Escrito en relación a las comunes confusiones que se generan desde el ámbito del gobierno con la labor cultural.

¿PARA QUÉ SIRVE LA CULTURA?

La puesta en vigencia de “procedimientos democráticos”, determinaron nuevas formas de disolución cultural para los países más desvalidos del planeta. En América Latina, especialmente, tales procedimientos llegaron a niveles de perfección y sutileza que, a la par del consumo acrítico de la cultura dominante, se pretende operar el olvido de la cultura sometida. Eufemismos tales como “libre-comercio”, “civilización”, “modernidad” o “globalización”, no solo han posibilitado la “integración” de las sociedades pobres latinoamericanas a los grandes mercados, sino han provocado también la difuminación de sus valores, de sus creencias, capacidades y tecnologías tradicionales.

Enfrentadas a las poderosas armas de la mediocridad industrializada, cualquier resistencia al proceso tiene contadísimas posibilidades de sobrevivencia. Y puede notarse ya que junto al consumo de cuanta “chatarra cultural” nos impone el “mercado”, se apuesta a la expansión de la frivolidad, a la banalidad y a la definitiva disolución de la cultura autóctona.

La cultura oficial

Para justificar estos “revolucionarios cambios”, se apela al sacrosanto argumento de la rentabilidad. Se afirma entonces que un concurso de mises tiene más éxito que una obra de teatro. Que las frivolidades de la socialité farandulera generará más ganancias que cualquier actividad cultural o humanitaria. El fenómeno hace que los gurúes de la “mercadotecnia global”, afirmen categóricamente que “la cultura no vende”, no rinde beneficios. Que no es rentable.

Obnubiladas, las autoridades asentirán gustosas. No podría ser de otra manera pues ellas forman parte del “implante cultural” previsto para “nuestras democracias”. Y revelan con fidelidad, las características operativas de la mayoría de esos gobiernos: intelectualmente infradotados, generalmente mediocres y desvergonzadamente corruptos. Casi tanto como sus predecesoras dictaduras militares. De hecho, se alinearon sin esfuerzo al consabido desdén con el que ellas han castigado siempre a la cultura.

El panorama no es mejor en las carpas “progresistas”. Sus filas nutrieron de impensados aliados a los “árbitros del pensamiento gubernamental”. En muchas ocasiones. El detalle también delata la proverbial incapacidad de nuestros políticos para aceptar el saber “del otro”. O que las opiniones de sus interlocutores sean rebatidas desde el plano de las ideas, o con la demostración de algún conocimiento superior.

Es la dimensión cuasi-primaria en la que se desenvuelven los criterios de convivencia en el ámbito de los Partidos, en los que el “animal político” (nunca mejor usada la palabra), considera al de su especie como un potencial enemigo. El “otro” pone en peligro -como antaño en las cavernas- su alimento, su tribu, sus posesiones, su territorio. Más tarde, tal vez sea una interferencia para la fama y la fortuna que él ambiciona conquistar. Y, aunque la fama ni la fortuna estén a su alcance, los logros del “otro” delatarán su propio fracaso.

Sin embargo, con alguna capacidad, un poco más de discernimiento y mucho de buena fe, los referentes político-partidarios tal vez pudieran comprender que la Cultura y el ejercicio de sus atributos, son de los únicos recursos que tiene el hombre para proveerse de eficacia, combatir la demagogia o la agresividad exacerbada. Defectos que, tan invariable como reiteradamente, hacen trizas las escasas oportunidades que tenemos todos de acercar posiciones y concretar la convivencia.

La nueva Cultura

La situación exige de los operadores culturales un replanteo de toda la actividad. Debe reclamarse que la Cultura rebase el ámbito de las meras expresiones artísticas o de las percepciones estéticas para adentrarse en el reconocimiento y énfasis de los valores de una sociedad. Para operar en el centro mismo de la esencia de cada una de ellas: desde la memoria colectiva hasta las apetencias estéticas, desde los saberes ancestrales hasta la vocación por el confort y el sentido del deleite o el disfrute. La Cultura en toda su complejidad, con todos sus componentes. Como resultado de una elaboración colectiva que, finalmente, se inserta en la historia. Debe entenderse que este proceso ha sido generalmente duro, áspero, lleno de resistencias e interferencias, por lo que la militancia en sus filas, fue siempre caracterizado por un halo revolucionario, estigmatizado como subversivo y en consecuencia, reprimido por los gobiernos autoritarios de antaño y menospreciados por los de ahora. Porque cuando se habla de Cultura, se destaca algo de valor que no siempre coincide con el saber oficial.

La Cultura NO ES para mentir

Pero para desaire de los expertos en marketing o de los productores de realities televisivos, la Cultura NO ES para entretener (aunque nos embelecemos frente una obra de arte). Para desilusión de los políticos, con la Cultura no se miente. No se puede mentir...

Tampoco es para vender nada. La Cultura “solo sirve” para que seamos mejores. Social y humanamente más eficientes. Para que nos reconozcamos en el otro y respetemos las diferencias que distinguen a los seres humanos. Es para entender que ninguna diferencia es un menoscabo: ni las físicas, ni las operativas, ni las mentales. Mucho menos las políticas o partidarias.

La cultura sirve para manifestar nuestros talentos, nuestras sensibilidades, nuestras habilidades. Nuestra visión del mundo. Sirve para comunicarnos mejor, para entendernos mejor. Para respetarnos más. Permite admirar y enaltecer los logros de la raza humana. La cultura sirve para honrar al hombre y su enorme capacidad de superarse y separarse de sus ancestrales (y todavía persistentes) atributos de bestia. Es para que nos regocijemos con lo que podamos ser -u obtener- para vivir decentemente. Para comprender que no hace falta demasiado dinero para ser feliz. Y que a veces, ni siquiera hace falta para admirar y disfrutar de la belleza de la creación. Para esto último, SI es indispensable la Cultura. Para convivir con nuestros semejantes y con las otras especies. Y para conservar nuestro planeta. Para proyectar una colectividad humana mejor, más saludable, conciente y responsable. La Cultura sirve para vivir con dignidad...

Y por todas estas razones, no se requiere justificar ante los que niegan su trascendencia o menoscaban su eficacia, la necesidad de que la Cultura tenga que generar o producir dinero.

Porque en todo caso:

la Cultura ES para que el dinero -o los bienes de la tierra-

Es inadmisible que un partido político con representación parlamentaria, que ha estado al frente del Ejecutivo Nacional, que elige o controla jueces, que tiene intendentes, gobernadores o concejales en los Gobiernos locales de la República, tenga que salir a la calle a efectuar reclamos cuando dispone de un arsenal de procedimientos y vías constitucionales para concretar sus quejas o peticiones.



¿QUIÉN MARCHA POR EL PUEBLO?

La dirigencia liberal marchó por la defensa de los puestos laborales de sus correligionarios. “Se persigue a los liberales”, dicen. Lejos de las épicas jornadas en contra de la dictadura, la movilización de los azules del 18 pasado, no fue sino el reiterado reclamo -hoy liberales, ayer colorados- por el despido de unos y otros de sus cargos públicos. Hecho que -de últimas- delata un procedimiento vicioso además de ilegal. Porque al momento del ingreso de estos comensales a la mesa del estado, TAMBIÉN se habrá tenido en cuenta la respectiva afiliación con exclusión de la idoneidad constitucional requerida. Por lo que el asunto ni siquiera puede ser motivo de reivindicación para revelarse más bien -y muy claramente- como otro de los varios “expedientes” que manejan los políticos para manotear el erario público y financiar votos. Procedimientos que se extienden desde el vergonzoso subsidio a los partidos hasta las licitaciones amañadas; pasando por las concesiones dudosas, compras directas, adjudicaciones de tierras y un montón de otros recursos.

Además desde luego, de los “Planes Sociales”, eufemismo de generalizado uso en el “bolivianismo” para asegurar el voto de los pobres. No para solucionar sus tribulaciones o romper con el humillante asistencialismo; sino precisamente lo contrario. Desentenderse de los problemas de los más carenciados para garantizar su “lealtad comicial”, con recursos que pretenden asignar compensaciones a la desocupación, a la condición de madre soltera, campesinos sin tierra, hogares sin techo, escolares repitentes, hijo sostén, madre o padre ancianos... o lo que sirva para excusar algún subsidio del Estado y obligar la “obediencia debida” requerida en los tiempos electorales. La vieja lealtad incondicional, republicana ayer y hoy liberal, aunque de uso corriente en todos los partidos; segura, rentable y perversa, que terminó por atornillarlos al Estado, como para postergar de nuevo y parece que por siempre, los sueños de libertad y democracia de todos los paraguayos.

Los liberales marcharon ayer por sus “zoquetes” y no hicieron sino desnudar los vergonzosos hábitos de la política local. Malversaron una fecha en la que podrían haberse dedicado a honrar el legado de sus mayores por salir en defensa de unos...¿ 5.000... o quizá 10.000 correligionarios?.. en instituciones que son públicas. Es decir, nuestras. ¿Y qué hay de los 800 o 900.000 afiliados que observan pasmados la debacle moral de su dirigencia? ¿Que asisten anonadados a la revelación de las razones que motivaron tantas y continuadas derrotas electorales? Que ahora SABEN con dolorosa certeza que sus líderes de hoy y la mezquina causa que abrazan, tienen también una inequívoca vinculación con el “prestigio” que aureoló al gobierno que nos dejara el 15 de agosto pasado... y de cuyas cuestionadas iniciativas no han dicho ¡una sola palabra de autocrítica!

Muchos dirán que el vicio es de original prosapia republicana. Y es cierto... por lo que se ha criticado correspondientemente a los colorados desde los tiempos en que Juan Natalicio González, líder de los pynandi proclamara hacia finales de 1947: “no habrá un colorado pobre”. Casi. Pero tras la dolorosa saga que concluyera con la ida de Stroessner, pensamos que nuestros redentores: distintos, idóneos y “buenos”, vendrían para hacernos olvidar tantas frustraciones y amarguras. Que la ansiada alternancia conquistada en 1989 se haría presente con las correcciones incluidas. Nuevo fiasco, porque al final y tras dos décadas de contramarchas, descubrimos que, en realidad “...la alternancia no es sino otra forma de corrupción política” como lo expresara recientemente Fernando Louça, líder de la izquierda portuguesa; recomendando la construcción de una alternativa. Que prescinda para siempre de las lacras de un sistema que lleva en sus entrañas las indelebles marcas del fraude y el autoritarismo.

Pero independiente a la movilización del 18 de octubre ¿hacia dónde se dirige -realmente- el Partido Liberal? Porque desde aquellos tiempos en que se treparon al carro de asalto del “amigo Lino César Oviedo” ya pudimos haber imaginado que los de azul harían cualquier cosa por arrimarse al poder. “Vocación de gobierno” le llaman ellos.

Después protagonizarían la Alianza Democrática con Filizzola y el Encuentro Nacional en 1998. Más tarde fue el Gobierno de Unidad Nacional con los colorados tras la renuncia de Cubas en 1999; y finalmente, la Alianza Patriótica para el Cambio, con la izquierda, en el 2008.

¿Y ahora, hacia dónde van? No se sabe, aunque con esta dirigencia se puede presumir que hacia abajo, sin freno y con viento a favor...

 

 

 

 

 

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